Nietzscheana

Friedrich Nietzsche. Leo con extraordinario interés la filípica que David P. Montesinos publica en su blog. Entre otros se vale de Friedrich Nietzsche y de E. M. Cioran, dos autores que  frecuento y con los que no siempre puedo estar de acuerdo. Son dos tónicos…, o dos tóxicos: brebajes cuya dosis hay que calcular con precisión.

Lo de Montesinos no es una jeremiada; es una filípica contra ese personaje odioso que siempre se cruza en nuestro camino, un tipo que consigue despertar nuestra animadversión, nuestra ojeriza. Se refiere al individuo que nos provoca o nos reta, incluso sin saberlo.

En vez de mostrarse modosito, el blogger proclama su malestar ante esa gente que conspira contra él. O contra mí o contra ustedes: gente resentida que vive agazapada; o en público, a vista de todos.

Resentimiento: digo esta palabra e inevitablemente pienso en Nietzsche. Tiene razón Montesinos: hay que librarse de los resentidos que viven –ya digo– agazapados, esperando el día de su consumación o su éxito. Pero también hay que evitar a quienes hacen ostentación de su yo invasor, ajenos a toda piedad.

Pienso en todo esto y me pregunto quién consigue despertarme el mal humor. O el rencor más primitivo… Respondo: pues esos tipos que chillan porque se saben seguros. O esos que, poseedores de la verdad, hablan despacito y ceremoniosamente para amonestarnos. O esos otros que dicen querernos y sólo piensan en fastidiarnos.

Lo informe. En El nacimiento de la tragedia (1872), Friedrich Nietzsche describía el ser originario como un todo informe, previo; como una unicidad en la que aún no había detalle ni concreción; un magma sin molde…

Las figuras habrían venido después, resultado del principio de individuación. Lo primitivo y fusional habría sido domado, configurado, hasta casi amputarle el fondo bestial, indómito, impreciso, para ordenar el mundo, para racionalizarlo.

Nietzsche examina el estado de Occidente, de su cultura, con el fin de rastrear ese fondo originario. Se remonta a los antiguos griegos. Entre ellos aún puede atisbarse la potencia primera, ese mundo originario reciente y sin forma, un mundo inexpresado.

Es una tensión cultural y se formula en el arte trágico bajo la oposición de contrarios: lo dionisíaco como reminiscencia de lo primordial, de lo que carece de límite, de contención, lo puramente material e instintivo, aún en latencia; lo apolíneo como el equilibrio y la forma ya madura y definitiva, lo ya manifiesto.

Leo y releo a Nietzsche. Con placer. Con un puntico de rabia.

Lo contradictorio. Leamos a Nietzsche, al joven pensador que ama el Arte, que cree que en el Arte está la redención, que espera de Richard Wagner la consumación del genio, la movilización de todas las fuerzas  creativas, la expresión de la vida sin hipotecas.

Pero leamos también al Nietzsche positivista de Humano, demasiado humano (1878),  aquel que somete a crítica las ilusiones del arte, de la religión, de la moral. «No sin profundo dolor confesamos que los artistas de todos los tiempos, en sus impulsos más elevados, han glorificado de un modo celeste precisamente aquellas ideas que ahora vemos son falsas», dice en uno de sus aforismos.

«Ellos [los artistas] son los glorificadores de los errores religiosos y filosóficos de la humanidad, y no habrían podido serlo si no hubieran creído en la verdad absoluta de aquéllos. Cuando decrece la fe en tal verdad, cuando se extinguen los abigarrados colores que rodean las mayores lejanías del conocer y soñar humanos, aquel género de arte no puede volver a florecer».

Leamos los ensayos de Nietzsche, obras de incisión y de irrigación, textos que aborrecen de la academia, de esa academia que seca la vida. Pero leamos también sus aforismos, que disuelven el sistema, unas iluminaciones con las que se expresa el «espíritu libre», un inquisidor juguetón que danza iluminado por La gaya ciencia (1882). Leamos, sí, hasta llegar a Así habló Zaratustra (1883-1885), que abre un nuevo género, ni ensayístico, ni aforístico propiamente: un género poético, declamatorio, evangélico y narrativo,  en el que el arte es expresión y conmoción de la vida, una escritura en la que hallamos las sutilezas de sus sofismas o los martillazos de su filosofía.

Algunos aforismos. Dicen algunos biógrafos que Nietzsche escribía sentencias breves porque sus dolencias le impedían concentrarse mucho tiempo. Desde luego, las jaquecas no facilitan una reflexión de largo aliento. Pero en el caso de Nietzsche ese diagnóstico está equivocado.

El aforismo no es un ensayo en estado embrionario ni una carencia de algo potencialmente extenso y sistemático. No es el esbozo de una obra mayor. Menos aún es el detalle de un todo conocido.

El aforismo es un fragmento, un trozo de un conjunto que se ignora. O mejor aún: es un entero que con economía verbal dice todo lo que hay que decir. Es una lección o una observación, pero es sobre todo una clarividencia que ha de ser escrita, enunciada, para que no es disipe.

En su caso, el pensamiento a ráfagas produce estos chispazos, estas iluminaciones, que son críticas de todo lo que nos ata y ciñe o de todo lo que colectivamente nos salva o nos sujeta, esa ciencia que destruirá la religión, la moral…

Leo y releo en Humano, demasiado humano, en la versión de Alfredo Brotons para Akal, algunos aforismos que ahora reproduzco. Unos pocos que nos levantan los velos y que nos quitan los frenos. No son expresión de un cinismo, sino destrucción de lo supuesto, de lo presuntamente obvio o universal:

La mentira. ¿Por qué en la vida cotidiana los hombres dicen la verdad la mayoría de las veces? No por cierto porque un dios haya prohibido la mentira. Sino, en primer lugar, porque es más cómodo; pues la mentira requiere invención, disimulo y memoria. (Por eso dice Swift: quien cuenta una mentira rara vez se da cuenta de la pesada carga que se impone; en efecto, para sostener una mentira le hace falta inventar otras veinte.) Luego, porque en circunstancias simples es ventajoso decir directamente: quiero tal, he hecho cual, etcétera; por consiguente, porque el camino de la coerción y la autoridad es más seguro que el de la astucia. Pero si el niño se ha criado en circunstancias domésticas complicadas, maneja la mentira con la misma naturalidad e involuntariamente dice siempre lo que le conviene; un sentido de la verdad, una repugnancia por la mentira en sí le son enteramente extraños e inaccesibles, y miente por tanto con toda inocencia».

Adónde puede conducirnos la sinceridad. Alguien tenía la mala costumbre de a veces expresarse con entera sinceridad sobre los motivos por los cuales actuaba y que eran tan buenos o tan malos como los motivos de todas las personas. Primero suscitó escándalo, luego recelo, poco a poco fue proscrito y desterrado de la sociedad, hasta que finalmente la justifica se acordó de ser tan depravado en una ocasión en que de ordinario no solía tener ojos o bien los cerraba. La falta de discreción sobre el secreto general y la propensión irresponsable a ver lo que nadie quiere ver –a sí mismo– le llevaron a prisión y a una muerte prematura».

La esperanza. Pandora trajo el tonel de los males y lo abrió. Era el regalo de los dioses a los hombres, por fuera un bello y seductor regalo, etiquetado como ‘tonel de la dicha’. De allí salieron volando todos los males, seres vivientes alados: desde entonces andan vagando y causando daño a los hombres día y noche. Cuando Pandora cerró la tapa por voluntad de Zeus, un único mal no había aún escapado y quedó dentro del tonel. Tiene ahora el hombre para siempre el tonel de la dicha en casa y piensa maravillas del tesoro que en él tiene; está a su disposición y se sirve de él cuando le place; pues no sabe que ese tonel que Pandora trajo era el de los males, y considera el mal que quedó dentro como el bien supremo: es la esperanza. En efecto, Zeus quería que el hombre, por atormentado que estuviese por los otros males, no se quitase la vida, sino que continuara dejándose atormentar siempre de nuevo. Para ello le da al hombre la esperanza: ésta es en verdad el peor de los males, pues prolonga el tormento de los hombres».

