El Partido Socialista está seriamente tocado. En dicha organización hay gente muy valiosa y hay una tradición muy digna. Pero no se puede vivir apelando al pasado o al
puro milagro de sobrevivir.
En la noche electoral catalana, yo estaba siguiendo el desenlace en Tv3. Había periodistas y comentaristas. La localización era hortera, espantosa, grandilocuente. Aquello parecía una representación de La última cena. Si no me equivoco era una sala del Parlament. No me interpreten mal: en el Parlamento español hay salas igualmente pretenciosas…
En el programa televisivo, los representantes de los partidos comentaban los datos del recuento y las previsiones del sondeo. La persona que acudía en nombre del Partit dels Socialistes de Catalunya se mostró ufana: en un determinado momento, el recuento les daba la segunda posición: no estaba mal para lo que eran las previsiones… Yo, entristecido, me pregunté: ¿los socialistas se conforman con la posición de Poulidor?
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Para quien sea muy joven aclararé: Raymond Poulidor era un ciclista muy abnegado, muy esforzado, que siempre llegaba segundo. Al menos en mi recuerdo es así. ¿Una mala posición? ¿Un mal resultado? No se puede decir que la segunda plaza sea una derrota.
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Durante años vi a Raymond Poulidor con rostro hierático subirse al pódium. Era la representación del dolor, el padecimiento y la honra. No podía estar descontento; tampoco contento. Salvo excepciones, nunca ganaba. Ahí estaba, en una digna segunda posición. Podía alardear: no estaba hundido en la general, como otros ciclistas de tercera.
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No sé, no sé si alguna vez llegó tercero…
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