0. Ahora, a las 21:45 horas del lunes 2 de abril, acabo de enterarme por la prensa que el comando desarticulado por la Guardia Civil estaba haciendo un seguimiento a Fernando Savater, seguimiento que –supongo– no sería una novedad de este momento, sino todo un horror previo y previsible. Vaya por delante mi solidaridad y mi estupor: mi estupor ante una situación como la presente.
Ahora, a las 8:30, del martes 3 de abril, creo que algo más hay que añadir… Durante meses, el filósofo donostiarra ha dado su apoyo al Gobierno en su política antiterrorista, cosa que le provocó todo tipo de denuestos y de repudios. Pero, por encima de eso, estaba su decidida apuesta por un final próximo del terror bien guiado por la mano firme del Estado, sus representantes y sus instituciones. En todo este tiempo y por lo que ahora vamos sabiendo, los bárbaros no habían dejado de organizarse para matar o, al menos, para poder intimidar. ¿Lo sabía el Gobierno? ¿Lo sabía Fernando Savater mientras apoyaba al Gobierno? En fecha reciente, el filósofo ha dejado de respaldar esa política, pero según parece no por estar siendo seguido por los miembros del comando, sino por juzgar ya como inaceptable los pasos dados en dicha negociación, con un Estado que presuntamente estaría haciendo dejación de sus responsabilidades ante De Juan Chaos o ante Otegi, argumento que es la baza empleada por los populares. Sin embargo, la desarticulación del comando prueba justamente lo contrario. Creo que el editorial que ahora reproduzco en parte (y que en los comentarios aparece en la sección de Hemeroteca) abunda en la misma dirección:
«Las Fuerzas de Seguridad han conseguido desmantelar la red terrorista antes de que llegase a actuar, como venía ocurriendo en los años que precedieron al alto el fuego. Todo parece indicar, por tanto, que tenía razón la policía francesa cuando insistía en que durante la tregua ETA no se había parado, y que también la tenían los responsables de Interior cuando afirmaban que tampoco la investigación policial se había detenido. La hipótesis de un fin dialogado de ETA se hacía depender de la aparición de datos indicativos de una voluntad de poner fin a la violencia. Evidenciado que tal voluntad no existe, la eficacia policial vuelve a ser un eje central de la política antiterrorista. Ése es el auténtico plan B que todo Estado de derecho debe tener dispuesto en procesos de paz como el ensayado. Eso no significa que no debería haberse intentado. Las razones que determinaron la debilidad de ETA se mantienen. (…). Las encuestas indican que es ya muy mayoritaria entre las bases de Batasuna la convicción de que el tiempo de la violencia ha pasado. Por muchos pretextos que sus dirigentes busquen para atrasar las decisiones, saben que el abandono de las armas por parte de ETA es inevitable, y también que sin esa condición, o la ruptura clara con la banda, no recobrarán ellos la legalidad, ni podrán ser candidatos en las elecciones».
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1. Fernando Savater, el ateísmo y el antiterrorismo
Hace unos días pude seguir la entrevista que Antonio San José le hacía a Fernando Savater. Era el programa Cara a Cara, de Cnn+, y el motivo de su presencia era la reciente publicación de La vida eterna, su último libro. Salvo algunas alusiones brevísimas a la situación del terrorismo y del antiterrorismo, el grueso de dicho espacio se dedicó a hablar de Dios, de la muerte y de las religiones, algo en lo que pueden coincidir sin mayor conflicto San José y Savater, dos personas cultivas y descreídas. El periodista podía haberle interrogado sobre las críticas que en El País Ignacio Sánchez-Cuenca había hecho a entidades cívicas como ¡Basta ya! Pero en dicho artículo Sánchez-Cuenca evitó mencionar al filósofo, se guardó frotar la herida: tal vez, sin pretenderlo expresamente, organizaciones como la que preside Savater favorecen la estrategia del Partido Popular, admitía Sánchez-Cuenca. Si se hubiera tratado dicho asunto en Cnn+, esto bien podría haber provocado el malhumor del compareciente y, de paso, bien podría haber obligado a preguntar sobre la colisión PP-Prisa. Dado que Cnn+ es parte de Prisa, la circunstancia habría podido ser algo embarazosa: más aún, si tenemos en cuenta que Hermann Tertsch ha sido despedido de El País…
Horas después, el pasado domingo 1 de abril, pude leer la interviú que Antonio Astorga le hacía al filósofo donostiarra en Abc. ¿El motivo? El desmarque antiZapatero de Fernando Savater. Después de haber aprobado la audacia o la temeridad antiterrorista de Rodríguez Zapatero (lo que al filósofo le ocasionó severos rapapolvos por parte de organizaciones de víctimas), después de haber mantenido un discreto apoyo gubernamental durante meses, el intelectual vasco se apartó días atrás de dicha posición. Quizá con algo de aspaviento y representación: parecía regresar a la estrategia antiterrorista anterior (sin negociación posible) después de haber defendido posiciones prosocialistas. Cuando Savater leía en la calle, públicamente, un manifiesto aprobado por ¡Basta ya!, por el Foro Ermua y otras organizaciones, hacía quizá una puesta en escena que algunos le celebraban y que otros –el editorialista de El País— le toleraban por ser quien es.
