1. El arte del modo de vivir. Gracias a la amabilidad de Alejandro Lillo descubro La inocencia del devenir. La vida de Friedrich Nietzsche. Es un volumen de Michel Onfray que acaba de aparecer. Sé que este blog lo frecuentan seguidores de este ensayista francés. Estarán de enhorabuena: la primera edición española de La inocencia del devenir es de marzo de 2009. Es un pequeño librito. Lo acabo de leer. Informa, sugiere e irrita: ayuda a entender a Nietzsche y, a la vez, lo rebaja, lo reduce, lo simplifica. Lo que digo no es un reproche exactamente: es una descripción.
Onfray es un prolífico ensayista que interviene, que combate, que piensa en público y que se ha propuesto disfrutar con lo que hace, derramándose en cientos de páginas impresas. Frente a la severa academia francesa o frente a los fast thinkers de los mass media, Onfray cree hallar una tercera vía intelectual. No pretende escribir profundísimas glosolalias, ni exhumaciones eruditas. Pero tampoco quiere convertir a Nietzsche en un ligero tónico.
El filósofo alemán no es un excipiente. Es un bebedizo o un veneno cuyos efectos dependen de las dosis y de los usos. De acuerdo, parece decirse Onfray, tomémoslo y veamos cuál es la consecuencia. Como pórtico cita un pasaje de Así habló Zaratustra: «Y la vida misma me ha confiado este secreto: ‘Verás, me dijo, soy aquello que debe superarse a sí mismo’…»
Suena raro, ¿no es cierto? Pues es menos extraño de lo que se nos antoja. Para quien no haya leído una línea de Nietzsche, ese pensamiento paradójico puede parecer una mera provocación o una sorprendente contradicción. No es tal cosa. O, al menos, no es sólo eso. Nietzsche no escribía con el único fin de épater le bourgeois. No trataba de escandalizar a un público impresionable. Trataba de impresionarse a sí mismo, de moldearse, de hacerse propiamente. Intentaba tomarse en serio, pensándose como única referencia cierta, posible, constatable. Intentaba, en fin, rebasarse a sí mismo, superando lo dado, lo recibido, lo heredado. Incluso la propia vida era un dato cuestionar. Nada menos.
2. Un guión cinematográfico. Este pequeño volumen, La inocencia del devenir, contiene el esbozo de un film. Según dice en la introducción, Onfray se propone «contar en imágenes una vida filosófica». El concepto es interesante, pero ya sabido: la aleación de existencia y saber, de escritura y vivencia. «Una vida filosófica es una vida en la cual la teoría y la práctica, el pensamiento y la acción, el verbo y el comportamiento, el discurso y la existencia, los libros y los compromisos no son distintos, sino que está correlacionados, ligados de manera consecuente. En esta configuración, el texto sostiene el gesto y el gesto genera el texto en perpetuo ir y venir». Eso es Nietzsche, pero eso ya lo dijo el propio filósofo: concebir la vida como creación artística, laborioso modelado. Para concebir esto, Onfray presenta lo que puede ser el primer guión de una película. Ignoro si este proyecto ha ido adelante. Vamos, desconozco si Onfray cuenta con algún director que se haya propuesto filmar esa vida filosófica…
Digo esto y me acuerdo del biopic de Sigmund Freud que rodara John Huston. Según cuenta Annie Cohen-Solal, Jean-Paul Sartre recibió la propuesta de escribir un guión sobre el creador del psicoanálisis. Lo hizo. O hizo lo que creyó que era un guión: un grueso volumen la mar de interesante que no podía filmarse (y que yo no he podido leer). Huston lo rechazó y la película resultante no se rodó con ese material.
El guión de Onfray es ligero, muy ligero, compuesto a partir de escenas breves y con erudiciones mínimas. Plasmada según el orden cronológico, la vida de Nietzsche transcurre casi enteramente de 1844 a 1900, sin desajustes temporales, sin analepsis ni prolepsis (perdón por los palabros). Es un texto quizá demasiado simple y previsible y pedagógico: simplifica la convulsión existencial del filósofo y no se aprende gran cosa que no se supiera ya. Mientras en Nieztsche son decisivas la concepción cíclica del tiempo, la repetición y la reanudación, en Onfray el curso de los acontecimientos es estrictamente biográfico. Qué quieren, prefiero recomendarles alguna otra obra: alguna otra biografía más densa, más entretenida y más cinematográfica. Estoy pensando en Nietzsche en Turín, el libro de Lesley Chamberlain, cuyo desarrollo es un auténtico flash back. Este volumen sí que podría dar para una excelente película.

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