El 11-S y sus metáforas. Desde hace unos años, cada vez que se acerca el 11 de septiembre nos sobrecogemos. Recordamos las imágenes televisivas que hemos visto cientos de veces y hacemos sociología de urgencia. Nos preguntamos por qué pasó o, más sutilmente, qué pasó. Nos interrogamos acerca de los precedentes y de las predicciones razonadas. ¿Puede volver a pasar? La simple visión de un par de aviones incrustrándose en las Torres Gemelas nos atudió, nos dejó sin habla. Pero quizá lo que más nos impactó fue lo que ocurría en el suelo, en tierra: la ceniza, ese gris que todo lo envolvía tras el hundimiento, la solidaridad primaria y primera, elemental. Quedamos sin habla, insisto.
¿Sin habla? No, no: aquel hecho insólito, inaudito, provocó un aluvión de palabras, una expresión aturdida o reflexiva, analítica o vengativa. Muchos quisimos decir la nuestra, explicarnos qué había sucedido. Para ello nos servimos de todo tipo de recursos: de analogías, de conocimientos históricos, de informaciones contrastadas, de impresiones temerarias, de ignorancias atrevidas. Quisimos averiguar y exponer la etiología de aquel inmenso crimen, el contexto político, ideológico, religioso, de aquel infierno. Ven, ya me sale una imagen muy fecuente en aquellos días: el infierno.
Ateos, agnósticos, creyentes: tuvimos que valernos de fórmulas y de metáforas bíblicas para expresar lo inexpresable, lo inefable. El terrorismo cambiaba de forma y, sobre todo, cambiaba sus resultados: de operar localmente, pasó a intervenir global y mediáticamente. Que todos viéramos lo mismo, que todos asistiéramos a la repetición de un hecho dantesco que había sucedido de verdad, nos aturdía aún más: no era posible desentenderse o mostrar aburrimiento. La puesta en escena o la conclusión del último acto nos trastornaban. Dantesco, último acto: metáforas que entonces ya estaban gastadas.
Yo también me vi escribiendo en la prensa para decir… ¿qué cosa? Poca cosa, la simple congoja que aquello me producía. «El artículo más triste» titulé la pieza en la que, no sé por qué, me valía de una única imagen: la del hundimiento nazi, la de los últimos días del Reich milenario, la de la esperada consumación apocalíptica. Recuerdo que leí muchos de los libros españoles que entonces se publicaron. Quería saber o averiguar el perfil de un acontecimiento monstruoso, un suceso hiperreal.
Desde entonces, todos los años leo algo nuevo. Es una suerte de penitencia o de deber escolar que cumplo con puntualidad. Esta vez lo hago leyendo El segundo avión. 11 de Septiembre: 2001-2007, de Martin Amis, que en España publica Anagrama. Me lo ha regalado Francisco Fuster. Se lo agradezco especialmente: mientras escribo estas líneas, el libro aún no está a la venta.
Amis enuncia y describe un régimen de terror (otra vez, el régimen de terror), el que vivimos en aquel momento: justamente después del hecho, con esa impresión de apocalipsis inminente que hoy se ha ido enfriando. Digo esto y me muerdo la lengua. La superstición, la mera superstición, me hace pensar en que puedo convocar a la Parca al decir eso de que el apocalipsis se ha enfriado. Vaya: lo dejo estar.
Leo a Amis y, como suele ocurrirme con su prosa, me atrae y me repele. Desde hace años, este autor empuja una pesada carga, que él mismo ha analizado. ¿A qué fardo me refiero? Ser hijo de quien es (Kingsley Amis), elevarse por encima de esa sombra, escribir bien y con estridencia, declararse de izquierdas e individualista, arremeter contra lo políticamente correcto, expresarse con énfasis intelectual y profesar el antiestalinismo o el antiislamismo: eso sí , cómodamente instalado. Algún día, más adelante, deberé tratar aquí alguno de sus libros principales: Experiencia o Koba el Temible, por ejemplo.
