Silvio Berlusconi. Lees la prensa y hay noticias que te incomodan, que te desconciertan. No sabes qué decir, cómo reaccionar. Te crean estupor. Pienso, por ejemplo, en la colusión de fútbol, política y mass media: esa mezcla produce monstruos.
Uno de los casos más evidentes y temibles es el del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, dirigente del que aquí nos hemos ocupado repetidamente. Aprovechó el desmantelamiento de la democracia cristiana, la crisis enésima del partido socialista, el proceso de mani pulite. Un empresario de éxito, dueño de Canale 5 y de tantas otras televisiones, amo del Milan y de tantas otras instituciones de la sociedad civil. El resultado, a la vista está. La política italiana parece sumida en un cenagal: demagogia, populismo y escándalos mediáticos. Espero que algún día ese país, envidiable por tantas cosas, puede rehacerse y desprenderse legalmente: de Berlusconi. Con la legalidad.
De Berlusconi, precisamente, yo ya no sigo ni sus ocurrencias, dichas para epatar al adversario: en realidad, pronunciadas para despistar, para distraer la atención sobre lo fundamental, su ataque al Estado de Derecho, su defensa venal de intereses particulares. Ahora me entero de que ha sido agredido en un mitin. Me entero, además, de que fue al acabar un mitin en Milán, en la imponente plaza del Duomo. Busco más detalles. Leo en El País que «el agresor es un hombre de 42 años, Massimo Tartaglia, que (…) sufre desde hace años problemas mentales». Al parecer «lanzó un souvenir –una estatuilla de plástico y yeso en miniatura de la catedral de Milán– que impactó en la boca del primer ministro». Esto es el colmo del esperpento. Al ser detenido, confesó: «Yo no soy nadie». ¿ Berlusconi agredido por un don Nadie o por Nadie? En el primer caso, es el Uomo Qualunque, su encarnación, quien ataca; en el segundo, es Nemo, el hombre agraviado que reacciona contra el poderoso. La realidad se presta a metáforas muy torpes…
Después de lo que le ha ocurrido a Berlusconi, alguien ha dicho: se lo tenía merecido. Ha estado provocando mucho últimamente. Desde luego es una barbaridad pensar tal cosa. Me parece simplemente horroso. ¿Y ahora qué vamos a hacer?, me pregunto. ¿Vamos a justificar la violencia? Me pregunto esto con espanto y a la vez me interrogo sobre las milicias que autorizó legalmente el Gobierno de Silvio Berlusconi meses atrás, esas partidas de ciudadanos honrados a la caza de los presuntos delincuentes. ¿Han capturado a muchos maleantes? ¿A qué estamos llegando?
Joan Laporta. Repaso las declaraciones de Joan Laporta a El País. Las he leído varias veces. Es tan penosa la impresión que me causan que no puedo creer lo que sostiene. Ante el presunto maltrato que se le inflige a Cataluña, Laporta dice: «Tenemos que evolucionar. Cataluña se está muriendo, la están matando y tenemos que reaccionar». El nacionalismo –de aquí o de allá, con o sin Estado– siempre parte de la misma idea consoladora: nuestra nación no nos apoya totalmente porque está adormecida, porque está narcotizada, porque su nervio está debilitado. Ya vendrá el día en que podamos levantar cabeza.
Es una idea consoladora, sí. Pero es sobre todo un precipitante totalitario, gracias al cual se abre la senda antisistema: CiU y Esquerra están domesticados, pues se empeñan en utilizar unas vías institucionales que «cada vez están más agotadas y las estructuras son obsoletas. No podemos hacer el juego a quienes quieren diluir y narcotizar a los catalanes». Narcotizar, sí. Hay una conjura del Estado para hacer tal cosa a los catalanes. Tenemos que reaccionar, pues. «Es el momento de que Cataluña despierte», dice Laporta. Completemos la imagen del presidente del Barça. Desde el Ochocientos, siempre la misma cantinela historicista: Desperta ferro! ¿Y si no despierta Cataluña? A Joan Laporta no le cabe en la cabeza: en cualquier caso «se verán las ventajas de tener un Estado propio. Creo que la gente votaría a favor [en un referédum que no autoriza ni legaliza el Estado]. No me cabe en la cabeza que alguien vote en contra. Es incontestable que nos conviene un Estado para mejorar la calidad del país». No me cabe en la cabeza que alguien vote en contra…
Joan Laporta es un fenómeno. Tan fenomenal como Silvio Berlusconi. Es abogado y actualmente presidente de un club de fútbol. Es un aspirante político y su alzamiento se hace fuera de los partidos tradicionales. Le falta una televisión. En su país, Berlusconi empezó con Forza Italia, una suerte de partido-movimiento que se adueñó del Estado. En Cataluña, Laporta podría comenzar con algo semejante: Desperta Ferro. Hace unos años escribí sobre Joan Laporta sin que el fútbol me importara. Y ahora David P. Montesinos, amante del balompié, acierta con su fino análisis. ¿A qué estamos llegando?
Hermann Terstch. Un periodista está en el hospital desde hace días, víctima de una presunta agresión. ¿Su nombre? Hermann Tertsch. Ayer leí en Abc sus declaraciones: «… «Me propinaron una fuerte patada por la espalda y me levantaron tres cuartas por encima del suelo y luego caí de bruces. Estoy convencido de que se trataba de profesionales». Así de contundente se muestra Hermann Tertsch al describir la agresión de que fue objeto el pasado lunes cuando se encontraba en una zona de ocio de la capital. El periodista se recupera de sus lesiones, varias costillas rotas y contusiones de diversa consideración, en un hospital de Madrid».
En ciertos sectores de opinión se acusa a El Gran Wyoming de ser el inductor implícito de esa agresión por haber presentado en su programa televisivo, El Intermedio, unos vídeos jocosos en que se veía a Tertsch diciendo estar dispuestos a asesinar a pacifistas, etcétera. Todo era una manipulación sarcástica y evidente, como acostumbran a hacer en dicho espacio. No me gusta nada ese procedimiento porque la imagen de cualquiera puede ser objeto de ultraje, muy jocundo, eso sí. Preguntado por Abc, el periodista hospitalizado «no quiere vincular lo ocurrido con el polémico vídeo emitido en el programa que dirige el Gran Woyming, en el que era calificado reiteradamente como asesino, según las propias palabras de Tertsch. «A mí me han insultado antes de ese programa y después. Me han llegado a llamar hasta judío nazi, lo que demuestra la tensión de odio que hay últimamente en este país». Insiste en que «espero que se aclare este asunto. La querella contra «El intermedio» está en marcha . Y por otra vía diferente, se investiga la agresión de la que fui objeto el lunes pasado por la noche»…»
Algunos de sus enemigos dudan de la agresión de Tertsch, pero no de sus contusiones. Es decir, que se habría caído sin necesidad de empujarle o propinarle. Yo no tengo porque desconfiar de lo que él dice. Esto es, si él sostiene que le propinaron esa patada es que le dieron ese puntapié. ¿A qué estamos llegando? Desde luego, deploro la violencia física y verbal. Me parece repugnante atacar a alguien porque tenga ideas contrarias a las tuyas: si además las expresa con ultrajes y dicterios, eso no justifica nada de nada. Tertsch lamenta cómo ha crecido el insulto, cómo se odia en la esfera pública, cómo se propalan acusaciones gravísimas.
Hace unos años tuve una polémica con él. Yo publiqué un post en la primera época de este blog. Se titulaba: El periodista Hermann Tertsch (13 de julio de 2005). Creo que fui contenido en mi crítica, severo pero respetuoso. La mía era una andanada política. Tertsch me respondió llamándome «tonto perfecto. Y tiene la proverbial mala baba de los tontos». Para después añadir que «Justo Serna (…) debía quitarse de la cabeza que descalificarme a mí puede ser una forma de aliviar sus frustraciones. Aunque hoy me atropellara un tren de mercancías, puede dar por seguro que él sería el último en beneficiarse». Desde luego llamarme tonto perfecto es menos grave que acusarte de «judío nazi». ¿Pero por qué Tertsch acaba siempre sus críticas ad hominem con alguna imagen violenta, con algún ultraje? Me repito: ¿a qué estamos llegando?
