Los villanos y su merecido

Justo Serna, «Los villanos y su merecido», El País Comunidad Valenciana, 12 de diciembre de 2012

Elpais11The Good Wife es una serie americana de abogados. Transcurre en Chicago y cada episodio es un caso judicial normalmente protagonizado por Alicia Florrick, que trabaja en el bufete Lockhart & Gardner. La historia progresa con sus personajes y sus relaciones. Hay letrados, hay jueces y hay fiscales en sazón, fiscales que se promocionan para ascender políticamente. The Good Wife tiene un gran pulso narrativo y contemplarla tras un día de trabajo nos alivia y nos hace pensar. Sus vidas –con ese esmero indumentario de clase alta que lucen– no tienen nada que ver con las nuestras, pues lo de aquí es siempre medianía.

Por estos lares es todo más prosaico y chabacano: presidentes a los que presuntamente se les obsequia con trajes de corte plebeyo; concejales ostentosos que supuestamente se reparten las comisiones con los amigos; ministros carentes de luces, sin trajes de luces, que son como toros que cornean, sin trapo ni capote.

Muchos casos que llevan los letrados de Lockhart & Gardner acaban en acuerdo económico entre las partes: cantidades millonarias que evitan una sentencia, algo que siempre será peor. La legislación americana permite estas cosas. Y estas cosas son las que yo he pensado cuando me he enterado del pacto secreto de Dominique Strauss-Kahn y Nafissatou Diallo. Leo en El País: “Los abogados de Dominique Strauss-Kahn, exdirector del Fondo Monetario Internacional, cerraron este lunes en el juzgado civil del Bronx (Nueva York) con los de la guineana Nafissatou Diallo un acuerdo (de entre 2,3 millones de euros y 7,7 millones, según calculan los especialistas) que pone fin a 20 meses de saga mediática y judicial y da carpetazo a la denuncia por agresión sexual interpuesta por la camarera del hotel Sofitel”.

Imaginen por un instante que los casos que salpican la política española pudieran resolverse con pactos millonarios entre las partes. El presunto defraudador o delincuente firmaría un talón para acallar al damnificado y todo arreglado. ¿Todo arreglado? En la vida pública, en la vida de las instituciones, los delitos no tienen remedio entre partes: si hay un crimen, el proceso sigue adelante. No hay posibilidad de dar carpetazo a los saqueos de las arcas municipales o autonómicas entre otras cosas porque las víctimas somos todos. Somos quienes pagamos impuestos, quienes llevamos una existencia aceptablemente honesta, quienes vivimos o sobrevivimos sin ratear, sin desvalijar.

La Comunidad Valenciana se ha distinguido por la multiplicación de fechorías políticas. Concejales de dudosa ejecutoria que recogían el suelto, la calderilla y lo que no sobraba; empresarios que presuntamente untaban y edificaban; consejeros que supuestamente organizaban atracos de guante blanco; banqueros que lastraban sus entidades con operaciones temerarias. Vamos, una película de terror.

Lo que aquí necesitamos no son pactos secretos o acuerdos millonarios entre las partes. Lo que precisamos es que los ladrones devuelvan los frutos de su pillaje: que paguen material y penalmente si se demuestra que son culpables. Hasta que eso ocurra, me engañaré con una serie de polis creyendo que los villanos tienen su merecido y que el bien siempre triunfa. Ja.

http://blogs.elpais.com/presente-continuo/

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