Juegos peligrosos

Fiesta nacional.

Uno. Cuando digo fiesta nacional no me refiero a los toros, a las corridas, que siempre me han producido un desinterés preocupante y culpable. ¿Quizá debería haberme adherido a uno de los dos bandos? No me veo en el de los taurófilos, porque la sangre que corre por el lomo del toro banderilleado, el trapo rojo que lo engaña y lo aturde o el estoque que finalmente le da muerte me producen aversión. Pero tampoco me veo en el bando opuesto, tal vez por pereza militante. Simplemente me repele la violencia aunque venga adornada de lances de gran belleza formal o convulsa.

En el cine la tolero. Hace años me sorprendió Quentin Tarantino con su Pulp Fiction. ¿Banalizaba la crueldad? ¿Bromeaba con la muerte?  Recuerdo haberme reído mucho con John Travolta y Samuel L. Jackson cuando intentaban limpiar el interior de un automóvil salpicado con los sesos de un tipo al que acababan de apiolar. Al final el sr. Lobo, interpretado por Harvey Keitel, solucionaba el problema.

En el cine sabes que esa sangre es ficticia, aunque –admitámoslo– quizá su exhibición produzca efectos poco edificantes entre los espectadores. Una polémica entre Javier Marías y Antonio Muñoz Molina sobre esto mismo se desarrolló en El País hace años. ¿Quién ganó el certamen? Esa discusión es un debate de nunca acabar: ¿cómo hemos de tomarnos las violencias que son representación, que no son crueldad real?

Dos. No: cuando digo fiesta nacional no me refiero a las corridas de toros. Aludo a las efemérides que las naciones, éstas o aquéllas, festejan. Estamos en días de recogimiento patriótico…

Les recomiendo un libro sensato y perspicaz que acabo de leer. Es el de Margaret MacMillan titulado Juegos peligrosos. Usos y abusos de la historia (2010). Muy estimable. Me han pedido una reseña y no puedo extenderme ahora, pero puedo adelantarles alguna idea que la autora desarrolla: el peso del pasado en la comunidad de los vivos, el lastre que han de acarrear los contemporáneos, un fardo, un tiempo remoto de naciones ya formadas, ya constituidas, a las que hoy nos deberíamos.

Ha pasado el 9 d’Octubre y pasa el 12 de Octubre. Son festividades guerreras, de belicosidad hoy atemperada. Pero son motivo de exaltación patriótica, combustible para naciones incandescentes. También estas fiestas nacionales tienen su estética. Lamento decir que, como los toros, siempre me han producido un desinterés igualmente preocupante.

Este año, además, la festividad del 12 de octubre coincide con el bicentenario de la independencia hispanoamericana. Aunque hoy los desfiles militares son de poca ostentación y los actos de afirmación suelen ser tranquilos, con tibio entusiasmo, uno no puede dejar de recordar lo que era el día de la Pilarica cuando Francisco Franco tenía mando en plaza. Qué tiempos, qué abusos.

Aunque bien mirado, un acto como el del desfile militar o el del homenaje guerrero suele ser hoy motivo de abucheos. Es la base de juegos aún peligrosos. El 11 de septiembre en Cataluña sirve principalmente para que algunos independentistas increpen con ferocidad a quienes rinde el homenaje ritual a Rafael Casanova. Por su parte, el 9 de octubre sirve en Valencia para que ciertos extremistas vociferen acusando a la izquierda de catalanista: todo ello bajo el amparo involuntario del rey conquistador, aquel que nos libró del «yugo musulmán«. ¿Y el 12 de octubre? Ah, la fiesta nacional de España sirve para que en la parada militar unas docenas de personas insulten a José Luis Rodríguez Zapatero o al Gobierno en pleno. Qué tiempos, qué abusos. La fiestas nacionales aún sirven y continuarán…

Hemeroteca

Justo Serna, «El médico a palos», El País, 13 de octubre de 2010 (Sobre Camps y la llegada del AVE a Valencia)

Justo Serna, «A vueltas con el pasado», Mercurio, febrero de 2011. Reseña de Juegos peligrosos. Usos y abusos de la historia, de Margaret MacMillan.