¿He dicho cómodamente instalado? Me corrijo. Me parece injusto calificar así los aspavientos críticos de Amis. Los grandes ismos del siglo XX, al menos los más dañinos, no son algo distante o ya muerto. Las ideologías más tóxicas reviven o perviven conforme sus adeptos rezagados o nuevos las extienden. El estalinismo es un mal de otro tiempo pero esa forma de ejercer el poder totalitario no ha desaparecido. Por otro lado, el islamismo no es una nostalgia de otra época, sino una utopía arcaica o arcaizante, una arremetida que aún sigue. Quiza hoy vivimos el terrorismo global de una manera menos dramática que en 2001: ahora, las cosas parecen suceder en desiertos remotos o en montañas lejanas, en países distantes como Irak o Afganistán. Pero la amenaza continúa.
En El segundo avión, Amis recopila cronológicamente sus textos (2001-2007). Eso nos permite conocer su estado de ánimo personal y es, a la vez, una radiografía: cómo llega la representación del terrorismo, de la guerra, de apocalipsis mediático. Las cosas que Amis dice acerca de la violencia no son exactamente nuevas. Las hemos leído en las obras de algunos expertos. Como tampoco son especialmente originales las andanadas antirreligiosas de Amis: lo que detalla del islam, del fracaso del islam, es en buena medida algo ya escrito por Bernard Lewis. Digo Lewis y me acuerdo de que yo también me he servido de sus obras en algún artículo periodístico… Pero volvamos a lo que estaba señalando.
Frente a los expertos, Amis tiene la ventaja del ensayo: los especialistas de cultura religiosa en ocasiones se pierden con erudiciones avariciosas. Amis no se vale de ese patrimonio: puede remontar el vuelo con el ensayismo urgente. Pero, más allá de sus cualidades como escritor, como divulgador y como crítico, ¿hay algo que justifique su libro, la novedad de su obra? ¿Aprendemos cosas relevantes con El segundo avión?
Sin duda, en las páginas de Amis siempre hay ideas atinadas formuladas con la ironía más sutil, pero hay también descripciones gruesas y expeditivas que nos decepcionan. En esta obra hay un par de relatos que sirven de complemento a otros textos: uno está dedicado al doble del hijo de un dictador, entregado a las mismas sevicias y amputado como el vástago tras atentados o accidentes; otro nos relata en tercera persona las últimas horas de Mohamed Atta, un difícil experimento narrativo, sin duda. En ambos casos, lo verosímil es el logro real o el defecto que lastra el cuento, depende: y depende del momento o del párrafo. Y no les digo más.
En el resto del libro, Amis opta por otros géneros (el ensayo, el artículo periodístico, la reseña, etcétera) para aventurar respuestas a lo que no parece tenerlas: ese segundo avión que cambió el mundo. Seguramente es la imagen más atinada del volumen: la reflexión aparece al principio, en la página 13, y es recurrente. Regresen a 2001 y traten de recordar sus impresiones de entonces o, al menos, lo que el mundo sintió cuando el presunto accidente se convertía en ataque. En aquel momento, lo que nos sobrecogió espantosamente, lo que derrumbó nuestra idea de lo humano, lo que nos hizo ingresar en otra época, fue ese segundo aparato incrustándose en la Torre Sur.
O en los términos de Amis: «La llegada del segundo avión, rasgando el cielo en vuelo bajo sobre la Estatuta de la Libertad: ése fue el momento definitivo. Hasta entonces, Norteamérica pensaba que no estaba presenciando sino uno de los peores desastres de la historia; ahora podía tener una percepción de la vehemencia aterradora orquestada en su contra». En efecto, mientras sólo era un aparato el que se había estrellado, los espectadores aún podían confiar en la mala fortuna: todo era un dantesco accidente. Cuando llega el siguiente y el piloto repite la misma acción, el estupor se convierte en incredulidad y en espanto: no hay azar, no hay fatalidad, sino una decisión humana.
Las reseñas de este libro subrayan ciertos aspectos polémicos. Son lecturas correctas pero parciales de Amis: el autor –dice algún comentarista– cree que es básicamente el fanatismo religioso el móvil de estos atentados inconcebibles, causantes de incontables mortandades y estragos. Si esto es así, ¿entonces por qué otros fanáticos religiosos, que los hay a paletadas, no ocasionan destrucciones semejantes? ¿Porque no pueden o porque algo moral aún les frena? Amis cree igualmente que es una violencia sexual masculina la que está detrás de estas explosiones, subrayan otros críticos. Cierto, cierto. Pero ese dato es insuficiente y probablemente sesgado. Hacen falta otros factores, añadiría Amis. ¿La humillación que siente o percibe el mundo islámico? ¿Las derrotas militares que sufre? No es un dato incorrecto, pues está en algunas páginas de El segundo avión: siempre que tengamos en cuenta que el terrorismo global empieza gestarse a gran escala después de la crisis de la Unión Soviética en Afganistán. Es decir, después de una victoria de los muyahidines. En todo libro sobre terrorismo, la controversia sobre las causas es algo frecuente: algunos autores disputan sobre ellas; otros simplemente las niegan.