El cristianismo como antigualla. Cuando un domingo por la mañana oímos repicar las viejas campanas, nos preguntamos: ¿será posible? Esto se hace por un judío crucificado hace dos mil años, que dijo ser hijo de Dios. Falta la prueba de semejante afirmación. No cabe duda de que en nuestros tiempos la religión es una antigualla subsistente desde época muy remota, y el hecho de que se crea esa afirmación –mientras tan estricto se es en el examen de las aserciones– es tal vez la parte más antigua de esta herencia. Un dios que engendra hijos con una mujer mortal; un sabio que incita a no trabajar más, a no juzgar más, sino a atender a los signos del inminente fin del mundo; una justicia que acepta al inocente como víctima propiciatoria; alguien que ordena a sus discípulos beber su sangre; oraciones por intercesiones milagrosas; pecados cometidos contra un Dios, expiados por un Dios; temor de un más allá cuya puerta es la muerte; la figura de la cruz como símbolo en una época que ya no conoce la condena y la vergüenza de la cruz; ¡qué hálito estremecedor nos lanza todo esto, como procedente del sepulcro de un remotísimo pasado! ¿Cómo creer que algo así sea todavía creído?».

Promesas de la ciencia. La ciencia moderna tiene como meta el menor dolor posible, vivir tanto como sea posible; por tanto, una especie de felicidad eterna, ciertamente muy modesta en comparación con las promesas de las religiones».

Para la explicación del ascetismo. Hay una porfía contra uno mismo entre cuyas exteriorizaciones más sublimes se cuentan muchas formas de ascetismo. Ciertas personas tienen, en efecto, tan gran necesidad de ejercitar su poder y su ansia de dominio, que, a falta de otros objetos o por haber fracasado siempre, caen finalmente en la tiranización de ciertas partes de su propio ser, por así decir, secciones o grados de sí mismas. Por eso más de un pensador sostiene puntos de vista que a todas luces no sirven para aumentar o mejorar su reputación; más de uno concita expresamente sobre sí el desprecio de otros, mientras que le sería fácil seguir siendo, mediante el silencio, un hombre respetado; otros revocan opiniones anteriores y no temen ser llamados en lo sucesivo inconsecuentes: por el contrario, se esfuerzan en ello y se comportan como jinetes temerarios a los que como más les gusta el caballo es desbocado, cubierto de sudor, espantado. Así el hombre asciende por peligrosos caminos a las más altas cumbres para burlarse de su medrosidad y de sus rodillas temblorosas; por eso sostiene el filósofo enfoques de ascetismo, de humildad y de santidad, cuyo resplandor desluce su propia imagen del modo más horrible. Este despedazarse a sí mismo, este escarnio de la propia naturaleza, este sperneri se sperni que tanto han exaltado las religiones, es propiamente hablando un grado muy elevado de vanidad. Toda moral del Sermón de la Montaña cabe aquí: el hombre tiene una verdadera voluptuosidad en ultrajarse mediante exigencias excesivas y en deificar después este algo tiránicamente imperioso en su alma. En toda moral ascética adora el hombre una parte de sí como Dios y tiene para ello necesidad de diabolizar la parte restante»…

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Nietzsche: el arte o la vida

Por qué hay que leer a Nietzsche

52 comentarios

  1. También a mí me asaltan sensaciones contradictorias cuando leo a Nietzsche, un librepensador «peligroso» por muchas más razones de las que él hubiera querido, creo. Hay demasiada gente que ha leído a este autor, sin duda conmovedor, sin el estómago adecuado para digerirlo. Recuerdo un programa religioso de la tele en el que enseñaban imágenes del Gulag y, a continuación de Auschwitz, acompañadas del comentario de que a eso abocaban a la humanidad las lecturas de Marx y Nietzsche respectivamente. Supongo que los nazis se complacieron cuando, al leerlo, se toparon con aquello de la «bestia rubia», o aquel sonsonete del peligro de quienes a traves de una moral de resentidos -«enemiga de la vida»- pretendían «judaizar» al mundo. Y Mein Fuhrer era el superhombre, claro.

    Evidentemente unos y otros solo leyeron lo que les vino bien, pero el gesto filosófico de Nietzsche, que habríamos de saber contextualizar dentro de una cultura en crisis y de un lenguaje de sospecha y filosofía crítica, abarca dimensiones que van mucho más allá de las entendederas de tales zotes. Nietzsche, sigo en esto a Foucault, supo, entre otras muchas cosas, investigar los modos históricos de constitución de los sujetos…Y lo hizo en torno a principios completamente nuevos, o como se ve por sus conexiones más o menos inconscientes con autores como Spinoza, conceptos que habían quedado de alguna manera olvidados o impensados en la tradición occidental. En la anamnesis nietzschana hay pues la encarnizadamente erudita labor de un apasionado filólogo, un genéalogo de la moral, un crítico de la cultura, un historiador de las ideas… Nietzsche, también en sus momentos más irritantes, es un cíclope que nos sale continuamente al paso en cuando nos interrogamos sin ingenuidades por la condición humana y por los males de las sociedades contemporáneas. ¿Es, como se desprende de los textos de Heidegger, el superhombre la avanzadilla del déspota armado del siglo XX o del dominador tecnológico de nuestros tiempos? Sinceramente, creo que si hacemos demasiado caso a estos prejuicios corremos el riesgo de olvidar que Mein Kampf es un panfleto bastante cutre y Así habló Zaratrustra una obra maestra del pensamiento y de la poesía.

  2. Sr. Montesinos, el tercer punto de mi post lo he pensado como una respuesta a su comentario. Ésta es una primera aproximación, la reproduzco aquí y es esa parte tercera del post:

    «Lo contradictorio. Leamos a Nietzsche, al joven pensador que ama el Arte, que cree que en el Arte está la redención, que espera de Richard Wagner la consumación del genio, la movilización de todas las fuerzas creativas, la expresión de la vida sin hipotecas.

    Pero leamos también al Nietzsche positivista de Humano, demasiado humano (1878), aquel que somete a crítica las ilusiones del arte, de la religión, de la moral. “No sin profundo dolor confesamos que los artistas de todos los tiempos, en sus impulsos más elevados, han glorificado de un modo celeste precisamente aquellas ideas que ahora vemos son falsas”, dice en uno de sus aforismos.

    “Ellos [los artistas] son los glorificadores de los errores religiosos y filosóficos de la humanidad, y no habrían podido serlo si no hubieran creído en la verdad absoluta de aquéllos. Cuando decrece la fe en tal verdad, cuando se extinguen los abigarrados colores que rodean las mayores lejanías del conocer y soñar humanos, aquel género de arte no puede volver a florecer”.

    Leamos los ensayos de Nietzsche, obras de incisión y de irrigación, textos que aborrecen de la academia, de esa academia que seca la vida. Pero leamos también sus aforismos, que disuelven el sistema, unas iluminaciones con las que se expresa el “espíritu libre”, un inquisidor juguetón que danza iluminado por La gaya ciencia (1882). Leamos, sí, hasta llegar a Así habló Zaratustra (1883-1885), que abre un nuevo género, ni ensayístico, ni aforístico propiamente: un género poético, declamatorio, evangelista y narrativo en el que el arte es la propia expresión de la vida y siempre con la conmoción de la escritura, con las sutilezas de sus sofismas o los martillazos de su filosofía.

    Continuará…

  3. Sr. SERNA es usted nietzcheano y de izquierdas?

    Alejandro LILLO. La explotación hay que denunciarla y usted lo hace. Bien

  4. Me gustaría referirme a la última intervención de Justo Serna, aunque antes quiero añadirme a la enhorabuena para Alejandro. Estupendo artículo, fruto de la pasión, desde luego, pero también del rigor y el esfuerzo.

