Los avatares del blog

1. El blog (15 de julio de 2008). Nos vamos despidiendo: hasta el 5 de septiembre, en que regresaremos con nueva temporada del blog. Repaso lo escrito y lo pensado en el curso que ahora acaba, y no puedo más que estar satisfecho. Si me permiten decirlo, he de reconocer que los últimos meses han sido la mejor temporada de esta casa.  Al inicio de Los archivos…, en 2005, convencido de que había que atraer lectores, renovaba el post todos los días. El precepto que rige en estos sitios electrónicos es el de que hay que actualizar la bitácora frecuentemente, incluso muy frecuentemente, para así crear y mantener una audiencia modesta o grande pero casi siempre voluble o volátil. 

¿Atraer, crear y mantener una audiencia? ¿Cómo? ¿Cuáles son los asuntos que interesan a quienes puedan leer un blog? Si nos atenemos a lo que los medios registran o a lo que suponemos relevante, el desconcierto puede ser mayúsculo. En Internet, la chiripa de Google hace que te visiten exploradores inesperados. En las tripas de este blog, en las entrañas de la plantilla de que me sirvo, hay una pestaña dedicada a las estadísticas. Allí compruebas desde dónde te visitan, desde qué enlaces. Compruebas también  cuáles son las palabras-clave que los internautas escriben en los buscadores. Esos robots rastrean la red y, por hache o por be, siempre te traen nuevos lectores que agradeces porque algunos se quedan  para frecuentar esta bitácora.

Cuando yo empecé en esto de los blogs, en ese lejano 2005, me había preocupado previamente de averiguar las palabras-clave del año anterior, esas voces más repetidas por los internautas en sus rastreos. Merrian-Webster, un gran editor de diccionarios y de textos de referencia, hace una selección anual con las diez palabras más destacadas, esas que han estado en boca de todos durante meses y meses. Pues bien, el primer puesto de la lista de aquel 2004 lo ocupaba la palabra blog. Le seguían: incumbe, electoral, insurgente, huracán, cicada, pelotón, partisano, soberanía y defenestración.  ¿Defenestración? ¿Ustedes creen que me atuve a lo que esa lista proponía? Los intereses de las personas mudan y son frecuentemente insondables por mucho que los publicistas o los asesores políticos crean tener la clave de nuestros deseos. En la red, menos aún. En general, los internautas somos poco fieles y no suele haber compromisos firmes. Paul Mathias —un filósofo francés de quien Anaclet Pons y yo incluimos un artículo en el próximo número de Pasajes, dedicado a Internet– habla de la sensación de vacío que tantas veces experimenta quien escribe en la red o para la red.

2. Avatares (15 de julio de 2008). «¿Por qué participar en un sistema comunicativo dentro del cual la voz no llega y en cuyo interior lo escrito sigue siendo esencialmente ilegible?, ¿por que hacerlo en un sistema donde los interlocutores que pretendemos conseguir no tienen otro estatuto que el de avatares…?», se pregunta Paul Mathias. Cuando escribimos un comentario aquí o en otros sitios electrónicos, ustedes y yo  sólo somos eso: avatares, una reencarnación parcial, virtual, incluso ficticia de quienes de verdad somos en el mundo real. ¿De verdad?

El nombre es un rótulo que permanece pero nuestra identidad es menos estable de lo que pensamos: obligados como estamos a desempeñar papeles diferentes en espacios distintos, a encarnar figuras variadas según vayamos por aquí o por allá, conduciéndonos de acuerdo con normas que también cambian. Hasta los atavíos con que nos revestimos también nos modifican: si llevas o no llevas americana; si te anudas o no te anudas la corbata; si vistes o no vistes de sport o casual… 

Perdonen la obviedad: uno cree ser siempre el mismo y a uno puede que lo vean esencialmente igual, pero cada uno de nosotros obra de acuerdo con las exigencias del contexto. Nos sentimos bien cuando no nos fuerzan a cambiar completamente, cuando podemos actuar según quien creemos ser. Por debajo de la indumentaria y de las exigencias, quieres pensar que hay un fondo inmóvil del alma –como dije en cierta ocasión citando a Robert Musil–, algo que te justifica y que permanece efectivamente. Lo demás son afeites que recubren o cosméticos: una segunda piel, vaya.

Sin embargo, a poco que quieras ser coherente, te das cuenta de que ese objetivo es básicamente contextual. También son contextuales los avatares electrónicos tras los que nos emboscamos al escribir en la red, aun cuando empleemos el nombre propio.  De hecho, en los blogs todos somos avatares de dudosa y fluida identidad que se prestan a un juego, personajes en parte ficticios. Por eso, no le falta razón a Paul Mathias cuando dice en ese artículo que en la red «los únicos lectores de los que estamos realmente seguros son los robots, no los hombres»: los «programas de almacenamiento de Internet que compañías como Google o Yahoo dirigen con fines comerciales perfectamente transparentes».

 

3. Queridos lectores (15-16 de julio de 2008). ¿Seguro que Paul Mathias tiene razón? Aquí se reúne un selecto comité de lectura; aquí somos así de raros. Hablando de raros: es extraordinariamente gentil, amable, Àngel Duarte cuando a Anaclet y a mí nos llama raros en una entrada de su blog. Es un modo cariñoso de afear la conducta a tantos de nuestros colegas, los historiadores, que no suelen tener blogs y hasta alardean de ello, con ese desprecio por lo nuevo y por lo vulgar, ¿quizá? En el fondo, esa actitud displicente que muestran tantos académicos hacia Internet — de la que hablábamos días atrás– es, otra vez, un miedo antiguo: el pánico a la máquina, a ese robot que ya tendríamos en el jardín y que amenazaría con adueñarse del resto de la casa. Es también una prevención ante los cambios acelerados: ¿qué pasará con el saber académico si los conocimientos del historiador se desparraman por la red? Hay que tener en cuenta que los universitarios solemos ser celosos vigilantes de lo que escribimos, tal vez porque pensamos que siempre hay alguien interesado en apropiarse de ello. ¿Pero no era un queja frecuente de los académicos la poca difusión de nuestros saberes? ¿En qué quedamos?  

En parte, los reparos son incapacidad para adaptarse a la revolución tecnocientífica que está en marcha y de la que habla con gran finura el filósofo Javier Echeverría en la entrevista que le hacemos para Pasajes. Algunos se aferran a lo ya sabido, a lo ya conocido, a lo ya experimentado. Con ello sobreviven en un medio académico en el que se creen inmunes o a salvo de la ordinaria irrupción de lo digital. Pero acometer lo ordinario es el primer precepto del historiador. Averiguar cuál es el contexto habitual de las cosas, cuál es el espacio concreto de lo que sucede: hacerlo propio para explicarse los hechos, para interpretar las acciones humanas. Y lo que hoy nos sucede es la expansión de la cibercultura: la interconexión, la interactividad, la conversión de los internautas en emisores y receptores en un entorno propiamente inmaterial, en una esfera en la que lo externo llega sin necesidad de salir, en un dominio en el que lo lejano y lo cercano se mezclan. Por eso, he querido titular así mi contibución a Pasajes con un artículo que habla de una vivencia concreta, personal: El pensamiento ordinario. La experiencia del blog. Sin duda, las cabales reflexiones que el historiador Àngel Duarte acaba de publicar en su blog apuntan en una dirección semejante y expresan un sentimiento común de intervención.

Lo digo con mis propias palabras. Nuestra intervención tiene dos objetivos. El primero, pensar al tiempo que se escribe, averiguar lo que no se sabía que se sabía, materializar un pensamiento haciendo el esfuerzo de expresarse: es decir, plasmar una idea que aún tenía el prestigio de lo inexpresado. El segundo, crearse interlocutores, una red de discusión, de consulta, de interpelación: aquí lo hemos logrado con personas de diferentes extracciones, de distintos intereses, de variadas inclinaciones y lecturas que aquí vuelcan. Quiero mencionar especialmente a  Marisa Bou, a Arnau Gómez, a Alejandro Lillo. Esto es sumamente placentero y enriquecedor. Los meros avatares, que es como el cibermundo nos llama a todos nosotros, son también figuras del saber y de la experiencia que dominan la expresión: veáse aquí quienes aparecen como Miguel Veyrat o Kant o Fuca, que se expresan con generosa cultura, con cortesía antigua y con la severidad del preceptor. Pero esos avatares que así firman pronto son contestados con ironía y ternura, que son los rasgos polemistas de David P. Montesinos o de Juan Planas o de Pavlova. Con ello suele iniciarse una controversia que tiene que ver o no con lo que el blogger había planteado.  Intervenir en un blog argumentando, rastreando enlaces pertinentes y sabios, buscando pruebas… es un modo de ser generoso, de ofrecer a manos llenas: eso es lo que tan frecuentemente hace Paco Fuster, tan insultantemente joven y razonable. 

Pero, dicho eso, inmediatamente me corrijo. Que los académicos asumamos lo concreto para intervenir, que procuremos adaptarnos a las nuevas tecnologías para experimentar, no significa que abandonemos los libros, los viejos medios de formación. Seguimos leyendo. Seguimos leyendo libros tentativamente. «Hay una foto donde se ve a Borges que intenta descifrar las letras de un libro que tiene pegado a la cara. Está en una de las galerías altas de la Biblioteca nacional de la calle México, en cuclillas, la mirada contra la página abierta. Uno de los lectores más persuasivos que conocemos, del que podemos imaginar que ha perdido la vista leyendo, intenta, a pesar de todo, continuar. Ésta prodría ser la primera imagen del último lector, el que ha pasado la vida leyendo, el que ha quemado sus ojos en la luz de la lámpara», escribe Ricardo Piglia en El último lector (2005). Es a lo que aspiro…

 

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Nos vamos de vacaciones, pero no cerramos. Volvemos el 5 de septiembre: ese viernes actualizaremos el blog, dando inicio a una nueva temporada. Por todo lo vivido y  comentado, gracias. Hasta entonces, justamente porque no cerramos, pueden revisar algunas de las entradas mejor acabadas o algunos de los post con los comentarios más refinados e irónicos.

