Los ojos de Benedicto XVI

 

Lo señalé tiempo atrás, pero ahora vuelvo a insistir en ello, repensando ciertas cosas ya escritas. Regreso al contemplar la fotografía del retrato al óleo que se le ha hecho a Benedicto XVI.

En el pasado, los monarcas y los pontífices tenían serías dificultades para hacer llegar su imagen a los súbditos y a los creyentes.

Siempre que tropiezo con este asunto, me gusta recordar lo que detallaba Peter Burke en un excelente libro de historia cultural que dedicara a Luis XIV: su corte áulica dispuso y organizó una vasta gama o repertorio de soportes o recursos técnicos y artísticos para poder difundir torpemente la efigie del rey.

En un momento histórico en que los medios de difusión de las imágenes eran tan precarios, incluso el poder temporal de los Papas se veía mermado por falta de conocimiento. Los creyentes no sabían cuál era el aspecto de sus pastores.

La extraña o distante magnificencia, pero sobre todo la falta de medios de comunicación masivos impedían un conocimiento exacto de los pontífices y de los monarcas.

¿Un conocimiento exacto?

Siempre que nos planteamos esto, inevitablemente regresamos al retrato de Inocencio X, realizado por Velázquez hacia 1650. “Troppo vero”, dicen que dijo el propio pontífice para certificar el acierto,: esa mirada que parece escrutar al observador…

Pero más que los ojos inquisitivos me importan el reposo de la autoridad, el trono que lo encumbra, los ropajes aterciopelados, los atavíos del poder. Cada pliegue, cada sombra, cada brillo no son chiripa, sino deliberación…, ¿de quién? ¿Del retratado o del retratista?  

Hoy como ayer, el aspecto que damos, el modo en que nos presentamos, siempre es un instante cuidadosamente estudiado.

En nuestros días, las fotografías son instantáneas, cierto, pero las poses con que afectamos estados y cualidades las sabemos de antemano: hacemos, por tanto, una dramaturgia deliberada de nuestra exposición pública o privada.

Con la mirada o con las manos, pero también con la disposición del cuerpo repetimos imágenes que ya tenemos vistas en la tradición pictórica de los grandes, de los monarcas, de los pontífices, de los aristócratas, de los burgueses.

Con esas fotografías propias o de nuestros antepasados –que forman nuestro álbum particular– podríamos incluso recrear nuestra biografía real, imaginaria o fantaseada. Eso es lo que bellamente hace Luis Quiñones, con empeño familiar y con presunciones audaces: revisa el álbum y se ve retrospectivamente en imágenes que sólo pertenecieron a un tercero. Inquiere, conjetura.

“El tiempo mejora la obra de este artista anónimo”, decía Juan José Millás en El ojo de la cerradura, y lo decía refiriéndose al retratista familiar. “Basta acudir a los mercadillos de antigüedades para darse cuenta. En esos tenderetes encuentras con frecuencia fotografías antiguas y casi todas son estupendas. ¿Por qué? Porque el tiempo ha llenado de sentido la mirada de los retratados”. 

Pero regresemos a los reyes y a los pontífices. En el siglo XIX, al contar con el retrato fotográfico, los soberanos pudieron llegar mejor a sus súbditos: pudieron hacerse ver y reconocer.

Los monarcas europeos, en efecto, aceptaron entonces retratarse con el nuevo medio, porque la fotografía no se concebía como un arte vulgar –ese que ahora forma el álbum de cada uno de nosotros–, sino como un recurso que permitía transmitir también la efigie distinguida y la calidad del cliente.

Y ello a pesar de las condenas o de las prevenciones de los clérigos ante esa imagen congelada del retratado.  

Como señalaba Walter Benjamin en su Pequeña historia de la fotografía, no era extraño ver en la prensa artículos inspirados por la Iglesia en los que se deploraba el diabólico arte francés, justamente por lo que tenía de audacia humana frente a Dios.

Si el hombre había sido creado a imagen del Supremo, reproducir su efigie auxiliado por medios técnicos era poco menos que una arrogancia culpable. Sin embargo, los soberanos europeos se valieron de ellos precisamente para difundir su rostro. No se trata de que transmitieran una imagen accesible o abierta, sino todo lo contrario: la efigie que se difundió seguía siendo regia, distante, rodeada de magnificencia.  

Ahora, con la fotografía que se quiere espontánea y con televisión que se quiere instantánea, los reyes y los príncipes y los políticos y los Papas multiplican su imagen, la duplican, se hacen ver aquí y allá, en las grandes celebraciones, en los platós y en el tablado de un mitin, en los balcones o en el interior, solos o en compañía de otros, pero ofreciendo siempre de sí mismos un cuadro de proximidad, de relajada simpatía o de afabilidad.

Subrayan así con elementos enfáticamente campechanos su condición, su apostura o su aplomo sin recaer en el hieratismo icónico, en la efigie majestuosa, lo peor que les puede ocurrir. 

Leo en un despacho de la Agencia Efe que el Papa Benedicto XVI cumple ochenta años hoy, el 16 de abril, “y como regalo del propio Vaticano va a recibir un bonito retrato hecho por la pintura rusa Natalia Tsarkova (en la imagen)”. ¿Un bonito regalo? Echo un vistazo al retrato y distingo pose de poder y atavíos de pontífice: justamente lo mismo con que varios siglos atrás se presentaba Inocencio X. Sorprende el arcaísmo de dicho retrato, la antigüedad de su resolución, pero sorprende más la incomodidad del asiento.

“Está sentado en el gran sillón papal con respaldo de terciopelo y adornos dorados, delante de un cortinaje teatral, pero no parece que repose, que se abandone a su propia majestad, a la condición estatuaria y absolutista de su rango. Está erguido, de una manera tensa, seguramente incómoda, apoya el codo derecho en el brazo del sillón pero no se afirma en él, la mano se curva como para aferrarse al sitial en caso necesario, y sólo la otra mano, la izquierda, parece que descansa, que se abandona un poco, sosteniendo una hoja de papel”.

Eso decía Antonio Muñoz Molina en 1996 y así describía nuestro autor el retrato de Inocencio X cuando excepcionalmente pudo verlo en Madrid.

Las miradas de ambos papas no se parecen: y la insolencia inquisitiva de Inocencio X no se reproduce en los ojos esquivos de Benedicto XVI. Pero, si cotejamos ambas pinturas, sorprenden la similitud de la pose y la misma incomodidad del sitial.