En realidad, más que estos aspectos, lo relevante de esta obra es el examen de una impresión: la de la muerte. Es su reflexión –verdaderamente polémica– sobre el tanatismo, esa exaltación de la muerte y de la inmolación, que parecen escapar a todo raciocinio. El islamismo radical es, a juicio de Amis, comparable «con los movimientos políticos tanatoides que mejor conocemos; a saber: bolchevismo y nazismo». Hay numerosas afinidades, insiste. Liderazgos hipertróficos, sumisión total, hombre nuevo, «romanticismo autocompasivo», antiliberalismo, antiindividualismo y, sobre todo, «la obsesión por el sacrificio y el martirio; una malsana rebeldía dolescente mezclada con una inclinación pueril a la destrucción; el ‘agonismo’, o aceptación de una beligerancia permanente e implacable; el uso y la invocación de lo muy nuevo y lo muy viejo; la obsesión por la purificación y un feroz antisemitismo», concluye.
Sin duda, hay una simplificación en este retrato de grupo, pero su lectura vale la pena. Como decía al principio, desde 2001, todos los años leo libros nuevos sobre el terrorismo global. Es una suerte de penitencia o de deber escolar que cumplo con puntualidad, al menos en septiembre. Esta vez lo hago leyendo El segundo avión. 11 de Septiembre: 2001-2007. Vale la pena: aunque sólo sea para debatir.
Vivo en babia. Mientras me dedico a reflexionar sobre el 11-S y su repercusión, algo seguramente evanescente, pasa lo que pasa:
http://www.elpais.com
Ayer repitieron un documental sobre el 11/S en Punt 2 (el segundo canal de la televisión pública valenciana). No lo vi en su día y ayer lo vi empezado pero, para ser Punt 2, no estaba nada mal. Consistía en una serie de testimonios de gente anónima (salía el típico americano al que abordan paseando por la Plaza del Ayuntamiento), mezclados con las opiniones de gente conocida. Lo cito aquí porque, además de Vicente Verdú, a quien suelo seguir en estos temas americanos, salían bastantes fragmentos de conversación con Muñoz Molina, que contaba lo que vivió ese día en Nueva York.
No es un mal día para releer a De Quincey: Del Asesinato Considerado como una de las Bellas Artes.
;-)
Me estoy imaginando a mí mismo siendo un importante cargo gubernamental y a mi madre haciendo perrerías por alguna plácida localidad costera. Y luego dicen ustedes que ser político profesional es un chollo.»Tú también Bruto, hijo mío», pero al revés, doña Leire. Por cierto, conozco bien la provincia de Alicante y sus ayuntamientos y concejalías, en especial las de urbanismo, por no hablar de los cargos de secretarios del Ayuntamiento. Los tipos más mediocres y cutres que ustedes puedan imaginar enloquecen literalmente por llegar a alguno de estos cargos… y muchos terminan consiguiéndolo. ¿Qué tendrán esos sillones? Estamos empeñados en que la Vicepresidenta del Gobierno dirige secretamente una conspiración contra la democracia o que el Presidente autonómico es la encarnación del Mal, pero es la infantería local de los partidos la que en ese microcosmos que son los emplazamientos locales alimenta de verdad cotidianamente la lógica que socava los fundamentos éticos del sistema.
Del 11-S les cuento algo que confirma lo que en mi casa sospechan de que no soy muy listo. Yo salía de la Universidad de San Vicente después de unas pruebas de selectividad de septiembre con mis alumnos. Al llegar donde nos esperaba el conductor del microbús le pregunto «¿qué tal?», y el chófer de ascendencia gaditana me contesta que «un poco acohonao, pixa», como dando por hecho que todos conocíamos ya lo ocurrido. Me refiere entonces los hechos acaecidos por la tarde, durante el telediario de Matías Prats -madrugada en los USA-. Siento un estupor parecido al que sentí cuando mi hermano me contó que acababa de morirse Lola Flores, pero reacciono al cabo de unos segundos y, dado que me había «perdido» el festival en directo, mi pregunta es tal que así:
-«Pero esas imágenes, las repetirán ¿no?»