Aviso. Jueves 17 de julio por la tarde, como cierre de temporada en este blog, gran «quedada» con las personas que lo frecuentan. Tenemos selecto servicio de bar y cafetería con horchata o con cualquier otro refresco. La invitación corre de mi cuenta…,siempre que no se me amontonen (no creo). Se celebra en Valencia ese 17 de julio (aciaga víspera), a las 19:30. El lugar de la invitación es la Heladería La Jijonenca sita en la Calle Guardia Civil, de Valencia, famosa por su espléndida horchata y por sus «fartons» caseros.

67 comentarios

  1. Primer comentario:

    Kant.

    ———–

    Paco Fuster Says:

    Julio 15, 2008 at 10:45 am e

    Sr.Kant, su apunte sobre las instrucciones para comerse un “fartó” me han hecho recordar un célebre texto de Estellés que me trae, a su vez, muy buenos recuerdos (me recuerda a Vicent Borrás, mi profesor de literatura catalana al que ya he citado aquí anteriormente). Es un texto en el que Estellés explica el gozo y el placer casi orgásmico que siente al comerse ritualmente no un “fartó” con horchata, sino un “pimentó torrat”. Espero que les guste. A mi me encanta:

    Res no m’agrada tant
    com enramar-me d’oli cru
    el pimentó torrat, tallat en tires.

    Cante llavors, distret, raone amb l’oli cru, amb els productes de la terra.

    M’agrada molt el pimentó torrat,
    mes no massa torrat, que el desgracia,
    sinó amb aquella carn molla que té
    en llevar-li la crosta socarrada.

    L’expose el plat en tongades incitants,
    l’enrame d’oli cru amb un pessic de sal
    i suque molt de pa,
    com fan els pobres,
    en l’oli, que té sal i ha pres un sabor del pimentó torrat.

    Després, en un pessic
    del dit gros i el dit índex, amb un tros de pa,
    agafe un tros de pimentó, l’enlaire àvidament,
    eucarísticament,
    me’l mire enlaire.
    De vegades arribe a l’èxtasi, a l’orgasme.

    Cloc els ulls i me’l fot.

    ————–

    Es una lástima que no pueda venir, Sr. Kant.

    Laia F. Says:

    Julio 15, 2008 at 11:38 am e

    ¡Con el misterioso señor Kant hemos topado, amigo Paco!

    Parece ser que nos tendremos que aguantar las ganas de conocerlo. En persona, claro. Porque en letra impresa, espero seguir conociéndolo durante mucho tiempo. Los deliciosos ratos que me ha hecho pasar con su amenísima escritura, son algo impagable, por lo que siempre estaré agradecida a Justo, que nos proporciona interlocutores de tanta calidad, cultural y humanamente hablando.

    Por supuesto, querido amigo, que haremos ese brindis fartonero con usted, cada uno de nosotros poniéndole un rostro en nuestra imaginación, excepto aquellos que, conociéndole, nos hacen trampa a los que no tenemos el placer…

    Disfruten todos de sus vacaciones, ¡pero no se me vayan por mucho tiempo, que me dejan desconSOLAda!
    ————–

    Marisa Bou Says:

    Julio 15, 2008 at 12:38 pm e

    Me he descubierto: yo también utilizo un alias, de vez en cuando. No sé lo que ha pasado, pero mi anterior comentario salió con el nombre de Laia F. No se asuste, señor Serna, soy yo, y el jueves sólo me tomaré una horchata, Laia ni siquera vendrá.

  2. Quizá cada uno de nosotros no es una persona, sino una amalgama de «personajes». Unos para el ámbito informal, otros para el profesional, con unos estaremos a gusto y con otros no, y uno será el que se aparece a los demás en este o en otros blogs. Realmente, con encuentro ninguna razón para pensar que uno de esos personajes es más «auténtico» que los demás: todos forman parte de nosotros.
    Lo más natural del ser humano es disfrazarse, adaptarse a las circunstancias conscientemente. En fin, tal vez dé algo de miedo pensar que cada uno no es más que un conjunto de avatares.

  3. Una pregunta tonta (luego vendré a decir más cosas -quizás igual de tontas-) ¿Qué pinta Piglia ahí?

  4. raro, ra. (Del lat. rarus). 1. adj. Que se comporta de un modo inhabitual. 2. adj. Extraordinario, poco común o frecuente. 3. adj. Escaso en su clase o especie. 4. adj. Insigne, sobresaliente o excelente en su línea. 5. adj. Extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse. 6. adj. Dicho principalmente de un gas enrarecido: Que tiene poca densidad y consistencia.
    Excepción hecha de la sexta, y quizás de la quinta, acepción el resto podrían ser aplicables en ambos casos.
    Abrazos y feliz verano

    Fuente: Diccionario RAE

  5. Piglia, Piglia. Luego verá, Pavlova, cómo se desarrolla el post y por qué esa foto autorreferencial del escritor argentino haciendo como que lee su propio libro.

  6. Gracias, señor Serna por contarme entre las personas también habituales de este blog, supongo que dada mi veteranía de avatar. Gracias, Kant, por reivindicar el volterianismo que ya detectara su abuelo en mis recortadas crónicas desde París con Franco aún matando. Cuando murió finalmente y la «tormenta del Alcubierre» pilotada por las bestias falangistas que cerraban todo paso a un posible cambio, fui sustituído por un «avatar» que daba crónicas desde París mientras hipócritamente se me mantenía en mi puesto. Una doble identidad televisiva que haría las delicias de un semiólogo pero que mi inconfundible voz y aspecto hacía imposible. Duró poco.
    Delicioso el acto fallido de doña Marisa diciendo que tendrá que conformarse con seguir leyendo a Kant en «letra impresa», algo que destruye por completo las tesis avataristas o avatarianas del filósofo de marras.
    Y sí, estimado señor Serna, somos todos «raritos» en este oficio de la escritura «virtual» en que se mezclan escritores con aficionados, en franca coyunda intelectual. ¿Pero, hay carnet de escritor? Igual sucede en la crítica literaria. Científicamente son llamados «críticos» los filólogos universitarios que estudian y profundizan en la obra de los escritores de su elección, o la de su departamento y publican trabajos, tesis, monografías, etc. con rigor y hondura: con credibilidad, al menos bajo certificados universitarios. Otra cosa son las «reseñas» publicadas en los suplementos culturales de los diarios, a veces, sólo a veces, escritas por «críticos» de verdad, pero que se someten al igual que los periodistas aficionados que firman esos comentarios, a las orientaciones de las editoriales que pagan con su publicidad las diversas ediciones impresas y digitales de los medios. Así es, y valgan las aportaciones sobre el mercantilismo que desde siempre acogota la buena literatura y que argumenta Kant con toda razón y razones. Cervantes y sus coetáneos se veían obligados a plagar sus libros de sonetos y dedicatorias laudatorias a los diversos duques condes y marqueses que pagan sus ediciones. Los libros, como ahora, quiero decir la buena literatura publicada en forma de libro, se vendían poco, muy poco.
    Por último. No sé bien si último o penúltimo. Si lo permiten a un habitual de este este blog, aunque no ímtimo, desde luego, a las 19,30 del jueves me tomaré una copa de mi ginebra favorita (Bombay azul) contemplando desde mi ventanal atlántico el panorama marino donde se ahogaron o se hundieron para siempre destrozados por la artillería, el fuego o el sable de asalto, la mayor parte de los marinos que lucharon en la batalla de Trafalgar. Brindaré por ellos, presentes sus ectoplasmas que brillan para mí en las noches claras, y también por ustedes. Por todos.

  7. Querido poeta, usted juega con ventaja, como un tahúr del Mississippi: nosotros tomaremos una humilde horchata, en alguna terracita de esta ciudad, rodeados de estresante tráfico, mientras usted disfrutará de su Bombay azul (no la he probado, pero suena maravillosamente) en su envidiable ventanal, contemplando su envidiable panorama, envidiablemente lleno con los ectoplasmas de la batalla de Trafalgar…

    Para no morirnos de envidia, le brindaremos un fartón a usted también. O mejor, el mismo para todos los compañeros. Un bocadito para cada uno. Lo contrario, resultaría caro a Justo y gravoso para algún pesso «pesado».

    Disfrute de su paisaje, señor Veyrat. Que tenga un buen verano.

  8. Pues que sea una «fartá» de veras: acepto un fartón en acendrado brindis de cada uno de ustedes. Será como una indigestión avatar.

  9. Aaaaaaaaaaaaaaag ¡qué sería de mí sin Google! (y sin Kant, que lo escribió bien, porque por fartó y fartá, supongo que denominaciones coloquiales, no me venía nada):

    http://www.comarcarural.com/valencia/recetario/fartons.htm

    Bueno, ahora que sé qué es eso que quieren añadir al convite de Don Justo de horchata (el caso es abusar), y que sé lo que me pierdo, debo dar las gracias a nuestro generoso anfitrión y decirle que, me parece que por similares motivos a los de nuestro egregio Señor Kant, no asistiré, pero los tendré presentes, más si es posible, durante esa tarde de amistad y de encuentro.

    Mi vaporoso tutú no es adecuado para reuniones y menos aún mis zapatillas de media punta.

    Muy feliz verano a todos. Los echaré de menos durante mis largas horas de barra.

  10. Pero mira que son mal pensados. Barra de hacer barra una bailarina, no de bar, hombrepordios.

  11. ¿Qué es eso de llamarnos malpensados, querida Pavlova? Ya habíamos llegado a la conclusión de que se refería a la barra de baile. Ahora, una vez que usted nos instala en la duda, le diré que tampoco me parece mal la otra barra (la del bar) siempre que no abuse de ella…

    Así que, úselas con moderación la dos, que nosotros, aquí, seremos también comedidos a la hora de la horchata con fartons, en bien de la economía de Justo y de nuestras respectivas básculas.

    Un cariñoso saludo.

  12. ¡No me refería a usted, Marisa! Yo sé es buena y que nunca pensaría mal de mí. A mi edad (nací en 1881, cumplo 128 años en enero), ya es un milagro que haga barra. La otra, la del bar, siempre fue incompatible con mi profesión, pero ahora…

  13. Sí que son raros algunos de ustedes, sí, especialmente usted, Veyrat, que debería darle vergüenza con su edad de avatar y por ahí escribiendo poemas y cantándole a la luna y a la alegría de vivir. Es usted un mal ejemplo para la juventud. Vaya a misa, hombre.