Las organizaciones cívicas parecían decir algo así como: por fin, tenemos al filósofo con nosotros. Por fin se acabaron las disensiones. El artículo de Ignacio Sánchez-Cuenca de días atrás confirmaba de manera indirecta, inversa, este nuevo alineamiento. Porque de eso se trata: la política española parece exigir alineamientos… Tanto es así que hoy, lunes 2 de abril, aparece en El País aparece un artículo de Fernando Savater que es una clara respuesta al de Sánchez-Cuenca, pero esta vez sin menciones personales, sin nombres, de modo que aquél no pueda responder por alusiones: si lo hace, entonces es que se siente aludido picajosa, quisquillosamente. La diatriba del filósofo donostiarra es diabólicamente perfecta: a quien le pica, ajos come. Es decir, Sánchez-Cuenca no es mencionado…
Pero volvamos a Abc. La entrevista que Antonio Astorga le hacía a Savater confirma en parte lo dicho por Sánchez-Cuenca: que el filósofo ateo sea convocado a las páginas de un diario tan católico no se debe necesariamente a la amplitud de miras de su línea editorial, sino a la coincidencia estratégica. El regreso de Savater a su antigua posición antiterrorista le aleja del PSOE y le aproxima al PP. Justamente por eso es entrevistado por el periódico dirigido por José Antonio Zarzalejos y justamente por eso el interlocutor evita cualquier mención al ateísmo del filósofo, cualquier alusión a ese anticonfesionalismo de estirpe nietzscheana que tal mal sienta en el diario de Vocento. No extrañará, pues, que el entrevistador le pregunte expresamente por Jesús de Polanco, por Hermann Tertsch y por su posición: precisamente esos asuntos sobre los que no le interrogaba San José, el periodista de Cnn+.
En su respuesta a Abc, Savater trata de hallar un punto de equilibrio, una equidistancia que le permita criticar con tiento. “Yo creo que Jesús [de] Polanco, al que yo tengo por una persona muy sensata y que medita mucho lo que dice, en esta ocasión –supongo que nos puede pasar a todos– lo que dijo fueron cosas exageradas, injustas y, sobre todo, desplazadas para decirlas en la situación en la que estaba, ante una cantidad de gente que se podía tomar eso muy en serio. Siendo una persona de tanta importancia en Prisa como es Jesús [de] Polanco, la gente que esté trabajando en el grupo podría decir: bueno, ésta es la bandera que hay que seguir y como nos salgamos de la pauta se nos va a caer el pelo”. Es decir, Savater reta expresamente a Jesús de Polanco y, además, tiene un recuerdo muy medido, muy bien pensado, para Hermann Tertsch. Digo bien medido y bien pensado porque no expresa exactamente una solidaridad aspaventosa, sino melancolía, melancolía con una sintaxis extraña: “y además está el caso de Hermann Tertsch, sin duda uno de los mejores periodistas que había en El País. Cuando yo abría el periódico y veía un artículo suyo, sin dudarlo me lanzaba sobre él. Entonces esta persona ya empobrece, digamos, el periódico faltando. Claro, si todo eso se da junto, a mí me parece un momento bastante aciago en el grupo”.
Cabría preguntarse por qué Savater no expresa rotundamente su solidaridad con Tertsch: rotundamente quiere decir forzando a Jesús de Polanco, una figura que con Juan Luis Cebrián es su némesis en la empresa… Pero, claro, llegados a este punto, Savater ha de marcar distancias frente al PP, pues si sigue la crítica se le identificará con los populares, cosa que sería injusta… “Ahora, la reacción del boicot por parte del Partido Popular me parece un absurdo”, dice inmediatamente. “¿A qué lleva eso? ¿A castigar a los lectores que se van a quedar sin escuchar otras opiniones, sin poder escuchar otras ideas? Al contrario, yo creo que verdaderamente para borrar esa impresión falsa que podría tenerse del Partido Popular o de otras ideas alternativas a las del Gobierno hay que defender los espacios que ofrecen El País y otras ramas del grupo, para que no quede todo monopolizado por los lacayos gubernamentales que hoy se meten con Basta Ya!”, añade en clara alusión a Ignacio Sánchez-Cuenca y en evidente reto a Jesús de Polanco. “Más que nunca hay que luchar en ese espacio, y me parece que ahí cuanto antes se resuelva mejor, creo que algún tipo de disculpas se podría pedir al Partido Popular porque verdaderamente era una ofensa lo que se dijo, sinceramente. E inmediatamente el PP debería ceder en esa postura de boicot que no tiene sentido, y que está perjudicando a trabajadores y a lectores, que no tienen nada que ver con lo que se ha dicho”, concluye.
Fíjense que Fernando Savater pide a Polanco una disculpa, pero no exige al PP una justificación. Durante meses y meses hemos asistido a todo tipo de descalificaciones por parte de los populares (por ejemplo, en la posición rabiosamente clerical que mantiene dicho partido frente a las providencias y decisiones gubernamentales) y, sin embargo, el filósofo donostiarra nada dice de ese enfoque militante y cristianísimo. Para justificar razonablemente la postura de su organización cívica (¡Basta ya!), Savater se pregunta en el artículo que publica en El País: “¿Se ha entregado ¡Basta Ya! a un nuevo fundamentalismo antigubernamental? Pregunto a mi vez: ¿alguien nos ha visto manifestándonos contra los matrimonios de homosexuales, o la Ley de Igualdad o la enseñanza laica y cívica?”. Por supuesto que no, añadiríamos. Pero, a la vez, convendría preguntarse por qué posiciones con un sesgo ideológico tan marcado (las que defiende el PP) son toleradas con comprensión por un filósofo tan ateo. Y todo esto lo digo sin aspaviento ni estrépito: lo digo con la simpatía crítica que le profeso a Fernando Savater desde antiguo, y lo digo ahora, precisamente, cuando acabo de publicar en Ojos de Papel una reseña de su último libro.


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