Han pasado varios siglos, Natalia Tsarkova no es Velázquez, pero el Papa sigue afectando hieratismo icónico y efigie majestuosa. El tiempo siempre llena de sentido la mirada de los retratados, decía Millás, “que siempre nos dicen algo (generalmente, algo trascendental) desde esa emulsión química en la que han quedado petrificados”.

¿De qué llenará el tiempo la mirada de Benedicto XVI, esa efigie que aún no ha quedado petrificada, ese óleo que todavía recibe los últimos retoques?

44 comentarios

  1. Hay ironía en el análisis de J Serna. Aunque no lo dice desnuda a los dos papas mirando su mirada y desnudandose èl mismo. En este blog muchos de los que escriben acaban en pelota picada. A mi no todavia no me han quitado el antifaz!

  2. Sin tiempo para participar en el anterior “¿A quién votamos?” veo que el señor Serna nos ofrece una nueva faceta de la realidad cotidiana ¡qué ritmo, por Júpiter! No obstante, descuiden que leerles, los leo y con intervenciones sabrosas, como las aparecidas en la anterior, no deseo incidir en la coincidencia ni en lo evidente.

    No obstante, con la misma claridad que lo expone, le diré a doña Ana Pavlova (y permítaseme este breve ex-curso sobre el tema anterior en el tema de hoy) y al calor del retorno a los antifaces y desnudeces con las que insiste don Jaime, que desde las primeras elecciones monárquicas, nunca voté al PSOE ni pienso hacerlo.

    Razonamientos de aquellos de “voto útil” entiendo que conducen, antes bien, al “voto resignado”. Y yo, la verdad, ante la tesitura de tener que hacer algo útil electoralmente, por el Estado, consideraría más útil votar a una derecha liberal y sensata o una izquierda altermundialista y no jacobina que no a estos socialdemocrátas desacreditados por sus hechos: lean, lean ustedes los objetivos estratégicos de ese partido y vean su praxis (facta, non verba), sin entrar en dislates como los del señor González afirmando que se puede ser socialista sin ser marxista (y obviamente, no se refería al socialismo libertario).

    Esta idea, de poder ser católico sin ser cristiano – que a la fin y al cabo es de lo que propone el PSOE – es a la postre lo que también nos muestra la prepotencia pictórica de los papistas, en general, y el gusto del actual (y anterior) papa en particular. Papa, también con minúscula, por cierto, “nombre común, masculino, singular”). Aquella Ecclesia ecumética imaginada por Juan XXIII – ese papa borrado de la memoria católica actual y transmisor de una imagen pública antitética a la soberbia del cerúleo Ratzinguer – se perdió hace un par de semanas en un barrio madrileño, en la parroquia de Carlos Borromeo, esa especie de «reducto galo»

    Lo más patético fue la asistencia masiva, en su último acto de resistencia a los neotrentinos, de gentes descreídas del barrio, desheredados de la ciudad, ateos de toda lid, rojos recalcitrantes, judíos, musulmanes (¡vaya, por dios!) y hasta protestantes. ¡Qué hermosa visión!… asistimos a las exequias del papismo, sin que el propio interesado sea consciente de su propio fin, parapetados en los boatos y galas de vacuidades… Herejes del cristianismo, heterodoxos del catolicismo, creyentes politeístas de las antiguas religiones… la venganza está servida, la Roma mancillada por los católicos agoniza…

  3. Es lógico, Justo serna, en los tiempos en que la Iglesia ya no representaba al poder teocrático que había imperado en el mundo cristiano, de ahí la actitud y mirada del gran retrato de Velázquez (por cierto que el contemporáneo Bacon tiene un soberbio remake de ese mismo Inocencio X). Ahora quiren imitar esas actitudes del poder que tuvo la iglesia romana, pero la auténtica imagen del pobre Ratzinger es la del cobarde espía de las vidas de los otros, la de su auténtico oficio anterior al papado, el de fiscal general del Santo Oficio. La imagen distribuída por todos los medios del mundo de un amanerado y cursi cura, revestido de un poder que huele a podrido. Aunque a la mona la vistan de seda, mona se queda.

  4. El Islam, admirado Paco, tiene los mismos problemas que tuvo la Iglesia Católica con la fotografía, acerca de la reproducción de su dios antropocéntrico: En el Islam está prohibida desde siempre la reproducción de la figura de hombres, animales o plantas, por cualquier medio, porque la consideran idolatría. De ahí el sentido geométrico de todo el arte visual de procedencia islámica. De nada.Aquí las lecciones son gratis. Las de educación, no, esas debería usted pagarlas.

  5. Me alegra volver a leerte, Kant, te eché de menos en el post anterior cuando nuestros magníficos contertulios, Pavlova, Miguel Veyrat y Kafeína, afirmaban votar al PSOE en todas o en algunas elecciones. Coincido contigo en la afirmación de que nunca voté al PSOE ni pienso hacerlo (por lo menos es lo que creo en estos momentos), pero me sorprende que las personas que cité anteriormente, con las que coincido en casi todo lo que exponen, voten a ese partido; ¿será que los que vivimos en la periferia vemos la realidad de manera diferente? Estoy segura de que, si vivierais en Galicia, nunca votaríais al PSOE, un partido que nos ignora, que nos promete muchas cosas antes de las elecciones y que, después, no cumple ninguna de sus promesas; llevamos no sé cuántos años esperando por el AVE, ahora dicen que en el 2010 o 2012, nosotros nos conformamos con un tren un poquito más rápido que el que tenemos, un tren que no tarde una hora y cuarto (el año pasado, hora y media) en recorrer los 50 Km. que separan Coruña de Ferrol; y el ejemplo del tren os lo podría aplicar a muchos más campos. Lo que nunca haría Kant, y aquí discrepo contigo, sería votar a la derecha, aunque fuera liberal y sensata, la derecha es la derecha, aunque no sea extrema.

    Sobre el papa, mejor será que me calle, hoy ya discutí bastante sobre religión católica con mis compañeros de trabajo. Si el PSOE fuera un poco coherente, retiraría esta asignatura de los institutos, pero no, prefiere quitarles horas a las asignaturas de Música, Plástica y Tecnología, aún piensan que estas materias no son importante para la sociedad en la que van a vivir los jóvenes de hoy en día. Por cierto, que el alcalde de mi ciudad abandonó su puesto para ser embajador y ahora está muy cerquita del papa (y al papa no lo pongo con mayúscula de ninguna manera).

