Regreso a Jumilla

  1. Primavera en Jumilla hacia 1975

En 1975 pasé la Semana Santa en Jumilla. ¿Acaso por mis creencias? No. Para esas fechas, yo ya había decidido abandonar toda fe religiosa. Vamos, que no esperaba nada de Dios.

¿Tal vez mi estancia en Jumilla se debía a la práctica del turismo? Aunque no exclusivamente, algo de turismo sí que había en mi desplazamiento.

Nacida allí, mi madre siempre estuvo orgullosa de que esta localidad murciana fuera su naturaleza.

En plena posguerra debió abandonarla. Era ya una adolescente. Dejó Jumilla para emprender con sus padres y hermanas el camino de la emigración, en este caso con destino final en Valencia.

Después, ya mayor, mi madre regresaba de cuando en cuando para no perder el contacto y para visitar a sus seres queridos: los primos de Jumilla, principalmente.

Siendo niño la acompañé en varias ocasiones, quizá para que el hijo valenciano se acomodara a la localidad. Nunca llegué a acomodarme.

Como he dicho, en 1975 ya fui solo. O así lo recuerdo. Me acogieron mis familiares jumillanos, mis primas, tan gentiles, para disfrutar la Semana Santa.

No pude.

No conseguí sentirme implicado. Tampoco logré asimilarme a la religiosidad local. Reconocí entonces esa tradición, valoré los Salcillos de los que me hablaban con entusiasmo.

Y me sorprendí con los ingentes litros de alcohol que regaban las gargantas de los naturales. La noche del Jueves Santo de aquel 1975 anduve algo achispado. Esas cosas no se olvidan.

Pero nada. Segui ajeno a los pasos de Semana Santa y a la hondura religiosa.

La verdad es que fui muy bien tratado por mis familiares, pero ni el vistoso catolicismo (confesión de la que acababa de apearme) ni el vino (de tanta graduación y tan aturdidor) redujeron mi resistencia.

Han pasado los años y sigo sin emocionarme con la Semana Santa. ¿La última a la que he acudido? En Ayacucho: un bello espectáculo del Perú católico que no me provocó Epifanía alguna.

En fin, he aprendido a aceptar esa religiosidad barroca, aunque sigo sin conmoverme, ya digo.

En cambio con el vino se ha obrado un milagro. Ya de adulto he sabido distinguir los caldos más distinguidos de Jumilla: para mi gusto, los de Juan Gil: etiqueta gris y etiqueta azul.

Fotografía: HEINZ HEBEISEN
  1. Jumilla, territorio cristiano

Regreso a la localidad, que me pierdo. A los musulmanes de la Jumilla actual se les priva por parte del Ayuntamiento de un local grande en donde celebrar dos ritos religiosos.

Por supuesto, tal arbitrariedad me incomoda, me desagrada, me irrita. Los partidos cristianísimos aducen razones ‘administrativas’ (PP) o razones ‘culturales’ (Vox). El caso es que las creencias católicas serán las únicas que se exhiban públicamente.

Atención: los cristianos no ocuparán el Polideportivo municipal para sus ritos multitudinarios. No reemplazarán a los mahometanos. Era costumbre que, con autorización del Consistorio, los musulmanes afincados en Jumilla lo utilizaran. Ya no.

¿Es esto un avance del Estado laico?

No, por supuesto. A los católicos no les hace falta ocupar la cancha del Polideportivo. En Semana Santa y en otras fechas lo invaden todo: las calles, el calendario y los horarios.

  1. A no ser racista se aprende

“A no ser racista se aprende”, decía Umberto Eco. Nuestra formación consiste en aprender lo que es diferente e incluso lo que nos desmiente.

Las respuestas políticas no son obvias y hay que discernirlas: la hospitalidad, el rechazo, la instrumentalización demagógica, etcétera, no son naturales, sino contingentes y reformables.

La Unión Europea es, entre otras cosas, un noble sueño: el propósito de hacer convivir a los diferentes, una parte de los cuales proceden de las antiguas colonias de Francia, de Gran Bretaña, etcétera.

Una sociedad democrática madura y racional debe poder integrar la alteridad sin amenazarla, sin reducirla a la nada, sin asimilarla completamente.

Las instituciones democráticas deben promover una ética de la hospitalidad y del reconocimiento asegurada por el cumplimiento de la ley por parte de todos.

Lesson two.

Ahora van y se lo explican a la derecha jumillana. Aún estamos a tiempo.

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