Continuará en algún otro post. Las penosas impresiones no acaban
Sr. Serna, usted habla de Laporta, y lo compara con Silvio Berlusconi: abogado, presidente de un club de fútbol, “es un aspirante político y su alzamiento se hace fuera de los partidos tradicionales (“es el momento de que Catalunya despierte”)”. “Le falta una televisión”. Berlusconi, que ya tiene televisión, autoriza la participación de ciudadanos italianos para “cazar a presuntos delincuentes”.
Pues mire, don Justo, le leo y no he podido evitar acordarme de Hugo Chávez, el Presidente de la República de Venezuela que, también con televisión propia, acaba de aprobar la Ley por la que reorganiza la Milicia Bolivariana (antes formada por la reserva militar, y ahora integrada por civiles, que dependerá directamente del Presidente) para complementar la Fuerza Armada. Dice Chávez: «Es el pueblo en armas (…) Nosotros no tenemos planes de agredir a nadie, pero vamos a convertir a Venezuela en un país capaz de defender hasta el último milímetro del territorio».
¿Qué se oculta bajo esta forma de defensa?
No se trata de un modo de supervivencia, se trata de mantener el poder dentro de un Estado débil, en el que las autoridades públicas están prácticamente corrompidas. Bueno, si este es el problema, ¿por qué no se hacen más oposiciones para policía o se amplia el ejército profesional? Pues no. Lo que se hace es crear una especie de Estado paralelo en el que no se refuerza al ya existente, sino a la persona que lo preside. No es más que un modo violento e intimidatorio de controlar el poder; porque ¿quiénes son los que van a defender los barrios? Si no son profesionales o miembros de los cuerpos de seguridad del Estado, ¿serán personas responsables o fanáticos entregados “a la causa”?
No sé si me he adelantado, don Justo, pero es que me lo ha puesto usted ‘a huevo’.
No, sra. Zarzuela, no se ha adelantado. Me parece muy interesante el apunte que hace.
En todo esto da pánico el populismo.
Prof. Serna ¿era preciso poner a la foto de Berlusconi?
SEguro que la culpa de Wyoming :D
dejando las tonterias es un presidente que tiene controlados a los medios por que son suyos y creo que esta es una buena forma de darle su merecido
No, nunca será esa la foma de darle su merecido, nunca puede ser esa. La única que existe es la de las urnas o la de la justicia, creo que con ambas se puede llegar a todas partes.
Acudí al último derby en Mestalla entre el Valencia y el Barça -partido vibrante entre dos genuinos equipos de futbol, dicho sea de paso-. Al dar la vuelta entre muchedumbres de aficionados a los aledaños del estadio para llegar a la torre sur me detuvo la sensación de que estaba ocurriendo algo gordo, un grupo de gente que miraba en dirección a un punto muy concreto, a una de las puertas secretas del estadio, por donde se abría un cordón policial. Alguien salió de un automóvil de lunas negras y, siempre bajo la protección de los guardias, se introdujo en interno en las tripas del estadio mientras le caía encima una lluvia de insultos y amenazas que -les aseguro, sobre todo al ver las caras nada infantiles de los agresores- que me dio bastante miedo. El protagonista era, obviamente, Joan Laporta, presidente del FC Barcelona.
Serna establece una asociación entre Berlusconi y Laporta que me ha recordado este incidente… a don Silvio le pasó lo que le hubiera pasado a Laporta si no le hubieran protegido, así de sencillo. Yo acudí a ver un buen partido de fútbol, y lo ví,pero aquella escena previa me causó simplemente repugnancia. A veces pienso que ciertas situaciones que se dan en los estadios tienen algo que ver con los momentos de emergencia del nazismo en que los jóvenes lobos de Hitler ejercían su labor de intimidación.
¿Es casualidad que los dos personajes estén tan vinculados al mundo futbolístico? Temo que no. Las últimas declaraciones de Laporta, a vueltas con las consultas del fin de semana, suenan a broma y a impostura, pura demagogia de un personaje cuya ambición de protagonismo público alcanza proporciones delirantes. No sé si saben que los estatutos del Barça impiden actualmente a un presidente durar en el cargo más de ocho años, dos legislaturas. Una inteligente normativa que termina desvelando consecuencias terribles, por ejemplo, que hayamos de seguir soportando a este demagogo, temo que durante mucho tiempo.
Creo sinceramente que el asunto de las consultas merece reflexiones sosegadas… Y creo que personajes como Laporta solo consiguen lo contrario, es decir, que desde el Estado no se vean más que lo que de amenaza, desafío e impertinencia tiene este asunto. ¿No será que después de todo lo que pretende es justamente eso, es decir, desencadenar actitudes irracionales y de enconamiento?
La respuesta inteligente -lo dice un aficionado al futbol- es trasladar el foco de la batalla lejos del terreno que desean los demagogos. Laporta quiere mostrar que a su nacionalismo se opone otra ideología de similar cualidad: el nacionalismo español. Es sencillo: un comunitarismo se opone a otro, por tanto, Catalunya versus España. Ante esta reducción tan zafia del problema catalán, ¿cómo no va a decir que no puede entender que un catalán no vote independencia?
Al margen de que los no partidarios no han votado no porque su no es la no participación, obviamente, creo que hay que esquivar esta trampa. No sé si Catalunya debe o no buscar la secesión del Estado, es una aspiración perfectamente legítima, en mi opinión. A lo que no estoy dispuesto es a aceptar que mi discrepancia con el independentismo catalán me convierta en «nacionalista español». Dijo Josep Ramoneda que «cuando el siglo XIX se impone al XVIII es que algo no marcha». Lo entiendo perfectamente. La convergencia histórica entre la emergencia de los sentimientos nacionales en Europa y las corrientes del romanticismo fundamentan la mayoría de las consignas del nacionalismo aún hoy; por contra, la concepción ilustrada del contrato social asume que los humanos acordamos como sujetos libres y racionales las formas en que queremos regular nuestra vida en comunidad.
Me quedo con esta última visión, desde luego. Pero cuando empiezan a aparecer las retóricas de «la tierra», «el pueblo», «la sangre», entonces se sienten cómodos los demagogos, y se habla de oprimidos y opresores, de la muerte de una nación y todas estas historias. Justo entonces es cuando yo empiezo a incomodarme.
Que no se me olvide. En aquel incidente en los bajos de Mestalla, el grito que acompañaba más insistentemente a los «hijo puta» de rigor fue «Viva España» y «puta Catalunya», qué vamos a hacerle.
El tema este se las trae. Son tantos los frentes, tantas las cosas que se mezclan, tantos los sentimientos que se enervan que, como dice don David, para no acabar jugando la misma partida hay que buscar calma y sosiego.
Para empezar el comentario de la señora Zarzuela es muy pertinente, y añade a un personaje más para formar un interesante trío, a la espera de lo que vaya a añadir el señor Serna.
Creo que el señor Montesinos acierta una vez más. ¿Qué tienen en común toda esta gente? Yo también creo que es el nacionalismo, ese que nace en el XIX, se desata en el XX y parece hasta intensificarse en lo poco que llevamos del siglo XXI. ¡Menuda paradoja! Un mundo cada vez más interrelacionado, cada vez más interdependiente, cada vez más universalizado pero a la vez más fragmentado, más desunido, más insolidario.
Yo también creo en el modelo ilustrado, don David, pero no sé si alguna vez ha existido. Tal vez durante los primeros tiempos de la Revolución Francesa, cuando el filósofo anglo-americano Thomas Paine fue elegido diputado. Como le digo quizás no ha existido nunca, pues la nación, al fin y al cabo, es lo más parecido a la religión que puede encontrarse. Un sustituto excelente en estos tiempos de descreimiento. Juntos ya ni le cuento.
