Manifiesto: Esperanza socialista, con Manuel Mata (aquí)
Hola.
Tengo reparos que hacer al Manifiesto de Esperanza Socialista, aunque no soy tan torpe o tan terco como para mantenerme al margen. No sé si os servirá mi nombre, pues –como sabéis– no soy militante del PSPV, pero quiero contribuir. Creo que el partido socialista ha de afirmarse en un contexto adverso y ha de hacer un diagnóstico de las causas de sus constantes derrotas en Valencia. Sin duda, toda la responsabilidad no recae en vuestra organización o en vuestros dirigentes, pero la falta de un liderazgo y la ausencia de discurso claro e integrador es muy perjudicial. Alguien debe dimitir o alguien debe responsabilizarse. Ahora bien, el partido socialista debe decir a los valencianos lo que seguramente –y de entrada– tantos no quieren oír o leer: que en Valencia hubo un tiempo en que muchos eran ricos, se creían ricos o esperaban ser ricos. Por supuesto era una quimera. De repente, dicho sueño se ha convertido en una pesadilla.
Por eso, hablando de pesadillas, hay ciertas fórmulas expresivas del Manifiesto que no me entusiasman: ¿qué es eso de sueño o esperanza? No me convencen las formulaciones desiderativas. Entiendo que es una concesión a lo políticamente correcto. Como también es una concesión a lo políticamente correcto eso de «las y los socialistas» o fórmulas semejantes. Ya sé que eso parece secundario, pero estas cosas resultan sintomáticas. No es irrelevante lo que se dice si lo único que hay de momento es un Manifiesto: esto es, la sintaxis de algo que no se ha consumado y que por tanto al decirse de algún modo se realiza. A este acto de habla se le llama, precisamente, acto realizativo. Perdonadme que me ponga profesoral. Creo que los manifiestos no deben redactarse mirando de reojo para no ofender. Hay que escribir de manera tajante, sin miedo: sobre todo cuando no hay nada ganado. Y creo que se pueden evitar estas fórmulas cansinas. A las mujeres hay hacerlas explícitas en el lenguaje, por supuesto, pero no con equilibrismos verbales.
Por otra parte, la interpelación que se hace a la izquierda, al resto de la izquierda, es necesaria. Sin duda. Con la izquierda separada, fragmentada y con listas rivales, es improbable ganar elecciones. Pero no hay que convencer sólo a quienes se sitúan en el mismo ámbito ideológico. Hay que persuadir a quienes no votan necesariamente a la izquierda. Eso significa atraer de nuevo a las clases medias: justamente a esas clases medias dañadas por la crisis y que soñaron con la riqueza que el Partido Popular supo vender como realidad cuando sólo era una quimera. Por otro lado, en el Manifiesto se exige –con razón– la puesta en práctica de políticas sociales frente al infortunio, etcétera: en ese etcétera se incluyen desde el cambio climático hasta el sistema judicial. No entiendo por qué queda excluido, por ejemplo, el sistema educativo. Con esto quiero decir que si en la Justicia puede haber irregularidades, lo mismo cabría indicar de la Enseñanza.
En fin, como veis, tengo reparos que hacer a un movimiento o corriente que de momento sólo es eso: todo un Manifiesto. Y en esos casos hay que ponerse muy crítico para mejora o beneficio de la iniciativa. Me tenéis a vuestro lado, si mi compañía os sirve de algo.
Abrazos,
Justo
[…] Presentación de ¿Qué es la cultura popular?, de Antonio Gramsci (Publicacions de la Universitat de València). El texto superior es un reclamo, una invitación al acto de presentación del libro de Gramsci del que somos editores, traductores e introductores Anaclet Pons y yo mismo. El acto se realiza gracias a Fran Sanz y a otros amigos (vinculados a Esperanza socialista). […]