«El pasado no es un tiempo detenido. En realidad, vuelve una y otra vez. Los seres humanos necesitamos cerciorarnos, confirmarnos. El conocimiento de lo remoto o de lo próximo nos da certidumbre: una idea de continuidad, de identidad, de afinidad. Vivir en un presente perpetuo, sin fundamento, nos deja desarbolados, con esa inquietud del que no tiene asideros a los que agarrarse. Por ello, el pasado nos es tan necesario. El yo de cada uno se desarrolla sobre lo que recuerda, unas reminiscencias que nos afirman a ti y a mí: cuando evocamos lo pretérito ese juego nos remite a un origen, dándonos coherencia.

«¿Juego? ¿He dicho juego? Se nos antoja una palabra inapropiada. Lo lúdico parece lo voluntario, el puro entretenimiento. En cambio, la memoria no es necesariamente intencional; tampoco funciona para divertirnos. Muchos de nuestros recuerdos suelen ser involuntarios: se ponen en marcha al margen de nuestra deliberación y con frecuencia nos dañan. Pero la palabra juego referida al pasado quizá no sea tan inadecuada: desde niños hacemos intencionados ejercicios de memoria para distraernos, para aliviarnos de las injurias del presente. El discurrir de la existencia es tan imprevisto y el fin es tan fatal que nos alargamos hacia atrás, hacia aquello que nos da vida retrospectiva. Debemos tener cuidado con estas operaciones: la memoria es emocional y hay recuerdos embellecedores y mentirosos, pura recreación o consuelo. Para evitarlos está el análisis lógico y documental. O, en otros términos, el autoanálisis que nos saca de la ensoñación…»  Leer más aquí.

 

26 comentarios

  1. Me acabo de enterar por lo que nos dice David P. Montesinos que acaba de fallecer Manuel Alexandre. Qué gran actor, en efecto. Qué pena.

  2. 1. La actitud de la Guardia Civil, o de ciertas personas del entorno, me parece incongruente en este tema. Es, ciertamente, un cuerpo muy maltratado, y tienen toda la legitimidad para quejarse, una legitimidad que, por cierto, resulta problemática por los problemas que tienen para ejercer ciertos derechos de sindicación y protesta. Yo he visto siempre con buenos ojos el hecho de que en el Cuerpo se hayan empezado a mover algunas cosas en la última década. Ahora bien, tengo razones para pensar que con Rubalcaba no les ha ido peor que con anteriores ministerios de Interior, es más, creo que les ha ido menos mal, al menos mal de lo que ellos pensaban, dada la condición ideológica del gobierno actual. Por eso veo incongruencia: ¿hubiera habido igualmente silbidos para un ministro del corte de Trillo? Lo dudo muchísimo.

    2. He leído el artículo que Justo me anticipa. Le felicito, es un escrito breve y elegante, sin excesos bibliográficos y con sentido de la memoria y espíritu didáctico. Me gustaría recomendarle la lectura de Neil Postman, creo que le interesaría.

    3. Me vienen muchísimas interpretaciones a la cabeza, pero, ¿qué quieren? mi memoria está para siempre atravesada por esa joya que es Atraco a las tres. Algunos actores secundarios -el eufemismo para premios goyas y demás es «actores de reparto»- les pegan cuatro mil patadas a los Bardem de turno. (pdta: Bardem tampoco me cae bien, estoy insoportable)

  3. Hoy miércoles llega el convoy del AVE a Valencia. Viaje en pruebas.

    Hemeroteca

    Justo Serna, «El médico a palos», El País, 13 de octubre de 2010 (Sobre Camps y la llegada del AVE a Valencia)

    «…Parece mentira que se pueda ser tan roñoso. Con lo que nos cuesta este tren, ¿Camps sólo se acuerda de Aznar? Sé que esos párrafos patrióticos no los escribe él, pero es el presidente quien prescribe y quien decide mencionar únicamente al taumaturgo Aznar, que va por ahí despachando recetas milagrosas…» Leer más aquí.

  4. 1. Sr. Montesinos, le agradezco sus palabras y le agradezco la recomendación. Me refiero a Neil Postman. Si no me equivoco, usted alude implícitamente a ‘Divertirse hasta morir’. ¿Es así? Yo leí, en tiempos, ‘Tecnópolis’ y me pareció una radiografía sensatamente apocalíptica. Murió Postman, ¿verdad?

    2. Otra cosa. Aparece aquí un tipo que firma como El Callista. No sé si es el mismo que me vapulea en la blogosfera que rodea a Arcadi Espada. Tiene la misma falta de estilo.