El nacionalismo es magnífico. Une tanto a la gente como las religiones monoteístas. Es una ideología solidaria y pacífica que no molesta a nadie y que admite la diferencia. No sé. Ya en serio, religión, nacionalismo y violencia son conceptos que van demasiado a menudo de la mano. Parece, por tanto, más sensato alejarse de todos ellos. Aquí alguna vez se ha citado “El lobo estepario”. Bien. Esa obra también es un alegato contra el nacionalismo, algo –como diría Durkheim- que se nos impone de manera brutal, una carga que parece que debamos arrostrar siempre, una especie de pecado original que nos determina y nos condena. ¿Cuántos millones de seres humanos han muerto en nombre de una nación? ¿Cuántos han muerto en lugar de ella? Es increíble que aún no hayamos aprendido nada, absolutamente nada.
En esto de los paralelismos hay que andar con cuidado. No creo que respondan a un mismo patrón. Ciertamente se ofrecen coincidencias, entre las que destacan desde luego, la utilización del movimiento de masas futbolístico, el nacionalismo y una soberbia y un afán de protagonismo desmedidos. Pero las perspectivas mediáticas, políticas y económicas de ambos no creo que sean las mismas, ni el contexto soial y político de ambos es similar.
Detesto lo que ha hecho Laporta, tanto como rechazo la manipulación que del futboj hacen los magnates de las finanzas y los mass-media. No en vano soy del Athletic de Bilbao. Pero sería una desmesura pretender que Laporta persigue convertirse en el Berlusconi de Cataluña. Aunque no sé si esas son las pretensiones íntimas del presidente del Barcelona, lo que está claro es que la ciudadanía catalana, dista de ser la italiana.
Con respecto a la agresión a Berlusconi, comparto lo que ha manifestado Antonio Di Pietro. Toda agresión es un acto repudiable, pero no hemos de olvidar que el susodicho es uno de los mayores instigadores de la violencia, él mismo supone una inusitada violencia al Estado de Derecho: quien siembra vientos, recoge tempestades.
Lo siento, señores, pero yo debo volver a doña Espe. Porque en este post también viene a cuento. En ella se unen la religón (católica-apostólica), el nacionalismo furibundo (español) y la violencia (si no física, al menos verbal).
Díganme, si no, a qué se debe que esta damisela se atreva a acusar públicamente a Wyoming de ser el agresor físico de Hermann Tersch. ¿Es que esta señora no tiene medida ni control? ¿Hasta cuando habrá que seguir tolerando su desfachatez nauseabunda?
No apruebo la violencia, ni siquiera en el caso de Berlusconi, por mucho que se la merezca. Pero esto está tomando un cariz que, desgraciadamente, se nos escapa de las manos. ¿Que será lo próximo?
Con permiso de Justo y demás contertulios, vuelvo al motivo inicial de este post.
“¿Por qué me odian?” Se pregunta Berlusconi, después de haber sido brutalmente agredido tras un mitin.
Berlusconi es humano, tal vez demasiado humano y por tanto excesivamente previsible. El Cavaliere sólo busca que le quieran. Eso le llevó a los negocios televisivos. Nada como la tele para crear ídolos. La telegenia establece entre el tele-vidente y el tele-actuante una suerte de enamoramiento virtual.
A Silvio le gusta el agasajo, la zalamería, las chicas guapas y hacer regalos a los amigos y amigas para que le quieran más. El cariño también tiene precio, y Berlusconi cuenta con fortuna suficiente para que no le falte. Al menos, eso es lo que piensa él. Por eso no entiende que alguien le odie.
Antes de la violencia física –siempre repugnante y rechazable- hay una espiral ascendente de violencia verbal. La crispación suele tener un origen, aunque no le falten compañeros de viaje, cómplices dispuestos a avivar las llamas. Berlusconi en sus mítines no ha sido precisamente un ejemplo de mesura y verbo sosegado, más bien todo lo contrario.
Pero yo creo que, tal como se está demostrando, la agresión a Berlusconi ha sido simplemente la acción de una persona con problemas psiquiátricos. Eso unido a fallos en la seguridad del mandatario.
El caso es que Berlusconi que tenía últimamente su popularidad por los suelos, saldrá de este incidente convertido en héroe, o mártir que en nuestra tradición judeocristiana viene a ser lo mismo.
Respecto a las relaciones entre fútbol y política, los ejemplos de Berlusconi y Laporta no son los únicos. El candidato de la derecha chilena, ganador en la primera vuelta electoral, Sebastián Piñera, además de multimillonario, y dueño de una cadena de televisión, preside uno de los principales clubs de fútbol de Chile, ¿también será populista?
Sigue el post (a propósito de lo comentado por Marisa Bou):
Hermann Terstch.Un periodista está en el hospital desde hace días, víctima de una presunta agresión. ¿Su nombre? Hermann Tertsch. Ayer leí en Abc sus declaraciones: «… «Me propinaron una fuerte patada por la espalda y me levantaron tres cuartas por encima del suelo y luego caí de bruces. Estoy convencido de que se trataba de profesionales». Así de contundente se muestra Hermann Tertsch al describir la agresión de que fue objeto el pasado lunes cuando se encontraba en una zona de ocio de la capital. El periodista se recupera de sus lesiones, varias costillas rotas y contusiones de diversa consideración, en un hospital de Madrid».
En ciertos sectores de opinión se acusa a El Gran Wyoming de ser el inductor implícito de esa agresión por haber presentado en su programa televisivo, El Intermedio, unos vídeos jocosos en que se veía a Tertsch diciendo estar dispuestos a asesinar a pacifistas, etcétera. Todo era una manipulación sarcástica y evidente, como acostumbran a hacer en dicho espacio. No me gusta nada ese procedimiento porque la imagen de cualquiera puede ser objeto de ultraje, muy jocundo, eso sí. Preguntado por Abc, el periodista hospitalizado «no quiere vincular lo ocurrido con el polémico vídeo emitido en el programa que dirige el Gran Woyming, en el que era calificado reiteradamente como asesino, según las propias palabras de Tertsch. «A mí me han insultado antes de ese programa y después. Me han llegado a llamar hasta judío nazi, lo que demuestra la tensión de odio que hay últimamente en este país». Insiste en que «espero que se aclare este asunto. La querella contra «El intermedio» está en marcha . Y por otra vía diferente, se investiga la agresión de la que fui objeto el lunes pasado por la noche»…»
Algunos de sus enemigos dudan de la agresión de Tertsch, pero no de sus contusiones. Es decir, que se habría caído sin necesidad de empujarle o propinarle. Yo no tengo porque desconfiar de lo que él dice. Esto es, si él sostiene que le propinaron esa patada es que le dieron ese puntapié. ¿A qué estamos llegando? Desde luego, deploro la violencia física y verbal. Me parece repugnante atacar a alguien porque tenga ideas contrarias a las tuyas: si además las expresa con ultrajes y dicterios, eso no justifica nada de nada. Tertsch lamenta cómo ha crecido el insulto, cómo se odia en la esfera pública, cómo se propalan acusaciones gravísimas.
Hace unos años tuve una polémica con él. Yo publiqué un post en la primera época de este blog. Se titulaba: El periodista Hermann Tertsch (13 de julio de 2005). Creo que fui contenido en mi crítica, severo pero respetuoso. La mía era una andanada política. Tertsch me respondió llamándome «tonto perfecto. Y tiene la proverbial mala baba de los tontos». Para después añadir que «Justo Serna (…) debía quitarse de la cabeza que descalificarme a mí puede ser una forma de aliviar sus frustraciones. Aunque hoy me atropellara un tren de mercancías, puede dar por seguro que él sería el último en beneficiarse». Desde luego llamarme tonto perfecto es menos grave que acusarte de «judío nazi». ¿Pero por qué Tertsch acaba siempre sus críticas ad hominem con alguna imagen violenta, con algún ultraje? Me repito: ¿a qué estamos llegando?