    La blogofobia es por lo general algo tramposa. ¿Cuál es el medio «legítimo» de expresión de las buenas ideas? Si me muestro escéptico en ocasiones es más que nada por que todo artefacto -más si es electrónico- me recuerda que soy un torpe y un manazas, un poco como Homer Simpson, que siempre está a punto de apretar el botón que hace explotar la central nuclear de Springfield. También me molestan ciertas actitudes de «agazapamiento» de identidad que, cuando se convierten en un modus operandi sistemático, sitúan a quien sí se identifica en posición desventajosa. Algunos de mis alumnos son muy aficionados a este tipo de juegos y me parece sumamente peligroso porque desarrolla una tendencia muy peligrosa a la manipulación y otra aún más peligrosa hacia la inconsecuencia.

    Fuera de eso, la blogosfera sí me parece que contiene una cierta expectativa de democratización del saber y la difusión de ideas que acaso precisamente por esa horizontalidad que facilita la red angustia tanto a las élites intelectuales mejor situadas. Hay verdaderos idiotas publicando cada semana artículos en El País, por citar un diario del prestigio, escritores infames que aparecen en grandes editoriales y profes de la Facultad a los que debieron dar la plaza en una tómbola. ¿Por qué es injusto entonces cuando uno es un Don Nadie tratar de aprovechar la oportunidad de difusión que proporciona Internet? Hay blogs de personas que eran ilustres desconocidos y que ahora son sumamente leídos. De igual manera, gente que a lo mejor no iría a clase de Serna lee con agrado sus entradas. Hay millones de blogs que no son más que un diario como los de antes, pero hay otros muchos que permiten transmitir ideas o experiencias que uno no encontraría de otra forma o, al menos, no con la misma facilidad.Un ejemplo banal, pero válido. Prueben a irse de turismo por ejemplo a Egipto -si tienen el dinero-. Lean los prospectos -virtuales o no- de las empresas turísticas. Todo es mentira hasta tal punto que uno llega a pensar si las pirámides de las fotos son de atrezzo y el Nilo es de Port-Aventura. Pues bien, consultas en algún blog adecuado y empiezas a enterarte de verdad… ¿por qué? por la pura «horizontalidad» con la que discurre la información entre ciudadanos «iguales»… la empresa siempre va a ocultar lo que no le interese que tú sepas. Esto es aplicable a casi todo. Está bien leer El País, pero cuidado,porque la semana pasada le censuraron presuntamente un artículo a Eduardo Subirats sobre las pateras y demás justo cuando Zapatero y los demás líderes europeos acababan de aprobar la directiva anti-inmigración. Tardé veinte segundos en encontrar el artículo. Ni Prisa ni nadie puede ya ponerle puertas al campo. Es de ingenuos pensar que Internet va a instaurar el Reino de la Libertad, pero es una opción de posibilidades inmensas para la relación entre personas y el intercambio de ideas. Es la ruptura de los principios de autoridad y la pérdida del monopolio de la información que propicia la lógica internáutica lo que creo que molesta a las autoridades académicas consagradas. Nos vemos.

  14. Quise haberme despedido de uds. tras mi última intervención en el pasado “post” pero mi obcecación en seguir leyéndolos me ha conducido a empuñar de nuevo el teclado – ¡sapristi, qué expresión, “empuñar” el teclado… – para hacerles algún comentario, a guisa de “post scriptum”, por alguna alusión personal y otras manías mías.

    Y es que, con el último “post” de la temporada, don Justo me ha aclarado algún concepto que no tenía claro. Escuchaba a la juventud utilizar la expresión “avatar” y ¿qué quieren?, sólo me venían a la cabeza las entradas del Tumbaburros (cultamente, DRAE). Así que pensando en “vicisitudes”, “cambios”, “mutaciones”… – dejaremos su significado místico en el hinduismo para otros comentarios – y cosas por el estilo de tal campo semántico, no acababa de entender bien de qué hablaban los chicos (¡y no voy a decir “las chicas” porque ellas están incluidas en lo ya dicho!).

    Pensando en lo que nos dijo la sra. ó el sr. Ventura – ignoro (aún) su género (aunque no es la primera vez que se lo pido) – nos dijo sobre el miedo a descubrirse avatar, bueno, no me ocurrió. Tampoco me sofoqué, ni extrañé o admiré al saberme avatar. El inmortal Liniers ya me extrajo el alma y me la encerró en un dibujito suyo que el sr. Serna tuvo a bien incluir en su “blog” no ha mucho. Ese soy yo. Un “avatar”. Un ser virtual. No es que me enorgullezca de eso, es que soy eso. Les reconoceré que, en algún momento, he tratado de convertirme en un ser real, de descender a su mundo mortal, mas, ah, qué verbo… descender… me retrotraje. No les miento, preferí regresar a mi cyberlugar. A mi libertad. Quedar en lo intangible, en lo presente y ausente – como el lenguaje cuartelero especifica – a deambular por los amplios salones de mi opulenta, aunque algo quejumbrosa, mansión agrícola valenciana. Desde estas ventanas aún se ve una tierra de palmeras y naranjos, y unas montañas tan azules y lejanas que no permiten ver la aberración constructora de mis compatriotas, y un retazo de mar que, gracias a algún Dios Inmortal, se ve exento de edificios superiores a las cinco plantas – todo un privilegio para esta costa masacrada – pues si de día el sol inflama de luz un cielo todavía puro, por la noche, por ese recodo marino, veo, como el pirata, la luna rielar sobre las olas. En fin, que después de todo, no le veo maldad a mi condición incorpórea, antes nos llamaban fantasmas.

    Con lo cual, sr. Fuster, ya sabe que no podré ir a la “orxatà” (si valiese la expresión en nuestra vernácula lengua), quedaré en Corona. Aunque le agradezco su estupendo humor a la hora de seleccionar tan hermoso poema. Permítame que le indique que un espíritu trabajador y una mente adecuada como la que ud posee, si no se adornan de eso que ahora mismo hace ud. gala, de sentido del humor, se le marchitarán en su éxito. Será un funcionario del conocimiento, un triste triunfador social y un consumado pobre diablo. Veo pues, con satisfacción, que por el contrario, avanza con fuerza por el camino de la risa. Y me congratulo por eso. Gracias, pues, don Paco, por los buenos momentos que nos ha proporcionado a todos en esta temporada.

    Doña Marisa, no me exagere ud: le agradezco los piropos que me brinda y se los retorno porque su actitud activa y participativa siempre dio acicate a las aportaciones de los contertulios. Aunque más los merecería don Justo por ser tan permisivo conmigo. Y en cuanto a “mis nuevas conquistas”… ya vio mi rostro retratado, mi acritud personal beligerante y mi inconsistencia corpórea. Le aseguro, sra. Bou, que si es una verdad dogmática la de que jamás elige el hombre a la mujer sino que ésta es quien decide en la elección, esto es, el varón nunca conquista, es invitado a conquistar. Con mis credenciales antedichas, mi capacidad seductora queda más bien restringida a círculos próximos al vacío absoluto; es cosa suya que me ve con unos ojos deformados por el avatar.

    ¡Sra. Pavlova!… qué imagen me regaló… Una dama de ciento veintiocho años, de incierto rostro – de incierto pasado, de incierto presente, de incierto futuro – semioculta en la penumbra de un bar, vestida con tutú y sentada en su barra… ¡¡genial, qué imagen!!… :-)… Independientemente de estas risas, qué magnífico nexo culinario nos ha facilitado. En la columna de la derecha de la página web que nos brinda, se arraciman las recetas, glotonas, de la repostería valenciana más tentadora, amén de una demostración gastronómica de nuestros débitos con la cultura musulmana (todo sea dicho de paso).

    Volteriano caballero… en mi mano no reposará la copa de armagnac que ud. o doña Ana, podía presuponerme. Con estos calores prefiero el granizado de limón. Sin embargo, si de ingesta alcohólica se tratase, lo acompañaré a ud, mientras brindamos en la distancia con los otros contertulios sitos en la horchatería , con un “catxarret”.

    No busque la expresión en diccionario alguno. Es una palabra mestiza. Una mixtura entre el castellano “cacharro” catalanizada y la desinencia propia de este idioma que indica un diminutivo “-et”. Se trata de brebaje espiritoso habitual en L’Eliana entre las gentes próximas al “rock and roll”. Un vivísimo amigo mío, Àngel Sanambrosio, guitarrista – poseía una Fender Stratocaster – me inició en sus secretos. Trátase de un granizado de café en sus cuatro quintas partes completado por una quinta parte de alguna bebida alcohólica obscura al gusto. Él y su mujer, Xus, lo tomaba con bourbon – Jack Daniel’s whiskey – yo con un cognac que ya no encuentro por ningún lado… ¡y cuyo nombre ya olvidé! El SIDA los sacó de mi vida pero no de mi corazón. Así que entre los recuerdos que atesoro de ellos está este “catxarret” que me refresca y anima los estíos. Con ello brindaré.

    Y no me extenderé más salvo para despedirme – ahora ya sí hasta la próxima temporada – de todos uds. (¡también de ud, doña Francisca (Fuca para uds), que desde Perbes nos lee!) y especialmente de nuestro “magister”, don Justo Serna, perfecto anfitrión que nos permite construir nuestro propia microhistoria en este mundo hecho pedazos.

    ¡Buen verano para todos y buena vida para siempre!

  15. Totalmente de acuerdo, como tantas veces, David, por mal nombre de avatar maligno, Daniel. Pero entonces, ¿dónde se refugiará la excelencia? ¿Cómo encontrar la sabiduría fruto del trabajo y la reflexión? Cuánto torpe engaño en determinadas afirmaciones revestidas de seriedad se hallan en la red. Y el caso de Wikipedia sirve de ejemplo por su extensión ya casi inconmensurable y plagada de errores bienintencionados. Sí, mucho ilustre idiota publica en buenos periódicos y editoriales, y también los exámenes y oposiciones son un filtro, a veces no totalmente eficaz y frecuentemente inseguro, pero peor es dejar el saber en manos del viento ácrata, que todo lo mezcla sí, y eso es bueno, pero también todo lo confunde. Mas, es cierto, también la calidad del blog en el que estamos, la excelencia del «magister» como apunta Kant, son una garantía. ¿Pero es siempre así? ¿Aún así, merece la pena correr el riesgo de alimentarse en fuentes quizá envenenadas? Gracias a todos una vez más por su paciencia, y buen verano.Brindo con catxarrets y vaso de hortxata fresca, me quedo con mi ginebra marinera.