    Quiero también referirme a la pregunta que hace el señor Arbeloa, pues llevo escuchándola décadas, lo cual quiere decir que no es una mala pregunta. Sin embargo, creo que arranca de un principio equivocado. No se es nietzschano como, por ejemplo, sí se es marxista, la diferencia del sufijo indica muchas cosas. A nadie que se considere «de izquierdas» -si es que a alguien le apetece etiquetarse, que no suele ser mi caso- le caen con total indiferencia algunas de las aseveraciones más extremas o incluso abusivas que nos encontramos en los textos de este autor demasiado influido del espíritu romántico tardío de su época. Como dice Serna, Nietzsche es un «tóxico», un estimulante que puede despertarnos cuando nos hemos confortado a la fácil hipnosis del bienestar burgués, pero un aniquilador cuando no se cuidan adecuadamente las dosis.

    Si le sirve, señor Arbeloa, creo que podríamos aplicarnos lo que se dijo de Adorno, «un pensador de izquierdas que leyó a Nietzsche». La fórmula no le hace demasiada justicia a la influencia del autor del Zaratustra en los textos adornianos, pero sí nos pone sobre la pista de muchas claves que, de haber leído antes a este autor «irracionalista»- a ser posible junto a Max Weber-, no hubieran llevado a la ortodoxia marxista a la clausura histórica que hoy reconocemos. Nietzsche es clave como diagnosticador de la cultura, como «sintomatólogo». Reconoció con un lenguaje crítico extremadamente punzante y a la vez profundo y erudito las contradicciones del sujeto burgués, buceando en aguas mucho más tenebrosas que las de Marx o Freud, con los cuales comparte en cualquier caso la misión de poner sobre interrogantes las claves del «nosotros» de la modernidad.

    Hay que leer a Nietzsche, como no tengo ninguna duda de que hay que leer a Foucault. El problema de considerar que son despreciables por constituir pensamiento «reaccionario» es un problema que tienen los fanáticos de Habermas -del joven Habermas en todo caso-, entre los cuales no me cuento. NO se es pues «de izquierdas y nietzschano», se es lo que se es y se lee a Nietzsche. La verdadera contradicción es la de los que malversan al autor atribuyéndole culpabilidades que no tiene.

  5. Friedrich era ante todo una personalidad religiosa. Sólo comprendiéndolo será posible arrojar algo de luz sobre el sentido profundo de su obra, de sus sufrimientos y de sus apoteosis. Anunció con terror la muerte de Dios, y pretendió descubrir un sustituto del dios muerto. “Muertos están todos los dioses, grita Zaratustra: ahora queremos que viva el superhombre”. Me habló horrorizado del eterno retorno. Pensó que era una trágica revelación. Sus sufrimientos podían volverse interminables. Se sentía llamado a predicar una nueva religión. Cuando le conocí, quería dejar de escribir durante diez años para luego volver a retomar su misión.

    Era de mediana estatura, de aspecto tranquilo y cabellos negros peinados hacia atrás, modestamente vestido aunque sumamente cuidado. Los rasgos finos y muy expresivos de su boca estaban casi completamente cubiertos por un espeso bigote. Podía perfectamente pasar desapercibido. Sus manos, sin embargo, conquistaban las miradas. Eran incomparablemente hermosas y finas, y el propio Nietzsche decía que revelaban su genio. Casi no veía, pero su vista enferma cubría sus rasgos con un encanto mágico, tenía la mirada volcada hacia adentro, porque toda su actividad no era más que una exploración del alma humana en busca de nuevos horizontes, en busca de esas “posibilidades no agotadas” que no se cansaba nunca de crear y transformar en el fondo de su pensamiento.

  6. Muchas gracias, don Justo, por el enlace y las felicitaciones. Gracias, don David, por sus palabras.
    Nietzsche, Marx y Freud como los pensadores de la sospecha. ¿No fue así como los bautizó Ricoeur? Sobre Foucault –autor que no he leído aunque algo conozco de su obra- leía ayer mismo una afirmación de Philippe Ariès realizada allá por los años setenta y recogida en “La historia cultural”, en la que reconocía a Foucault como un importante representante de una nueva forma de escribir la historia, sobre todo a raíz de su estudio sobre la locura. Que un filósofo escribiera y enfocara sus investigaciones como un historiador no era algo usual en la época (supongo que tampoco ahora). El comentario, aunque sumamente interesante, me generó algunas dudas. Habrá que acercarse, pues, a Foucault.
    Por otro lado, no acabo de entender esa catalogación de Habermas, o del joven Habermas, no sé. Por lo poco que sé sobre Foucault, pienso que se le puede acusar de muchas cosas, pero precisamente de reaccionario no. Creo que Habermas, a principios de los años ochenta, cuando escribe sobre la modernidad, la posmodernidad, la arquitectura etc, traza un panorama llamativo, adjudicando filiaciones sorprendentes, la verdad. Clasificar a Foucault de reaccionario y a Carl Schmitt como posmoderno es algo difícil de entender. A mi parecer sólo es explicable por su superficial análisis de la posmodernidad –al fin y al cabo por aquellos años la cosa estaba aún en mantillas (creo recordar que el libro de Lyotard es del 78)- y por su cesión del concepto al pensamiento político conservador.

  7. Sr. Arbeloa, iba a contestar su pregunta, pero veo que el sr. Montesinos ha dado una respuesta que asumo enteramente. «A nadie que se considere “de izquierdas” -si es que a alguien le apetece etiquetarse, que no suele ser mi caso- le caen con total indiferencia algunas de las aseveraciones más extremas o incluso abusivas que nos encontramos en los textos de este autor demasiado influido del espíritu romántico tardío de su época. (…)Nietzsche es un “tóxico”, un estimulante que puede despertarnos cuando nos hemos confortado a la fácil hipnosis del bienestar burgués, pero un aniquilador cuando no se cuidan adecuadamente las dosis».

    Le felicito otra vez, sr. Lillo.

    ¿Y qué decir de Lou Andreas-Salomé?

  8. Gracias D. Justo por el enlace,pero ya había leído el artículo de D. Alejandro Lillo.que es magnífico,oportuno y valiente.
    Casualmente, estoy releyendo a Blasco Ibañez y en concreto estoy leyendo «La barraca».Viene al pelo,porque Blasco Ibañez ya refiere los dos mundos que se dan en los valencianos, el mundo burgués de la capital, alejado del campo en todo, excepto en aquello que sirve para sacarle una tajada usurera,como en la leyenda urbana de época,la del sacamantecas.El otro lado,el labrador alejado de la ciudad, a la que ve como ese monstruo que solo quiere su sangre y la de su familia. Como muy acertadamente dice el Sr. Lillo estamos igual,con los burgueses queriendo arrasar lo que hay de bello y tradicional,lo que es del pueblo.
    Precisamente, ellos, que tanto defienden las tradiciones (las cutres y folklóricas añadiría yo),quieren arrasar con lo que queda de tradición en las zonas más cercanas al pueblo, entre ellas el Cabanyal.Lo mismo que hace más de 150 años, cuando Batiste y Pimentó se enfrentaban a muerte por culpa de los usureros burqueses de la capital, ahora se enfrentan los que quieren partir el Cabanyal en canal y los que no quieren, unos y otros pensando que saldrán de la pobreza o al menos podrán sobrevivir.
    Precisamente Alboraya es una zona apetecible para implantar una nueva forma de exprimir al pobre en este caso,trabajador que vive para tener una casa como en aquellos tiempos luchaba para tener tierra en la que trabajar.¡Que poco hemos cambiado!. O nada.
    Felicitaciones pra el Sr. Lillo.

  9. Le visitan insignes fantasmas, no se quejará, señor Serna… y este es por cierto un fantasma que tiene mucho que contar, no solo de Nietzsche. Una compañera de la Facultad se planteó en su día hacer su tesis con el título «La mujer en Nietzsche». Se encontró con algunas barbaridades como aquello de «¿Tratas con mujeres?, saca el látigo», y se espantó con razón, de manera que, al interesarse especialmente por la figura de Salomé, acabó cambiando el título por «La mujer de Nietzsche»… También acabó desechando esta opción, claro.

