Federico Trillo 

«Don Federico Trillo Figueroa es creyente y pecador. Es embajador en el Infierno, vale decir, en Londres. Su trabajo no es venial. Lo suyo son tareas de relumbrón: marciales, capitales, de corredor, de secreteo y de tapón. Lobo y lobista de mucho caudal y de mayor lucro: miembro del Opus y comandante de Dios. 

Viste atildado, como un señor rancio y rico. Se peina y se piensa con libidinosas ondas, tantas que su cabeza es una estrategia y un pelucón. Es abogado, pero podría sobrevivir ahogado: tantas son las faenas que a otro asfixiarían. 

Lo sabe todo de la política de corredor. Él es un doctor, doctor en derecho con Shakespeare. Fue su director de tesis, su maestro de ceremonias, Manuel Ángel Conejero, sabio atrabiliario y teatrero. De aquél, del gran dramaturgo inglés, le vienen la finura y la maldad, el cinismo y la crueldad. 

Federico Trillo seguirá siendo el tipo taimado, el odioso personaje que se cree shakesperiano. Progresa adecuadamente: ya alcanza a villano de segunda. Está cerca de Dios…»

Extracto de Justo Serna, Bestiario español. Semblanzas contemporáneas. Madrid, Huerga & Fierro, 2015.
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