  5. Desgraciadamente Neil Postman murió hace siete años, y digo desgraciadamente porque a los setenta y dos años se es joven hoy para marcharse, máxime cuando el tipo hubiera podido alumbrarnos en el actual laberinto educacional. Mi preferido es «Los fines de la educación». Difícil imaginar un tratado con tanta lucidez ante un problema tan amplio como es el de los principios que legitiman algo tan universal como el ejercicio escolar. ¿Qué queremos que sea la escuela? Postman se dedica durante el libro a contestar a esta pregunta y a denunciar los manejos que contribuyen a que, sin darnos cuenta, terminemos esquivándolas. La tecnocracia educativa, la obsesión por la cuantificación de los rendimientos académicos, el sometimiento a las tiranías del mercado y la rentabilidad o el estrangulamiento de los espacios de libertad y decisión, son síntomas de la gran enfermedad educacional contemporánea.
    De verdad, es un texto clave. También me interesó mucho uno escrito hace casi medio siglo, con Weingartner, llamado la Educación como actividad subversiva, un texto especialmente influyente sobre las teorías de la educación crítica y que no por casualidad aparecer solo un año después del Mayo Francés.

    No leí Tecnópolis, pero sí «Divertirse hasta morir», que también me parece sumamente interesante. En cualquier caso, me atrae más la faceta postmaniana de sociólogo de la educación que de crítico y analista de la cultura.

    He leido hoy su artículo periodístico. Veo que opta usted por tomarse muy en serio lo de la ironía, molierianamente en serio, si me permite la expresión.

    ¿Sabe? Estoy un poco harto, la derecha española provoca en mí cierta sensación de desánimo, que supongo que es una de las cosas que quieren conseguir. Me cansa esta España de cabreros -así llamó Gil de Biedma al páramo que quedó tras la Victoria-.

    Mi padre tenía un amigo que se licenció con él en Derecho. Cuando empezaron la carrera, los de segundo les hicieron un corrillo en la calle de la Nave y les gritaron «¡borregos!, ¡borregos!». Un amigo suyo, Paco, quedo tan resentido, que fue el único de la pandilla que acudió el año siguiente el día de la borregada para burlarse de los nuevos. Lo curioso es que siguió haciéndolo año tras año, no se cansó nunca de gritarles a los nuevos. Mi padre dice que se pregunta si el tipo no seguiría yendo cincuenta años después a la facultad para gritar como un energúmeno «borregos, borregos!». Mi padre me hablaba de esos hábitos de Paco con un fuerte hastío.

    Bueno, pues ahora tengo la misma sensación. Me pregunto si en el caso de que gane la derecha dejaremos de oír alaridos. Eso al menos habremos ganado. En fin, no me hagan caso tampoco hoy, quizá mejor su ironía que mi sarcasmo.

  6. Antonio Muñoz Molina (La noche de los tiempos, El jinete polaco) y Javier Marías (Todas las almas), vaya, interesante debate sobre la violencia en cine. Creo que son dos de los grandes narradores de la literatura española contemporánea, junto con Almudena Grandes (Los aires difíciles, Corazón helado) y Javier Cercas (Soldados de Salamina, La velocidad de la luz, Anatomía de un instante -Premio Nacional de Literatura: Narrativa-)
    Olvidamos la poesía. Pienso que tenemos buenos poetas como Antonio Colinas, Carlos Marzal (Metales pesados -Premio Nacional de Literatura: Poesía-) y Vicente Gallego (Si temierais morir).
    Y Luis García Montero, el marido de Almudena Grandes.

  7. Me molesta muchísimo que dentro del calendario laboral continúen teniendo carácter religioso –católico- gran parte de las fiestas nacionales, autonómicas y locales. Sé que en estos tiempos de crisis este asunto debería ser una preocupación menor, pero no deja de ser un dato muy significativo de lo que venimos arrastrando.

    Por cierto, a éste nuestro Camps no puedo evitar mirarlo como a un curandero. Un artículo muy agudo, don Justo. Felicidades.

  8. Esa escena de Pulp Fiction es antológica. ¿Recuerdan que el causante de todo aquel estropicio en el asiento trasero del coche fue un bache? Si es que la suspensión de los Ford nunca ha sido muy buena… Y luego, con la llegada del señor Lobo, aquel personaje tan fascinante. Así conocí a mi admirado Keitel. Unos meses antes de ver en el cine Pulp Fiction me topé, haciendo zapping en la TV3, con una película ya empezada que me fascinó. No sabía que se trataba de “Reservoir Dogs”, la primera de Tarantino, otra historia magnífica con momentos inolvidables.