Casi una década y ya hemos visto estas escenas más veces que el gol de Maradona contra Inglaterra o la entrada de Tejero en el Congreso.
-«Te va a hartá de verlas, pixa», me contestó el gaditano.
Antes, en España, Latinoamérica y los medios progresistas “las imágenes” del 11-S eran las del asalto a la Casa de la Moneda, sede del gobierno chileno. Qué rápido es el olvido. ¡Y yo que aún me acuerdo de tal fecha de 1714! (me debo estar haciendo viejo)
Bueno, pues como lo avisé, en Alicante el PSOE, con su secretaria general a la cabeza, Ana Barceló, tiene otra forma de funcionar. Ahora que nos explique el PP porqué, en esta legislatura obtuvo cinco, repito, cinco ayuntamientos de la provincia de Alicante gracias a votos de tránsfugas sin que se tomara medida alguna (¿le extraña a alguien?) y el PSOE, ya en Valencia, ya en Madrid, ni abrió el pico. Ahora, en Benidorm, ¿qué va a clamar el PP? Ahora, en Benidorm ¿van a rasgarse ahora las vestiduras los sociatas?…
Les pregunté si valía la pena hablar del secretario general del PSOE de la CV,antes PSPV.
¡Se mete en cada charco!.¿Que necesidad tenía de abrir el melón de un cambio de siglas,con la peregrina excusa que estas actuales ya no venden?.¡Pues que sepa este señor que han ganado varias elecciones con mayoría absoluta!.También debiera saber que el PSOE tiene mucho votante que se agarra a las siglas PSPV con la convicción que produce la añoranza de los buenos tiempos y que eas siglas no huelen a rancio.
Otro charco ha sido descalificar a los veteranos(los que ganaron elecciones) y proclamar a los cuatro vientos, que conviene un cambio generacional.No se es más inteligente, más hábil,más decidido por ser joven.No van en la cuota de la edad.Desde ser viejo e inteligente hasta ser joven tonto hay muchos matices,del mismo modo que la experiencia ni es la madre de la ciencia ni es otra cosa que una recopilación de fracasos.
Otro charco:el descuartizamiento de la agrupación socialista de Valencia.Los cuerpos descuartizados,sobre todo los que están enfermos,solo pueden valer para que el entierro sea más caro,porque se necesitan muchos más ataúdes.
En fin,para que seguir.No se ha metido últimamente en más charcos,porque el verano ha sido muy seco y ha llovido muy poco.
No entiendo estas derivas de inconsciencia política por las que está atravesando el socialismo valenciano. No se puede socavar la credibilidad de un secretario general, ni la de un pacto estatal, apelando a eso que llaman la «ingobernabilidad» de un Ayuntamiento. La unidad, la fidelidad, el respeto a una política se ven mermados y no creo que nos merezcamos esto los que aún apostamos, en los peores momentos, por apoyar un gobierno valenciano de izquierda. Y no es sólo la desautorización de los altos cargos y de los pactos, es que además se da pábulo a las críticas cicateras que emprenderá desde este mismo momento el PP, y -en este caso- no le faltará razón. No creo que nos merezcamos estos deplorables espectáculos y no me sirve -lo siento querido Pumby- la excusa de que «ellos más». Debe guiar el comportamiento en la res pública, un sentido de la rectitud y el ejemplo. La maltrecha ciudadanía que sigue fiel a unas siglas o tiene esperanzas en un cambio en nuestro País acabará abandonando toda esperanza.
La desautorización del pacto antitrasfuguismo no es de hoy.Hace más de un año se dió un caso en Dénia,que fue seguido por varios casos más.Lo de Benidorm tiene un sospechoso ruido de rasgamiento de vestiduras.
Un secretario general es creible en la medida que hace y dice actos y palabras creibles.No hay patente de corso para nadie.Si sirve,sirve y si no al P.P.
Sr. Arnau aunque en gran parte de lo que dice usted sobre Alarte le asiste la razón, de ello no se deriva necesariamente la desautorización y, menos aún, esa exclusión taxativa con tufillo de insulto: «Si sirve, sirve y si no a P.P.» Abandoné mi militancia por el cainismo y por mi desacuerdo con las estrategias de acoso y derribo a la que tanto aficionado a político lleva a cabo en los partidos. Veo que la cultura política sigue siendo una asignatura pendiente.
