Leo con aturdimiento, con estupor, la entrada que escribe don Esteban González Pons en El Huffington Post, un nuevo medio digital. Qué prosista, qué blogger. El post se titula así: “La crisis es un camino de arena, no un abismo”.
Cuidado, cuidado: esa precisión es todo un alarde. No es lo mismo una carretera que un acantilado. No es lo mismo la arena que la piedra. No es lo mismo el camino que el abismo. El sr. González Pons nos guía. Punto y aparte.
¿Alguien puede avisarle? El rótulo de su primera entrada lo retrata: es largo, de intención esforzadamente lírica y de resultados prosaicos. Se pierde.
González Pons es un blogger de primera generación. Cuando leí sus entradas más primitivas, hacia 2006, aquellas parrafadas que publicaba en Periodista Digital, quedé atónito. Aún no me he repuesto. Era de un prosaísmo primitivo realmente. La escritura se caracterizaba por su sintaxis incendiaria y por un estilo cursilón. Perdonen este calificativo: no es un insulto; es una frase meramente descriptiva.
Han pasado varios años y compruebo que el sr. González Pons no se ha corregido. Como un estudiante obstinado incurre en los mismos barroquismos. Sigue erre que erre con esmeradas frases de factura obvia. Ahora reaparece tras su forzado silencio.
Les reproduzco el texto de González Pons y les añado mis apostillas, glosas breves. Aunque no lo crean, he sido muy prudente: he evitado la cháchara que don Esteban contagia. Habla de enfermedades y de metáforas. Pues eso.
1. Sostiene González Pons: “La política es una metáfora de la vida. Con sus pasiones descarnadas y sus rumores mortales, sus carreras cronológicas y sus protagonistas capaces siempre de renacer, sus fidelidades traicionadas y sus extraños compañeros de cama, eso está clarísimo”.
Cuidado con las imágenes y con la sintaxis. La prosa relamida es una ruina verbal, un despilfarro. Cuidado con los tropos socorridos: no socorren, asfixian. Todo lo que don Estaban dice en el párrafo anterior podría abreviarse. Es más: podría suprimirse sin grave quebranto. Inténtelo.
2. Sostiene González Pons: “Lo que resulta más novedoso, y alarmante, es que en estos tiempos de crisis y desconcierto también la vida pueda ser presentada a la inversa, como metáfora de la política. Para que la crisis sea culpa de todos. Al menos en el lenguaje de los políticos y los periodistas. Es injusto para con los ciudadanos, e inaceptable. La política decente se acaba donde empiezan las entrañas, pero la vida discurre justo al revés”.
¿Seguro? “La política se acaba donde empiezan las entrañas, pero la vida discurre justo al revés”. Por favor, ¿puede alguien decirle a don Esteban que rebaje el lirismo? Lo de las entrañas, lo de los intestinos, no es nada poético. Es una imagen repulsiva, pura casquería. Si nos descuidamos, don Esteban nos sacará las vísceras. O las vergüenzas. Algo de esto había en su libro de memorias…
3. Sostiene González Pons: “Al igual que los mercados financieros lo monetizan todo, los políticos en tiempos de crisis lo politizamos todo. Obviamente porque nos viene bien. Es una forma simple de presentar reducida y accesible la triste realidad”.
“La triste realidad”. ¿Don Esteban no era la sonrisa del Régimen? ¿No era la expresión y la vocalización de un país que estaba a punto de despertar? La pregunta es: ¿por qué Mariano Rajoy retiene a González Pons? Hay que dejarle volar (como a Juan Salvador Gaviota, una lectura provechosa del Esteban lírico y adolescente)
4. Sostiene González Pons: “Difícil y compleja de abarcar y, en consecuencia, de gestionar. Resulta más cómodo echar la culpa de los problemas que padecemos a la codicia de toda la sociedad, en vez de reconocer que el euro se constituyó mal, que España escondió la cabeza debajo del ala durante los gobiernos de Zapatero y que, ahora mismo, cuesta encontrar remedio político para tanto desaguisado”.
Por los clavos de Cristo. Don Esteban nos echa la culpa. ¿Se la echa a Rodríguez Zapatero, menudo pájaro, ya que habla de alas? Todo se hizo mal por culpa de los socialistas. Échese un cantecito, sr. González Pons. En la Comunidad Valenciana batíamos palmas con las alegrías del PP. Usted era una promesa que finalmente se malogró. ¿Por qué?
5. Sostiene González Pons: “La más evidente consecuencia, de esta socialización de la perplejidad y la impotencia ante la crisis que alientan muchos políticos y periodistas, la encontramos en la proliferación de metáforas médicas en sus lenguajes respectivos. En sus vocabularios, las enfermedades de la vida se convierten en metáfora de los males de la política, como si la vida fuese como la política y no al contrario”.
¿Metáforas? ¿El principal artífice metafórico del PP se atreve a inculparnos? No, por favor. Cierre el pico, pajarito: se lo dice un tipo que está bajo el ala de Zapatero. El socialista aún me da de comer y vivo de su pienso. Pío, pío.
6. Sostiene González Pons”: Si lo pensamos un poco, veremos que algo no encaja, porque ni los políticos somos doctores ni nuestro país está infectado o contagiado por la crisis. No es tan sencillo, la crisis no proviene de un virus, por desgracia. Ni de una bacteria, como no sea la bacteria de la estupidez o de la desidia. Pero, contemplada la crisis como una plaga, se entiende que alcance a todos y que no se pueda sanar hasta que un laboratorio descubra una vacuna”.