    Esa polémica entre Marías y Molina no la conozco o, al menos, no la recuerdo. ¿Podría darme alguna pista, señor Serna? Parece interesante.

    Sobre la nación y la historia, sus usos y abusos, se podría hablar largo y tendido. Lo que desde luego está claro es que el libro de Margaret MacMillan tiene muy buena pinta. A ese respecto, y uniendo educación, historia y nación, he recordado un artículo de Carolyn P. Boyd titulado “El debate sobre en los libros de texto de historia de España, 1875-1936”. Es un artículo muy muy interesante. Dice cosas como las que siguen:

    “Los autores demócratas y republicanos trataron de convertir la enseñanza de la historia en el catalizador de una profunda transformación social y cultural que pondría las bases para la democratización política (…) Enseñando a los jóvenes españoles que las instituciones presentes eran el fruto de procesos históricos y, por tanto, susceptibles de cambios futuros, la educación de la historia podría formarlo para la ciudadanía activa en una sociedad democrática”.

    Estamos hablando de principios de los años 20 del siglo XX.

    “Para la derecha católica, el nacionalismo cívico, bien liberal, republicano o catalanista, no sólo era antipatriótico; era herético (…) La nación no era una asociación voluntaria, ni un plebiscito, sino una familia cuyo patrimonio lo constituían los valores sagrados, creencias y tradiciones recibidas de generaciones pasadas (…) La historia inculcaba los nobles sentimientos de amor filial, de hidalguía y de sacrificio lo mismo para con la madre Patria que para con la Iglesia (…) Aunque aspiraban a forjar jóvenes españoles que ardieran con el fuego sagrado del patriotismo, los educadores católicos distinguían cuidadosamente entre el sano patriotismo y el patrioterismo, la insana exaltación del Estado liberal y su misión secular”

    Estamos hablando de 1904. Entones ya se decía que “la Historia de España es la historia de la Iglesia española y las grandezas de España son fruto sabrosísimo del Cristianismo.

    No seguiré…

    Sobre lo que hablan de la educación, decirles que hace poco me he enterado de que en ciertas carreras universitarias, impartidas en ciertas universidades, muy de la cuerda, todo sea dicho, de nuestro “médico a palos”, que también tiene mucho de enfermo imaginario y de llorica incansable, pues si fuera por él la CV sería el paraíso. Lo que pasa es que no le dejan: entre los jueces, Zapatero y cierto sastrecillo remendón, le están haciendo la vida imposible, pues él lo hace todo muy bien. Bueno, que no me quiero dispersar. Decía que en algunas carreras universitarias hay asignaturas de religión camufladas, y que más que enseñar, da risa.

    Ay, don David, que yo creo que es justo eso lo que quiere la derecha. Lo han hecho siempre, armar gresca con total irresponsabilidad y nulo sentido del decoro para conseguir el único fin que persiguen; recuperar lo que es suyo, pues se sienten los amos de estas tierras. ¿Qué no recuerda que hace no mucho se autoploclamaron, sin rubor alguno, el partido de los trabajadores? Estos se llenan la boca con que son muy patriotas, que quieren mucho a España, que defienden sus intereses y mil historias más, pero ¿ sabe lo que pasa luego? Que abuchean a Zaparero en el momento del homenaje a los militares muertos en acto de servicio, que Rajoy afirma que lo del desfile es un “coñazo” y que no tienen reparo en hacer o decir cualquier cosa con tal de debilitar al gobierno. Lo practican a costa a costa de lo que sea. Todo esto no hace sino confirmar mi tesis anterior. Fíjese que paradoja: es muy probable que sean los representantes de la forma de hacer política que nos ha llevado hasta esta crisis los que salgan beneficiados de todo el asunto, pues es más que probable que vayan a ganar las elecciones.

  9. Magnífica la polémica. Muy divertida e interesante. Lástima que no se prodiguen más este tipo de polémicas. Resultan muy interesantes y provechosas para el lector, sobre todo si se hacen, como es el caso, desde el respeto y la admiración hacia la otra persona, lo que no es óbice para argumentar y contraargumentar sin cortapisas.

    Muchas gracias, Hemeroteca.