  6. Señor Veyrat: es usted muy duro ,durisimo, con el Papa. Vale con lo del poder teocrático, pero eso que dice es vejatorio: «la auténtica imagen del pobre Ratzinger es la del cobarde espía de las vidas de los otros, la de su auténtico oficio anterior al papado, el de fiscal general del Santo Oficio. La imagen distribuída por todos los medios del mundo de un amanerado y cursi cura, revestido de un poder que huele a podrido. Aunque a la mona la vistan de seda, mona se queda».

  7. ¿Fusilar a Prada?

    El día que me fusilen

    Abc, 16 de abril de 2007

    Juan Manuel de Prada

    Invitado por el Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid, pronuncié el sábado una conferencia sobre educación. Las tres o cuatro lectoras que todavía me soportan ya conocen sobradamente mi preocupación por este asunto, que juzgo primordial. Me había precedido en el uso de la palabra la viceconsejera de Educación, doña Carmen González, que en un determinado momento de su discurso se había referido de pasada a los «valores tradicionales» como algo sometido a revisión. Fuera por esta mención, o bien porque me presentaba Fernando Jiménez Guijarro, un querido profesor de Latín, decidí vertebrar mi conferencia sobre la defensa del concepto de «tradición», que como todos sabemos significa «entrega» o «transmisión». No existen otros valores, en el estricto sentido de la palabra, sino los tradicionales, los que entregamos a quienes vienen detrás de nosotros como llave para interpretar la realidad, para responder a los retos que la realidad nos plantea. La educación, a fin de cuentas, es la expresión máxima de la tradición: el maestro entrega a su discípulo un criterio para enjuiciar la realidad, una estructura de valores y significados que lo protege de la intemperie. Sólo cuando al discípulo se le ha hecho esa entrega es posible acicatear su libertad de juicio, para que luego él pueda someter los valores que le han sido entregados a inquisición y controversia, incluso a negación; cuando, por el contrario, no se le entrega ningún criterio ni valor, o los que se le entregan son contradictorios, se le condena al caos y a la desorientación. Acto seguido, hilvané un alegato a favor de las Humanidades, que son las disciplinas que, al vincularnos con el pasado, nos enseñan a descifrar el presente. Cuando un joven no conoce su propia historia, cuando ignora la genealogía de su propio idioma, cuando le han sido escamoteadas las disciplinas que le muestran la filiación de las arduas conquistas sociales, morales o jurídicas que adornan su cultura, se le está usurpando el derecho a saber quién es; y cuando uno no sabe quién es ya se ha convertido en víctima potencial de cualquier adoctrinamiento político travestido de «educación para la ciudadanía». Completada mi vindicación de la traditio, no me recaté de hacer un alegato a favor de la auctoritas (del supino del verbo augere, que significa «hacer crecer»): no existe educación posible sin reconocimiento de la autoridad del maestro; y ese reconocimiento actúa como un acicate para el discípulo, que sólo cuando siente que alguien le hace crecer halla en el proceso educativo una vocación de exigencia y esfuerzo.

    Por supuesto, sabía que mi conferencia era sumamente provocadora. Hablar de tradición y autoridad constituye una herejía inadmisible para quienes han convertido la educación en una charca de ranas que ha desgraciado ya a varias generaciones; para quienes, embriagados por un apetito de destrucción, aspiran a arrasar el cuerpo social desde sus cimientos, fabricando remesas de jóvenes aturdidos por el relativismo y la banalidad, carnaza para el adoctrinamiento. Estos concienzudos destructores sociales, amparados en delicuescentes teorías pedagógicas, han logrado, como aquellos sastres de la fábula, convencernos de que el rey está vestido; cuando aparece alguien que se atreve a burlarse de la desnudez del rey se revuelven como basiliscos, pues saben que el día en que por fin aceptemos que nos hemos equivocado se les habrá acabado el chollete. Pero el chollete no se les acaba de momento (quizá cuando por fin se les acabe ya habrán completado su designio destructivo), y cualquier voz que se atreva a exponer desnudamente la magnitud del destrozo los enardece hasta el espumarajo. A esto ya estamos acostumbrados; y confesaremos que nada nos complace más que contemplar cómo algunos se transforman en la niña del exorcista, mientras nos oyen hablar. Pero el otro día, al acabar mi intervención, alguno me asaltó e increpó, con esa seguridad que otorga saberse el amo de la finca; con escasas razones y una infinita munición de odio. Supe que, si hubiesen podido fusilarme, lo habrían hecho; sé que lo harán en cuanto puedan. Sólo ruego que, llegado ese trance, un segundo antes de recibir la descarga del plomo, tenga el valor de dispensarles la misma sonrisa irónica que el otro día engalanaba mis labios.

  8. Querida Fuca, no me has leído bien. Voto al PSOE a nivel nacional, no autonómico, porque en la Comunidad de Madrid hago el mismo análisis que tú en la gallega. Sin embargo, creo que el España está mucho mejor gobernada por el PSOE que por el PP. Y los dos partidos son los únicos con posibilidad de gobernar.Un saludo cariñoso.

  9. No me gusta J.M. de Prada, ni como novelista ni como articulista, ideológicamente estamos a años luz y, sin embargo, tengo que darle la razón en alguna de las ideas que defiende en su artículo: su alegato a favor de las Humanidades, su defensa de la autoridad que debe de tener el maestro (no confundir con autoritarismo)… Pero esa metáfora de la educación como una “charca de ranas que ha desgraciado ya a varias generaciones” no tiene ningún rigor; no creo que las últimas generaciones de estudiantes (ya han pasado por mis clases más de una) estén desgraciadas, es injusto echarle la culpa al sistema educativo (que sí se puede y se debe mejorar), los enseñantes sólo somos un eslabón de la cadena, los padres y los gobernantes tienen muchísima más responsabilidad. ¡Qué obsesión por generalizar, por creer que cualquier tiempo pasado fue mejor!