¿A qué estamos llegando? A lugares bastante peligrosos, me temo. Si ustedes hacen una breve prospectiva de los titulares de los periódicos de esta misma mañana, se darán cuenta que, salvo El País, todos los demás incluyen adjetivaciones, valoraciones y estimaciones normalmente descalificatorias en su cabecera. Entre que el As o el Superdeporte encabecen un lunes con «Robo arbitral» o «Hay que aplastar al Barça» y lo que podemos ver en la «prensa seria» no veo grandes diferencias actualmente. Y menos mal que parece que El País, tras una temporadita algo rarita por el asunto Mediapro, ha logrado reconducir sus propios nervios. Pero peguenle un vistazo a El Mundo, ABC, La Razón o este que se ve mucho por ahí últimamente y que también le echa la culpa de todo a ZP, La gaceta. Se diría que ya solo compran periódicos los hooligans. Lo peor es que no solo es un problema de la derecha cavernaria. Las portadas de Público se afectan de una tendenciosidad pueril, a veces con un tono casi freaky que recuerda a los parodias del Wyoming -parodias que dicho sea de paso son éticamente discutibles-. O nos aconojamos por la deriva de partidismo y demagogia histéricos que están sepultando cualquier forma de deontología profesional en el mundo de la información o pasamos a considerar que estos medios han pasado ya definitivamente a formar parte del show bussines. Mientras los «diarios serios» se van pareciendo más al Marca, los programas del corazón -el de los sábados ese de La noria, con la Rahola y alguno por el estilo pegando alaridos no tiene desperdicio- se han lanzado a invadir los terrenos de la política. Así, pasamos de un debate sobre los últimos acontecimientos en la casa de Gran Hermano al debate sobre la adicción al sexo de Tiger Woods para acabar juzgando en el mismo plató y con el mismo tono si Catalunya tiene derecho a la autodeterminación. Todo bien mezcladito para que todo huela y sepa a los mismo, qué guay. Quizá no deberíamos extrañarnos que un premio con cierto crédito como el «Ondas» se lo lleve un tipo que lleva haciendo la más repugnante pornografía televisiva desde hace años.
Lo que Tersch le contestó habla de un tipo colérico, que no soporta la discrepancia. Hay algo muy sucio, muy antidemocrático en el entorno de El Mundo, pero empieza a ser difícil no aspirar los mismos efluvios entre sus rivales del kiosko o la tele.
Querido Juan Antonio. Lo que pienso de Laporta desde que irrumpió en escena le pone muy lejos de Berlusconi, quien aunque llegara a dominar el mundo entero seguiría pareciéndome un esperpento. El riesgo es que, a medida que pasa el tiempo y que el juego del poder va revelando en el personaje su vis adictiva, el riesgo de berlusconizarse va pareciéndome menos descabellado. No pretendo que sean lo mismo, pero puede estar cogiendo ese camino… son ya muchos los síntomas que últimamente lo delatan. Insisto en que la obligación estatutaria de abandonar proximamente el Barça tiene aquí mucha influencia.
Querido Alejandro. «Ilustración» es para mí una categoría filosófica antes que un estado de las cosas que se pueda identificar con un contexto espacio-temporal determinado (la Francia del XVIII, por ejemplo) La ilustración es, como dijo Kant, el momento en que «la humanidad abandona su culpable minoría de edad». La minoría de edad de cada nación europea no se abandonó al mismo tiempo ni con idénticas culpabilidades, y en cualquier caso es discutible que no reaparezcan una y otra vez los mandarines que -sigo con Kant- aprovechan la tendencia de los seres humanos a acomodarse a que sean otros los que decidan por ellos. En ese sentido, usted tiene razón: nunca hemos sido genuinamente ilustrados. La ilustración es una tarea inacabable, un ideal que debe guiar nuestras acciones y, sobre todo, establecer las normas que posibiliten la convivencia.
Se aprende mucho por aqui. Les felicito
Le queria preguntar se se va a publicar el libro sobre Gramsci?
Hola, Salva: muchas gracias en nombre de todos. ¿No es un lujo contar con contertulios como quienes le preceden en este post?
Hola, buenas tardes, Alexandre. Me pregunta si se va a publicar el libro de/sobre Antonio Gramsci que Anaclet Pons y yo acabamos meses atrás. Sí: se va a publicar el año entrante. No le puedo decir la fecha exacta pero no me equivoco de año. Ese libro, para quienes no lo sepan, es una nueva antología con nueva traducción de los ‘Quaderni del carcere’. Hacemos un pequeño homenaje, por cierto, a Jordi Solé Tura…
Se titulará ‘¿Qué es la cultura popular?’ Tendrá una introducción nuestra que contextualiza a Gramsci, invitando a su lectura actual. Actual, insisto. Y sobre todo tendrá textos increíblemente vigentes de Gramsci sobre la novela, sobre el folletín, sobre el periodismo, sobre el folklore. Sobre la cultura popular en un momento de máxima expansión de la cultura de masas.
He pasado la tarde acudiendo a los links que ofrece Serna de anteriores escritos sobre Tertsch, incluyendo la «respuesta» que le dio. Me limitaré a calificarla como penosa, tan solo eso. A vueltas con el asunto de los últimos días se me ocurre pensar que mejor que no le atropelle un tren de mercancías, porque esta vez el culpable no va a ser Wyoming, sino el señor de las tristes columnas… ustedes ya me entienden.
Más en serio, lo que dijo usted en aquel momento en relación al ínclito o a Prada, a vueltas con sus alusiones por ejemplo Enzensberger me hacen pensar en dos ensayos que me gustaría recomendar a la concurrencia: «Europa, una aventura inacabada», de Zygmunt Bauman, y el irremediable «El abuso del mal», de Richard J.Bernstein.
Aunque me salga del tema del «post», Justo, escribo sólo para decir que tengo muchas ganas de leer vuestra antología de textos de Gramsci. Tu comentario sobre los escritos de Gramsci sobre la novela o el folletín me suscita mayor interés si cabe. Hoy justamente he empezado a leer una tesis doctoral (publicada en formato libro en 1983) que lleva por título «Baroja y la novela de folletín». Muy interesante y documentada. Son muchos los autores que han tratado de esta influencia del folletín en Baroja.
Lo dije el día de la presentación del libro de Isabel Barceló, cuando hablamos del folletín. En febrero habrá un Congreso en el CSIC cuyo tema será precisamente ese: la literatura popular y de masas en España durante los siglos XX y XXI. Una prueba más de la actualidad del tema.
Pongo el enlace por si a alguien le interesara, aunque el programa todavía está por definir:
http://www.ile.csic.es/literaturapopular/index.html
Caramba, don Justo… ¿qué, a dónde estamos llegando?… pues al punto que se pretendía. No es el punto final, desde luego; es un punto y seguido. Como diría Pink Floyd, es sólo otro bloque en el muro. ¡Nos están rodeando, contertulios! Esto apenas acaba de comenzar.
El perfil que trazan, con sus más y sus menos, “doña” Esperanza Aguirre, Francisco “te-quiero-un-huevo-amiguito-del-alma” Camps, “il vetusto cavallieri” Silvio Berlusconi y el pequeño Nicolás Sarkozy (los que han leído a Goscinny me entienden) es resumible en un tipo de político/a que cualquier leninista entiende de inmediato: “agitación y propaganda”. Son sembradores de vientos – siguiendo las palabras del señor Millón – porque esperan recoger alguna tempestad. Quieren, desean y buscan la “tormenta perfecta”. Saben que en una situación racional, sosegada, donde el diálogo se impone, sus dislates irracionales – máscaras para encubrir sus intereses inconfesables – sus creencias de estrambote y su ideología retardataria no encuentran acomodo. Así que practican una acción política reaccionaria propicia para presentarse ante la sociedad como el “salvapatrias” de turno. Pero, claro, ¿cómo van a “salvar a la patria” si “la patria” no está en peligro? Pues eso: a azuzar, a malmeter, a crispar, a emponzoñar…
La coincidencia de incidentes en Italia y España, ha sido, sólo, la tilde en un proceso del que no se escapa Suiza, con su voto popular contra los minaretes; Alemania, con el crecimiento electoral neozazi, los Países Bajos con su rubio de pote Geert Wilders y Francia, claro, con Nicolás Sarkozy, ese emigrante húngaro que quiere examinar de patriotismo francés a los franceses. Todo esto viene a dibujar el retrato de un mono con navaja.