    Creo que Lillo da en el clavo respecto a los juicios un tanto gruesos que Habermas dedicó a los llamados «postmodernos» -un vicio en el que han caído compatriotas habermasianos como José Mª Mardones-, pues, ciertamente, el propio Habermas se dio cuenta después de que aquel era demasiado grueso y sus calificativos no excesivamente bien informados. En «El discurso filosófico de la modernidad» Habermas da a entender que los textos de Nietzsche llevan al pensamiento a un callejón sin salida, reinvindican los derechos del irracionalismo y clausuran cualquier camino del pensar que no desemboque en el nihilismo y la recaída en el mito. El verdadero objetivo es denunciar el vacío intelectual que abre en torno a sí la figura de Heidegger, verdadero heredero directo -aunque ciertamente crítico- del autor de Zaratustra. No comparto en absoluto este diagnóstico, pero es difícil entrar en diálogo con quienes, asumiéndolo sin sospecha, concluyen en que es mejor olvidar a Nietzsche porque estaba loco, a Heidegger porque era un nazi o a los posestructuralistas franceses porque solo saben de retóricas vacuas. Y como decía mi abuela, «así la gente se avía mejor».

    Me parece por cierto sumamente interesante la evolución que, en este sentido, ha tenido el mas sabio de los habermasianos españoles, Manuel Jiménez, quien en las dos últimas décadas ha ido arrinconando a Habermas en favor del estudio de los textos heideggerianos. Todo un síntoma de que algo ha quedado impensado en esa tradición supuestamente «irracionalista» que se abre con la irrupción de Nietzsche en la historia del pensamiento.

    Me dirijo al señor Lillo respecto a la condición de Foucault como historiador. Ya hace mucho que dejó de preocuparme la condición de experto o profesional del filósofo. Para mí Foucault es un filósofo en la medida en que hace historia, no «historiografía», desde luego, en el sentido más académico del término, sino en el del rastreo de las condiciones de emergencia en el tiempo de los juegos de verdad y los valores, los regímenes de lo aceptable o el proceso de constitución histórica de los sujetos. De igual manera, Nietzsche y Heidegger son «filólogos»… ¿para qué seguir?

    Que yo lea -gracias por cierto a usted- «La gran matanza de gatos», o, por consejo en este caso del señor Serna, «El queso y los gusanos», es aconsejable no porque la mía sea supuestamente mirada de filósofo que se acerca a la historia, sino porque tales libros me han hecho saber cosas que «necesito» saber. Vamos, que lea usted -si aún no lo han hecho- «Historia de la locura en la época clásica» y verá como no le desilusiona. Y no lo haga con esa fruslería que llaman «mirada de historiador», le ahorrará problemas.

  10. Señor Lillo, hasta ahora le he felicitado por haber publicado su artículo, ahora, tras leerlo, lo hago por su contenido. Creo que su argumentación es solvente y bien informada, hasta el punto de que me ha revelado cosas de mi ciudad que desconocía. Si me permite poner un pequeño pero, yo habría incidido sobre el tema de la Televisión Pública (?) Valenciana, pieza fundamental de todo el armazón que ha otorgado sensación de consenso social a un régimen urbanístico terrible.

    Tras leerle a usted, leo también los pormenores en torno al triunfo -aunque no definitivo- de la reforma sanitaria de Obama en el Senado. No es mi intención cambiar de tema, pero creo que estamos ante un acontecimiento de extraordinaria trascendencia.

  11. Un saludo a TODOS/AS , me alegra ver que han salido indemnes de estas fallas o así lo parece por el contenido de sus intervenciones.

    Sr. Alejandro, le felicito por su artículo, es muy interesante .Me parece especialmente imaginativo.
    Esa comparación con el ensanche es una manera de ponerte delante lo ridículo y el tamaño despropósito que supone lo del Cabanyal, a nadie se le ocurriría pensar en arrasar el ensanche.
    El título es un reclamo publicitario que logra atraer la atención de una manera curiosa.Enhorabuena.

  12. Amé a Nietzsche porque quería conquistar a Lou… Empiezo por el final, pero la confesión era necesaria. La revelación, no.

    Más tarde, cuando conocí a Lou (a las sucesivas Lou que me entraron y salieron de mi vida) olvidé a Nietzsche y me fui a por Cioran. En el vacío de su agujero negro -ese espejismo tan repleto de incoherencias lógicas como de destellos irracionales: así se equilibran siempre las balanzas bien ajustadas- descubrí que Lou no existía (y que, sin embargo, allí estaba: ese era único lugar en que podía encontrarla y no perderme;-)

    Abrazos y bona nit…

  13. Arnau y restantes amigos, el domingo por la mañana estuve visitando el Cementerio de Valencia. El motivo no era luctuoso, sino académico: una investigación que Anaclet Pons y yo estamos revisando. Se trataba, pues, de otra visita más para confirmar o desechar ciertas explicaciones o impresiones sobre de la muerte burguesa, sobre la actitud funeraria de las familias distinguidas del siglo XIX. Hay panteones más o menos rumbosos, de los que ya hemos hablado en otros libros y hablaremos en el nuevo que estamos revisando…

    Descubrí que el de Gaspar Dotres, el segundo panteón más antiguo y uno de los más bellos (simula un templete griego, hecho con mármol de Carrara) está a punto de derrumbarse. Si no estamos equivocados, el panteón carece de actuales propietarios: se extinguió el linaje de Dotres. Por tanto, su deterioro es imparable… salvo que el Ayuntamiento actúe para salvar dicho monumento.

    Felizmente, los responsables municipales han intervenido. Han intervenido, sí: han puesto una valla. Así no tropezamos con los cascotes o con la piedra que pueda caer. A su vera, otro panteón noble del Ochocientos, el de los marqueses de Tremolar, tiene algunas de sus esculturas por el suelo. Creo recordar que también una valla nos protege del avance imparable de la destrucción.

    Como decía Miguel de Unamuno, qué país, qué paisaje y qué paisanaje.

  14. Leo y releo en Humano, demasiado humano, en la versión de Alfredo Brotons para Akal, algunos aforismos que ahora reproduzco. Unos pocos que nos levantan los velos y que nos quitan los frenos. No son expresión de un cinismo, sino destrucción de lo supuesto, de lo presuntamente obvio o universal:

    -”La mentira. ¿Por qué en la vida cotidiana los hombres dicen la verdad la mayoría de las veces? No por cierto porque un dios haya prohibido la mentira. Sino, en primer lugar, porque es más cómodo; pues la mentira requiere invención, disimulo y memoria. (Por eso dice Swift: quien cuenta una mentira rara vez se da cuenta de la pesada carga que se impone; en efecto, para sostener una mentira le hace falta inventar otras veinte.) Luego, porque en circunstancias simples es ventajoso decir directamente: quiero tal, he hecho cual, etcétera; por consiguente, porque el camino de la coerción y la autoridad es más seguro que el de la astucia. Pero si el niño se ha criado en circunstancias domésticas complicadas, maneja la mentira con la misma naturalidad e involuntariamente dice siempre lo que le conviene; un sentido de la verdad, una repugnancia por la mentira en sí le son enteramente extraños e inaccesibles, y miente por tanto con toda inocencia”.

    -”Adónde puede conducirnos la sinceridad. Alguien tenía la mala costumbre de a veces expresarse con entera sinceridad sobre los motivos por los cuales actuaba y que eran tan buenos o tan malos como los motivos de todas las personas. Primero suscitó escándalo, luego recelo, poco a poco fue proscrito y desterrado de la sociedad, hasta que finalmente la justifica se acordó de ser tan depravado en una ocasión en que de ordinario no solía tener ojos o bien los cerraba. La falta de discreción sobre el secreto general y la propensión irresponsable a ver lo que nadie quiere ver –a sí mismo– le llevaron a prisión y a una muerte prematura”.