  10. Nuestros mensajes se cruzaron, querido Miguel, y sí te he leído bien; entendí que Kafeína y tú votabais al PSOE en las elecciones generales y Pavlova en todas las ocasiones; me sigue extrañando, a pesar de que estoy de acuerdo contigo en que mejor es el PSOE que el PP, pero el PSOE puede gobernar solo o acompañado y creo que es mejor esto último, que no tenga mayoría absoluta; por ello, algunas personas votamos a partidos que están a la izquierda del PSOE, para que no le dejen dormirse en los laureles, para intentar que lleven a la práctica alguna de nuestras ideas. Otro saludo cariñoso para ti.

  11. No, no, por supuesto, Fuca, jamás hubiera votado así si hubiese podido sacar el PSOE mayoría absoluta,y de hecho no lo he votado siempre, pero la última vez, amiga mía, la cosa iba casi de vida o muerte. En cuanto a la Comunidad de Madrid, mi voto va a ser nulo (voy a votar, no me abstengo, porque creo que es deber ineludible de ciudadano) en la Comunidad y en Alcobendas, lo he decidido así porque el voto a IU podría dar el triunfo por coalición a dos golfos apandadores que deseo que se vayan a su casa. ¿Sus nombres, Rafael Simancas y Manuel Araguetes.
    Y en cuanto a mi amigo Jaime, quiero hacerle darse cuenta, con todo mi respeto por su creencia, que está claro, que la imagen pública fácilmente captable al abrir cualquier televisor nos da un individuo Ratzinger de voz atiplada y afeminada y gestos amanerados, todo lo contrario de la imagen de autoritaria severidad de jefe de una Iglesia fuerte y poderosa, a la que temer y obedecer, que intenta transmitir la pintura de su correligionaria polaca. Quizás me equivoque, no creo, sé juzgar desde muchísimos años de ejercicio del periodismo, los gestos inequívocos de doble moral. Y el ex Jefe de la Santa Inquisición, pues no es otra cosa con otro nombre la Congregación de la Santa Fe que presidió de Cardenal su admirado papa Benito, es de una hipocresía y cinismo de juzgado de guardia.O quizás de psiquiatra.

  12. Tuve cuidado en no mencionar jamás «voto útil», mi voto procura ser práctico y, efectivamente, en éste país, o es el PSOE o es el PP y yo voto al PSOE y, naturalmente que es un voto resignado. Tengo la alegría, el verdadero gozo de votar, pero mi voto es resignado porque tengo que conformarme con lo que hay y no hay lo que deseo. Quiero aclarar, por último, que no pretendo hacer nada útil por el estado, que no me planteo esa reflexión, hago lo que «necesito» hacer para estar bien conmigo. Mi pequeño voto no pretende ir más allá.

    Juan Manuel de Prada, ese… ser, tengo entendido que ha tenido un hijo y debe estar aterrado, como todos los padres y con su verbo grandilocuente y hueco, comienza a culpar a los demás de lo que prevé que será su fracaso. Tiene razón Fuca, la responsabilidad es compartida, pero los enseñantes y el estado tienen la mínima parte de ella. Los responsables son los padres, hasta de gran parte del fracaso de los enseñantes. Es difícil no tener razón en algo en un texto tan extenso, como es difícil que quien ocupa una hora de su vida a intentar hacer gracia, no despierte en nosotros una sonrisa: Los Morancos pueden hacernos sonreir un instante y Juan Manuel De Prada puede tener razón en algún momento… sí.

    No me parece, en absoluto, duro el Señor Veyrat, Luis. Yo respeto todas las creencias religiosas, pero alguien que lucha y conspira (como conspiran todos los cardenales cuando causa baja un papa) por estar al frente de una iglesia que tiene el historial de la católica, ya me parece muy, muy sospechoso. Pero, además, éste papa, todos los papas desde la aparición de esa enfermedad canallesca que es el Sida, con su condena al preservativo, tienen sobre sus conciencias cientos de miles de vidas y yo a eso lo llamo ser un asesino. Defienden la vida de unas pocas células y condenan a muerte a millones de personas.

    El retrato de Benedicto XVI es que es feísimo. (¿Cerúleo Ratzinguer, Kant? Sí parece azulado en la foto del cuadro, pero no creo que responda a la realidad). Claro que esa señora no es Velázquez, ni Benedicto es Inocencio. Troppo vero, dijo Inocencio al verse tan humano, pese a los arreos, con ese afán de parecer divinos que tienen éstas gentes (conozco a un monseñor que niega la belleza del Réquiem de Verdi porque lo considera demasiado humano; pretenden que los artistas les den la magnificencia que no tienen), pero es que el que es divino es Velázquez y ese retrato es un milagro, el milagro que sólo hace el genio. Bacon no hace milagros y Tsarkova tampoco.

    Una sonrisa como final. Cuando fui a deslumbrarme con ese Inocencio X de Velázquez en Madrid, entró un niño, como de seis o siete años, gritando en la sala: «Mamááááá, está aquí, está aquí el cuadro de Inocencio Díez».

  13. Suscribo en todos sus términos el lúcido análisis de Pavlova, salvo quizá el concepto de «resignación». Ese gozo de votar que siente, como quien ha estado tantos años sometida al criterio arbitrario de gobernantes «elegidos» por las armas, yo lo comparto de modo entusiasta, pero «tenemos lo que tenemos»: Un sistema que aún siendo imperfecto es «el menos malo de todos los conocidos». Por supuesto que el sistema el perfectible, que el sistema «d’Hont» establecido en la Santa Transición para evitar la lógica «sopa de letras» llamada a desparecer de muerte natural si se hubiese tenido algo de paciencia, enmascara la rica diversidad política de nuestros pueblos, claro que los partidos están anquilosados en una burocracia difícilmente soportable por una militancia bienintencionada e ilusionada que huye ante la prepotencia de los aparatos. ¿Solución? ¿Soluciones? Educación, educación, educación. Y la educación política se adquiere participando en el sistema democrático a todos los niveles, fundamentalmente desde las bases sociales. El asociacionismo ciudadano ha comenzado a brotar con fuerza en muchas autonomías y pueblos, como se ha demostrado en la Comunidad de Madrid, y comienza a a contestar, con voluntad de influir y modificar las decisiones de los «aparatos» de los partidos.
    Me he reído mucho con la historieta de Pavlova ¡Al menos había una madre ansiosa por ver uno de los grandes retratos de la historia del arte, y lo había hablado con su hijo, al que además había llevado al Museo!. Por ahí se empieza.

