El Partido Socialista está seriamente tocado. En dicha organización hay gente muy valiosa y hay una tradición muy digna. Pero no se puede vivir apelando al pasado o al puro milagro de sobrevivir.
En la noche electoral catalana, yo estaba siguiendo el desenlace en Tv3. Había periodistas y comentaristas. La localización era hortera, espantosa, grandilocuente. Aquello parecía una representación de La última cena. Si no me equivoco era una sala del Parlament. No me interpreten mal: en el Parlamento español hay salas igualmente pretenciosas…
En el programa televisivo, los representantes de los partidos comentaban los datos del recuento y las previsiones del sondeo. La persona que acudía en nombre del Partit dels Socialistes de Catalunya se mostró ufana: en un determinado momento, el recuento les daba la segunda posición: no estaba mal para lo que eran las previsiones… Yo, entristecido, me pregunté: ¿los socialistas se conforman con la posición de Poulidor?
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Para quien sea muy joven aclararé: Raymond Poulidor era un ciclista muy abnegado, muy esforzado, que siempre llegaba segundo. Al menos en mi recuerdo es así. ¿Una mala posición? ¿Un mal resultado? No se puede decir que la segunda plaza sea una derrota.
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Durante años vi a Raymond Poulidor con rostro hierático subirse al pódium. Era la representación del dolor, el padecimiento y la honra. No podía estar descontento; tampoco contento. Salvo excepciones, nunca ganaba. Ahí estaba, en una digna segunda posición. Podía alardear: no estaba hundido en la general, como otros ciclistas de tercera.
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No sé, no sé si alguna vez llegó tercero…
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Hemeroteca del día
¡Qué edificante analogía plantea en su artículo, don Justo! ¡Y con qué bienvenida la recojo!
El PSOE (y sus distintas marcas territoriales) suma, en lo que lleva este año recorrido, cuatro derrotas contundentes, de esas que duelen, no en balde se han dejado en ellas cerca de 400.000 votos si no me salen mal las cuentas. Y, ojito, que aún le quedan nuevas y desafiantes pruebas para ahondar en la herida (entre otras las europeas del 2014 ¡Ay, señor!) si alguien no se presta, y rápido, en los tercios socialdemócratas, a «desfacer agravios (muchos), enderezar entuertos (tantos) y proteger doncellas (hay que conseguir votantes donde y con la condición que sea)».
No es de extrañar pues, con esta marcha, la sensación de inquietud y desesperanza que a los votantes y a buena parte de la militancia socialista les han echado a las espaldas. Tampoco lo son las quejas y los desmarques de algunos dirigentes (sinceros o no) que ya ven el vaso y sus destinos más que medio vacíos.
Mientras tanto y mientras la calma se nos va, a muchos que ni siquiera les votamos habitualmente, urnas abajo, el Partido Socialista sigue ensimismado, sin reaccionar, haciendo las cosas tarde y mal «Y, además, hoy por hoy ¿dónde voy? mareado por los focos de azúcar y de sal, de miedo y vanidad…» como decían el Sabina y Páez en una canción.
Y sigo con su historia, señor Serna: Poulidor, Pupu (por pronunciar a la manera gálica su cariñoso apelativo), l’etérnel second del ciclismo francés de nuestra infancia y primerísima adolescencia, es cierto que se pasó la vida haciendo segundos puestos: Contra Anquetil muchos años (incluso este gran campeón de cinco tours, su gran rival y sin embargo amigo, se le murió primero y se cuenta que diciéndole a Poulidor: «Amigo mío, una vez más acabarás segundo, detrás de mí…»), y luego contra Merckx (casi «ná»). Y, seguro que nunca llevó el codiciado maillot amarillo de líder ni siquiera entre los corredores de plástico de mis juguetes. Yo no levantaba demasiados palmos del suelo del balcón por donde transitaba mi imaginaria carrera, pero tenía muy claro que entre todas las figuritas de aquella añorada «Vuelta Ciclista» (creo que era de Juguetes Sotorres) Raymond Poulidor era uno que estiraba mucho el cuerpo sobre la bicicleta, como queriendo arañarle tiempo y centímetros al ganador que siempre cruzaba la línea de meta, levantando el brazo derecho para reclamar el triunfo, por delante de él.
