Se pregunta Joaquín Pérez Azaústre sobre la ética y la prótesis: la prótesis de rodilla que un joven de Llíria no podía pagar. A partir de una anécdota lamentable, ocurrida en tierras valencianas (cómo no), el escritor reflexiona sobre la sociedad que estamos edificando o demoliendo. «La ética como prótesis» se titula su artículo (http://bit.ly/16dw8oF)
Yo también me he preguntado por lo mismo y, justamente por ello, me he sentido interpelado por Joaquín Pérez Azaústre. ¿Solidaridad? Solidaridad, sí, pero también camaradería: mi rodilla derecha ha sufrido distintas intervenciones. En una de ellas, aturdido pero despierto con la anestesia epidural, escuchaba los golpes que el cirujano infliglía a mi rótula, creo.
La ética es una prótesis, sí. Una defensa contra las ofensas de la vida. Es lo que nos distancia de la Naturaleza feraz y feroz, lo que nos hace sociales y sociables. Otra cosa es que te quiten la férula, la prótesis o el andamio porque no pagas. Entonces regresamos a lo salvaje, a lo inacabado.
En esta crisis, muchas casas han quedado desarboladas, sin andamio. Edificaciones sin terminar que se deterioran y que un día caerán, causando estropicio y daño. El esqueleto carcomido. Eso sí, puede que antes hayan desaparecido por el pillaje de quienes buscan restos de andamio. Allí los vemos. Van sin prótesis, sin casco.
El techo o el cielo se les cae encima. Y a mí se me cae el alma a los pies.