El descubrimiento del desasosiego

La vida en común nos obliga a todo tipo de hipocresías. No sé si es pecado capital o venial, pero la hipocresía es un recurso civil, de la sociabilidad humana.

Nos permite tratarnos unos a otros, nos permite comportarnos, nos permite ejercer la benevolencia.

No quiero vivir en un mundo en donde cada uno sea obvio para los demás y en donde no haya resquicio, esquina o resto, propiamente humano, que no pueda escapar a la inspección, escrutinio o revelación.

Ayer, miércoles 13 de noviembre de 2019, en el Club de lectura de Carmen García Monerris para Gaia estuvimos, tratando, abordando, examinando una obra imprescindible de la modernidad, de la civilización europea, del examen occidental.

Me refiero al Libro del desasosiego 1982), de Fernando Pessoa, atribuido a Bernardo Soares.

Es un volumen en donde se ponen en tela de juicio —en discusión— ideas estables como… autor, identidad, obra, continuidad, unicidad, etcétera.

El Libro del desasosiego es obra en prosa con pasajes aforísticos y con expresiones de profundo lirismo.

Es una “work in progress’ que debe su edición a los distintos filólogos que hurgan en el Baúl de originales de Pessoa.

El Libro está atribuido (principalmente) a Bernardo Soares, que es el ‘semiheterónimo’ de Pessoa. Y es quien supuestamente escribe dicha obra bajo la forma de diario.

Pessoa sería sólo quien anotaría en el prólogo las condiciones de recepción de ese manuscrito.

Es un dietario, pues. Y es una mezcla de géneros.

Es una notación sin cronología ordenada y sin referencia circunstancial a los pensamientos, sentimientos y acciones de un escritor secreto, de un tenedor de libros de contabilidad, de un oficinista: Bernardo Soares.

Es el diario de alguien que a pesar de ese trabajo rutinario… se vive, se concibe y se expresa como un literato, como un creador, que observa desde el solipsismo. Así percibe el mundo, siempre contradictorio en sus manifestaciones.

Bernardo Soares escribe después del nihilismo. Pessoa a través de su voz dice lo que nos ocurre tras la muerte de Dios.

Por ello y por otras razones propiamente editoriales, la lectura del Libro del desasosiego es infinita.

En primer lugar porque es una composición en expansión (o disminución). Dicho libro jamás fue editado en vida de Pessoa.

El autor muere en 1935 y en su famoso baúl quedan los restos, cuadernos y pliegos de numerosas obras inéditas.

Entre esos inéditos hallamos el esbozo del ‘Libro del desasosiego’, obra por la que tanto hará el estudioso español Ángel Crespo.

Y por el que tanto hará también Perfecto E. Cuadrado, partiendo de Richard Zenith. Y por el que tanto hará su penúltimo erudito: Jerónimo Pizarro.

Procuro leerlo en español y en portugués y procuro dejarme arrastrar por el sentimiento, la emoción y el aturdimiento de una fórmula expresiva, de un enunciado en prosa que es poesía sin rima.

Quiero dejarme llevar, sí, por una escritura que es honda de pensamiento y exacta de reflexión…, aparte de rimbombancias.

Ayer fue un placer compartir, con los asistentes al Club de lectura que Carmen gobierna con mano firme, estas reflexiones y otras que aquí no revelaré.

Lo que ahora no digo es materia reservada…

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