  16. Al fin Ricardo Piglia. Estaba yo intrigada y me había hecho ilusión ver su foto, con esa sonrisa permanente con que se adorna y el gesto seductor con que prende a las mozas letradas que le siguen. Durante muchos días he tenido el privilegio de asistir a reuniones hechas para él y a largas conversaciones con él, llenas de ese humor gratificante del que hablaban y de una atención a la opinión de los demás insólita en alguien como él. Es emocionante conocer a alguien que estuvo con Borges, que conversó con él y que vivió el Buenos Aires en que era posible encontrarlo paseando a la vuelta de la esquina. Piglia, que no maneja Internet; Andrés Neuman, el jovenzuelo juguetón que sí, claro lo maneja y que me llama tía; Justo Barboza… Argentinos ilustres, personas, sobre todo personas, avatares, compañeros de editor ¡virgen santa! amigos como ustedes, pero con cara y voz ¿Qué más da? Amigos. Y yo les voy a dar aquí la cara de mi avatar, para los que no me conocen, para los que tampoco me conocerán el jueves próximo:

    http://www.emboscados.com/foro/viewtopic.php?TopicID=2467&page=2#19407

    Lo estoy leyendo, Paco; tengo muy poco tiempo y quiero hacerlo con calma. En cuanto acabe le contesto por la otra vía.

    Que tengan todos un verano magnífico lleno de salud «con vistas», mar, bosque o pared de enfrente, como yo, pero vistas, antes de acabar de quemar nuestros ojos en la lectura. Gracias por todo, Justo,hasta el regreso.

  17. Evidentemente, quien ha escrito lo anterior soy yo. Esa vieja pizpireta se mete siempre en mi vida con su avatar. He mostrado mi cara y ahora lo hago con mis cartas ¡Que sea lo que dios (con minuscula, en atención a Kant) quiera! Hoy es día de confidencias y cariños. Tenía razón Marisa. Pavlova ya no va más allá de la barra del bar de abajo de su casa. De cualquier modo, cogidas de la mano, mientras la arrastro a su mortaja dando tumbos, ambas les decimos adios.

    P.S. Aunque ésto cierre por vacaciones ¿Alguien sería tan amable de hacernos una crónica somera de esa quedada horchatera? Los que no asistiremos, nos morimos de envidia y querríamos percibir, al menos, el aroma.

  18. Señor Kant, soy varón (eso al menos le dijeron a mi madre el día del parto), y de apellido Ventura.

    Felices vacaciones a todos.

  19. Llevo interviniendo en este blog cuatro meses y debo decirles que se me han hecho cortos, muy cortos. Tanto los he disfrutado. Digo disfrutado, pero debería añadir que me he entretenido, aprendido, reído y asombrado mucho. Durante cuatro meses he vivido este blog. Por eso, por todo lo que en este lugar todos ustedes me han transmitido, quiero darles las gracias. Soy, sin ningún género de dudas, una persona más completa gracias a todos ustedes. Espero verles en la quedada – aunque creo que llegaré un poco tarde – para poder expresarles mi afecto personalmente. Sin embargo, hay dos personas, a las que se que no podré ver, por lo que quisiera decirles unas palabras muy breves, pues el tiempo, amigos míos, me apremia:
    Señor Veyrat, es usted un maestro.
    Señor Kant, es usted el secreto de la vida.

    Gracias, Justo. ¡Feliz verano a todos!

  20. Y usted, Alejandro, es la persona más generosa y encantadora que he conocido. Ojalá que la vida sea con usted tan justa como merece. Un abrazo y a descansar.
    Es cierto… es cierta la descripción de Kant, me quedo pensando…

  21. Estoy leyendo los distintos mensajes colgados por ustedes y me da la impresión de que estamos haciendo testamento.¡Pero si solo son unos días, que además nos servirán para descansar,para tomar fuerzas y a mi, para añorarles un poco!.
    Espero que mi presencia no les moleste mañana en la quedada.Sugiero que «com en Masamagrell.Cadascú pague lo d’ell».El Sr. Serna sea nuestro anfitrión y los «quedantes» , sus contertulios, nada más ( y nada menos).

  22. El tiempo apremia a cada cual en una medida. Lo que sí es exacto e igual para todos, es que esto no es un testamento: volveremos a encontrarnos aquí, después de unas vacaciones reparadoras. Aunque algunos tengamos que ponernos deberes para tratar de alcanzar (¡oh, utopía!) un nivel de sabiduría menos alejado de nuestros maestros, para no seguir siendo el patito feo en medio de una bandada de cisnes… O un pato de la Albufera nadando entre garzas reales. ¡Que los dioses del estío les sean propicios! Y a los horchateros: nos vemos mañana.

  23. Por cierto, la Librería Gaia, sita en Valencia, calle Daniel Balaciart nº 4 permanecerá cerrada desde el día 2 de agosto hasta el 26, ambos inclusives. A partir de entonces su horario será, por las mañanas de 10 a 14 horas y por las tardes (que es cuando estoy yo), de 17 a 20.30 horas. Los sábados se abrirá de 10 a 13.30. Viva la cultura y los culturistas

  24. Suscribo lo de pagarse cada cuál lo suyo, pero rectifico a nuestro amigo Lillo, Veyrat y Kant son la encarnación del Mal, hágame caso.

  25. Gracias por sus palabras Sr.Kant. Aunque a veces no lo parezca (yo soy de naturaleza crítica y me quejo mucho, lo reconozco), poseo un agudo sentido del humor. Siempre que empieza el curso (que para mi es como el inicio del año) me prometo a mi mismo ser más tolerante y menos estricto (hace poco me decía un profesor que era muy radical, porque me quejaba de cosas a las que les doy demasiada importancia) pero me cuesta mucho cambiar algunos tics y manias personales. A ver si para la próxima temporada, poco a poco…
    También para mi ha sido un placer leerle esta temporada que acaba, Sr.Kant.

    Lo mismo le digo a Miguel Veyrat. Fue un auténtico honor conocerte personalmente en Valencia. Todos los habituales de este blog -al menos yo lo hago siempre- presumimos de tu presencia entre nosotros cuando hablamos del blog a terceros. Tengo los tres libros que me dedicasté ya dispuestos sobre mi mesa para disfrutarlos con la calma estival. Los intercalaré entre un par de trabajos para escribir que tengo pendientes. Intentaré ponerme en contacto contigo via correo para enviarte lo que te prometí.

    También fue un acierto la incorporación de Juan Planas. Te escuché acompañanado a Miguel en Valencia y te he leído aquí y en tu blog regularmente. Por cierto, el otro día tenía escrito un largo comentario para ponerlo en tu blog y luego no me dejó publicarlo (por lo visto tenía que crear no sé qué cuenta). Luego estuve a punto de ponerlo aquí y quizá hubiera sido lo mejor. El comentario era para felicitarte por tu inclusión en esa antología francesa de poetas en castellano («Inuits dans la jungle»), junto a una imponente nómina de nombres ilustres, entre ellos nuestro Veyrat. Pues eso Juan, ya que no te lo pude decir en su día, te lo digo ahora: ¡mi más sincera enhorabuena (que hago extensible a Miguel, claro)!

    Igualmente me acuerdo de la Sra.Pavlova. Fue igualmente un placer para mi disfrutar de sus comentarios. Y por mi artículo no se preocupe, tiene tiempo de sobras para leerlo con calma. Hoy precisamente me han dicho que no lo publicarán antes de noviembre y ya veremos si para entonces se puede… Si le gusta tanto Lejárraga, quizá le guste también una autora que guardo una cierta afinidad temática: Flora Tristán. Hace mucho tiempo -de cuando me empezó a interesar la historia de la mujer- que quiero escribir algo sobre esta socialista olvidada (igual que Lejárraga). Ese trabajo tendrá que esperar un poco, pero pronto intentaré escribir una reseña para abrir boca. La editorial catalana GlobalRythm me ha mandado un ejemplar del libro de Flora, «Paseos por Londres» (Promenades dans Londres), que han traducido ahora por primera vez al castellano, con una introducción de Vargas Llosa. Se lo recomiendo porque es un libro muy interesante que retrata con crudeza la miseria de los trabajadores y trabajadoras del Londres victoriano en plena Revolución Industrial. F.Tristán no escribe igual de bien que Lejárraga, pero fue una auténtica pionera en algunos temas del socialismo utópico, copiados después por un tal Karl Marx.

    Y no me olvido de Àngel Duarte. Su incoporación como comentarista de este blog es un lujo para los que nos dedicamos a la historia. Ya se lo dije en su blog y usted mismo le decía hace unos días: escasean los historiadores que dediquen su tiempo a compartir sus reflexiones con el común de los internautas. En este sentido, me alegra que se decidiera a crear su blog y a pasarse de vez en cuando por aquí, donde su juicio se aprecia mucho, al menos por mi parte.

    Y a los demás nada. Bueno, nada hasta mañana. Espero poder verles a todos y compartir un rato agradable. Esta ha sido mi primera temporada completa en el blog (el año pasado me incorporé a mitad de curso) y ha superado con creces mis expectativas. He aprendido mucho de todos ustedes. Sólo espero que el próximo curso nos reencontremos y si puede ser, que se anime más gente a participar, de esos que dicen que nos leen y no se atreven por el nivel o por vergüenza. Que no nos comemos a nadie…

  26. Amigo Paco, en mi blog hay que tener una cuenta de Google, sí… Son gratuitas y además permiten acceder a las cuentas de gmail que, aun con algunos defectillos, son auténticos baúles sin fondo. Muy útiles.

    Todas las felicitaciones por mi inclusión en la Antología francesa debo transferíselas al gran amigo y maestro Veyrat, que con sus artes -malignas, por supuesto- embrujó a Françoise Morcillo. Otra cosa no puede ser y a cada cual lo suyo.

    Por lo demás, un saludo muy cordial a todos los que transitan este blog donde Don Justo reinventa un mundo hecho pedazos y nos lo ofrece para que, de nuevo, intentemos despedazarlo. Cómo no.

  27. He estado desconectado. Les leo y les agradezco nuevamente. Y sí, como propone Ana Serrano, quizá convenga hacer una breve crónica de la horchata publicándola como colofón del post, de este post.

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    El de arriba es un ejemplo de frase de redacción ambigua (y por tanto mal resuelta): «publicándola» se refiere a la crónica, no a la horchata. ¿O es al revés?