  10. Están bien traídos los viejos datos, Alejandro, pues en realidad los impulsos de emancipación social a través de la enseñanza, que podrían retrotraernos -si pensamos en la enseñanza pública- incluso a la Revolución Francesa, están ya presentes en los términos del debate actual en textos de la España de principios del siglo XX. Estoy pensando por ejemplo en Ferrer I Guàrdia, que recoge la herencia rousseauniana para su Escuela Moderna, pero también en Ortega y Gasset, y en Giner de los Ríos, y en los regeneracionistas, etc…

    No puedo evitar lo del desánimo. No me preocupa demasiado la posibilidad de que la socialdemocracia deje de gobernar el Estado. Me preocupa que si la derecha llega al poder -y si es así, ojalá que fuera bueno para la mayoría- lo va a hacer después de ocho años de oposición que merecerían entrar en un manual de prácticas políticas insalubres. En esto no me ahorro los calificativos: han sido hasta hoy seis años de una gestión completamente amoral, desleal e interesada, sin la más mínima vocación de servicio a la nación y con un sentido puramente instrumental del sistema democrático. No sé si el fin -ocupar Moncloa- justifica los medios, pero estos medios han sido sumamente dudosos.

    Voy a leer la polémica sobre Tarantino porque, pese a que he visto con atención sus películas, tengo más reservas que usted respecto a ellas.

  11. Hay una cosa que me repele. Es el estilo de oposición basado en el ‘todo vale’. Desde el 11 de marzo de 2004, las teorías conspirativas de una parte de la oposición y el ‘Enreda que algo queda’ han sido las directrices básicas y mediáticas. Seguramente porque la socialdemocracia de Rodríguez Zapatero ha pecado de adánica: lo que le sobreviene es por falta de previsión, de contención, de defensas.

    Me sorprende que estas cosas pasen en un Gobierno en el que está Rubalcaba, que ha hecho una gestión memorable. Memorable, insisto. ¿Recuerdan las teorías del 11-M? Una colusión entre la CIA, el Gobierno de Marruecos, el PSOE… Es triste.

    Pero, por su parte, el Partido Socialista tendrá que ver qué es lo que ha hecho mal, incluso muy mal. ¿Cómo es posible que las encuestas le auguren un futuro tan negro? La crisis, claro. ¿Habrá movilización en su favor? En un contexto de crisis económica es improbable.

    Y, sí, voy a volver a leer la polémica sobre la violencia en ‘Pulp Fiction». Y comentamos. ¡Quince años después!

  12. El PSOE sigue siendo un gran partido, uno de los más antiguos de España. Quizá puedan cambiar de líder en el momento que lo consideren oportuno. Tiene que haber buenos cerebros en todos los partidos, gente sensata, fiable, con carisma, seguridad, que sepa rodearse de un buen equipo de gestión. Y saber cambiar y renovarse democráticamente.

  13. He vuelto a leer los artículos de aquella polémica sobre ‘Pulp Fiction’. Bueno, digo que he vuelto a leer cuando en realidad debería decir que he tratado de releer: los documentos tienen numerosas erratas y supongo que el periódico digitalizó el texto en un época en que no existía ni el país digital. Si se aceptan esos peros, la polémica es interesante, al menos para mí.

    Tarantino nunca me ha parecido el genio que tantos han querido ver y cuando me tragué su último film,’Malditos bastardos’, me propuse una cura: estar un tiempo sin ver película suyas. ¿Total, para qué? Si no me río casi nunca con sus chistes…

    Viendo ‘Malditos bastardor’ recordé esta polémica de Marías y Muñoz Molina. En realidad, lo que le pierde al amigo Quentin es la guasa forzada, el gamberrismo para ‘épater le bourgeois’. Se mata por hacer un chiste chocarrero que nos escandalice. A veces me río y a veces no le veo la gracia. En fin. Volveremos.

  14. He leído la simpática y enjundiosa polémica entre AMM y Javier Marías. Quizá lo que más me ha gustado y en lo que yo creo que no se han entendido es en las relaciones entre el arte y la moral y en cómo entiende cada uno de ellos esta cuestión. Me parece que además equiparan la moral a la ética (que yo creo que no es lo mismo), ciertamente como plantea Marías criterios morales hay muchos, pero creo que MM habla del sentido ético que atraviesa toda obra de arte. Otro aspecto muy sugerente que ponen encima de la mesa y que finalmente no llegan a nada concluyente es enfrentar al comicidad y el arte, si en la inverosimilitud de Pulpfiction cabe o no la risa… pero en fin, en este blog hay contertulios que podrían salir a bailar con este tema, que por otra parte, es un tema que me interesa especialmente.

    Desde luego la hemeroteca se apuntado un tanto.