  14. Sobre el asunto, me adscribo ahora a la percepción de señor Veyrat, con todo y su puntual recordatoria al baconismo inicial anti-paposo. Tan es cierto lo que dice el señor Veyrat, que a mi juicio ello queda plasmado inevitablemente en el retrato interminado que Justo nos introducen aquí: Ratzinger hoy día sin duda más mal-dito que bene-dicho, se presenta tornado hacia la sombra, dando la espalda a la luz y tras solamente una cortina: tan sólo tendría que estirar su mano y moverla para de reojo espiar sin ser visto, desde lo oscurito de su trono. Hay incluso amaneramiento en su vestimenta: la cintura parece ser demasiado entallada. La evocación al poder perdido y el tono pardo de la parte baja de silla, tienen un matiz un tanto lodoso y casi putrefacto. A mi juicio la proxémica que lo pone entre la luz demasiado blanca y la sombra demasiado obscura invita a un juego de incertidumbre histórica…
    saludos a todos

  15. Perdónenme ustedes pero es que llevo una racha que, ya, ya… Bueno, apreciada doña Francisca, coincido con usted en que, en efecto, es la perspectiva desde la periferia peninsular la que modifica considerablemente la visión de las cosas. En nuestro caso, la actitud del PSOE es de un jacobinismo anacrónico y nacionalista (español, por supuesto) y un pragmatismo (forma delicada de denominar al popular “chaquetero”) que, a mis ojos, le hace perder credibilidad como una alternativa política capaz de generar cambios de raíz en la realidad, en realidad de ni siquiera ilusionar más allá de ser el “mal menor” y, con ser menor, no deja de ser un mal.

    Descuide usted, por otra parte, porque atado de pies y manos me deberán arrastrar a que votara yo derechas. No obstante, si se fija usted en el contexto de la frase, me refería a que daría mi voto a unos hipotéticos (y hoy por hoy, inexistente) liberales en caso de “fuerza mayor” y, con ser mayor, no deja de ser a la fuerza.

    Por último, apunta un tema que, creo, podríamos recomendarle al señor Serna que insistiera con él: la trampa de la enseñanza del catecismo católico en la escuela pública bajo el epígrafe de “religión” y, como correlato el nulo planteamiento de la asignatura de antropología, única asignatura en la que cabría el estudio de dicho concepto y no su credo, obviamente.

    Me abstendré de hablar del señor de la Prada porque me entran arcadas. Disculpen ustedes.

    Señora Pavlova, con gusto demolería el estado compartiendo con usted el mazo pero me temo, ay, que la inmadurez social presente no nos permite el salto a la acracia liberadora, ahora, no por ello debería usted – si me lo permite – minusvalorar su voto. Voto a voto, ciudadano a ciudadano, se obra la democracia, la gestión de la res publica; votamos como miembros de una entidad colectiva para el bien – y los ilustrados, además, para la felicidad – de la sociedad, no como un acto de satisfacción personal. Coincido con usted, claro, en que responde a una voluntad personal y a una coherencia interior satisfactoria con uno mismo, pero discrepo en llamarlo “pequeño”. Su voto, señora mía, como el de nuestros contertulios o el de cualquier conciudadanos – con todos los defectos que puedo enumerarle (y no son pocos) – es el acto de soberanía popular más poderoso que existe. Demasiados seres humanos del planeta nos envidian por él. No, no creo que sea pequeño.

    Al concepto de “cerúleo” – por esa piel blanquinosa, apergaminada y pringosa que parece tener – podría unirse el de “sotaniforme” – por esa obsesión por la vestimenta anacrónica – y unos cuantos más de la misma ralea pero, lo cierto es que lo usé más en plan de chanza que otra cosa. No obstante, expresa su creencia por parte de un contertulio, me abstendré de continuar por esa línea, sencillamente para anteponer a mis opiniones el respeto a los crédulos, algo que los papistas nunca tuvieron con otros, fueran cristianos o no.

    Sí, Velázquez es el divino, sin duda alguna, sin duda alguna.

    Respecto a la última intervención del señor Veyrat, tal vez, si Kafeína no se ofende (pues la última vez que cite Le Monde Diplomatique casi le dio un ataque) y no me lo consideran como propaganda explícita de un medio de comunicación, podríamos leer el artículo de Werner A. Perder “Se busca izquierda” en la revista FP de este mes para tomar la perspectiva europea de la cuestión y volver, en otro blog más acorde que este de los escrutadores ojos de Ratzinguer, al tema con el que coincidía con doña Francisca (¡la que ustedes llaman familiarmente Fuca, por favor!), el de la existencia en los territorios periféricos del Estado de otra izquierda, una izquierda diferente a la madrileña.

  16. Me lo ha quitado usted de la boca, Veyrat. No quise alargar más mi comentario y por eso no dije nada de esa madre que estaba en el museo con el niño, ella seguro que no se queja tanto como Prada del sistema educativo, está ocupada educando ella a su hijo.

    Naxos, permita que lo achuche ¡Escribe obscuro! Estoy emocionada. Ya somos, al menos dos :-)

  17. Veo con alegría que nos atropellamos por hablar. Me ha quitado Pavlova el comentario al bienhallado Naxos tras nuestro breve desencuentro del pasado, ¡Escribe obscuro! Quizás porque los latinoamericanos han conservado y usan mucho mejor que nosotros el castellano.Somos, de momento, tres en juntarnos por aquí. Seguro que queda algún otro.
    Benvolgut Kant, llamar Fuca a doña Francisquita es como llamar Quim o Quimet a un Joaquín en Valenciano. ¿OK? Dicho esto en favor de las lenguas nacionales y sus diminutivos patronímicos, ¿cómo no estar de acuerdo con todo lo que dices?
    Verás que no he citado para nada al autor que te da arcadas, por el mismo motivo, pues hay nombres que con sólo pronunciarlos prodducen mal de ojo. También se llama a eso «gafe» en Madrid y «mal farío» en lo que queda de Al-Andalus.¡Ah! Y Kafeína no se ofende por nada, la conozco bien, en todo caso se pone «en jarras» y mira de soslayo moviendo la cabeza de un lado a otro. Y mucho menos si propones (ojalá fuéramos legión) buscar la Izquierda. desde Gramsci, que yo sepa nadie ha reflexionado en serio acerca de cómo construír el socialismo en un mundo cambiante y con el Capital globalizado a pasos devoradores.
    Item más: Cerúleo es una expresión perfectamente ajustada a la realidad física y espiritual del quidam papastro.