Todo eso es cierto. Pero Poulidor siempre fue más popular y más querido que sus afortunados rivales, o así lo sentía yo por entonces y así lo quisiera recrear ahora. Recuerdo que se le vitoreaba y aplaudía permanentemente por su humildad, su entrega y por la generosidad de su esfuerzo incluso suponiendo de antemano cual iba a ser el resultado. Y aquí se acaban las coincidencias con el PSOE. A esta formación política, a cada derrota le crecen los detractores y desafectos y desgraciadamente para los que deseamos un futuro progresista, también le siguen creciendo, como ayer mismo, los enanos de la corrupción y de la incompetencia en los circos que tienen montados.
Por el momento el PSOE va el segundo. Dice usted hablando del ciclista francés: «¿Una mala posición? ¿Un mal resultado? No se puede decir que la segunda plaza sea una derrota.» En el caso de los resultados socialistas, la derrota nos alcanza a todos y mientras tanto la dirección del partido anda perdida. Muy tocada orgánicamente, sí, pero dormida en su segunda posición y quejicosamente alejada de la realidad. Y eso les separa de Pupu y de la ilusión y el respaldo de la gente. Que sigan así, si así lo quieren. Pero cuidado, que por las curvas del futuro más cercano, como en la subida al Tourmalet, se ven venir otros rivales y el público parece les va animando. El segundo puesto nunca está garantizado antes de la salida y menos sin objetivos ni estrategia, sin esfuerzo ni ganas. Perdón por la extensión y un abrazo. ¡Ay, ya se me olvidaba, por Dios!: Poulidor sí que subió cinco veces el tercero al podio, al menos en el Tour. «La vida es así, no la he inventado yo»..
Estimado Sr. Calabuig, conté hasta diez antes de emplear esta analogía. Poupou era un ídolo del pundonor y del esfuerzo que lamentablemente siempre llegaba segundo. Le teníamos cariño, sobre todo por esa cara de simpática resignación que ponía. Le daba a uno alas: si un tipo tan abnegado con virtudes musculares consigue una segunda posición, los demás alcanzaremos lo que podamos. Y así fue mi vida: siempre he tenido en cuenta a Poulidor. Llegar después no es malo. Lo peor es conformarse con llegar malamente, que es lo que parece que les pasa a ciertas organizaciones.
Ahí le has «dao»…
Pues sí, señores, lo del PSOE comienza a no tener nombre. Y mientras tanto, ciertos grupos ultraderechistas está dando cobijo y comida a los mendigos españoles…
¿»Comienza»? Hace mucho tiempo que el PSOE dejó de tener nombre. O, mejor: sí que tiene nombre.
¿Y qué me dicen del presidente del Gobierno?: «Es verdad que las medidas que estamos tomando hacen daño a la gente, a mucha gente. Son difíciles de explicar, son difíciles de comprender. Yo soy absolutamente consciente de eso y lo somos todos en el Gobierno. Pero son absolutamente imprescindibles. Créame, que si no no las tomaríamos».
¿Son difíciles de explicar y de comprender? Una de dos: o se piensa Rajoy que todos los españoles somos gilipollas o bien todas esas medidas adoptadas por el Gobierno responden enteramente a una cuestión de fe o de creencia; de ahí que sean difíciles de explicar y comprender desde el sentido común y la razón.
Raymond Poulidor, al que seguí cuando era joven en sus andanzas por el Tour, quedó en seis ocasiones al menos segundo en dicha carrera, cinco de ellas las ganó el superciclista Jacques Anquetil y la última de ellas, donde no ganó Anquetil, éste bregó para que ganara un coequipier suyo, Lucien Aimar, que no hizo nada reseñable, al margen de ese Tour ya mencionado. Los segundos puestos de Pou-Pou tuvieron su origen en el coincidir con un monstruo del ciclismo, equiparable a Merckx,Hianult e Indurain o poco más. El PSOE queda segundo, o tercero, pero por incomparecencia al primer puesto. El PP gana, pero porque corre solo