    -”La esperanza. Pandora trajo el tonel de los males y lo abrió. Era el regalo de los dioses a los hombres, por fuera un bello y seductor regalo, etiquetado como ‘tonel de la dicha’. De allí salieron volando todos los males, seres vivientes alados: desde entonces andan vagando y causando daño a los hombres día y noche. Cuando Pandora cerró la tapa por voluntad de Zeus, un único mal no había aún escapado y quedó dentro del tonel. Tiene ahora el hombre para siempre el tonel de la dicha en casa y piensa maravillas del tesoro que en él tiene; está a su disposición y se sirve de él cuando le place; pues no sabe que ese tonel que Pandora trajo era el de los males, y considera el mal que quedó dentro como el bien supremo: es la esperanza. En efecto, Zeus quería que el hombre, por atormentado que estuviese por los otros males, no se quitase la vida, sino que continuara dejándose atormentar siempre de nuevo. Para ello le da al hombre la esperanza: ésta es en verdad el peor de los males, pues prolonga el tormento de los hombres”.

    -”El cristianismo como antigualla. Cuando un domingo por la mañana oímos repicar las viejas campanas, nos preguntamos: ¿será posible? Esto se hace por un judío crucificado hace dos mil años, que dijo ser hijo de Dios. Falta la prueba de semejante afirmación. No cabe duda de que en nuestros tiempos la religión es una antigualla subsistente desde época muy remota, y el hecho de que se crea esa afirmación –mientras tan estricto se es en el examen de las aserciones– es tal vez la parte más antigua de esta herencia. Un dios que engendra hijos con una mujer mortal; un sabio que incita a no trabajar más, a no juzgar más, sino a atender a los signos del inminente fin del mundo; una justicia que acepta al inocente como víctima propiciatoria; alguien que ordena a sus discípulos beber su sangre; oraciones por intercesiones milagrosas; pecados cometidos contra un Dios, expiados por un Dios; temor de un más allá cuya puerta es la muerte; la figura de la cruz como símbolo en una época que ya no conoce la condena y la vergüenza de la cruz; ¡qué hálito estremecedor nos lanza todo esto, como procedente del sepulcro de un remotísimo pasado! ¿Cómo creer que algo así sea todavía creído?”.

    -”Promesas de la ciencia. La ciencia moderna tiene como meta el menor dolor posible, vivir tanto como sea posible; por tanto, una especie de felicidad eterna, ciertamente muy modesta en comparación con las promesas de las religiones”.

    -”Para la explicación del ascetismo. Hay una porfía contra uno mismo entre cuyas exteriorizaciones más sublimes se cuentan muchas formas de ascetismo. Ciertas personas tienen, en efecto, tan gran necesidad de ejercitar su poder y su ansia de dominio, que, a falta de otros objetos o por haber fracasado siempre, caen finalmente en la tiranización de ciertas partes de su propio ser, por así decir, secciones o grados de sí mismas. Por eso más de un pensador sostiene puntos de vista que a todas luces no sirven para aumentar o mejorar su reputación; más de uno concita expresamente sobre sí el desprecio de otros, mientras que le sería fácil seguir siendo, mediante el silencio, un hombre respetado; otros revocan opiniones anteriores y no temen ser llamados en lo sucesivo inconsecuentes: por el contrario, se esfuerzan en ello y se comportan como jinetes temerarios a los que como más les gusta el caballo es desbocado, cubierto de sudor, espantado. Así el hombre asciende por peligrosos caminos a las más altas cumbres para burlarse de su medrosidad y de sus rodillas temblorosas; por eso sostiene el filósofo enfoques de ascetismo, de humildad y de santidad, cuyo resplandor desluce su propia imagen del modo más horrible. Este despedazarse a sí mismo, este escarnio de la propia naturaleza, este sperneri se sperni que tanto han exaltado las religiones, es propiamente hablando un grado muy elevado de vanidad. Toda moral del Sermón de la Montaña cabe aquí: el hombre tiene una verdadera voluptuosidad en ultrajarse mediante exigencias excesivas y en deificar después este algo tiránicamente imperioso en su alma. En toda moral ascética adora el hombre una parte de sí como Dios y tiene para ello necesidad de diabolizar la parte restante”.

    Continuará…

  15. Efectivamente, sr. Montesinos, la misoginia de Nietzsche es un asunto habitual en las discusiones… Lo que tiene de repudiable no nos impide, como bien señala, regresar a Nietzsche. La misoginia es, seguramente, uno de los pocos asuntos que Nietzsche no se diagnosticó adecuadamente, uno de los problemas de los que no supo o no pudo hacer su genealogía.

    ¿Nos lleva Nietzsche al vacío? Por supuesto que nos lleva al vacío, pero no en la acepción que se le atribuye corrientemente, sino en su deriva más radical o liberadora: no hay basamento que te afirme, no hay tierra bajo los pies, no hay asidero al que agarrarse, no ha excusa que te salve de ti mismo. Esa «emacipación» de la moral angustia o exalta, seguro. Dios ya no te asiste. Pero esa falta de frenos puede conducir a la moral del bruto que se impone sin piedad…

  16. Don Arnau, muchísimas gracias por sus palabras, me alegra que le haya gustado el artículo. En efecto, don David, Canal 9 merecía alguna mención en el texto. Méritos contraídos tiene de sobra. Quizá en el próximo artículo. Doña R., muy amable, cuando nos veamos ya le comentaré de quién fue la idea del título.

    Don David, leeré a Foucault, y descuide, que no sé lo que es la “mirada del historiador”. Simplemente leo lo mejor que puedo e intento entender, luego llego hasta donde llego.

    Lo del cementerio de comenta el señor Serna es una pena. Allí hay tumbas que son auténticas obras de arte, realizadas por el mejores artistas de la época, verdaderos maestros de la escultura. Las vallas de las que habla don Justo me recuerdan a esas mallas verdes que cuelgan de las fachadas de las mansiones antiguas y que ya comienzan a formar parte del paisaje de nuestra ciudad. Parece ser que están ahí para evitar que, si se desprende algún trozo de la fachada, los viandantes sufran daños. Cuando paseo por el centro u otros lugares “históricos” cada vez veo más y más mallas verdes colgando de las fachadas. Parece que no hay dinero para arreglar las casas.

    Con respecto a Obama, una reflexión, con independencia de cómo termine el asunto. No me dirán que no resultas curiosa la deriva de los USA con respecto a la de la UE. Mientras que aquí lo que nos estamos planteando es comenzar a cobrar –aunque sea de manera simbólica-las visitas a la seguridad social, en los EE.UU de América están actuando de forma contraria. Sé que las situaciones son distintas, así como los problemas a los que tienen que hacer frente unos y otros. Pero es curioso, mientras unos otorgan derechos, otros parecen estar más por la labor de reducirlos. Quien lo diría.

  17. Sí, es curioso, Alejandro, no lo había pensado,pero parece que los caminos del Viejo y el Nuevo Mundo vuelven a cruzarse en direcciones opuestas. Lo más curioso es que la clave del proyecto de Obama, más que la voluntad solidaria de cubrir las necesidades médicas de los pobres, es la de abaratar los costes disparados de un sistema de concertación de seguros médicos que se ha vuelto ruinoso, debido a la inepta gestión y los abusos de las empresas encargadas. Todo un síntoma de lo que pasa cuando derechos fundamentales, en pro de una supuesta buena gestión, se «externalizan», como se nos dice que habría que hacer aquí, como usted sugiere en su artículo.

    En relación al tema del Canal 9, aparte de por fastidiarle un poco, entendí desde el momento en que le puse ese «pero» que la extensión del artículo y la vastedad del tema no permitían atar todos los cabos. En cualquier caso es tema del que debemos hablar. Le reitero la enhorabuena por el artículo.