  28. Sí, David, hace tiempo que cubro con maquillaje las cicatrices de los cuernecillos y rabo que me hice operar de joven. Cada temporada que paso en el Infierno, resucitan de nuevo, y vuelta a empezar. Gracias a todos por sus elogios, a pesar de todo, veo que el azufre no les asusta. Estoy, como mi compañero del Tercer Círculo, adonde aúlla Capaneo todavía contra el falso poder de un dios,encantado de mi condición. Juan, sólo hice justicia a tu poesía profundamente inspirada. Que ustedes lo disfruten, lo pasen bien y abusen todo lo que puedan de los frutos de la tierra.

  29. Gracias por la información Juan. Yo me confundí porque sí que tengo cuenta de gmail, pero no de Google. Por eso, escribía la otra y mi contraseña y no me dejaba publicar el comentario. Me crearé una de esas de Google en cuanto pueda.

    Sobre la antología, no sé si Miguel tuvo que hacer gran esfuerzo para convencer a la coordinadora del volumen, pero la verdad es que teneis como paratextos a nombres muy ilustres como el de Jaime Siles (a quien conozco personalmente) Pere Gimferrer o Francisco Brines.

  30. ¿Cómo que «paratextos»? Como vecinos, Paco, como vecinos. Si a un vecino de tu comunidad le llamas paratexto seguro que llama al 112. Es broma. Un saludo.

  31. vuelvo serna y te vas? a lo mejor me acerco a la horchata esa que anuncias y tienes que pagarme el gintonic!! me debes mucho!!

  32. 1. Reserva. Hay distintos amigos que ya me han confirmado por e-mail su presencia en la Horchatería a las 19:30 o después. Se ruega, por favor, que las restantes personas que efectivamente vayan a venir me lo confirmen por correo electrónico o dejando aquí un comentario en ese sentido. Es por la reserva en la Heladería…

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    2. Kant. Ya habrán visto que Kant evita prodigarse en público, retirado en su viejo caserón de Corona. Tiene una jauría de perros que alimentar. Son especialmente escandalosos. Dispone también de numerosas plantas que riega puntual y primorosamente. La verdad: es muy excéntrico y me irrita su desdén hacia lo plebeyo. La última vez que fui a su residencia no me recibió en el salón, sino que me obligó a desplazarme a una zona menos noble: al Invernadero. Un gesto aristocrático e insultante. Recuerdo que su mayordomo me condujo por un sendero de baldosas rojas que atravesaban el césped. En el interior de aquel recinto acristalado, la temperatura era altísima y el aire… denso, algo empalagoso, con los vapores de aquella vegetación amenazante, ominosa. Los techos y las paredes de vidrio estaban bañados, y goterones espesos caían salpicando las plantas. La luz era verdosa e irreal: la que desprendían aquellas hojas carnosas. Recuerdo que, pese a ser invierno, tuve que enjugarme el sudor constantemente mientras el mayordomo permanecía impasible. Llegamos a una especie de urna de cristal con gran cúpula. El asistente se retiró. Allí vi una silla de ruedas a la que estaba encaramado un anciano de sienes hundidas y prominente panza, visiblemente irritado: se abrigaba con una manta deshilachada, llena de lamparones inexplicables. Eso fue lo que me llamó la atención. Hacía años que no nos veíamos. Mi amigo había envejecido increíblemente y de su cráneo sólo colgaban unos mechones de pelo pajizo. Empuñaba un vaso de coñac como quien amenaza. Su imagen, desde luego, no se correspondía con el avatar que me había enviado por correo electrónico. Les evitaré el relato de lo que vino después…

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    3. Paco. Aunque algo críptico, «Paco» (que no Paco Fuster) me dice: «…me acerco a la horchata esa que anuncias». Puede venir, por supuesto. No lo echaré a los leones. Yo invito, ya digo. A ver si así resolvemos la diferencia que usted tiene conmigo, que no sé cuál es. ¿Es, acaso, un antiguo alumno molesto con la calificación?

  33. A ver, Paco: HORCHATA, es a horchata a lo que invita Justo, que parece que no quieren enterarse de que la fabada es en casa.

    Todos le debemos mucho aquí. No creo que sea un alumno airado; es el moscardón imprescindible en cualquier lugar, que adora a Serna y no sabe cómo llamar su atención.

    Feliz verano, Paco y, por favor, no cambie.

  34. Pues, por si acaso, me voy a llevar esta tarde una paleta matamoscas. Por si realmente aparece el moscardón y resulta ser un tábano…

  35. Acabo de llegar hace unas horas a Coruña pero vuelvo a marchar para Perbes. Sólo quería desearos a todos unas buenas vacaciones; sabéis que, aunque no escriba, os leo desde mi retiro vacacional.

    Nuestro querido Justo Serna escribe sobre los interlocutores habituales en este blog con generosidad; el perfil de los contertulios viene dado por el del “maestro”; una persona culta, educada, tolerante, “leída”, como nuestro amigo, tiene que atraer a personas como Miguel Veyrat o Kant o Ana Serrano o cualquiera de los colaboradores habituales (es una pena que no se animen a escribir más personas; conozco a muchos que nos leen pero que no se atreven a escribir; a ver si para la próxima temporada conseguimos animarlos). Creo que los “post” de Justo son cada vez mejores; me encanta esa facilidad que tiene para interrelacionar asuntos que, a primera vista, parece que no tiene nada que ver; hace lo mismo que los buenos narradores, un hilo los lleva a otro y tejen una estructura compleja que embelesa, que deslumbra. Le haremos caso y releeremos las entradas mejor acabadas o que más nos interesen. Estoy leyendo en estos días una novela de Lobo Antunes (para los que no hayáis leído nada de él, os lo recomiendo, un escritor excelente) y me recuerda a nuestro Justo Serna por su capacidad de interrelación.

    Espero que nos contéis algo de vuestra “quedada”; a mí me queda un poco lejos, a unos mil kilómetros; lo que menos me gusta es que hayáis quedado en una heladería de la calle “Guardia Civil”, pero ¿en que ciudad vivís?, ¿hay calle de los poetas o de los maestros o sólo de la guardia civil? A pesar del nombrecito, espero que lo paséis muy bien y que nos lo contéis. Un saludo cariñoso desde Galiza.

  36. Quede tranquila, amiga Fuca. La calle de la Guardia Civil, a pesar del nombrecito, es una agradable calle ajardinada, alegre y llena de vida. Y en la misma zona, no sólo hay calles con nombres de poetas, sino que los mismos descendientes del poeta viven en ellas. Es un antguo pueblo de Valencia, hoy convertido en barrio populoso, en el que conviven toda clase de gentes, desde nuestro espléndido anfitrión, hasta el más humilde inmigrante, pasando por estudiantes de todo tipo (el barrio está lleno de ellos) además, como ya he dicho, de nietos de poetas, que no dudo que también harán sus incursiones en las letras, rimadas o no.

    En definitiva, esta es una ciudad de artistas…

    Disfrute de sus lecturas y sus vacaciones, que para el próximo curso esto va a estar muy animadito (espero).

  37. Fuca querida, espero que llegues a leerme. Te deseo lo mejor en estos días y que disfrutes mucho de los tuyos y con Lobo Antunes; es un escritor que me encanta y que podemos disfrutar aún más gracias a su extraordinario traductor (y mejor persona), un poeta exquisito del que tengo la infinita suerte de ser amiga: Mario Merlino, aunque quizás tú lo leas en portugués, pero, si es así, acércate a esas traducciones de Merlino y verás.

    Besos.

  38. El blog

    Mañana, escribiré una crónica de la Horchata que hemos tenido y de la cena posterior a la que algunos nos hemos quedado. Les aseguro que ha sido una tarde y una velada agradabilísima con contertulios corteses y conversación ligera y enjundiosa a un tiempo. Mañana les cuento. Y, por supuesto, esperamos que alguna otra persona presente –o avatar por delegación– se anime a dejarnos también su crónica.
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    Y los blogs

    Nueva entrada de Germán Gullón en su blog (9:38 am, 18 de julio):

    Sobre los Blogs

    Hay dos tipos de escritores de bitácoras que me parecen nefastos: los emocionados, es decir, los que no piensan mas que con sus sentimientos, y quienes disparan sus exabruptos léxicos a todo lo que se mueve. De estos tenemos demasiados en la blogoesfera. Y la razón es muy sencilla: que la mayoría de los blogs no han alcanzado la madurez.

    Hay muchos blogs, sobre todo en el área de la economía, de altísima calidad, donde uno puede encontrar información y análisis de primera categoría. En el ámbito de las humanidades, y concretamente en legua española. no hemos alcanzado esa categoría, ni esa seriedad.

    Otro malentendido de alguinos blogueros es pensar que van a sustituir con sus escritos, rápidos, subidos en la espuma de la intuición, los escritos pausados, donde la opinión viene apoyada en datos verificables y sometida a un análisis riguroso. Se equivocan.

    Blog de Germán Gullón

  39. El piscolabis

    1. Al caer la tarde del jueves 17 de julio, un selecto grupo de lectores que frecuentan el blog acudieron a la horchata a que invitaba Justo Serna en una de las casas más afamadas de Valencia: La Jijonenca, de la Calle Guardia Civil. El blogger había recibido numerosos correos de adhesión para el acto, personas que se disculpaban por no poder asistir. Es de agradecer esa cortesía antigua que, según algunos, se está perdiendo en estos tiempos plebeyos. El responsable del blog había acordado con el dueño del establecimiento disponer un par de mesas y unas ocho sillas en la terraza de la heladería, plazas suficientes para los amigos que allí iban a acudir. El tiempo acompañaba. Después de dos jornadas de lluvias abundantes –con aparato eléctrico y enfriamiento general–, el día había amanecido sombrío, con unos nubarrones grávidos y amenazadores que, al cabo de las horas, se disiparon. Quedó, pues, un cielo luminoso, sin intimidación alguna. Felizmente, el refrigerio podía disfrutarse al aire libre, como así fue. La zona peatonal –y algo ruidosa, pero tranquila– en que está enclavada dicha calle facilitaba el disfrute. Numerosos niños, bulliciosos e inquietos, jugaban por las aceras y en los columpios de aquel parque, fresquito, soleado. Eran como el coro de la refacción.