Por favor, que alguien llame al Doctor Bacterio, el afamado biólogo de la T.I.A. Seguro que don Esteban leyó El sulfato atómico.
7. Sostiene González Pons: “Últimamente, todos hablamos como cirujanos (intervenimos y extirpamos, también cortamos y recortamos, incluso inducimos un coma a los sectores productivos), endocrinos (adelgazamos, impulsamos el crecimiento o denunciamos la anorexia financiera) o internistas (recetamos tratamientos, aplicamos terapias de choque o describimos patologías). Y entre tanto, la economía, en nuestro lenguaje se comporta como un paciente que se estabiliza, se agrava, mejora, recibe el alta, le sube la fiebre o entra en cuidados intensivos o en fase terminal”.
Por favor, que alguien llame a urgencias. Se necesita un médico en la sala, que de eso saben en la familia.
8. Sostiene González Pons: “Los políticos de siempre utilizaban un muestrario más variado de metáforas. Metáforas militares (hacían estrategias, combatían ideas o conquistaban el centro), metáforas deportivas (llevaban las riendas de la situación, perdían en el último minuto o le metían goles a la mayoría), metáforas marineras (navegaban con buen rumbo, escuchaban cantos de sirena o ponían a todos a remar), incluso metáforas sexuales (cohabitaban, cambiaban de pareja o practicaban desnudos fiscales). Lo de ahora tiene más miga, porque las enfermedades siempre vienen de fuera, las traen otros, nadie sabe cómo llegan, se soportan con paciencia y, al final, pese al sufrimiento con que cursan, se curan. O sea que los políticos no seríamos responsables de la epidemia económica que, de algún modo invisible, alguien ha pegado a los españoles y, en todo caso, trabajamos para sanarles”.
Ay. Que alguien le diga que pare.
9. Sostiene González Pons: “En buena lógica, sólo Rajoy puede presentarse como un médico, ya que a él le han votado para remediar el lío que dejaron los socialistas. Esa es la verdad”.
Pues para ser un médico, Mariano Rajoy parece muy enfermo. Como indispuesto. Se le ve muy desmejorado.
10. Sostiene González Pons: “Debo mencionar también a los apocalípticos, los que hablan como si estuvieran en una película de grandes catástrofes y esperan ser rescatados, tocar con la orquesta del Titanic, alertar de que España se hunde o impedir que Sansón derribe las columnas del templo. Estas metáforas van más lejos que ninguna, relacionan la crisis con los vicios y debilidades generales. Como la penitencia sigue al pecado”.
De verdad, que alguien le dé un libreto. Que no improvise don Esteban.
11. Sostiene González Pons: “Yo soy un político y pido respeto para el público. Porque en la crisis nos metimos todos, pero los gobernantes debieron haberla visto venir y debieron reaccionar a tiempo, hace cuatro años. Porque la política se parece a la vida, pero, afortunadamente, la vida a la política, no. Porque la crisis es un camino de arena, pero no un abismo, y la gente, tarde o temprano, llegará a la salida del desierto”.
“Yo soy un político”, precisa. ¿De verdad? Yo pensaba que usted era un esmerado vate, un cantor aquejado de lirismo. De verbosidad. Si es político, por favor, repásese entera El ala oeste de la Casa Blanca (1999-2006). Ya que no está en la Moncloa al menos aprenderá a callar.
Chitón.
me gusta la critica de Justo Serna
Don Justo, debo agradecerle este buen rato que me ha hecho pasar leyendo su crítica literaria al señor González Pons. Sabe usted que -últimamente- me río poco (no está el horno para esos bollos). pero hoy lo he hecho a carcajadas. Y ése es el mejor tratamiento contra la depresión.
Se nota su «querencia» especial hacia el personaje. Por cierto, hay otro -al que quiere igual de bien- del que hace mucho tiempo que no nos cuenta usted nada, y no será porque no sigue saliendo su foto, a diario, en la prensa local, aunque sea en pequeñito y en un rincón. Y ¡hay materia!, vaya si la hay.
Repito, gracias por su buen talante.
Ah, pues yo no sé si debo criticar a EGP. Es todo tan trivial…
Ay, sra. Bou, pues es una satisfacción si le he alegrado el día. Un abrazo.
Viva Honduras.
¡¡¡Viva!!!
Jajaja!!! El humor y la crítica… tan necesarios para canalizar o digerir todo aquello que perjudica gravemente la salud.
Muy agudo, Sr. Serna. Muy bueno.
Bueno, empieza la Europcopa. Luego vuelvo. Mientras tanto, aquí tienen una reflexión de altura.
http://lacuevadelgigante.blogspot.com.es/2012/06/politica-y-deporte-es-interminable-la.html
Pasmado me deja el señor Gonzalez Pons. Qué razón tiene doña Marisa. Qué buen rato nos ha hecho pasar, don Justo, con su glosa del eminente… diputado. Es diputado, ¿no? Pero si debería estar en el Parnaso. Y, ya de paso, no salir nunca de allí. Que se quede con las musas.
A mí lo que más me ha llamado la atención es el tremendo populismo de sus palabras. Sería vomitivo si hubiera entendido algo. Pero ya ven. Uno llega hasta donde llega: la excelsa prosa poética de don Esteban está más allá de mis posibilidades.
¡Viva!