  15. «Pulp» me pareció en su momento una propuesta sugerente, tenía algo fresco y sorprendente. Hoy no sé si es mucho más que un film efectista. En cuanto a las demás, no sé… Yo creo que «Asesinos natos» suscitó más ataques de los que se merecía, no porque no constituyera -como afirmó Pilar Miró en su momento- un ejercicio de violencia gratuita rayana en el sadismo -algo de eso tenía, aunque acaso no fuera sólo eso-, sino porque sospecho que se le concedió demasiada significación a un film para el cual, como para Pulp fiction, el tiempo ha pasado.

    Hay obras que, pasado mucho tiempo, a uno siguen diciéndole algo. Cuando leo el Discurso del método o La peste tengo la impresión de que en ejemplos tales se esencializa lo que entiendo por «clásico». No son obras clásicas porque así las reconozca la academia, sino porque, por más lejos que se nos queden en el tiempo, siguen absolutamente vigentes, continúan siendo capaces de decirnos algo. No voy a ser simplista y reclamar el valor de clásicos del cine para obras de Welles o Ford. Pero, pensando en la época en que saltó a la fama Tarantino, como si se tratara de un enfant terrible, pero no dejo de acordarme de films que pasaron en muchos casos mucho más discretamente por las pantallas y que ahora, pasado el tiempo, su sombra parece alargarse: Sin perdón, Fargo, American beauty, Maridos y mujeres,Eyes whide shut, Salvar al soldado Ryan, La edad de la inocencia, Deconstructing Harry, El gran Lebowsky, Muerte entre las flores, LA Confidential,Las confesiones del Dr Sachs, Ed Wood,Europa, Hoy empieza todo, Barton Fink, El cielo protector, El show de Truman… ¿Por qué convertir al autor de Kill Bill en protagonista permanente de los debates sobre la poética contemporánea? Sin discrepar de Alejandro en el atractivo de algunos de los pasajes a los que se refiere -yo también me carcajeé con la aparición del limpiador de sangres- me quedo con la sensación de que nos hemos dejado engañar por un director menor.

    En cuanto a las implicaciones éticas… Bueno, este tema es más complejo, y acaso Marías -pese a que no puede evitar ponerse faltón- tenga parte de razón. Me parece ridículo que gran parte de la crítica europea haya menospreciado durante décadas obras inmortales de John Ford -es solo un ejemplo, aunque el más escandaloso- simplemente porque su supuesto trasfondo ideológico les parecía conservador. ¿Es «The searchers» un film reaccionario y, por tanto, ideológicamente tóxico? Corremos el riesgo de simplificar demasiado las cosas, aunque no presiento que la posición de Muñoz Molina navegue por tales derroteros, no es tan simple.

    Hablando de lo de la banalización de la violencia, creo que la condición deconstructiva -algunos dirán caricaturesca o paródica- de los films de Tarantino complica la posibilidad de efectuar analogías respecto a Arma letal los bodriazos de Van Damme. Tarantino no me convenció nunca en exceso, pero es otra cosa. A mis alumnos les prevengo respecto a la saga de «Saw», a la que algunos son adictos, pero no les desaconsejaría Pulp. Ahora bien, con o sin parodia, sí llego a veces a percibir que en las pelis del amigo la vida humana vale bien poco. Es posible que tal cosa ocurra también en los films de Scorsese o en los de Peckinpah, autores que me gustan, pero el hecho de que se nos dibuje la vida y la muerte en toda su crueldad no significa que el horror se convierta en una especie de pastiche al estilo de las pelis de zombis, como a veces me parece con las obras de Tarantino.

    En este sentido me vale una comparación. Pienso en una de las que he nombrado tanto, la del soldado Ryan. Yo me estremecí en la silla el día del estreno al tiempo que algún vecino -que iba a ver «una del Spielberg»- regurgitaba las palomitas. Aquellos minutos de la playa de Omaha retratan el horror y el absurdo de la guerra con una precisión tal, se siente uno tan cerca de esos infortunados a los que descerrajan las tripas las ametralladoras, que al menos sé que entonces no estamos ante una broma supuestamente postmoderna.

    Una mañana puse esa película a mis alumnos, esos que parecen haberse endurecido a golpe de Saw y zombis ensangrentados. Les dije que «esto, queridos, es la guerra, la guerra de verdad y no un video juego ni un pastizal de salsa de tomate… y la guerra huele a lo que huele en Salvar el soldado Ryan: a horror, a absurdo, a visceras, a mierda…» He visto mucha más sangre en las películas de Tarantino, pero nunca ha sido capaz de conmoverme de esa forma.