En eso del cainismo, coincidimos los dos.Posiblemente la expresión de «si sirve ,sirve ….» no haya sido muy afortunada,pero a veces este personaje parece que está más ocupado en alancear a sus compañeros que en plantarle cara al P.P..Lo de la moción de censura puede servir de ejemplo.No ha dicho nada, cuando Costa dice que se ha firmado el certificado de defúnción del pacto antitrasfuguismo,que precisamente murió a mnos del P.P..Tampoco se caracteriza por su politica de integración, de la que es un ejemplo la que practica en la ciudad de Valencia.Si no se acepta a su candidato,se mantiene la gestora hasta que se acepte.
La verdad es que la situación del PSPV es ciertamente confusa. O al menos soy yo quien está confuso a la hora de entender qué está pasando. Qué está pasando… No hace falta referirse a un gran acontecimiento, como yo hago: la micropolítica es complejidad en estado puro. Las relaciones mediáticas, las esferas de poder, los partidos como estructuras y como espacios de determinación social, el liderazgo como juego de suma cero.
Querido Juan Antonio, a mi tampoco me vale lo de “y ellos más”, pero soslayarlo nos niega la dimensión pachorra de la secretaría general del PSOE, y quien dice pachorra, dice desorientada, dubitativa, temerosa o mejor, timorata, carente de impulso, de vigor, de ideas, de acción. El papel de la oposición es el de dar alternativas a la política del gobierno, y a la política del M. H. (por el momento) Sr. Camps, se enfrenta un batiburrillo de debilidades, descoordinación, falta de liderazgo y de intervención pública del PSOE (amen del cainismo que siempre lo ha acompañado desde tiempos de Pablo Iglesias).
En efecto, Serna, la suma de todo conduce a la estupefacción ante la confusión – el río revuelto – que ha usado el PP como marco estratégico de su actividad política basada en la agitación-y-propaganda y que el PSOE del PV ha aceptado – y el de Madrid ha permitido – con clamorosa satisfacción o incontrovertible estupidez.
Fui de los que pensaron que aquello que ourrió en Nueva York, instalaba un cierta «distribución equitativa» del terror -del terrorismo- en el mundo. EEUU sufría lo que los europeos -y no digamos el denominado tercer mundo- conocíamos, no sólo de forma histórica -las guerras recientes en nuestros lares asolados y muy evidentes las heridas-, sino en forma muy actual, bajo las formas de terrorismo político. Ahí estaba el horror de Hipercor y los asesinatos indiscriminados o no, que se llevaban todo tipo de víctimas en nuestro país.
Ellos, el país de la seguridad acogía en su seno el terror por vez primera y se veía vulnerable, se sentía débil y expugnable.
Pero también nuestro imaginario se vio dañado, también se había instalado y acomodado en nosotros la imagen de la seguridad de EEUU, y ello, de alguna forma, creaba una nueva perplejidad, un nuevo vacío. Recuerdo aquellos días de informaciones confusas sobre los musulmanes, el islamismo, la yihad, las células durmientes, las mezquitas clandestinas. Todo ello creo dudas, sospechas, intranquilidad y la convivencia se vio mermada, sin duda. Recuerdo que hice un viaje a Estambul y me sentí presa en ocasiones de un miedo indefinido, Después de la visita la iglesia de San Salvador en Chora, nos perdimos por las callejuelas buscando una sinagoga que queríamos visitar y acabamos en una madrasa: cuatro occidentales perdidos en un barrio musulmán, sin idea del idioma turco. Los fantasmas de la imaginación nos jugaron una mala pasada y la angustia, por unos momentos, se apoderó de nosotros. Sí, el 11-S algo significó para todos.
Como agua de mayo. Así ha sentido la tripulación de la goleta la noticia del cambio de gobierno en Benidorm. Como bendita agua de mayo. ¿Qué podría decirles sobre la plaza de Benidorm? Es un puerto importante de nuestra escala. En las tabernas y en los mercados se escuchan cosas, se tiene conocimiento de actitudes y comportamientos que no son recogidos por las brochas gordas de los periodistas y gacetilleros. Un gran embaucador anda suelto por las tierras valencianas, uno que camina entre nosotros pero que no es de los nuestros.