  18. Camarada Naxos, haga el favor de aclarar ahora mismo los garabatos que dirije a nuestra grácil Pavlova. Seguro que no sabe lo que es un castizo achuchón, pero lo que sí es cierto es que ella no ha querido decir que escriba usted obscuramenre: De todas formas si se mira de modo horizontal su dibujillo gráfico aparece una sonriente faz. Vale, muchacho. Dicho ésto, estoy de acuerdo con lo que aquí se ha dicho acerca de la desorientada izquierda española, europea y americana, temblando entre populismo, republicanismo a lo Petit, indigenismo, liberalismo decomonónico y no sigo… Sí es verdad que no ha surgido aún el gran teórico que globalice toda la experiencia adquirida, que formule teóricamente una nueva praxis, quizá esté ahora en la escuela, en la Universidad… No sé. Lo cierto es que la desorientación es tanta, que pronto será de izquierdas estar contra el etanol y a favor del petróleo… ¡Dioses, qué pais, el mundo! que diría Mafalda… Me voy a tener que poner en jarras…, caballero Veyrat, va por usted.

  19. ¡Ay que acabo de darme cuenta que el monigotillo era una respuesta al de Pavlova! Miles de sorrys, Naxos, ¿eres de origen siciliano? Allí, muy cerca, en Catania, me enamoré por primera vez de un rudo campesino sin afeitar. Un abrazo, querido, y perdón de nuevo.

  20. De acuerdo estoy con Miguel Veyrat. Sus palabras sobre Ratzinger son certeras, aunque no tengamos a mano mucho material para reforzarlas. No obstante, es fama la mancha que enturbia el blanco ropaje de los curas, sus desequilibradas e improbables proezas de carne célibe no nos sorprenden ya. Si Benedicto ha sido un fisgón de los movimientos y pensamientos de los demás, la tiara, el báculo y el anillo papal no le eximen de la x junto a su nombre. Cosas de la Iglesia y sus piezas humanas. Saludos.

  21. ¡Alocada Kafeína! Tiene que hacerse ver ese Síndrome de Déficit de Atención: Debe leerse bien las cosas antes de precispitarse como caballo en caharrería. En la Facultad le venúan todos los problemas por ahí. Animo, pequeña.

  22. Ay, yo querría contestarles con mayor presteza pero les aseguro que ando perdiendo el rape por doquier y con la peluca de medio lado de los quehaceres que me acogotan. Con todo, poco que decir, compruebo su alegría por recuperar el que parece un amigo perdido – el señor Naxos – pues varios de ustedes se regocijan de su reencuentro; sea, permítanme sumarme a su gozo, por humilde solidaridad, al tiempo que le presento mis respetos. Es gracioso que lo tilden de “oscuro”…

    Acepto, señor Veyrat, su tirón de orejas respecto al nombre de nuestra contertulia y amiga, por mote “Fuca”. Pero, recuerde poligráfico señor que ella misma me concedió el privilegio de seguir tratándola de usted, fin para el cual, la propia dama tomó a don Leandro Fernández de Moratín, buscó en El sí de las niñas y de tal obra extrajo la figura de “doña Francisca” como apodo por el cual la podía conocer, al menos, yo. Así las cosas, de la misma forma que hablamos de George Bush y no de Jorge Matojo (o Arbusto), esto es, así como respetamos los nombres propios empleados en otras lenguas, tanto ella – a quien sospecho galaicoparlante – como yo, catalanófono, respetamos el nombre del personaje teatral y aunque no pertenece ni a su lengua ni a la mía, lo aceptamos sin escrúpulos. Una actitud difícil de entender en algunas mesetas, por cierto.

  23. Sabéis que podéis llamarme como queráis, aunque Fuca, amigo Kant, no es un mote, en todo caso un hipocorístico, como Manel o Pepe. Y sí soy galegofalante, es difícil ser de izquierdas en una nación y no utilizar la lengua propia. Como tú muy bien dices, existe otra izquierda en los territorios periféricos del Estado que no coincide con la de nuestros amigos madrileños. De todas formas, creo que de nacionalismos es mejor no debatir, discreparíamos mucho más que hablando del papa, de religión o de educación. Justo Serna es el que nos dará ideas con sus nuevas reflexiones.

  24. O ando yo más lelo que de costumbre o vuesas mercedes le tienen un especial aprecio a estirarme de las orejas… bueno, qué le vamos a hacer… No obstante, permítame una explicación: por un lado, es obvio, una vez iluminado por el señor Veyrat – pues yo ignoraba el significado de “Fuca” – que estamos ante un hipocorístico; y por otro, “mote”, en su cuarta acepción de la XXII edición del DRAE, se entiende como sinónimo de “apodo”; tanto una como otra palabra las usaba yo no como la que me señala sino sustituyendo la expresión “nick” o barbarismo semejante con el que los usuarios de Internet nos suelen regalar: aborrezco con todo mi ser los extranjerismos gratuitos que denostan la riqueza de las hijas del latín.

    Eso sí, coincido por completo en trasladar al señor Serna la responsabilidad de propuestas de debate… ¡estamos en su blog!… Y también en lo que infiero – no se si temerariamente – de su moderada queja: comenzamos reflexionando sobre la escena del poder que plasma un cuadro papal y ahora mismo deambulamos, huérfanos de izquierda, por los vericuetos de las lenguas y las naciones.

    Con todo, también le digo una cosa: tal vez si hubiera más debate sobre los pueblos minorizados, los estados nacionales, identidades colectivas, nacionalismo/patriotismo (que el propio Salvador Giner proponía hace un par de meses en El País)… habría más conocimiento del tema, menos apriorismos y prejuicios, más comprensión, menos fanatismo, más razón. A la postre, por el papa, aquí ya no se mata nadie, pero el derecho a la autodeterminación sigue acumulando vidas.