Lo malo de ese mono es que cuando pega navajazos al aire no puede controlar sus movimientos. Y eso es algo que a los primates antedichos (Aguirre et alts) no les llega a entrar en la cabeza. Hay un peligro, lo saben, y es que la “tormenta perfecta” se les escape de las manos. Ya ha pasado antes. Le pasó a la República de Weimar y le pasó a la Duma de Nicolás II. Lo que ocurre es que creen que, en esta ocasión, juegan sobre seguro porque (1) el nazismo, hoy, es inasumible; (2) el bolchevismo, hoy, está acabado; y (3) a una de malas, siempre pueden contar con la derecha liberal y la socialdemocracia para enfriar los ánimos si estos se caldean demasiado. Así que pueden tensar sin demasiado pudor, hoy.
Lo cual nos conduce a que se dará otra vuelta de tuerca en un futuro no muy lejano por parte de esos políticos y de los intereses económicos que se encubren tras ellos. ¿Algún asesinato de algún líder de la derecha europea? ¿una nueva pantomima tipo Fracción del Ejército Rojo o Brigadas Rojas? ¿algún atentado masivo de alguna organización terrorista gay, atea, separatista, nihilista o algo así muy malo, muy malo, porque es muy rojo, muy rojo? Ya veremos porque esto, insisto, irá a más. Y no, no soy agorero: estamos poniendo a dormir a la razón y no paramos de engendrar monstruos.
Otro rato hablaré un poquito de “la Ilustración Interrumpida” y haré alguna apostilla a otras intervenciones. Me voy a cenar.
Pumby, espero que, una vez te hayas comido tus friskis, con buen provecho, continúes con esa negra predicción, que no diré yo que no vaya bien encaminada.
Para ser un gato, conoces muy bien al género humano (o no tan humano) y sobre todo a esa parte de él que se hacen llamar «políticos», aunque habría que buscar una nueva acepción de la palabra que los definiera mejor.
Y claro, tras tu intervención interrumpida por la opípara cena -que no dudo te estarás zampando-también espero que nos hables de «la ilustración interrumpida», y de qué fué lo que la interrumpió.
No sé si han visto las imágenes de la condena que esta mañana ha hecho Rodríguez Zapatero, junto a Van Rompuy, al hilo de los trabajos preparatorios de la Presidencia europea. Hemos de ser «firmes y tajantes», ha dicho. No sé, pero me ha parecido una acción sobredimensionada. Algo no me encaja. Puedo estar equivocado.
No estoy diciendo, por favor, que me parezca mal que se condene un acto violento contra un Jefe del Gobierno, no es eso. Pero me ha parecido más un golpe de efecto, una gestualización que iba más allá del hecho condenable. Como si allí se hubieran juntado todos los actos execrables y vergonzosos que se vienen produciendo en Europa, como si la victima no sólo fuera Berlusconi, sino todas las victimas indefensas…pero no han aparecido sus nombres…sólo uno, Berlusconi.
Sí, la imagen del Jefe del Gobierno, en un acto político, sangrando, es una cruda imagen. Eso viene a querer decir el étimo latino «crudus», lo que sangra. La sangre y ese gesto de dolor han conmovido, sin duda.
Pero, y el dolor que no sangra,¿no es cruel? La saña con la que se arremetió contra un hombre solo, contra Beppino Englaro, ¿no fue cruel? Berlusconi, el Vaticano y todos sus adláteres, acorralando al padre, ¿no fue cruel?. No, puesto que no corrió la sangre. Sólo corrían las horas, los días de oprobio y denigración.
Sí, condenemos la acción violenta contra Berlusconi, pero digámoslo todo. Firmeza y valentía. En aquel acto clamó Il Cavaliere contra los magistrados, contra los que claman por la libertad de expresión.
Sigo estando con Antonio Di Pietro, con lo que ha dicho en la Cámara italiana. Copio de su blog (allí se puede ver el video de su inervención):
«Ieri ho espresso solidarietà umana a Berlusconi per l’aggressione subita e deplorazione per la violenza causata da quello squilibrato. Oggi esprimo solidarietà totale, mia e del partito, alle persone condannate a morte dall’onorevole Cicchitto. A morte, sì, perché questo è il primo passo per quella criminalizzazione che egli ha ritenuto di fare anche oggi qua in Aula (in ossequio a quanto ha detto il Presidente della Repubblica, di abbassare i toni) nei confronti di Travaglio, Santoro, magistrati come Spataro e Ingroia (Applausi dei deputati del gruppo Italia dei Valori e di deputati del gruppo Partito Democratico), giornalisti de L’espresso, di Annozero e anche nei confronti nostri, dell’Italia dei Valori, che abbiamo una sola colpa: quella di non voler essere zittiti, quella di voler fare opposizione, quella di voler dire le cose in modo chiaro, quella di volere aprire gli occhi a questo Paese, che per colpa di una disinformazione totale in mano ad un Presidente del Consiglio, che controlla quella pubblica e quella privata, sta facendo credere ai cittadini il contrario della verità.»
Buenos días, perdonen mi silencio de ayer. Las ocupaciones…, que hoy siguen. Sin embargo, comentaré modesta y brevemente sus palabras.
Vuelvo…
Tras la sesión de tremendismo que me caracteriza, buenos días. No, doña Marisa, ayer no regresé al “blog”. Cené y me fui a la piltra que si ha visto cómo vuelan nuestros aviones (claves para buscar en Google: EADS, Sevilla), comprenderán que esté un poco cansado. Perdón por el ex-curso. Vuelvo. La “terribilità”, decía… ah… Ya lo insistí ayer, no quiero ser agorero pero si repasan los “posts” de este año (y si lo hacen desde la primera temporada de este “blog”, aún más) verán cómo la tendencia de la que hablaba/mos va “in crescendo” y siempre por la misma vía: nacionalismo estatista anti unidad europea & anti nacionalismo antropológico; demagogia política, cristianismo integrista, descrédito de la ciencia, impostura intelectual y pensamiento débil, adocenamiento de la población, corrupción política en los grandes partidos del continente (y en los hegemónicos territorialmente), simulacros de libertad cívica, regresión de derechos civiles y maniqueísmo social, violencia callejera y, lo que es muy interesante, señalamiento sañoso de “la izquierda” – un auténtico tigre de papel que encarna el sociatismo («sic», sí, de sociata) – como la promotora de todo el desaguisado y que “obliga” a la derecha a tener un comportamiento “sensato”, “firme”, “valiente”, “noble”… ¡¡”liberal”!!… ¡¡¡¡”democrático!!!!…
Lo cual me trae a la mente las intervenciones de mi aborrecido sr. Montesinos y del no menos perillán sr. Lillo, referidas al nacionalismo… ¿o deberíamos hablar del “jacobinismo”? Sí, porque resulta que lo que es bueno para justificar al Estado Moderno – incluso hasta oponerse a la Unión Europea – resulta que es malo si se trata de crear un Estado diferente. Y da igual que sea de orden inferior a las fronteras actuales (Córcega, por ejemplo) o superior (Europa, sin ir más lejos). Así es que tomemos al sr. Ramoneda con un poco de selz que tiene tendencia a ser más terrible que yo y fijémonos más en aplicar nuestros razonamientos a TODOS los casos, no a los que nos convienen.
Discrepar con el independentismo catalán, obviamente, no convierte a nadie en nacionalista español pero actuar de forma concreta, directa y tajante, negando a un grupo de seres humanos, libres y racionales, la forma en que quieren establecer su vida comunitaria, sí. Y en España, ahora, la derecha y una parte bien considerable de la izquierda anclada en el XIX, por no decir, el XVIII, eso es lo que hace. De esta forma, no estaría de más cuando sale un señor que se tilda de progresista hablando de “patriotismo constitucional”, “Constitución inviolable”, “ordenamiento jurídico democrático”, “la tradicional convivencia de todos los españoles”, “el único soberano es el pueblo español”, “la tierra española desgarrada” y “la sangre que los españoles vertieron por la democracia”, nos preguntáramos si, además de la derecha demagoga, no hay en la izquierda una legión de conmilitones de aquellos en ese tabernáculo de la democracia antidemocrática, de la ilustración despótica y de la razón de Estado por encima de la razón humana.