    En cuanto a lo de Nietzsche con las mujeres, a lo cual se refiere Justo Serna en su última intervención… uhmmm, pobre, yo creo que no le fue demasiado bien con el otro sexo, cosa que no me sorprende demasiado, pues debía ser un pelmazo. Por cierto, su alter ego pesimista, Cioran, no menudeó más contacto con las mujeres en su vida que el de las prostitutas, sospecho que por dificultades similares a las de Nietzsche. En cualquier caso, mi intuición me indica que hay una distancia entre los modales cotidianos y lo que Nietzsche escribía. En sus textos arremetía contra todo lo que se moviera, en su trato creo que era cortés y generoso, en ningún caso agresivo. Quedó muy resentido por las continuas negativas de Lou Andreas Salome a sus peticiones de matrimonio, y es posible que de ahí que cargara tanto contra el «eterno femenino» y cosas por el estilo. No seré yo quien defienda aseveraciones intolerables, incluso para un escritor de tiempos victorianos, pero sí debemos detenernos sobre cierta sospecha: algunos a los que peor he oído hablar de las mujeres fueron amantes apasionados y acaso excesivos, sentían una fascinación desmedida por lo femenino; por contra, algunos de los tipos más políticamente correctos que he conocido eran absolutamente despreciativos y hasta maltratadores en su trato con las mujeres… Son los pliegues de un laberinto los que surcan el cerebro humano.

  18. Acabo de leer el capítulo dedicado a Nietzsche en ‘Los Simpson y la filosofía’, de Irwin, Conard y Skoble. Me lo ha recomendado mi hijo. Buen muchacho. Desde luego no es una gran síntesis del pensamiento filosófico, pero es una aguda reflexión a partir de analogías televisivas. Los Simpson son un misterio de nuestro tiempo, un misterio del que el sr. Montesinos sabe mucho, según nos mostró en su libro ‘La juventud domesticada’.

    Bart es el chico malo de Springfield. ¿Es Nietzsche el chico malo de la filosofía? El pobre Bart no sale muy bien parado del capítulo que le dedica Conard. Seguramente, como dice el autor, el hijo de Homer es un jovencito que ha perdido los valores tradicionales pero no tiene grandes capacidades para afirmarse a sí mismo, para crearse, para hacer de su vida una obra de arte.

    Bart tiene excusa. Convendríamos con él en que esta tarea es desmesurada. Es lo que se propuso Nietzsche, sí. No sé si es lo que razonablemente nos podemos proponer. ¿Nos conformamos con una modesta, modestísima labor artesanal, modelar este barro informe?

  19. Sr. Arbeloa, ¿de qué nos burlamos? No sé qué hemos hecho mal. Sin ánimo de molestar: póngale un poquito de humor.

    Reciba un saludo.

  20. Todos vamos un poco de listos. La cuestión está en si sabemos reírnos de nosotros mismos. Por cierto, un chiste de Woody Allen que alguien John Carlin recordaba ayer en su excelente artículo de El País. Un humorista se plantea que el summum de su profesión sería hacer reír a Dios.

    -«¿Cómo podría conseguirlo?»
    -«Cuéntale tus planes»

    Circula por internet un video en el que los filósofos de la historia juegan un partido de fútbol. Aristóteles y Platón, forman la defensa, Marx sale en la segunda parte para revolucionar el partido. ¿Y Nietzsche? Nietzsche se pasa el partido cuestionando la autoridad arbitral.

  21. No esperaba encontrarme un comentario tan gracioso como el suyo a estas horas. Ja, ja, ja. Muy oportuno, Sr. Montesinos.

  22. Hablando de fútbol, el sr. Montesinos recomendaba a Alejandro Lillo leer al filósofo que se calzó la botas de historiador: Michel Foucault. «Vamos, que lea usted -si aún no lo han hecho- “Historia de la locura en la época clásica” y verá como no le desilusiona. Y no lo haga con esa fruslería que llaman “mirada de historiador”, le ahorrará problemas».

    Es curioso, sr. Montesinos: los historiadores no siempre miran mal. Observe lo que decía Nietzsche en el primer aforismo de ‘Aurora’:

    «Todas las cosas que viven largamente se embeben paulatinamente de razón hasta tal punto, que su descendencia de la sinrazón se hace inverosímil. ¿No suena paradójico y sacrílego casi todo relato exacto del surgir de un sentimiento? El buen historiador ¿no ‘contradice’, en el fondo, constantemente?»

    Más o menos en eso nos esforzamos algunos que miramos como historiadores: en contradecir de vez en cuando.

    Saludos.

  23. Hola, buenos días. Pues qué le voy a decir: que lamento que usted se vaya sientiéndose ofendido. Pero adiós. Qué le vamos a hacer. Hay personas que se van enrabietadas. Sepa usted que no es el primero que abandona la escritura, no sé si la lectura. Más que ser, la ofensa se vive o se percibe. ¿Es un hecho? Es una interpretación.

    Pero dejemos esto. Hay que levantarse porque, como decía Jimmy Fontana con un sentido abiertamente nietzscheano, «gira, il mondo gira / nello spazio senza fine / con gli amori appena nati, / con gli amori già finiti / con la gioia e col dolore / della gente come me». En efecto, las cosas siguen su curso: «Il mondo, / non si é fermato mai un momento, / la notte insegue sempre il giorno, / ed il giorno verrà…»

  24. Aunque he estado un par de días en paradero desconocido,ahora leo dos comentarios que me parecen importantes y no es por que puedan hacer diverger el espíritu del post, sino reafirmarlo.
    Uno es el atinado comentario de D. David sobre la televisión, más que pública ,popular valenciana.Hay que decir que en ese nuevo No-Do a la valenciana hay profesionales que están aherrojados,enmudecidos. Me pueden argüir que si no les gusta la línea editorial ¡que bien queda eso de la «línea editorial!, que se vayan.Quiero recordarles que ha habido movidas, entre ellas las de los guionistas y de algunos redactores, con el colofón del acoso a las periodistas.Por lo menos,que sepan que reconocemos su existencia y que con esos profesionales,nos solidarizamos,al menos yo.
    El otro comentario destacable es el paseo por el cementerio de D. Justo,paseo que le ha dejado más melancólico de lo que se suele uno quedar al visitar un cementerio y más en una día brumoso. Las ruinas de los panteonens de familias que quisieron demostrar,incluso después de la muerte, que eran poderosas y que nada podría derrumbar sus ostentosas tumbas producen una cierta tristeza. ¡Ya ven ustedes en que queda un ser humano,una familia cuando la muerte los aniquila!.En momias, en polvo, en ruinas,en nada.Pero aquí hablamos del derrumbe social de cierta parte de la alta burguesía, la de ofrenar noves glories a Espanya y que también recogió la muestra de la Exposición que organizó D. Justo.A esa alta burguesía,la de las tierras de Alboraya y más tarde de la Ribera, la ha sucedido una burguesía del ladrillo y del cemento, del más tengo, más quiero y al precio que sea. ¿Cómo van a restaurar los panteones de aquellos a los que han conseguido barrer y substituir y del que son exponente los amigos de Ecclestone y alguno que está detrás del teatro de guiñoles, moviendo los hilos?. Esos no quieren una Exposición para mostrar nuestros productos agrícolas, industriales, turísticos. Quieren unos eventos que los tengan en primera plana informativa,aunque solo sea de su No-Do particular, las 24 horas del día, ocultando la podredumbre en la que están enterrando a la ciudad.Y enncima se ponen el dedo en la boca para acallar unas voces que se suponen de los suyos.

  25. Tiene usted razón, don Justo. Hay gente que se va enrabietada, y sus explicaciones, caso que las den, no convencen a nadie. Pero allá ellos.

    Lo que pasa es que ese comentario suyo, me ha provocado la necesidad de explicar, aquí, en foro público, que yo también me he ido enrabietada, pero conmigo misma -nunca podría ser de otra manera- y no estoy en paradero desconocido (¡hola, don Arnau) sino atrincherada tras mis neuras, sin dejar de leerles en ningún momento.

    Así que, un saludito cariñoso a todos, y hasta pronto (espero).

  26. Querida Marisa, no sabe la alegría que me da saber de usted. Ya sabe que pronto nos veremos. Un fuerte abrazo.

    Arnau, es usted muy generoso. He de escribir para la semana que viene mi colaboración para El País: no sé si escribirla sobre Canal Nou o sobre el lamentable estado de algunos panteones en el Cementerio. De C9 escribí hace unos años: mejor dicho, sobre ‘Noticies 9’, al que ya entonces calificaba de lugar del excremento. Qué barbaridad, qué exceso verbal.