    Hacia las 19:15 horas empezaron a llegar los invitados. En primer lugar, aparte de Justo Serna, hizo acto de presencia Jesús, un lector leal que aún recuerda las clases que su profesor le impartía quince años atrás. Acudir era, por tanto, una muestra de reconocimiento, algo que el docente le agradeció de manera especial. Inmediatamente después, llegó bien orientada y terminante, Marisa Bou, que pronto y con gran donosura supo adueñarse de la conversación que allí mantenían los presentes. Un poco más tarde se incorporó Arnau, que pudo asistir a pesar de las múltiples obligaciones que, como cirujano, tiene. Unos minutos más tarde hicieron acto de presencia David P. Montesinos y Paco Fuster, dicharacheros y algo despistados, ciertamente desorientados por la multitud que se agolpaba en el parque y por la vegetación feraz que impedía ver bien el lugar de la reunión. Para entonces, los presentes ya estaban tomando sus primeras tónicas y horchatas. Sorprendentemente, no se hizo presente «Paco«, que había amenazado con asistir para reclamar su gin tonic. Fue una falta que se lamentó por parte de todos. Algo más tarde se incorporaron Alejandro Lillo y… Paco, otro Paco bien distinto: un viejo amigo de Justo Serna que, para sorpresa de quienes le conocen, se muestra muy silencioso en la bitácora de su colega. Ambos venían de la librería Gaia, sita en una calle próxima: Daniel de Balaciart. Finalmente, se añadió Isabel, otra fina lectora que admite estar sorprendida con la calidad y la marcha de la bitácora, con sus comparecientes, con el diálogo ilustrado que aquí es frecuente. Los allí reunidos la invitaron a escribir comentarios en la nueva temporada.

    La conversación, cortés y liviana, no se agotó en ningún momento y la agradable reunión fue ampliamente regada con horchata. Unos excelentes fartons caseros, artesanales, sirvieron para completar el piscolabis. Hubo algunos momentos especialmente emotivos: pasadas las 19:30, el blogger recibió una llamada de Miguel Veyrat, amable y caballeroso como siempre. Insistió en hacerse presente desde su retiro en el Atlántico mandando saludos cariñosos para todos los que allí se habían congregado. Minutos después, otra llamada, en este caso desde Madrid, servía para saludar a Ana Serrano, que disculpó a Pavlova, algo indispuesta después de haber ingerido una respetable cantidad de vodka de la mejor calidad. No precisó marca alguna. Ana Serrano quería abrazar a todos los presentes y, con la porfía que la caracteriza, rogó que el acto volviera a repetirse cuando ella misma pudiera viajar a Valencia. Los comparecientes estuvieron de acuerdo y cuando llegó el momento de las despedidas todos se comprometieron a realizar otra reunión o, incluso, otra colación completa hacia Navidad. La refacción había concluido, pero no la velada…

    2. ¿Y Kant? Como estaba previsto. el sr. Kant no asistió pero acabó mandando un sms que paso a reproducirles: «Don Justo: qiero transmitirle mis + afectuosos saludos rogandole q los haga extnsivos a su selecta compañía en la orxata y el blog. Salut in pluribus«

  40. ¡Ah, la velada! ¡Deliciosa! Cenamos, mis tres caballeros -de aquellos que ya no quedan- Justo, Paco, Arnau y yo, disfrutando de una ligera cena, regada con fresca cerveza, bajo la luz de la luna valenciana, acariciados por una brisa ligera, mientras conversábamos acerca de una variedad de temas, con la serenidad de los amigos antiguos, a pesar de que, excepto Justo, nos acabábamos de conocer.
    Una noche así, tan agradable, tras el divertido piscolabis que tan bien les ha descrito nuestro anfitrión, es algo impagable, aunque espero que repetible.

    Para los que no pudieron estar, les diré que tenemos unos compañeros de blog increíblemente simpáticos: Paco, David, Alejandro, Isabel, Jesús, Paco y Arnau, todos tuvieron buenas palabras para ustedes, los ausentes, y se sumaron encantados al ritual del fartón que solicitó nuestro amigo Kant.

    Y el detalle de que todos trataron, telefónicamente, de estar con nosotros en esos momentos, es algo que nunca olvidaré.

    ¡Felices vacaciones a todos, y carguemos las pilas para Septiembre! Besos a todos.

  41. Señor Kant, a falta de mejor vía le comunico que su pedido de libros está tramitado y que en unos días tendrá, de nuevo, noticias mías. Me permito comentarle que el encargo me ha parecido muy interesante, como no podría ser de otro modo tratándose de usted. Decirle también que actualmente hay en la librería una obra del mismo autor solicitado por usted titulado «¿Dónde está Dios? El problema del sufrimiento humano», por si le interesa. Bueno, agredecerle el pedido y decirle que en la velada horchatera le echamos mucho de menos, como al resto de contertulios que no pudieron acudir. Saludos.

  42. Una puntualización a la crónica de Justo. Si es cierto que David Montesinos y servidor nos perdimos por la calle Gusrdia Civil y tuve que ponerme en contacto con los interesados para orientarnos, pero existen unos motivos que justifican el despiste: íbamos manteniendo una conversación intensa desde hacía un buen rato y estaba intentando convencer a nuestro amigo Montesinos para que publique pronto algun libro. El hombre tiene una excelente tesis sobre Baudrillard inédita y muchas ideas muy interesantes sobre futuros proyectos. Lo que ocurre es que David es un tipo muy prudente, o sea, todo lo contrario a mi persona.

    Dicho esto, suscribo -evidentemente- las palabras de Marisa Bou. Yo siempre he dicho que este tipo de actos son los que dan sentido a blogs y foros. Como bien decía nuestro amigo Arnau Gómez, una vez que pones cara a una persona de quien simplemente conoces su nombre, la cosa cambia y cuando vuelves a debatir -virtualmente- con esa persona, la sientes mucho más cercana.

    Me encantó conocer a Jesús (antiguo alumno de Justo) y espero que en el futuro se decida a intervenir por escrito. Nos encantaría.
    Me alegró igualmente reencontrarme con Marisa y con Arnau Gómez. Ya los conocía a ambos y la verdad, es una auténtico placer departir con ellos. La jovialidad de Marisa y su predisposición por una parte, y el juicio sabio y experimentado de nuestro amigo Arnau. Cuando lo veía pensaba: con la de cosas que habrá visto este hombre en su vida y las experiencias que habrá tenido por esos mundos (u hospitales) de Dios, y aquí me encuentro yo tratándole de tu a tu y departiendo como si nos conocieramos de siempre. Sinceramente, un placer.

    Lo mismo digo de Alejandro Lillo, en quien he descubierto a un colega historiador y a un profesor vocacional. Ironías de la vida, le dije que a ver si coincidíamos algun día por nuestra facultad, y justamente hoy (vamos, ayer dia 18) nos hemos cruzado dos veces en pocas horas. Al menos, ha comprobado que no le mentía cuando le decía que paso buena parte de mi vida dando vueltas por Blasco Ibáñez. Entre medias intento hacer cosas, estudiar y escribir algo digno, pero doy muchas vueltas de arriba para abajo y en dos de esas vueltas que he dado hoy me lo he encontrado. Estoy seguro de que nos volveremos a encontrar. Y también fue un placer conocer a Isabel. Espero que se anime pronto a escribirnos algun día. Ya le dije que no nos comemos a nadie, que mucho nombre y mucha cita (yo el primero) pero nada del otro mundo. Por eso espero que se anime. Y lo mismo vuestro amigo Paco (el que si que vino), aunque creo que el si que había intervenido algun vez en el blog, o quizá le confundo con otro…

    De Montesinos no digo nada. Bueno sí, le digo lo que le dije ayer, que a ver si publica algo pronto. La lectura de «La juventud domesticada» me dejó con ganas de más y sé que tiene material y capacidad de sobra para volver a deleitarnos con sus finos análisis sociológicos. Su comentarios provocadores son una seña de identidad que considero muy necesaria en este blog.

    Y de Justo, sin comentarios. Si el pobre hombre no tuvo bastante ayer con aguantar mis historias con los libros que leo, mis impresiones, mis reseñas, etc, etc…Hoy para colmo, también ha sufrido un encuentro -totalmente fortuito, lo juro- con mi persona hiperactiva (llevo un par de años anormalmente hiperactivo y sobreexcitado por unos motivos concretos que no puedo explicar aquí, pero que existen, no es que esté loco, de momento). Uno de los que ha pagado -quizá quien más- mi hiperactividad y la temeridad de mis proyectos ha sido el bueno de Justo. Por eso, le doy públicamente las gracias (no haría falta porque él sabe el aprecio que le tengo y mi confianza ciega en su persona) por aguantarme en tantas horas de despacho y de conversación sobre múltiples temas, sin ninguna mala cara y sin ningun gesto -que hubiera sido comprensible- de hastío por mi pesadez. Los habituales de este blog ya saben de su paciencia benedictina y de su amabilidad con cualquier alumno en la facultad o comentarista en el blog. De todas formas, supongo que durante los próximos años nos seguiremos viendo: para mi sería señal de que las cosas van muy bien. De momento, no lo sé seguro, pero espero que nos veamos el próximo miércoles en Gandía. Ya digo que no está claro todavía, pero temngo intención de desplazarme (supongo que en mi coche) a la capital de la Safor para asistir a una conferencia que impartirá Justo en la Universitat Internacional d’Estiu de Gandía, el día 23 de julio de 17:30 a 19:30. Lo digo por si alguien se apunta, que se ponga en contacto conmigo vía blog o via correo, para ver si organizamos una expedición. Todo es cuestión de hablarlo pero ya digo que mi intención -si nada se interpone- es la de asistir al evento.

    Y un recuerdo evidentemente, para los que no estuvieron físicamente pero se dejaron oir: Miguel Veyrat, Ana Serrano y nuestro amigo Kant.

    Espero no haberme dejado a nadie. En definitiva, coincido con los allí presentes: hay que repetirlo y no dejar pasar tanto tiempo… Por no hay problema, yo voy a estar donde siempre, para lo que les haga falta, allí me encontrarán todos a su entera disposición. Un abrazo.