Otros asuntos. Coincido y por lo tanto, me limito a subrayar, lo que dice el sr. Millón sobre evitar peligrosos paralelismos entre el fútbol y la vida. Especialmente si es la vida política. Con todo, ya saben que ni siquiera en eso hemos avanzado demasiado. El senado bizantino acabó organizado por grupos… ¡de forofos de las carreras de carros! que así fue como aparecieron los primeros partidos políticos (agrupaciones políticas no vinculadas por un sistema clientelar-familiar). Bueno, y ya conocemos cómo acabó Constantinopla… (un saludo cariñoso para los turcos esteparios)
Vaya… y me quedo sin espacio para tratar lo que llamé la Ilustración Interrumpida. Algo les adelanto: está en relación a lo que don David le comenta a don Alejandro, el día 15 a las 11’07. Si el “post” permanece – ¡no lo sé!, al ritmo frenético al que nos lleva el sr. Serna… – lo cuento en mi siguiente intervención. Y si no, tampoco pasa nada, sra. Bou, le/s aseguro que podrá/n dormir igual de bien aunque no haya leído las teorías de mi hermano, pues, desengáñese, esa expresión no lo encontrarán en ningún manual, es de Manel Cantarell i Recatalà, así que se trata, sencillamente, de un pensamiento que se propone para la reflexión y el debate (¡por este orden!). Volveré (como dijo Escipión el Africano dos mil años antes que el macarra de MacArthur… ¡un poco de cultura clásica, por favor!)
“¿Por qué me odian?”.La verdad es que la pregunta, junto con esa foto mezcla de consternación, sorpresa y desconcierto da que pensar.
Por una parte, cualquiera ante una agresión de ese tipo, puede mostrar esa reacción de desconcierto e incomprensión de lo que le ha ocurrido. Como dice Alfons Àlvarez Berlusconi también es humano y previsible y seguramente tenga también esa parte de “Zelig” que todos llevamos dentro.
Pero esa pregunta también está hecha, creo, desde ese “estar fuera de la realidad” que caracteriza a algunos políticos, no solo italianos, como ya ha señalado Dª Marisa. El desconcierto de ese señor, el no entender cómo le han hecho eso ni por qué, desde la posición de invulnerabilidad y omnipotencia en la que suele estar, debe ser mayúsculo, un auténtico Schock
No sé hasta qué punto es políticamente incorrecto decir que “el que siembra vientos recoge tempestades”, finalmente la práctica de la violencia, aunque sea verbal, siempre acaba por alcanzarte, él no se caracteriza precisamente por la moderación y finalmente tanta arrogancia se acaba pagando.
Madre mía como están los contertulios, están que se salen.
He leído los enlaces del Sr. Serna y realmente suscribo lo que dice el Sr. Montesinos. La buena educación no es patrimonio de nadie. Es asombroso como la discrepancia es vivida como una cuestión personal, precisamente las opiniones, son opiniones porque son discutibles si no serían dogmas. Savater en su diccionario filosófico habla precisamente de esto.
Por cierto, Sr. Montesinos la recomendación del ensayo de Bauman está muy acertada, no solo por lo que plantea Enzensberger que puede recordarlo, sino como contraposición al tema de los nacionalismos que usted viene planteando en las intervenciones de este post. Un profesor de filosofía, de esos de los que quedan pocos y de los que dejan huella, me lo recomendó y lo leí, claro.
Sr. Pumby, no deja de sorprenderme su clarividencia felina, permítame que le cite con sus propias palabras dichas estos días atrás:
(…)Lo que tiene usted que hacer, sr. Serna es no detenerse ahora. Siga, hombre, siga, que ahora viene lo bueno.
Eso mismo le digo yo Sr. Pumby, no se pare ahora, continúe please.
Me pregunto en qué “empresas y tribulaciones” andará ese “marinero de los mares del destino”, que se marchó un día ebrio de ron y sin más abrigo que un tabardo y del que no hemos vuelto a saber ¿vendrá como Ilona con la lluvia?
Me acabo de cruzar con un gato
A propósito de Tertsch: vuelvo a condenar el deplorable suceso. Me parece horrible que alguien tenga que ir al hospital con costillas rotas. Simplemente deplorable. Como me parece condenable el indiscutible ataque que ha sufrido Berlusconi. Las agresiones que dice padecer Joan Laporta son colectivas y metafóricas. Son de risa, pero no porque no sean ciertas o porque sean catalanas: me parece risibles porque él se coloca como portavoz de los damnificados. Me parto. Pues eso: punto y aparte.
1. Sr. Montesinos, como usted ha podido ver en los links que puse, Tertsch es un periodista que lleva una deriva desnortada desde hace años. El problema no es que se haya vuelto de derechas. Tiene, por supuesto, todo el derecho del mundo. Como si quiere hacerse vegetariano y pacifista. El problema es que, esté donde esté, siempre está en el lugar correcto. Estaba en el lugar correcto cuando se hallaba entre los socialdemócratas y está en el lugar correcto cuando se desplazó al extremo. Tiene una arrogancia insoportable. Y escribe sus columnas con desaliño verbal.
2. Sr. Fuster. Le agradezco mucho las indicaciones que nos da sobre el folletín y su interés por leer –pronto, se lo aseguro– las páginas de Gramsci sobre este género. Y sobre el folletín voy a hablar aquí: también pronto, muy pronto. Hay una actualidad, por rara que parezca, que nos devuelve al folletín y sus condiciones materiales de producción. Lo dicho, sr. Fuster. Prontísimo.
3. Sr. De Villa Rabitos, le voy a criticar. Con humor, sin ‘acritú’, que decía aquél. Quiero criticar su forma de razonar. Tiene usted la capacidad para provocarme siempre. Siempre. Tiene mérito porque soy poco impresionable: salvo cuando veo películas de miedo. Con luz solar y en estado de vigilia no me suelo alterar. Verá, sr. de Villa Rabitos, cuando creo que vamos a estar de acuerdo, un lance de su prosa arrebatada le lleva demasiado lejos (para mi gusto), con lo que ya no puedo estar de acuerdo. No me pregunte en qué disiento concretamente. En lo que discrepo es en su fórmula omnicomprensiva: pasa de la a la zeta como si todo ello fuera evidente, como si ya estuviera demostrado y como si una cosa se siguiera de la otra. Si uno llega al final y está de acuerdo, ¿debe colegir que lo previo es un razonamiento? Pues no, no necesariamente, sr. De Villa Rabitos. En sus intervenciones, el compendio de cosas que reúne, que tiene el aspecto de un apocalipsis inminente, suele acabar con una escapada: como si dejara al resto del mundo en deuda, como si la humanidad debiera seguir sus indicaciones. Es usted hábil para mezclar lo insoluble y para hacer sentir a los otros, el resto de la especie, la responsabilidad de lo que nos hunde. Pero eso que nos hunde no es necesariamente lo que usted detalla. Ya sabe, sr. De Villa Rabitos que le profeso mi mayor consideración y amistad.
Volveré, Terminator dixit.
¡¡Era yo!! ¡¡Era yo, R.S.R.!! Pero iba tan ensimismado en mis líos aeronáuticos… mmm… un momento… ¡pero si yo no te conozco de nada!… ¡¡no se ni qué cara tienes!! (igual es una cara dura…)
Última hora:
Hermann Tertsch, en El náuGrafo digital.
A Juan Antonio Millón: muchas gracias. He recibido el nuevo número (39-40) de Braçal, una revista dignísima y muy bien editada que merece ser conocida.
http://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?tipo_busqueda=CODIGO&clave_revista=13150
En el último número tengo un artículo-conferencia: gracias a la amabilidad del sr. Millón, que me invitó hace un año a impartir una charla en un ciclo dedicado a Antonio Chabret. No es modestia falsa: seguramente lo mío es lo peor de dicho número. Olvídense de lo que allí publico y lean el resto. Son colaboraciones muy atinadas.
La revista está editada por el Centre d’Estudis del Camp de Morvedre (http://www.cecmorvedre.com). Un día dedicaré un post a la historia local…
Critique, critique, don Justo… ¿Mi forma de razonar?… sssstupendo… razonemos sobre mi forma de razonar… Y permítame por esta vez ser prolijo en el sentido de la primera acepción del Tumbaburros (DRAE para los no iniciados).