    Por cierto, lo del humor negro es otra cosa, dado que también el debate corre el riesgo de deslizarse hacia tales vericuetos. Lo que hace Tarantino no es eso, desde luego.

  16. Son ustedes muy amables con las palabras que dedican a Hemeroteca. Transmitiré sus valoraciones al responsable.

    Otra cosa. Para ser correcto no debo contestar apresuradamente a R.S.R. Tampoco al sr. Montesinos, que con gran generosidad reparte su saber a manos llenas. Qué interesante.

    Permítanme pensar en lo que han escrito…

  17. No puedo estar más de acuerdo con la opinión que expresas, David, sobre Pulp Fiction. Es cierto lo que dice R.S.R. sobre las dificultades de entenderse cuando no terminan de aclararse los conceptos previos. Sin embargo, y me parece muy importante resaltar este asunto, insisto en que AMM y JM dan ejemplo con su discusión. Deberían prodigarse más este tipo de intercambios, pues no sólo son interesantes por el fondo, sino por la forma, por el respeto, dentro de la divergencia, que se tienen. Por la consideración que cada uno de ellos muestra hacia las ideas del otro. Este me parece un tema muy importante, pues soy de los que piensan que cambiar las mentalidades es arduo y difícil, y que hay estructuras que permanecen y que no resultan sencillas de subvertir.

    David ha sacado a colación una película de la que yo también voy a hacer mención y que en el momento de la discusión aún no se había estrenado. Recuerdo cuando fui al cine a ver “Saw” y recuerdo que me gustó, que me pareció una película interesante. Algo pasada de rosca en algún momento pero interesante y novedosa. Bien. Algún tiempo después fui a ver “Saw II” y salí del cine escandalizado, pues me pareció un alegato del fascismo en toda regla. Creo que por estos días estrenan en España la VI o la VII, a´sí que parece que entre la juventud gusta, cosa, por otroal lado, preocupante. Algún tiempo después fui a ver “Hostel”, película igual de escandalosa, una absoluta apología del sadismo y de la extrema violencia, representada en la película de forma completamente gratuita. Lo sorprendente de esa cinta, más allá del error y del horror de acudir a verla, fue que estaba producida por Tarantino quien, si mal no recuerdo, tuvo un “cameo” en la misma. Creo entender, por tanto, a lo que se refiere AMM. Ahí fue cuando empecé a cambiar mi opinión sobre Tarantino, pues lo de «Hostel» me resultó tan enfermizo…

    Pero también entiendo a JM. La diferencia de todas estas películas con la de Pulp Fiction es que en aquellas no hay ni una chispa de humor. Es cierto que en ese film de Tarantino no hay ningún tipo de crítica hacia lo que está narrando, cosa que sí sucede en otras películas de humor que tratan temas espinosos y violentos como la de “El gran dictador” o “Ser o no ser”. La película de Tarantino es superficial y en ese sentido no es comparable con “Uno de los nuestros”. Y sin embargo, hay comedias que pueden ofrecer una cara amable o despreocupada de determinadas situaciones que deben o deberían entenderse en su contexto. En ese sentido recuerdo una serie, “Los héroes de Logan” en la que se representaba una realidad idílica en el trato que los alemanes daban a los prisioneros de guerra norteamericanos. La serie, de finales de los sesenta, es mucho más ligera en ese sentido crítico que, por ejemplo, “El puente sobre el río Kwai”, realizada unos cuantos años antes, en 1957. Pero es que su intención es entretener, y lo mismo creo que le sucede a la de Pulp. ¿Que detrás de ella hay una ideología? Pues sí, pero es lo suficientemente ambigüa y despreocupada como para no indicir en el espectador, como para que este no confunda, como decía Marías, la realidad con la ficción. Así que yo creo que en Tarantino hay humor pero no hay crítica. A ese respecto coincido plenamente con David sobre su impresión actual de Pulp Fiction. Desde ahí quizá pueda entenderse la posición de AMM.

    Tampoco le falta razón cuando habla de cierta moral hollywodiense. Recuerdo el principio de una película (me negué a ver más) protagonizada por Clive Owen y titulada “En el punto de mira” (“Shoot them up”, 2007). Un tipo se dedicaba, durante los primeros 15 o 20 minutos de la película a matar, en una especie de nave industrial abandonada, a un montón de tipos supuestamente muy malos. El frenesí es abosluto, y hay muertes para todos los gustos, colores y tamaños. El tipo va matando a diestro y siniestro, haciendo piruetas varias y virguerías al tiempo que protege a una chica que lleva en brazos a un recién nacido. Bueno, pues cuando todo ese recital de violencia, sangre y asesinatos termina, cuando tenemos las paredes del comedor llenas de sangre, la madre se dispone a amamantar a la criatura. ¿Pueden creerse que la cámara elude sacar el pecho de la mujer? Entiéndanme: ni siquiera es una teta, sino un pecho, un pecho nutricio, una fuente de vida entre tanta muerte y ni siquiera lo sacan.