  27. Mi querido y admirado D. Justo.No soy generoso.Solo quiero ser justo (y no Serna,sino con Serna).
    Dada mi avanzada edad,que me permite decir alguna tontería,le sugiero que hablé de los panteones.Es lo que mejor nos va a los valencianos en estos momentos,como contraposición al fulgor de las glorias terrenales de nuestros mandamases.Un fuerte abrazo y que , como decía, creo, que Joselito el Gallo, que Dios reparta suerte y si no los dioses del Olimpo.

  28. Hola, Isabel, dada la adoración que siento por nuestro común amigo, el señor Lillo, debo aclarar -sospecho que me expliqué mal el otro día- que no le acuso de «mirada de historiador». Es más, sería una temeridad meterme con los historiadores en estas páginas, dado que estoy rodeado de ellos, como lo estoy también en mi vida personal. Y aunque así fuera, tampoco sé si es malo tener mirada de historiador y si es peor que tenerla de filósofo. Fue precisamente un gran seguidor de los textos de Nietzsche, Michel Foucault, al que usted cita atinadamente, quien en uno de sus más conmovedores artículos -«Nietzsche, la genealogía, la historia»- aseveraba aquello de que «¿Creemos en la perennidad de los sentimientos? Pues todos, y sobre todo los que nos parecen más nobles y desinteresados, tienen su historia» En cierto modo, lo que los historiadores Nietzsche y Foucault reprochan a la historiografía convencional o académica es el de no ser consecuente hasta sus últimos extremos con el carácter temporal de los valores, las verdades y las instituciones humanas… el de no ser en sumar suficientemente «historia». El mal historiador es como aquella profesora falangista de historia que tuve en el colegio y que me obligaba a aprender los reyes godos y hablaba de «España» como una verdad imperecedera que se hubo de abrir paso a lo largo del tiempo frente a toda suerte de enemigos -los «sarracenos», por ejemplo-. El mal historiador maneja los conceptos en sentido metafísico, como si siempre hubieran guardado su sentido, como si no hubieran sido saqueados, violados, sufrido hemorragias y mutaciones a lo largo de los siglos. La ciencia histórica debe despertar -esta es la verdadera Aurora-: asumir el carácter caótico de todos los orígenes, reconocer en las instituciones que cristalizan la huella de la profunda dispersión de la que provienen. Fíjese, en cierto modo mi problema es con lo que de «filosófico» -entendiendo filosofía en sentido metafísico- tiene todavía el trabajo del historiógrafo: «La historia», continúa Foucault, «con sus intensidades, sus desfallecimientos, sus furores secretos, sus grandes agitaciones febriles tanto como sus síncopes, es el cuerpo mismo del devenir. Hay que ser metafísico para buscarle un alma en la idealidad lejana del origen». Se trata,una vez más, de intentar entender las proporciones de aquel desafío nietzschano: «rescatar la inocencia del devenir», con el que recoge, miles de años, después la herencia nunca suficientemente pensada de la escuela de Efeso. Si me interesan los escritos historiográficos del señor Serna es en gran medida porque presiento algo de todo esto en ellos, como lo presentí en su momento en los de Ginzburg o en los de Juan Goytisolo.

    Nada más lejos de mi propósito que cuestionar al historiador en lugar del filósofo o alguna cosa por el estilo, ese en todo caso sería un problema entre expertos y académicos, que son los que se preocupan más por aquello de las competencias profesionales.

    Respecto a lo que comenta Justo en su última respuesta a nuestro colérico Arbeloa, presiento que le hace el inmenso honor de insertarlo en la tradición de «los Bartlebys» sobre los que tan fecundamente disertó Vila-Matas, aquellos escritores cuyo verdadero designio fue fatalmente contradictorio: lo que verdaderamente les definió fue la necesidad de dejar de escribir.

    En algún momento, amigo Arnau, además de sobre Canal 9 me gustaría conocer su opinión sobre la reforma sanitaria de Obama, sobre la que, por distintas razones, creo que usted y Paco Fuster podrían ilustrarnos.

  29. Gracias, ha sido estupendo leer el post y sus comentarios. Aunque la escuela de Frankfurt no salga muy bien parada.
    Disfrutaría muchísimo si pudiera leer algo semejante sobre Wittgenstein.
    Besos

  30. Señor Serna, sobre el abandono de ese monumento artístico y arquitectónico que es el cementerio general, por parte de nuestro ayuntamiento, ese que presume de «defender todo lo valenciano hasta la muerte», se podrían escribir páginas y páginas. Yo tuve la suerte de visitarlo, -y sacar muchas fotos para un libro que publicó después,- acompañado de Don Miguel Ángel Catalá, que se lo conoce hasta su último rincón y me lo explicó de una forma deliciosa, y no sólo los panteones arquitectónicamente interesantes, sino multitud de lápidas normales, realizadas por escultores valencianos importantes, sobre todo de aquellos que no estaban en el bando «correcto» y tuvieron que hacer de todo para poder comer, que se desparraman a lo largo del cementerio. Todo esto lo digo porque a mí si que me gustaría que su intervención fuera sobre el lamentable estado de algunos -muchos panteones- que son obras de arte e importantísimo patrimonio cultural de todos nosostros, por lo menos para ver si ello remueve alguna conciencia y alguien intenta al menos hacer algo, ya que lo que dice usted del panteón de Virginia Dotres es algo que hace tres o cuatro años ya estaba así y que antes tambien estaba así y que seguirá estando así por los siglos de los siglos. y ójala no sea Amén.
    *Como no se su correo le daré esta tarde a Alejandro, una foto mia y un pequeño resumen de Miguel Ángel Catalá sobre este panteón

  31. Mi muy apreciado Sr. Montesinos (lo de apreciado lo digo con el corazón en la mano).
    La reforma sanitaria del Sr. Obama es totalmente apreciable. Y lo es porque hay que valorar desde donde se empieza la reforma, que no es desde cero, sino desde el infierno.

    Los españoles no podemos valorar la reforma de Obama, porque siempre valoramos nuestra sanidad desde cero, cuando somos un referente, no mundial, porque estamos por debajo de los países nórdicos (algún día les contaré mi aventura equinocial), pero sí que somos un referente.

    Obama les da oportunidad a los que se mueren por no tener el dinero suficiente para poder ser asistidos (ni siquiera pueden pagarse sus seguros libres,en el sentido español de la palabra, que son caros y malos).
    Participé, hace años, en una mesa redonda sobre el bienestar social, el día en que se quemaba la Sierra Calderona.Decía yo, en aquella mesa redonda, que la asistencia sanitaria era el segundo gran poder económico, solo por detrás de las empresas del armamento. Nadie lo entendió. Pero, hoy, repito, que la asistencia sanitaria, es un poder económico y político muy, pero muy importante. Obama lo ha desafiado, esta vez con éxito.
    Los estadounidenses, los que están bajo la esclavitud del préstamo, no comprenden que los que no pueden pagar sus seguros sanitarios están desposeídos por su igualitaria Constitución, de un derecho que les otorga esa Constitución, ser saludables y sanitariamente asistidos. Y se quieren enfrentar a él, como el Gobernador de Virginia.

    Obama conoce las carencias de su pueblo, del pueblo pobre, que hasta ayer mismo estuvo carente de derechos al voto, por ejemplo. Dicen que alguien de su familia murió por no tener asistencia sanitaria. ¡Cuántos años les llevamos por delante los españolitos a los que una dictadura, para calmar los ánimos, nos dio derecho a tener una asistencia sanitaria, y luego la democracia la extendió a todos los ciudadanos!

    Quiero hacer un llamamiento. ¡Defendamos todos lo que les ha sido aprobado por ley a los estadounidenses y que los españoles disfrutamos (a veces a regañadientes y sin demasiada razón) desde hace años, todos los ciudadanos y ciudadanas! (mal que les pese a los peperos).

  32. Pues a la sanidad española le queda un larguísimo camino que recorrer para estar al menos a las puertas de lo que es el sistema sanitario alemán.
    Y muchos sectores, no digamos ya en salud mental.