Que lo provoque, es algo que me honra, la verdad. Los bufones somos así, siempre tocándole los poderes al príncipe. Y usted, como magíster de éste “blog” lo es tanto como yo bufón. Gracias pues por esta pequeña satisfacción. Lo que pasa es que, como soy insaciable y desmedido, me gustaría que no fuera algo exclusivo suyo. Me gustaría provocar a todos los contertulios, cortesanos de esta Corte. Es mi pequeña vanidad, mi ilusión.
Ah… que sensación de peligro ¿eh?… uno avanza confiado por la senda dialéctica – o la trocha – que voy trazando, caminando seguro por un lugar que considera estable y, hop, salta la trampa, las arenas movedizas, el peligro inesperado… ¡cápita! pero si yo no quería llegar aquí. No, pero lo has hecho. Con los mismos mimbres se pueden construir muchos, muchos canastos. Cuánta incertidumbre si no obtenemos el que esperábamos ¿verdad? Qué incómodo tener que repensarlo todo siempre, cuestionarnos a nosotros mismos y nuestras certidumbres. Yo, como no tengo (salvo cuatro latinajos, tipo “carpe diem”, “sapere aude”, “non serviam”, “facta, non verba” y cuatro chorradas más), nada me cuesta pero si un maldito gato pone en tela de juicio sagradas convicciones…
Deberá admitirme, eso si, que si paso de a a la zeta, no es por ninguna mágica omnicompresión, es porque no tengo demasiado espacio para explicar el tránsito por el abecedario. Quedamos que una intervención en el “blog” debe ser corta (esta no lo será, ya advertí) y yo trato, trato, de ser breve. Sin embargo, reconozcame que tampoco le he escatimado a nadie que ha dudado de mis argumentos, mayor información si acaso me la ha pedido porque no le quedaba claro lo que proponía.
Cuando me dice: “Si uno llega al final y está de acuerdo [con lo que he argumentado], ¿debe colegir que lo previo es un razonamiento? Pues no, no necesariamente (…)”, hombre, ahí sí discrepo con usted, sin acritud, claro. Vuelvo a tomar el Tumbaburros, como supongo que no me niega mi capacidad de razonar, sólo queda la segunda acepción de esa palabra. Como significado de “razonamiento” pone: “Serie de conceptos encaminados a demostrar algo o a persuadir o mover a oyentes o lectores”. Y eso es lo que hago, nada más. Otra cosa será que se acepten mis razonamientos o no. Ahí cada uno es libre. Pero, vaya, que hago razonamientos, considero que es indubitable.
En mis intervenciones, el compendio de cosas que reúno están al alcance de cualquiera. Lo que pasa es que no cualquiera las reúne. Bien porque nunca se le ocurrió hacerlo, bendita inocencia; bien porque se le ocurrió pero le entró el pánico del ortodoxo al descubrir en si mismo la heterodoxia y, en ese caso, la soterra y olvida para permanecer en “lo correcto”; bien porque considera que no se pueden juntar churras con merinas pero entonces ya tiene argumentos para rebatirme: hágalo pues.
Es verdad, soy políticamente incorrecto, hasta insultantemente incorrecto. No obstante, soy consciente de que con ello no sólo puedo hacer dudar a algún contertulio sobre sus convicciones más íntimas, también, por eso mismo, puedo confirmar a algún otro en su pensamiento más pétreo. La incertidumbre genera miedo. Ante el miedo, uno bien puede afrontarlo – y que sea lo que Isis quiera – o bien puede encastillarse en sus posiciones. En cualquier caso, ese es su reto, el de mi lector, no el mío.
Si esperara que el resto del mundo siguiera mis indicaciones sería un líder o un alucinado. Y no lo soy, ni una cosa ni otra. Soy de los que creen en la libertad y la autonomía del individuo. Así que, la verdad, como le dijo Red Butler a Escarlata O’hara saliendo de Tara: “francamente, me importa bien poco” que alguien me acepte las ideas o no. No es cuestión mía.
¿Apocalipsis inminente? ¡Pero hombre de los Dioses! no es que sea inminente, asómese a la ventana: ya está aquí. Yo sólo la señalo, no la anuncio ni profetizo. Otra cosa es que estemos en el mejor de los mundos posibles, algo que no le negaré. Es incómodo pero razonablemente satisfactorio.
Descárguese de culpas quien creyese que yo ponía sobre sus espaldas la responsabilidad del devenir de la humanidad. Soy gato porque considero a los humanos una especie fracasada, así que no puedo señalar a nadie de esta generación. Sé que esto es un argumento difícil de evaluar por quienes viven la inmediatez del momento (historiadores del mundo contemporáneo, periodistas, economistas…), si entendemos por “inmediato”, cien o doscientos años atrás, pero también sé que antropólogos, arqueólogos e historiadores de periodos anteriores al Congreso de Viena pueden hacerse una idea más cabal de ello. Por lo tanto, sinceramente, no sé a qué se refiere cuando dice “Es usted hábil para mezclar lo insoluble y para hacer sentir a los otros, el resto de la especie, la responsabilidad de lo que nos hunde. Pero eso que nos hunde no es necesariamente lo que usted detalla”. Con la misma sinceridad le expreso lo que creo que nos hunde. A todos. Hasta a los de Villa Rabitos. Nos hunde ser el último capítulo de un sistema de vida que se fraguó durante el neolítico, cuando se impuso una evolución socio-cultural fundada en la rapiña del medio, la acumulación de excedentes, el reparto selectivo de los mismos y la explotación de los débiles por los fuertes. El resto, lo que siguió, fue la coherencia más absoluta en esa línea evolutiva. Nunca salimos de eso. El actual sistema económico, el actual desbarajuste ecológico, la actual explotación de los seres humanos por otros seres humanos hunde sus raíces en aquello y todo el holoceno lo confirma. Son hechos, no palabras.
Obviamente, don Justo, comparto con usted la misma consideración y amistad hacia su persona, por más que en alguna ocasión, haga uso de bromas y chanzas sobre ella… como corresponde a un buen bufón.
PS: Y perdónenme pero discúlpenme el resto de contertulios sobre semejante intervención “ad honorem” que tanto nos ha desviado del tema que tratábamos en el “post”. Si no hay más que alegar, volvamos a lo que íbamos.
Dixit? Ad honorem?
Pedantes!!
Cuanta chuleria.
¿Un latinajo es una pedantería? ¡Pues sí que estamos bien! ¿Pero por qué no argumenta? Haga como el sr. de Villa Rabitos. Extiéndase, hombre.
Hala, y otra mía…
Como el profesor Chivete me tiene prohibido que escriba en otro “blog” que no sea el del sr. Serna, haré una intervención “a terceros” sobre el “post” del El nauGrafo digital que tenemos la posibilidad de enlazar por si acaso me puede leer el magister de aquel.
De entrada, mi total aplauso a su texto. Sólo… sólo… ya tuvo que salir el “pero”, la alusión al Gran Wyoming. Y es que me sale la vena bufonesca, de solidaridad bufonesca, quiero decir. Vi “El intermedio” y vi la broma que hicieron con Tertsch. No me la contaron. Y, vamos, inducir que de semejante bobada alguien pudiera emprenderla a patadas con el presunto periodista, bueno, creo que hay un océano de por medio.
Con todo, es mi opinión. De hecho, el mismo ofuscado protagonista del pateado, se sintió tremendamente dolido con el chiste, así que igual, también hubo algún descerebrado (o rojo violento, o rojo violento y borracho) que tuvo un subidón de adrenalina al descubrir al interfecto compartiendo su misma barra tabernaria y, de ahí, que sufriera un tan repentino como furibundo ataque de ira emprendiéndola a patadas (algo, por otra parte, bien pintoresco, pues pudiendo partirle a un tipo la cara – Berlusconi bien lo sabe – ¿a quien se le ocurre tratarlo a patadas?…) a patadas, decía, con el del Abecé. Bien, pues aunque así fuera, la responsabilidad sigue estando en quien tomó la decisión de patear a Tertsch, no en quien hizo unos chistes sobre el mismo. Ojo porque esto es peligroso. No está escrito en ningún sitio pero por convenio social sabemos – y saben ellos – que los personajes públicos están expuestos a la chanza del cómico dentro de la libertad de expresión con la que nos gobernamos y que excluye la ofensa pero no la crítica por más vitriólica que fuere. Guste o no guste el Gran Wyoming acusarlo de fomentar la violencia es un peligroso atentado a la libertad de expresión, ya sea Tertsch, incapaz de entenderlo, ya sea la “doña”, en su último exabrupto reaccionario. Nadie debe pedir perdón por expresarse como su entendimiento le concede mientras no insulte a nadie. Y no es el caso, especialmente, porque todo el montaje audiovisual se hizo con las palabras del ofendido, tomadas en directo, con su propia voz.