    Para terminar y por no hacerme muy pesado, comparto la opinión de JM con respecto a “La lista de Schindler”. Es una película tramposa con el espectador en varios aspectos.

    En cualquier caso es este un debate que da mucho de sí, pues se mezclan muchos temas de calado e interés que luego, en los discursos de cada uno y en la vida, se entrecruzan. Ahora bien, y en esto me mojo, sobre el debate en general soy más de la opinión de JM.

  18. Creo que coincidimos bastante, Alejandro. Conste que he leído la polémica con sumo interés y que, a cada momento, me ha parecido que cada interlocutor explicaba algo interesante y, en cierto modo, verdadero, por más que a lo mejor era justo lo opuesto a lo que acababa de leerle al otro, con lo que también me parecía estar de acuerdo. Los mejores debates son así, uno no está seguro de sentirse instalado en una posición, más bien presiente que su criterio está conformándose al hilo de la discusión, lo cual resulta incluso emocionante.

    No he visto Saw, pero sí había oído que hay poca relación entre la primera y las siguientes, las que propiamente conformar la serie que algunos de mis alumnos disfrutan. Respecto a Schindler, película sumamente trascendente, pero dudosa en muchos aspectos, Zygmunt Bauman tiene algún escrito que me parece imprescindible, pero tengo que encontrarlo… Pese a ser judío -o quizá por serlo, quien sabe- Bauman se muestra sumamente crítico con Spielberg y su manera demagógica y algo manipuladora de interpretar el Holocausto.

  19. Sí, «La lista…» ha desagradado a bastanes analistas. Zizek también la juzga negativamente. Y Álvaro Lozano, en un librito reciente («El Holocausto y la cultura de masas») creo recordar que también la critica, y no sin razón.

  20. Advierto desde ya que no he tomado caipirinha, pero sí un Ribera del Duero de morirse, con lo que no se si podré argumentar tan lúcidamente como lo han hecho los contertulios que me preceden.
    Esta tarde he vuelto a leer esos artículos, no quiero pensar que vea con demasiada benevolencia a uno de los dos contrincantes, pero la argumentación del Sr, MM me parece más sólida y coherente que la de JM ( Sr. Lillo por esta vez no estamos de acuerdo, aunque comparto mucho de lo que ha dicho) y no es que este último diga desatinos, sino que creo interpretar contradicciones en su argumentación. Por otra parte mis conocimientos del séptimo arte son más que limitados… aún así tendré la osadía de dar mi opinión:

    Me parece que esta polémica va más allá de una película, del cine , de si el “arte por el arte” o de la dimensión moral del mismo, y finalmente veo a dos personas posicionadas frente a eso que llamamos posmodernidad. MM se sitúa como alguien que opina que por ejemplo banalizar la violencia contribuye a la deshumanización, mientras que JM se muestra acérrimo defensor de esos postulados y los relativiza.
    Por otra parte JM en su primera réplica trae a colación la comedia cuando a mí me parece que Pulp… no pretende hacer comedia, AMM no se ríe porque Tarantino no hace broma. En su argumentación JM es ventajista porque mezcla películas que pertenecen a un género, es decir, siguen unos códigos que el espectador puede descifrar y entender y desde mi punto de vista Tarantino lo que hace es romper con los códigos de género y con ello consigue lo que pretende: provocar e incomodar al espectador.

    JM admite una dimensión moral -que no ideológica- del arte, pero en su segunda réplica se contradice y parece que de una obra de arte sólo pueden hacerse juicios estéticos, para finalmente acabar relativizando la moral. El desmentido de su propia tesis lo encontramos finalmente en uno de los párrafos finales: “ pero no quiero dejar de lado la frase principal……..” creo que ahí el se desmiente de lo anterior.
    En fin… hay una última cosa, en la intervención del Sr. Montesinos compara Pulp con “salvar al soldado Ryan” creo que no he debido entenderlo bien, porque me parece que no son comparables, pero lo pensaré mejor.

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