Un artículo de JS en Levante-EMV, 13 de mayo de 2007.
(Trata el mismo tema abajo desarrollado en el punto 2., aunque con otra elaboración…)
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1. Interpretando al multimillonario Bernie Ecclestone.
Un artículo de Pedro Muelas en Levante-EMV, 13 de mayo de 2007.
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2. Empieza la campaña electoral. Me encantaría escribir –otra vez y ahora– sobre Dios y la religión (cosa que no descarto seguir haciendo); me gustaría deleitarme con ese asunto del que ya he tratado: sin duda un asunto de altura. Pero prefiero abordar la política más urgente…, la política sublunar, esa a la que no hay que hacer ascos, pues nos va la vida ello. Empieza la campaña electoral y quizá deba pronunciarme. No creo que mi opinión sea más atendible que la de otros: todos creemos defender nuestros juicios a partir de los intereses particulares, pero no es menos cierto que deseo pronunciarme sin ataduras, lo que no significa sin inclinaciones. No concedo tanta importancia a lo que yo pueda juzgar: me conformo con no pronunciar muchos desatinos.
Señala Jesús Civera en Levante-EMV que los intelectuales se repliegan, se retiran: guardan un prudente silencio en espera –quién sabe– de tiempos menos convulsos. Los intelectuales tienen eso: o bien pretextan urgencias académicas para así no pronunciarse; o bien, cuando se manifiestan, se empeñan en el error o en el crimen, incluso. Releo lo que Hans Magnus Enzensberger decía en Zigzag. A lo largo del Novecientos, precisa, muchos intelectuales han sido celosos productores de odio: gentes que, en vez de optar por la dignidad, prefirieron equivocarse con la utopía o con la real politik; gentes que habiendo sido muy radicales y habiendo embaucado a tantos, a un público entregado, jamás pidieron disculpas por su obstinación o por sus sorprendentes cambios. Yo vengo pronunciándome en este blog y en Levante-EMV y, por eso, ahora me detengo en lo más perentorio: en las declaraciones de Bernie Ecclestone, el empresario de la Fórmula 1.
Para empezar he de decir que el automovilismo siempre me ha atraído, desde niño… Lo escribí y de esos recuerdos no me arrepiento. Yo no soy experto en estas materias, pero sí soy aficionado, alguien que disfruta con la belleza de la máquina, alguien que experimenta placer o vértigo contemplando la velocidad del bólido. Como dije tiempo atrás cuando hablaba del Futurismo, la velocidad que alcanza el automóvil en un circuito es algo hermoso en sí mismo. Por eso, como tantas veces se ha repetido parafraseando a un Marinetti exaltado, el coche de carreras que ruge con su motor de explosión es bello, “más bello que la Victoria de Samotracia”, incluso: un conductor que pilota su automóvil, que guía enérgicamente su volante, es la metáfora misma de la existencia y de la naturaleza, pues ese piloto es como un asta que atraviesa la Tierra, lanzada ella misma a una carrera orbital. Eso decía Marinetti. Yo lo evoqué, pero no creo en este extremo. Para los futuristas (antecedentes de los fascistas, ay), el poeta es algo así como ese aeronauta que corre sin miedo, con esplendidez, con ardor, con prodigalidad: no se contiene, sino que lucha y de la lucha es de donde surge la belleza. Yo no suscribo el ideario del Futurismo, pero admito la simpatía que me despierta el prodigio humano de la velocidad y del maquinismo… Por eso, me enorgullecen las gestas de los pilotos.
Una vez dicho eso, cambio de tercio. Siento una enorme rabia o tristeza o indignación ante Francisco Camps, el actual president de la Generalitat Valenciana, alguien que ha tratado con Bernie Ecclestone y con quien ha comparecido ante los medios de comunicación para anunciar la concesión de una prueba de Fórmula 1 a nuestra ciudad. Primero, no sé si es sensato organizar una carrera de Fórmula 1 en un circuito urbano, como el político pretende. El propio Fernando Alonso tiene sus dudas. La verdad, sin ser especialista –sólo soy un ciudadano–, tengo serias dudas sobre la pertinencia de esa idea de Camps: convertir ciertas calles de la urbe en circuito es, desde luego, una incomodidad para la vida local, por mucho que esto atraiga a tantos turistas y por mucho que esto imante dinero, mucho dinero. ¿No hubiera sido más sensato aprovechar el circuito de Cheste, tan próximo a la capital? Eso dice Fernando Alonso y lo suscribo. Las carreras de motociclismo se efectúan allí con gran afluencia de público y con complacencia de todos.
Pero no es eso lo que más me sorprende. Lo que me asombra, lo que me escandaliza, es otra cosa que he oído y visto. El empresario propietario de los derechos hace depender la firma final del contrato de una condición democráticamente inaceptable: que las próximas elecciones autonómicas las gane el señor Camps, o sea, el PP. El mandamás de la Fórmula 1 puede decir lo que juzgue oportuno, incluso aunque nos moleste o lo consideremos un chantaje. Aquello que resulta inaceptable es la actitud servil del señor Camps. Lejos de quitarse importancia o de protestar por tan insólita cláusula, el actual president de la Generalitat asiente complacido a esa exigencia de un empresario privado y agradece las generosas palabras de confianza que –según él– suponen. Es una desvergüenza. Los eventos que atrae no vienen, pues, gratis: suponen el pago de una gabela. Esto es la ruina de la política y es el triunfo del amiguismo, de la granjería. Pongamos un ejemplo: ¿qué debería hacer un valenciano aficionado a la Fórmula 1 y deseoso del circuito urbano que no fuera votante del PP? ¿Plegarse a los deseos del empresario? Insisto, es la servidumbre voluntaria que algunos confunden con la confianza. ¿Qué debería haber dicho el señor Camps como representante político? El actual president de la Generalitat Valenciana podría haber sido cortés con Bernie Ecclestone y, a la vez, institucionalmente digno. ¿Cómo?
Le agradezco, señor Ecclestone, la confianza que deposita en mí; le agradezco –no sabe cuánto– la cordialidad con la que me trata al esperar mi triunfo electoral. Pero, admitida esa cortesía, le debo decir que Valencia es merecedora de esta prueba de Fórmula 1, esté yo o no al frente de la Generalitat. Le garantizo que quienes nos enfrentamos en esta contienda política somos todos candidatos dignos de confianza. Entiendo sus preferencias, pero admítame igualmente que, como actual presidente, yo me deba a quienes me eligieron, pero también a quienes no me votaron.
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3. Hemeroteca
Patriotismo frío, artículo de JS en Levante-EMV, 11 de mayo de 2007
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4. De Camps a Fabra
Francisco Camps, toma de posesión, junio de 2003
Francisco Camps, entrevista televisiva, mayo de 2005
Carlos Fabra… and Friends, enero de 2004
Carlos Fabra, según Juan José Millás (cf. sección de comentarios)



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