  43. La cosa tuvo un poco el atractivo de las citas a ciegas. Cuando se conoce a alguien a través únicamente de su escritura, uno va forjando una imagen, unos trazos más o menos indefinidos de cómo cree que, en correspondencia a sus palabras, puede ser el personaje. Llegas al lugar convenido y… la sorpresa… uno casi siempre tiene que disimular la cara de decepción. Pasa con los amantes al parecer; no me pasó con ustedes el martes, con aquellos que no conocía personalmente, claro. Arnau, por ejemplo, es tal y como pensaba, ensombrecida su bondad por un cabreo con el mundo casi metafísico que, me temo, le acompaña siempre. Alejandro lleva el entusiasmo por el conocimiento y la amistad dibujado en la cara… No, no hubo perplejidad ni mucho menos decepción. La cosa estuvo bien, no alcanzó las proporciones de lo orgiástico -diría lo contrario para fastidiar a los ausentes- …pero los fartons molaban.

    Y por cierto, Fuster se perdió por culpa mía, seleccione mejor a sus amistades, caballero. Feliz verano, amigos.

  44. Don Justo, le tomo prestado lo de los tiempos plebeyos…

    Y no me disimule el Sr. David con las carencias orgiásticas del encuentro, que no cuela:-)

    Un abrazo con gripe y verano. Todo en uno.

  45. El encuentro, como no podía ser de otro modo, resultó muy agradable, aunque debo confesarles que se me hizo corto. Efectivamente llegué tarde, acompañado de Paco, que me había pedido unos libros para cierto ilustre señor. Lo cierto es que iba un poco nervioso, primero porque nunca había asistido a un acto de estos (en realidad nunca hasta ahora había perticipado en ningún blog); segundo porque no sabía muy bien qué es lo que me iba a encontrar. Comparto la opinión de David. Debe ser muy parecido a los nervios propios de una cita a ciegas. ¿Pero saben qué es lo que me pasó? A los dos minutos me sentía como en el salón de mi casa. Por eso se me hizo corto, y por eso lamento tanto no haber podido llegar antes, ni haber podido hablar con Miguel Veyrat (te aseguro, Justo, que te hubiera arrancado el móvil de las manos), ni con Pavola y/o Ana Serrano, Fuca o Kant, ni haber podido cenar con vosotros. Porque realmente me sentí rodeado de amigos, no sé, normalmente se dice de las relaciones humanas que la distancia separa. Creo que ya es hora de desterrar esa idea. ¿Se dan cuenta cómo une la distancia?
    Sonrío cuando imagino a Paco Fuster y a David absortos en su conversación mientras caminan hacia un sitio que no conocen. Nunca deberían parar de caminar. Yo mismo (y estoy seguro que todos los contertulios del blog, incluyendo su artífice)nos uniríamos a ellos y avanzaríamos juntos dialogando y discutiendo hasta nuestro destino final, sea ese cual sea. Lo bueno de perderse no es encontrar el camino, sino la propia búsqueda de ese camino. Espero veros a todos muy pronto otra vez tras él. Un fuerte abrazo.

  46. Irrumpo en este maravilloso blog para decirles que me encantó conocerles. Ponerle cara a casi todos los autores de los comentarios que he leido (y seguido)en los últimos meses y poder hablar con ellos, aunque fuera brevemente(a mí también se me hizo cortito), ha sido suficiente para animarme a participar en la próxima temporada.

    Gracias, Justo, por crear un espacio tan enriquecedor.

  47. Mis queridos amigos ¿puedo considerarles ya amigos a todos los que compartieron fartons y orxata?, ¡que velada más agradable!.Incluso pudimos discrepar sin enfadarnos.Tenemos cara, cuerpo y extremidades.Pero lo más importante es que tenemos o al menos ustedes tienen cerebro,órgano tan importante como escaso en nuestra sociedad de hiperconsumo.
    Ninguno de ustedes me sorprendió,aunque tampoco me imaginaba que fueran como son.Son diferentes a su virtualidad del blog.Pero también me gusta su forma real, no virtual, de pensar, de estar….
    Me sorprende que yo les sorprendiera y en especial, me sorprende el comentario de David.No soy un ser atormentado ni estoy ensombrecido por un permanente cabreo.Quizá sea viejo. La vejez marca,porque la experiencia marca.Para mi, la experiencia es la acumulación de los fracasos de tu vida,bien profesional,bien humana.Por ese parece que estoy cabreado.No lo lo estoy.Solo tengo un cierto regusto a fracaso.Pero he vivido hasta ahora una vida que me ha gustado vivir.
    La «quedada» resultaba necesaria,por lo que lo se dijo y se lee en el blog.Ahora sabemos que no somos dragones horribles,ni héroes legendarios,ni caballeros andantes de triste figura,sin dulcineas, ni molinos de viento.Somos seres humanos con un poquito más de cerebro que la media humana.
    El tentempie posterior,que fue una excusa (eso creo) para seguir hablando) me pareció muy,pero que muy interesante.De D. Paco (el bueno) me gustó su agudeza.De Dña. Marisa,su firme pensamiento. De D. Justo, su ecuanimidad.
    En fin, buen verano y hasta siempre.Les espero en cualquier blog, en cualquier horchatería, en cualquier bareto, en cualquier librería, hasta que se inventen los fumaderos de ideas,en donde nos podamos perder durante horas ,pensando sobre un mundo hecho pedazos.Hasta siempre.Por la transcripción, Arnau.

  48. Gracias, gracias, por sus comentarios generosos. He estado desconectado varios días y no les había podido leer.

  49. ¿Qué quieres? justo cuando me había decidido a escribir, escribió Isabel y me cortó. ¿Qué iba a decir yo entonces? «Hola, me llamo Paco Vila y también soy lector de este Bloc». Parecería de ‘Lectores Anónimos’. No, en serio, la tarde y la velada fueron estupendas. Los que ya lo han comentado lo han hecho con total acierto y bastante mejor de lo que yo lo haría. No sé cómo transmitir lo que viví. Sólo se me ocurren evidencias y reiteraciones de otros.

    Hombre, sí que me gustaría glosar a los asistentes, pero temo parecer un pelota. Y destacar especialmente a Arnau que, para mí, dio en el clavo: se reunieron personas, no avatares. Gente concreta. Humanos. Individuos que no necesariamente pensaban igual pero que respetaron en todo momento la opinión ajena y expusieron la suya con igual respeto. No tengo ningún autor para citar pero seguro que hay alguno que habla del respeto como la base de la convivencia. Modestia aparte, la otra tarde-noche dimos un ejemplo de convivencia y reflexión que, entre risas, certificaron que lo contrario de lo divertido es lo aburrido, no lo serio.

    El clima de la reunión fue muy agradable, en serio. Ninguno de los presentes me defraudó. Todos superaron mis expectativas. Vitalidad e inteligencia a partes iguales. ¿Qué más puedo decir? Fue un privilegio asistir y un placer mayor sentirme tan bien recibido por un grupo así. Cuando se lo contemos a Cant se va a morder los puños. Me preguntabas por él. Bueno, todo el mundo preguntó por él el otro día, y no supe qué decirles, estaba missing. Al día siguiente hablamos por teléfono. El sábado se largaba a Kiel o a Kiev, no lo entendí bien. Corona tiene una cobertura de pena. Dudo que sepamos nada de él hasta bien entrado agosto o septiembre. Cuando hace estos recorridos largos nunca viaja con plazos cerrados, sencillamente viaja. Es así, no te voy a descubrir nada de sus excentricidades. Por eso lo queremos ¿no?

    Por cierto, estuve pegándole vueltas a lo que comentó el otro día del coñac cuyo nombre no recordaba. Yo también lo bebía. Era “Agustín Blázquez”. Una marca rara de ese bodeguero, con etiqueta amarilla. No recuerdo más. ¿Tu tampoco lo recuerdas? Fue en la época de Cristina Carbonell, cuando nos dio a ambos, a Cant y a mí, por mezclar cerveza y coñac. Jo y ahora ya no nos acordamos ni del nombre ¡Nos hacemos viejos!.

  50. Queridos todos.
    Mis alifafes y el espantoso curro que todos los veranos comparece (no me quejo…pero joroba) me ha impedido seguirles como de costumbre.
    Eso y que tengo además ese nuevo juguete, el iPhone, que me ha tenido como lela con sus gadgets.

    Me alegro muchísimo de que hayan puesto cara y corazón a todos los nicks asistentes, y que todo discurriera tan envidiablemente.
    Espero que se pueda organizar otro juntamiento en una zona más centrada para poder asistir y hacer unas buenas risas y charletas.

    Pasen unas vacaciones estupendas y recobren fuerzas para seguir dando candela a todo lo que se nos sugiera.

    Por aquí hace un verano delicioso, con brisa fresca que permite cervecear en las terrazas sin derretirse y dormir con las ventanas abiertas y una mantita.

    Un abrazo a todos.

    M.

  51. ¡Qué alegría, Miranda! Hace siglos que no escuchaba o leía a palabra «juntamiento». La última vez fue releyendo al bendito Arcipreste, que comienza su Libro del Buen Amor de este modo: «Como diz Aristóteles, cosa es verdadera/ el mundo por dos cosas trabaja, la primera/por aver mantenençia, la segunda cosa era/por aver yuntamiento con fenbra plaçentera/ (…). Y es que no hay como los músicos para conservar el idioma que traducen a diario a la lengua de los pájaros.
    Y con esto y con la envidia verde de no haber asistido a ese prodigio de convivencia, sólo posible en bruma de avatar hasta ahora, de la gente de este blog que ha demostrado poder hacerlo también en carne mortal. Y es somos como semidioses, o al menos, demiurgos.
    Feliz verano a todos.

  52. ¡Querida Miranda! Me alegra ver que tus «alifafes», como los llamas, están remitiendo, o han remitido del todo, puesto que estás cargada de trabajo, que es el mejor analgésico. Pero no conviene abusar de esa droga… ni de ninguna otra (o casi).

    La próxima quedada la espero más nutrida, aunque tengamos que desplazarnos un poco cada uno ¿vale?

  53. AVISOS

    Justo Serna, Reseña de Aquella mitad de mi tiempo, de Javier Marías, Ojos de Papel, verano de 2008

    Mención de dicha reseña en el blog de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel, “El mirar atrás de Javier Marías“, 23 de julio de 2008

    Respuesta de JS

    Lanzarse de cabeza

    Agradezco a Juan Antonio González Fuentes la mención que hace de mi reseña de Aquella mitad de mi tiempo. Al mirar atrás. En ella reflexiono sobre el papel de la muerte y de los muertos en la evocación de Javier Marías. Veo que el blogger insiste sobre el particular. No es rara esa coincidencia. de algún modo, el volumen de Marías es un repertorio sentido de notas necrológicas, un diario de pérdidas.