  33. Sr o Sra Mita.¿porque menosprecia el sistema sanitario español?.Tenemos una asistencia sanitaria que es pionera mundial en muchos campos,por ejemplo, en el de los trasplantes,por poner un ejemplo.En otros campos, en neurológico o el neuorquirúrgico, vamos sino por adelante, por lo menos a la par que otros sistemas sanitarios.
    Cierto es que el sistema sanitario alemán estuvo en la cabecera de la sanidad mundial.Pero fue hace muchos años.Ellos mismos lo reconocen.
    Ahora, en este este momento,el sistema sanitario español no está por detrás del alemán,ni siquiera técnicamente.Se lo digo desde mi terreno de juego que es el de una especialidad puntera:la Neurocirugía.
    Conozco a algunos especialistas de mi especialidad alemanes, que se asombran del salto que ha dado la sanidad española en todos los campos y especialemnte,el de los trasplantes,por no decir en el campo neuroquúrgico.

  34. Sr. Arnau, solo hace falta visitar los hospitales o lo que ustedes tienen: ambulatorios.
    La atención psíquica del ciudadano de a pie ahí consiste en enviarlos a sus casas con psicofármacos.
    Es cierto que en los quirófanos la situación ha mejorado muchísimo, en cuanto a avances tecnológicos también.
    Sra. Mita

  35. Sr. o Sra Mita ¿que dice de ambulatorios?.Creo usted no tiene ni idea del sistema sanitario español.Porque hablar de ambulatorios en este momento es no tener ni idea.
    En cuanto a la atención psíquica, ¿Se refiere usted a la germana o a la suiza?.

  36. Sr.Arnau. Nada.
    La investigación neuroquirúrgica o cualquier otra (lo sabemos todos) es un asunto y la calle otra.
    La atención psíquica a la que me refería es la que ofrece el sistema sanitario español, si se le puede llamar así.
    Sus ambulatorios masificados en poblaciones de 20.000 habitantes, a esos me refería.

    En cualquier caso, a mí me interesa mucho más Nietzsche, la verdad.

    Gracias.

  37. Bueno el cementerio de Valencia aún esta en pie. El Sr Rus se ha propuesto destruir el de Xàtiva, a tramos, lentamente, para que no se note mucho, y dado su estado de deterioro, parezca una obra pública razonablemente necesaria. El Cementerio de Xàtiva es de mediados de siglo XIX, una de las medidas higiénico-sanitárias que llega con revolución burguesa. Posee una capilla y algunas tumbas valiosas e interesantes artísticamente. Pero también es parte de la memoria histórica de la ciudad. Con la destrucción va a desaparecer la memoria de los muertos y una fuente histórica, a veces, fundamental. Además de destruir el contexto artístico de las dos calles que llevan a la capilla.
    Hace unos meses tuve que reclamar a parte de los muertos de mi familia enterrados en las manzanas amenazadas por la piqueta. Fui al cementerio, encontré las tumbas, y de paso, me paré a inspeccionar detenidamente la magnitud de la destrucción. Solo con una ojeada se puede evaluar la pérdida tan enorme que supone. A través de las lápidas, inscripciones y demás elementos ornamentales se pueden extraer muchísimas conclusiones de la sociedad de la época: cómo querían a la persona que reposa, incluso cómo interpretaban su muerte, el oficio al que se dedicaba, los años que tenía. Me quedé sobrecogida ante la magnitud de la destrucción que en breve se ejecutará.
    Pero, además de la reflexión puramente histórica me hice una reflexión personal. Qué es lo que estaba haciendo allí, caminando entre tumbas, e intentando salvar de la fosa común unos cuantos huesos de personas que no conocí. Al final me di cuenta que lo que defendía era la memoria y el respeto a mis antepasados, a sus vidas, a su trabajo, a su sociedad, a sus manifestaciones artísticas.
    Supongo que esto les importa bien poco a esta gente del PP, tan interesada en hacer negocio. Que un barrio le estorba, pues lo tira, que hay que cargarse un cementerio, pues se lo cargan con tal de ganar dinero, todo vale. Además los muertos no protestan ni organizan manifestaciones.

  38. Mita, bienvenida. Un honor tenerla por aquí. Veo, además, que en su blog manifiesta un enorme interés por Javier Marías. Lo compartimos. Acabo de poner un enlace permanente a su blog: http://corrientesdeaguayazahar.blogspot.com/

    Es muy interesante el debate sobre la sanidad, pero carezco de criterios firmes para poder pronunciarme. Sólo un mero usuario que no puede comparar con otros países: no he tenido necesidad de usarlos fuera de España.

    Les voy a hacer caso, Arnau y Rafael. Escribiré sobre los panteones para ‘El País’. Una cosa breve, claro. No puedo extenderme. Y tendré en cuenta las atinadas observaciones de Inés Climent.

    Hombre, sr. Montesinos, a comienzos de los ochenta leí con mucho interés las ‘Crónicas sarracinas’, de Juan Goytisolo. Bueno, entonces, yo leía con mucho interés casi todo lo que publicaba Juan Goytisolo. Ahora ya no. Pero lo releo con periodicidad imprevisible. Es un honor que crea percibir en lo que escribo semejantes enfoques sobre el pasado… Por otra parte, tengo que escribir para esta primavera una reflexión sobre Michel Foucault y los historiadores, algo que traté tiempo atrás y que ahora debo actualizar con nuevas ideas. Eso espero. Es un encargo de un amigo suyo, sr. Montesinos. Como bien indica, la influencia de Nietzsche en Foucault es decisiva: su mirada genealógica sobre los ‘aprioris’… O en otros términos: la historicidad de los ‘universales’ humanos. Volveremos.

  39. «¿Nos lleva Nietzsche al vacío? Por supuesto que nos lleva al vacío, pero no en la acepción que se le atribuye corrientemente, sino en su deriva más radical o liberadora: no hay basamento que te afirme, no hay tierra bajo los pies, no hay asidero al que agarrarse, no ha excusa que te salve de ti mismo. Esa “emacipación” de la moral angustia o exalta, seguro. Dios ya no te asiste. Pero esa falta de frenos puede conducir a la moral del bruto que se impone sin piedad…»

    ¡Magistral concepto que comparto desde hace mucho tiempo!

    Sigue su blog tan interesante como siempre. Enhorabuena.

  40. En algún momento me dará alguna pista usted sobre mi amigo.

    Un apunte respecto al debate sanitario, dado que fui yo quien incitó al amigo Arnau a comentar la cuestión, por más que creo que ustedes dan por cerrado el debate. Como me suele pasar cuando el debate es interesante, me cuesta desestimar uno de los enfoques, por más que sean posiciones aparentemente incompatibles. Yo me he soliviantado con el sistema sanitario español millones de veces. Y sin embargo, algunas experiencias en otros campos y ciertas cosas que voy escuchando den materia clínica de gente que viaja mucho me hacen pensar que acaso no valoremos lo que tenemos. En este sentido me siento más cerca de Arnau que de Mita.

  41. Sr. Montesinos, sobre el encargo, tal vez este enlace le dé una pista:

    http://www.uv.es/~jserna/Foucault.htm

    En cuanto al debate sobre la sanidad o los servicios públicos, no se lo creerán pero pago mis impuestos con cierto orgullo. Me duelen (a quién no), pero sé que estoy contribuyendo. Es así de simple. Ah, y se aproxima la declaración de la renta…

  42. Mañana viernes, 26 de marzo, nuevo post. Estoy leyendo un libro y no paro de reírme. Desde la cubierta hasta el interior…

  43. Gracias Sr. Serna.
    A mí es el autor actual que más me interesa.
    El nueve de marzo pude afortunadamente asistir a la presentación de la edición alemana de Tu rostro mañana, a la que acudió él,y encantó a todo el mundo. Bien es cierto que los alemanes sienten predilección por su obra.
    Cuando le he leído la palabra «orgullo», he sonreído porque me recordó inmediatamente el «orgullo español». Sus impuestos, con o sin orgullo, tendrá que pagarlos y la declaración de la renta lo mismo. Pero sí, está muy bien que en general uno se sienta orgulloso de ver en qué invierten su dinero.

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