  25. Señor Veyrat, no reprenda usted a la dama Kafeína, porque quizá su premura se deba a la ingesta de la otra cafeína, y se sabe que eso acelera un poco las temblorinas. Y a esa dama le digo que no hay problema: que aunque no soy siciliano, tampoco me afeito tan seguido. Un castizo achuchón suena como una especie de saludo afectuoso concordiante, lo cual es de muy bien sentir. Al señor kant le digo que este caluroso saludo que me hacen es muy bien recibido, muy grato ante tan pintorescas participaciones, y aunque este ir o venir por acá es reciente y mis comentarios aún tímidos, el afecto parece milenario… A mi también me resulta gracioso que vean oscura mi escritura, aunque no tanto como comprobar que esta vela por dentro es buen candil para ver por fuera….

    saludos a todos, especialmente a Justo Serna

  26. A ver, que parece que hay que explicarlo todo; acabaré en jarras como Kafeína: Al decir que Naxos escribe obscuro, me refería a que lo escribe con be, cosa que hace así como cien años que en España no hace nadie más que algún retrógrado como yo o como Veyrat. Debería haber puesto la palabra entre comillas para que quedara más claro. Espesitos estamos ¿eh? Grrrr. En cuanto a la escritura de Naxos, me parece meridiana.

    Saludos a todos.

    Ah, me gusta más Fuca que Francisca, como es infinitamente más bonito Arantza que Aránzazu o Garbiñe que Pura y, además, cada uno debe poder elegir su nombre.

  27. Les aclaro, docto senado,y para general conocimiento, que el ilustrísimo don Emmanuel Kant, en su vida real y privada utiliza el heterónimo o apodo de Nel.lo, catalanísimo hipocorístico utilizado en la lengua franca de los valencianos por Manel o Manuel. El mismo nos lo confesó en una entrada anterior.Todo vaya en aras del pintoresquismo que tanto divierte a nuestro argentino Naxos. A mí me gusta mucho el nombre de Fuca, porque tiene algo de la galaica y húmeda bruma, y porque se parece a Fosca, osbscuridad del atardecer. Vale, y a Kafeína le pido perdón, porque criticando su Trastorno de déficit de atención, caí yo de bruces en el abismo del mío propio, perpetrando variadas y amenas erratas en mi texto escrito.

  28. En homenaje a Pavlova, Naxos atque I. Domine Veyratius de Montferrat (que esos son sus verdaderos apellidos, ya que de revalaciones andamos, y esta no es nada hipocrotística) y excitadísima por una cafetera llena a éstas horas matinales:

    blandae mendacia linguae
    brevis esse laboro, obscurus fio
    cadit quaestio
    caeca invidia est
    caelebs quid agam
    caelum non animum mutant qui trans mare currunt
    Caesar non supra grammaticos
    callida junctura
    candida Pax
    cantabit vacuus coram latrone viator

  29. Las intervenciones que ha suscitado mi post sobre el retrato papal han sido de altura: como corresponde a tema tan trascendental y a interlocutores de profundos y variados saberes, sí. Hoy, salvo cataclismo, les propondré nuevo tema. Lo publicaré hacia las 13 horas. ¿Que cuál es el asunto?

    ‘Jóvenes, éramos tan jóvenes’. Jóvenes rebeldes, violentos e integrados.

  30. ¡Por los ojos de Benedicto XVI! conténganse ustedes que si arriba me quejaba de mi propia deriva hacia temas bien poco relacionados con el que don Justo nos convocaba, veo que ya alcanzamos cotas de delirio debatiendo sobre gustos, conveniencias, manías, obsesiones, preferencias y aportaciones eruditas para el uso de los hipocorísticos o el de la b en “obscuro” que, en todo caso, acepto tanto como la p de “septiembre” o la c de “coñac”… ay… no me pude contener.

  31. ¡Cáspita!… olvidense ustedes de mi última intervención, el señor Serna actuó oportunísimamente cuando mi envío ya viajaba por el espacio digital.

  32. Me dice la experiencia, pequeño Kant, que, cuando un asunto no da más de sí, o uno elucubra nuevas aportaciones al mismo, la gente se relaja comentando cosas dispares y haciendo chirigotas, sobre todo cuando esa gente se lleva bien, como parece ser el caso. El tema único es motivo de clase magistral y, a veces, ni eso. Que yo recuerde, el Señor Serna, nuestro amable anfitrión, jamás se ha quejado ni nos ha dado el alto por irnos por las ramas.

    Amigo mío, practica usted un tanto el mundo al revés (disculpe que no lo digo con ánimo de molestarle); dice: «el uso de los hipocorísticos o el de la b en “obscuro” que, en todo caso, acepto tanto como la p de “septiembre” o la c de “coñac”…». El uso de la be, el de la pe y el de la ce en esos casos, no es que usted lo acepte o que lo acepte el diccionario, lo que fue aceptado, en su día, por fuerza del mal uso y de la incorrección reiterada al omitirlos, fue su eliminación, ¡córcholis!

    Y perdone que le llame pequeño como a mi voto, al que no considero pequeño en absoluto, era una figura retórica, lo he hecho para no olvidar decirle una cosa a Kafeína.
    Amiga Kafeína, comienza una dejando, con una sonrisa complacida, que Veyrat (o Pepe o Juan), le digan cosas como: “Ánimo pequeña” y termina lavando calcetines y oyendo casas como: “Mira que eres burra”. Hágame caso, querida, cada vez que le digan algo así, piense si le dirían lo mismo a Kant o a Serna: “Ánimo, pequeño” ¿No desaparecería el “pequeño”? No sé si será usted feminista, yo no, pero hay que andar con mil ojos en éstas cosas paternalitas-machistas. Y lo digo, también, sin ánimo de ofender a Veyrat, no creo que se consciente de esas reminiscencias machistas y lo digo para ayudar, también a los hombres, a estar un poquito sobre sí y no acabar como esos papas que están tan incómodos (regreso de modo un poco chapucero al tema que nos ocupa para evitar la regañina de Kant).

    Que tengan todos un buen día.

  33. Querida Pavlova, sí soy feminista, y mucho. No creo que mi viejo profesor Miguel Veyrat —dirigió mi tesis— y me conoció casi con calcetines en mi primer año en Sorbona, se vaya a molestar en absoluto. El suele decir que ha alcanzado ya, a sus casi setenta años, la ansiada «aticidad» que había perseguido en vano desde adolescente. Ser ático, imperturbable. Cosa que sólo consigue a veces pues hay cosas que logran enfurecerlo todavía. El solía decirme con una sonrisa y cariñosamente: ¡Animo, Pequeña! cuando yo me derrumbaba ante cualquier dificutad. También me ha llamado chiquitina alguna vez. Y que conste que siempre fue alguien impecable y a veces hasta distante con sus alumnos en lo que no fuera rigurosamente académico. De ese modo he entendido que le llama pequeño a Kant, por otra parte un ser humano entrañable y lleno de contradicciones personales como tú (supongo) y como yo. Ya lo irás conociendo mejor, al buen Nel.lo CAntarell. Y dicho ésto, estoy de acuerdo con tu «se empieza»… y se «termina»…. aunque aquí no sea el caso. Que tengas un maravilloso día, amiga mía.