    Dice Juan Antonio: «no soy un asiduo lector de los trabajos de Javier Marías, no me gustan las compilaciones de artículos, y la reseña de Justo Serna no me lanzaba de cabeza a su lectura». Me habría preocupado seriamente si esa reseña mía le hubiera lanzado de cabeza a su lectura.

    De cabeza, no: prefiero poner en duda, detener ese acto reflejo, que tiene mucho de alocado. Es deseable frenar lo irreflexivo. Creo que, a la postre, algo así sucede en la lectura de Juan Antonio: «y la lectura de la reseña de Justo Serna me dejó algunos indicios de que quizá el libro sería de mi agrado». Uf, un alivio.

    La lectura crítica es un rastreo de indicios, precisamente: una pesquisa de lo valioso o aceptable. Nada más.

  54. Da la casualidad, Justo, que acabo de leer la reseña que Juan Antonio González Fuentes hace en ojos de papel del último libro de Zafón y, la verdad es que me ha gustado mucho, mucho. ¡Qué coincidencias!

  55. ¿Qué te hizo pensar que no había nadie? Estoy yo aquí; permanezco agazapada y a la espera de que se haga de noche. Camino desde el bosque de lobos hacia un mundo hecho pedazos y vigilo. De día haciendo sombra sobre mis ojos con la mano y de noche alumbrando con la linterna donde guardo pedazos de la luna creciente.

    Te miro. Te veo, pero, si vuelves, que sea en septiembre, hermano.

  56. La dama del bosque

    Siempre hay alguien ahí o eso piensa quien lee. Siempre hay otro lector que sigue tu rastro. Ahora echo un vistazo y compruebo que quien habla es la reencarnación de Mary Wollstonecraft. Y esta reaparición de «Mary Wollstonecraft» me llena de dicha. Quizá las personas que me conozcan intuyan quién se emboza tras esa máscara. ¿La de una amiga que también se enamoró de Frankenstein hasta darle la palabra y escribir de él y de su abuela? No. «Mary Wollstonecraft» no es quien parece ser: no es la madre, autora de la Vindicación; ni la hija, autora de la novela. No es su albacea testamentaria; tampoco su vigilante actual o su heredera o su analista. Es una dama que, como bien dice ella misma, camina desde el bosque de lobos hacia un mundo hecho pedazos, alguien que se atreve a salir de entre los lobos. «Y vigilo», añade. Vigila al tiempo que camina por este espacio incierto. Creo saber quién es dicha dama, la dama emboscada: el bosque es su casa, rodeada de árboles siempre amenazadores que la protegen y un poco la asfixian. Como en un cuento de Algernon Blackwood. Pero no se resigna. Sale de allí y, correteando, acude a este mundo hecho pedazos. ¿Y qué encuentra?

  57. Os encuentro a vosotros. Sois tan bellos… Pero es mejor que no os vea porque quiero ser como el anciano, que vuelve sus ojos tan limpios y vacíos hacia el monstruo ignorando su fealdad y su rareza y le dice ternezas, con su voz de agua y de cristal que enternece a la criatura porque no sabe quién es y lo trata como a cualquier mortal. Somos como nos ven los otros, pero ¿hasta cuándo? El monstruo reaparece cuando lo miran otros ojos, los ojos que lo ven, pero yo quiero seguir siendo como una niña ciega, incluso como el anciano ciego de la vida real de la novela, aunque me engulla el bosque de los lobos. Aunque me pierda en un mundo hecho pedazos. No quiero tener miedo. Todo es mucho más hermoso cuando se mira con los ojos ciegos de mirar.

    Hay unos que no queremos ver y hay otros que no entienden. Pobres.

  58. El monstruo tiene un corazón puro, limpio e inocente como el de un niño. Frente al anciano ciego o la niña no es consciente de su fuerza, de su poder. Tampoco sabe medirlos. Sin embargo, su contacto con la sociedad pronto endurece su alma. El rechazo de los hombres es fruto del desconocimiento, del no querer saber, de no querer conocer la belleza que se esconde tras las cicatrices y la fealdad. Ese rechazo a lo diferente no le deja al monstruo otra opción más que contraatacar… La tragedia está servida. Yo miro (¿debería decir leo?) a Mary Wollstonecraft como miro todo lo nuevo, con ojos curiosos y brillantes, deseosos de conocer, de saber más de ella, pues me gustan los bosques, aunque también me aterren. Imagino que todo depende de la posición que ocupe el sol en esta historia. La miro, digo, con ojos curiosos y sorprendidos ante su hermosa prosa y las sugerentes imágenes que con ella evoca. La miro extrañado ante su inesperada aparición de entre las sombras y reflexiono sobre el bosque de los lobos y el mundo hecho pedazos en el que nos encontramos. Pienso en el bosque como un pedazo de mundo que desaparece. Como un lugar de encuentros inesperados, como espacio de meditación y contacto con la naturaleza. Un lugar peligroso e incierto, poblado por lobos y animales salvajes, pero también por pequeñas reuniones a la luz de la hoguera, agradables e inteligentes conversaciones intercaladas con viejas canciones de David Bowie o Van Morrison mojadas con algún licor lo suficientemente fuerte para templar nuestro cuerpo y alegrar nuestro espíritu. Salir del bosque tiene su mérito, pero dejad que reserve mi admiración para todos aquellos que, una vez fuera, deciden volver y adentrarse de nuevo en la espesura.

  59. El monstruo son los otros. El monstruo es Mary Wollstonecraft Godwin, luego Shelley, capaz de la terrible crueldad de crear a esa pobre criatura a la tierna edad de diecinueve años. Es una vida extraña, muy extraña. No es normal que la madre sea feminista radical en el siglo dieciocho; no es normal, ni aún entonces, que tu madre muera para que nazcas tú; no es normal fugarte con un hombre casado a los dieciséis años, ni compartirlo con tu hermana. El monstruo era ella y el suicidio, gestante, de la mujer de Shelley fue el reflejo del sentimiento de Frankenstein frente a su criatura: soberbia y espanto. Por eso yo no temo a los lobos ni al monstruo, ni temo el bosque umbrío (el sol siempre se encuentra a mis espaldas y proyecta una sombra tan larga como permite la de los propios árboles); aunque sea entre ramas, el sol hiere mis ojos ciegos y mi piel transparente. Mary Shelley disculpa sin cesar a Frankenstein y lo adorna de todas las virtudes; al monstruo verdadero que, tras su soberbia, tras la inmensa vanidad de crear una vida (pese a no ser mujer), lo abandona a su suerte que ha de ser, por fuerza, terrorífica. En todo se comporta exactamente igual que dios, sobre todo en el abandono de sus monstruos.

    Mary Shelley no sabía lo que hacía, no supuso lo que desencadenaba, pero era totalmente perversa en su inocencia y tuvo una grave confusión de monstruos. Quizás, al final de la novela, se dio cuenta y hay palabras de arrepentimiento por parte de Frankenstein, pero ella era terriblemente mala. Es evidente al mirar sus ojos y la línea delgada de su boca. De ahí su enorme atractivo.

  60. Pero no quiero hablar de quien me ha dado nombre, yo venía a avisar de bosques y de lobos y a contaros, como una nueva Sherezade, aprovechando la soledad, alumbrada de ojos muy brillantes y curiosos, de éste lugar hecho pedazos, de algo muy misterioso. Seguro que conocéis la leyenda que cuenta que los asnos deben la cruz obscura que adorna sus lomos al regalo divino por haber llevado a su grupa a la madre y al hijo de Dios. Es como si Dios colocara su firma en los burros. Pues hay otra leyenda, que es a la que voy a referirme, que dice que aquellos que nacemos en las noches sin luna, tenemos una cruz en relieve en la carne de nuestro paladar, como una cicatriz, como un estigma. Esa cruz hace que las fieras más terribles nos conozcan y cuiden en el bosque, cuando la luna no lo alumbra. Yo amo a los lobos y los lobos me cuidan. Tengo miedo del hombre, tengo miedo de vosotros; tengo miedo de Mary que nos trata a los monstruos de ese modo tan cruel. Los lobos son hermosos y amamantan a reyes, como hizo Luperca.

    Hay un circo-museo bellísimo que se llama Raluy donde no hay animales, sólo trabajan hombres, pero fuera, en una jaula enorme adosada a un cajón de madera que les sirve de cama y de cobijo, mantienen a una familia de lobos que ven niños y mayores, temblorosos de miedo y de entusiasmo, en el descanso de las actuaciones.

    Me acerqué a la jaula muy despacio. No estaban ellos, debían esconderse en el cajón; no querían ser molestados por curiosos. Los niños protestaban. Introduje mi mano entre los barrotes y esperé. Nadie me dijo nada. Los guardas saben que no ocurre nada, que no hay ningún peligro. Unos ojos vivísimos aparecieron de las sombras de la caja y, caminando con un sigilo de algodón, la loba madre salió de su cubil y vino, agachada, con las fosas nasales abiertas y una sonrisa especial en su boca; tras ella, el poderoso macho y dos crías preciosas que aguardaron detrás. Con toda la dulzura de que es capaz un lobo, lamió mi mano. Al irme, cuatro lobos bellísimos, con sus colas colgando, me miraban. El payaso de la puerta me sonrió: “Has nacido en la noche sin luna”. Lo supe entonces y lo sé ahora. Por eso os cuido desde aquí, pero estad alertas. Nunca ofrezcáis vuestras manos a los lobos si habéis nacido en noches luminosas; lo vuestro son los hombres.

  61. Estoy sobrecogida. No sé si atreverme a entregar mi mano a los lobos (si por fortuna los viera) porque no sé si la noche en que nací la luna estaba presente o, por el contrario, fué una noche negra. Y, ¡ay de mí!, no está mi madre ya conmigo para preguntarle…
    A veces creo que fué una noche muy negra, a la que aporté mi propia luz. Pero otras veces mi ánimo dice que la luna brillaba esplendorosamente, porque el mundo siquiera se enteró de que nacía.
    Tal vez mi duda es la razón por la que el bosque me atrae y me estremece al mismo tiempo. Y amo al lobo, aunque temo a otras criaturas de la noche…
    ¿Donde estabas, Mary Wollstonecraft, cuando nécesité con ardor tu buen consejo?

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