Sr. Marinero, algunos no llegamos a captar qué hay en este embrollo. Como les decía más arriba, la micropolítica es complejidad en estado puro.
[…] 11 Septiembre, 2009 Memoria de papel del 11-M Posted by Santiago under Periodismo | Etiquetas: periódicos, Periodismo | Leave a Comment La antena de televisión del World Trade Center en la sala del Newseum que expone las portadas de los periódicos de todo el mundo que se han convertido en este lugar en la memoria de papel de los atentados del 11-M. […]
Señores, les estoy leyendo. No es que no tenga nada que decir. Es que estoy metida en todos estos líos y, como este es un lugar público, no puedo decirles lo que les diría en persona. Las paredes oyen, y ya una vez sufrí amenaza de expediente.
En la próxima reunión, que espero que no sea dentro de un año, sino más bien pronto, charlaremos sobre el tema, no sin antes mirar bien alrededor. Saludos a todos.
Marisa, iba a decir que me da miedo lo que dice, pero recapacito y esa extrañeza se me vuelve reconocible, me trae olvidadas -no sólo por lejanas, sino por ásperas- limitaciones en mi expresión. La pesadez y el infortunio de estar siempre pensando en las consecuencias y en las represalias. Aunque soy amigo de la discreción y tengo en cuenta los versos de Quevedo («¿Siempre se ha de decir lo que se siente/ nunca ha de sentir lo que se dice?»), también sé que todo tiene un límite y a veces la valentía está mas que justificada, arrostrando con las consecuencias, sean cuales sean éstas. Comprendo que haya que morderse la lengua en determinados momentos, pero nunca hemos de perder la lengua ni enmudecer. Con esto no intento darle ninguna lección, que quede claro Marisa, sólo quiero expresarle -y hacerlo público- mi desazón y mi rabia porque a estas alturas aún sigan en vigor, instalados en las formaciones políticas, los mecanismos de la infamia.
Perdonen por errar en los versos de la Epístola de Quevedo. Aquí están bien recordados:
«¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de pensar lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?»
Sr Millon,no pida usted valentias.Es difícil ser valiente en estas circunstancias,sobre todo si hay mucho aficionado a la política que encima pretende ser un relevo generacional (no entiendo lo del relevo generacional sino como una forma de cainismo).Hay que cambiar lo que esté caduco o lo que nos sirva y hacerlo cuando haga falta.No es necesario mantener a nada ni a nadie por el mero hecho de no dar una imagen de desconcierto,disgregación y caos.Peor es no hacer nada, no decir nada,no atajar los problemas, crear problemas innecesariamente.Entiendo a Dña Marisa, que puso mucho en los últimos tiempos,apostando por una presunta renovación.Tiene miedo y yo tambien.
Permítanme que copie aquí unas líneas del artículo que Michel Foucault escribió en Le Monde en mayo de 1979, «Inutil de se soulever?». A él me dirigí después de una discusión que tuvo precisamente lugar en este blog sobre los autoritarismos y la postura del intelectual. No lo conocía entonces y después de que me indicaran su existencia y leerlo, pude comprobar su altura moral y su profundidad:
«Hay sublevación, es un hecho; y mediante ella es como la subjetividad (no la de los grandes hombres sino la de cualquiera)se introduce en la historia y le da un soplo. Un delincuente pone su vida en la balanza contra los castigos abusivos; un loco ya no puede ser encerrado y despojado; un pueblo rechaza el régimen que lo oprime. Esto no hace inocente al primero, ni cura al otro ni asegura al tercero los mañanas prometidos. Por otra parte, nadie es obligadoo a ser solidario. Nadie es obligado a encontrar que esas voces confusas cantan mejor que las otras y dicen el fondo último de lo verdadero. Bastan que existan y que tengan contra ellas todo lo que se empeña en hacerlas callar, para que tengan sentido escucharlas y buscar lo que quieren decir.
¿Cuestión de moral? Quizás. Cuestión de realidad, sin duda. Todos los desencadenamientos de la historia no lograrán al respecto nada: porque hay tales voces es por lo que justamente el tiempo de los hombres no tiene forma de evolución, sino de la «historia».