  34. Yo también soy feminista y había entendido el adjetivo cariñoso que le dedicaba Miguel Veyrat a Kafeína en el mismo sentido que explica ella, no me pareció ninguna reminiscencia machista. Aprendí, en los más de cinco años que llevo en foros internáuticos, que las palabras hay que entenderlas con flexibilidad, que, al faltarnos sonrisas, guiños, tonos de voz, no podemos prescindir del sentido del humor, sino nos mosquearemos y dejaremos de disfrutar de estos intercambios epistolares.

    Querido Kant, si tú andas lelo, no sé cómo andamos los demás; eres una persona brillante y lúcida en tus exposiciones, ojalá el mundo estuviera llenos de “lelos” como tú. A ver cómo lidiamos con el nuevo tema de Justo Serna, sobre esa juventud, divino tesoro, ya te vas para…. Ahora me voy a trabajar.

  35. Le confesaré un secreto, excelsa bailarina, me dan miedo las coherencias férreas. Soy de los que cree que entre los derechos humanos, se le olvidó al redactor incluir el de la contradicción, y, pequeño y bufón, como soy, me divierto con ella. Lástima que usted no.

    Pequeño… ¿figura retórica? ¿alegre francachela?¿un puntito de ira?… mmm, doña Ana, doña Ana… ¿qué vamos a hacer con usted? Así que “Me dice la experiencia, pequeño Kant (…)” y veintiocho líneas más abajo indica a doña Kafeína “piense si le dirían lo mismo a Kant o a Serna: “Ánimo, pequeño” ¿No desaparecería el “pequeño” (…)” Sí, es una lástima que no se divierta usted siendo contradictoria. Yo sí y ya ve lo bien que me lo estoy pasando. Especialmente cuando una mujer se desenvuelve con ese machismo verbal que puedo entender por su declaración de no-feminista.

    Por otra parte, adentrándose en el proceloso mundo de las consonantes que son inútiles para los castellanoparlantes mesetarios – “lo que fue aceptado, en su día, por fuerza del mal uso y de la incorrección reiterada al omitirlos, fue su eliminación” nos dijo – volvemos al tema del desconocimiento que se tiene de otras realidades periféricas a Madrid. Mire, respetada sílfide del baile, como mínimo, en todos los países de habla catalana la consonante fuerte del final se sigue pronunciando: coñac, chalet, Jerusalem… aquí nadie los omitió pero la Academia Española o el Manual de Estilo de El País nos enmendó la plana.

    Y ya que tenemos un argentino – si he leído correctamente al señor Veyrat – podríamos preguntarle al señor Naxos si allá dicen “inscrito” o “inscripto”, por ejemplo. En fin, que no es cosa de patrias chicas sino de mentes amplias. Y es que, el mundo es mucho más grande, complejo y hermoso de lo que se ve desde el campanario de Matalascabrillas del Duque, (Forges, dixit), aunque se haga con el catalejo de Prisa.

    Debo enmendar de inmediato a doña Francisca (Fuca) y a doña Kafeína. Les acepto el halago porque alimenta mi ego y dada mi egolatría, es ambrosía para individuos como yo, de mi catadura, quiero decir. Pero no, en el mundo real, tras la máscara, desengáñense ustedes, no hay nadie especialmente interesante, me limito a seguir la guía de uno de mis maestros vivos, el doctor José María López Piñero, cuando se definió a si mismo, como “un trabajadorcito” de lo suyo, pues yo, igual. Sin falsas modestias. Calvo bajo la peluca, fusiforme, contrahecho, despistado y cascarrabias. Mis bienes son sólo por nacimiento pues, como Scaramouche, nací “con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco” (Sabatini, dixit), así pertrechado, sólo me quedó la Ilustración para seguir viviendo.

    A la espera de la nueva de don Justo, que ustedes lo pasen bien.

  36. Aunque probablemente el jugo de la conversación ya migró hacia el nuevo post de Justo, acá moroso aclaro que al menos soy de este planeta: un desterritorializado -que no desterrado- nacido mexicano pero no sé aún si por ventura o desventura. Y en fin, me gusta más obscuro en singular, inscripto lo uso para marcas, señales, huellas o epitafios, e inscrito para los seres sociales que procesan sus nombres o firman banas sentencias institucionales…
    :-)
    saludos a todos…
    PD a Justo:
    Gracias por el detalle de visitar mi blog de comentarios, la verdad es que desde ya hace tiempo algunas de mis publicaciones en Inmanencia claman por su ojo revisor, sobre todo uno de la sociológica filosófica -aunque por ahí también hay uno nuevo sobre Nietzsche-… si señor Justo: considere esto como una petición especial que reconoce la amplitud de sus saberes y que pide algunas palabras suyas que sirvan de brújula…
    saludos

  37. Muy bien, perfecto el artículo, muchos critican, pero, ¿serían ellos capaces de escribir un artículo extenso? no, no creo, sin duda quizás solo dos líneas,
    el tema del retrato lo he encontrado sumamente interesante para alguien que le importe las noticias de la Historia del Papado y del papa actual, además esa similitud del retrato con el papa Benedicto XVI y la Historia de la fotografía, algo que no sabía y que me ha informado el día de hoy.

    Jaime, 18 años, desde Chile.

  38. […] Por ejemplo, un óleo de Diego Velázquez, el Inocencio X hay que observarlo en su emplazamiento original: en el Palazzo Doria-Pamphilij de Roma. Hace un par de años, cuando lo vi por primera vez, quedé sobrecogido. Allí, en una pequeña salita, fría, escueta, prácticamente sin ornamentos, Giovanni Battista Pamfilij me miraba directamente a los ojos. Nada entorpecía ese escrutinio. Es una mirada sobre la que escribo, a poco que tenga ocasión. Aquí mismo, en este blog. […]

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