Esto es inseparable de otro principio: siempre es peligroso el poder que un hombre ejerce sobre otro. Yo no digo que el poder, por naturaleza sea un mal; digo que el poder, por sus mecanismos, es infinito. Las reglas no son nunca lo suficientemente rigurosas como para limitarlo; y los principios universales nunca lo suficientemente estrictos para desasirlo de todas las ocasiones en las que se ampara. Al poder hay que oponerle siempre leyes infranqueables y derechos sin restricciones.»
La dinámica valenciana cada vez se me escapa más, por eso no intervengo. Sólo leo. Pero, había una fórmula en el post, la de «…cómodamente instalado», que me parecía injusta. No porque no sea cierta, sino porque corre el riesgo de ser hemipléjica. Por eso le pregunto: la de Amis es exactamente la misma comodidad, supongo, que la de Chomsky, Ramonet… O que la tuya y la mía ¿no?
¡Saludos sevillanos!
Estimado Àngel, perdone mi silencio. He estado todo el día de hospitales. No he podido leerle ni responderle ni acabar el post, que lo acabaré mañana y sabrá lo que finalmente pienso del libro de Amis, y la comodidad o no con que se expresa.
¿Qué pienso de Ramonet, por ejemplo? Puedo remitirle a un artículo que publiqué el 27 de febrero de 2004
http://e-valencia.org/index.php?name=News&file=article&sid=4396
Un abrazo.
Qué quieren que les diga, vistas ahora, las fotografías e imágenes de aquellos sucesos me parecen irreales, fantasmagóricas. Parece mentira que aquello sucediera; y que el mundo entero pudiera verlo, pudiera vivirlo, en directo. Ocho años hace ya del ataque y su recuerdo aún me sigue estremeciendo. Ocho años y parece que fue ayer. Ese avión negro de la instantánea, perfilado sobre el cielo azul y claro de una mañana de septiembre; esa pequeña sombra oscura, cerniéndose inexorable sobre la segunda torre mientras la primera, colosal, ya se consume, es una imagen increíble. Esa fotografía que el señor Serna ha insertado en su discurso es tremenda; tremenda no sólo por lo que anticipa y evidencia, sino por su perfección, por su estatismo. Hablábamos hace unos días de la perversión del nazismo, pero esa foto, esa foto es tremenda.
Pues fíjese, sr. Lillo, que ahora me impresionan más las imágenes «irreales, fantasmagóricas» de las calles de Nueva York. Ese gris, esa ceniza que todo lo cubre e impregna. Imagino incluso la pestilencia y las dificultades respiratorias… Muñoz Molina contaba algo de esto, de sus impresiones callejeras, en algunas páginas de ‘Ventanas de Manhattan’. Y recuerdo ahora otra novela sobre el 11 de septiembre: ‘El hombre del salto’, de Don DeLillo. Hay en sus páginas una sobrecogedora reflexión sobre las tragedias a ras de suelo. A ras de suelo. Si comparamos aquella novela con los relatos que Amis incluye en su libro, la conclusión es contundente: ‘El segundo avión’ es una obra ligerita.
Sí, sí, don Justo. La tragedia está allí, en las calles, en los edificios del World Trade Center y en los aviones, no olvidemos los aviones. Pero las fotografías de las calles de Nueva York no ofrecen duda ni posibilidad de engaño. Hay polvo, suciedad, destrucción y ceniza, imágenes difuminadas, gentes aturdidas, atónitas, que pululan como zombis sin saber hacia donde dirigirse. Pero fíjese ahora en el cielo azul de su segunda fotografía de Nueva York, en la nitidez del skyline. Parece increíble lo poco que separa ambas imágenes. La primera, la gris, es trágica. La segunda, a todo color, es perversa por las sensaciones que provoca. O al menos a mí me lo sugiere. Parece hecha por ordenador; cualquiera diría que el humo es un añadido y que esa mancha oscura con forma de avión es un pegote. No sé. Es perversa porque fascina (o al menos siento que yo corro el riesgo de quedar fascinado); fascina por su horror y su belleza; la belleza del paisaje estático frente al infierno que un segundo después de tomada la instantánea se va a desatar. Por eso me parece perversa. El polvo de las calles neoyorkinas no ofrece lugar a dudas, allí solo hay horror y sobrecogimiento. Pero en la otra el horror está detenido frente a un paisaje que impresiona. Ese es el contraste que a mí me parece brutal.
Ah, y cómo no, buscaré esa novela de Don DeLillo.