Por cierto ¿y quién es él?… O sea, el del patadón, ¿quién es?. ¿Ha sido detenido? ¿alguien lo conoce? ¿era un habitual del local o un sanguinario rojo, violento, borracho (probablemente del P.G.B.) que salió a “cazar fachas” después de su ración cotidiana de “El Intermedio”, ese nido disoluto de enemigos de la patria?. Vivo en ascuas con esto.
Coincido en un 95% con el sr. De Villa Rabitos. Y añado: no me gustan las manipulaciones chistosas de El Intermedio. Bueno, miento: me gustaban las de Ortega Cano y a la vez me preguntaba: qué pensará el viudo de Rocío Jurado. Pobre hombre, me decía, yo me parto de risa, pero por qué lo ridiculizan tanto. El otro día vi a don Humerto Janeiro llorando en el programa de El Gran Wyoming. En una manipulación del audio, don Humerto reconocía ser homosexual. Y lloraba. Y yo me preguntaba: qué pensará el sr. Janeiro. Ya digo: no me gustan esas manipulaciones pero admito reírme de entrada. Ahora bien, como dice el Sr. De Villa Rabitos, que manipulen el audio no significa que de ello se deriven consecuencias violentas: Tertsch apareciendo con bombas y metralletas es simplemente chistoso. No me gustaría que lo hicieran conmigo. Por eso, procuro aplicarme el mismo medicamento.
Por cierto, en el caso de Italia y Berlusconi, el asunto es manicomial. Dos casos.
1.-Un «chico» de 26 años, leo en El País, ha intentado acceder a la habitación del primer ministro. «El chico aseguró, tras ser detenido anoche, que su intención era sólo saludar al primer ministro italiano, según ha informado hoy la jefatura de policía de la ciudad. La Policía explicó que el chico, que presenta evidentes problemas psicológicos, entró al hospital tras aparcar su vehículo en el aparcamiento subterráneo y tomó el ascensor hasta el séptimo piso, donde está Berlusconi. Los agentes de seguridad cachearon inmediatamente al joven, pero no encontraron nada que resultase peligroso, mientras que en el vehículo había algunos palos de hockey», dice Miguel Mora en El País.
¿Un chico de 26 años? ¿Cuándo se adquiere la madurez en Italia?
2.-Por su parte, Bernardo Bertolucci hace metáfora del Duomo y de la agresión. Leo en la crónica de Miguel Mora, en El País: «El cineasta Bernardo Bertolucci, al margen de una intervención sobre el cine ante algunos estudiantes, dio ayer en Roma esta interpretación de la agresión a Berlusconi: «El agresor cumplió un gesto simbólico de defensa. No golpeó con un objeto cualquiera, sino con la catedral de Milán. Quizá, inconscientemente, quería golpearle con el peso de la Iglesia´´. El director de El último tango en París confesó además que se siente de alguna forma «cómplice´´ de Tartaglia: «De frente a esta acción condenable, tanto más porque ha herido un pobre anciano de más de 70 años, y aunque yo no la habría hecho jamás, he sentido una especie de complicidad, como si el señor Tartaglia fuese el delegado de un sentimiento colectivo´´…»
¿Bertolucci es un cobarde? ¿Actúa por delegación, representado por un demente?
Italia está mal. Y el castellano de Bertolucci, también.
Sr.Pumby tendría la amabilidad de explicarme que ha querido decir con (…)¡¡no se ni qué cara tienes!! (igual es una cara dura…)
No sé cómo de mi anterior intervención puede usted deducir o ni tan siquiera conjeturar acerca del grado de plasticidad de mi cara. No quisiera malinterpretarle, pero lo que leo no me gusta, claro que no sé cuál es el tono en el que está dicho por eso le pido, por favor, que me lo aclare .Muchas gracias
Sr. Serna, me alegra mucho que le guste la edición de nuestra revista, hacemos lo que podemos, desde este rincón comarcal. Después de veinte años en la brecha, aún nos queda mucho por decir y aportar. Y, por favor, no dé la impresión de que su texto es una minucia.
Como le comenté, aunque con dificultad y arrastrado en una silla de ruedas, pude presentar el número en Sagunto, y allí, sintetizando los trabajos aportados a la revista, dije del suyo (pido perdón y un pequeño esfuerzo a aquellos que no sepan leer catalán, pero así fueron expresadas las palabras en el acto) lo siguiente:
«L’article del professor d’Història Contemporànea, Justo Serna, “Los papeles del burgués: erudición e impresión”, és una magnífica peça assatgística, on integra la reflexió historiogràfica i l’anàlisi històrica, entorn del concepte de “burgesia” i la investigació acurada de la burgesia valenciana del segle XIX, centrant-se no només en la documentació dels arxius, sinó en altres documents que ens aporten una informació inestimable per al seu coneixement com són els diaris personals, els mausoleus funeraris i les relacions que van establir les famílies burgeses. Aqueixa anàlisi té com epicentre la família valenciana dels Trenor i la documentació que al seu voltant ha anat acumulant i analitzant el seu autor. Amb el seu article, Serna ens acosta a aquell món burgès, a aquella ordenació cívica, pública i privada, en la qual es va desenvolupar Antoni Chabret.»
Lo peor del uso de la violencia en sustitución del debate de ideas -entre las que incluyo las políticas- es que siempre impone la razón de la fuerza sobre la fuerza de la razón e inicia una espiral ascendente de agresiones difícil de frenar.
Muchas veces el problema está en establecer cuándo y cómo comienza esa perversa espiral. Puede ocurrir que lo que unos califican de humor, para otros sea simplemente el inicio del ataque. Todo depende de la capacidad que se tenga para encajar las bromas, o de las ganas que se tenga de montar bronca.
Hay muchos personajes y personajillos que transitaron de víctimas a verdugos sin pestañear. Hay muchos ejemplos en la Historia en la que se han utilizado determinados hechos violentos para justificar posteriores persecuciones. El incendio del Reichstag es un buen ejemplo, no hace falta revisar los antecedentes de la guerra civil española.
Parece que la salvaje agresión a Berlusconi está siendo utilizada por sus seguidores para iniciar una nueva “caza de brujas” contra sus opositores políticos. Como bien dice el minino, por desgracia, si todo puede ir peor, irá.
http://www.publico.es/internacional/278400/caza/brujas/italia/agresion/berlusconi
¡Por las arrecogías en el Beaterio de Santa María Egipciaca!, señora R.S.R. ¿Cuál cree usted que ha sido el tenor de mi intervención?… Obviamente, jocoso. No se me irrite, mujer, no se me irrite que todo es broma ¿Cómo iba a especular con su rostro si ni siquiera sé como es? Mucho menos, pues, catalogar su personalidad. Vale que sea díscolo pero no me tengo por tan banal como para llegar a ese punto.
Por supuesto, si se ha sentido ofendida, le presento “ipso facto” mis disculpas y desisto, de manera inmediata, de compartir cualquier tipo divertimento con usted. Ya ve, la hacía yo con más humor… pero, bueno, todos nos equivocamos y lo primero es el respeto, por supuesto. No hará falta que le puntualice que por mi parte ese, con todo, lo tiene.
Sr. Pumby no sabe como me tranquiliza su aclaración, así que en este caso, la que pide disculpas públicamente soy yo. Este medio me provoca mucha inseguridad, me vuelve en ocasiones susceptible y además, todos tenemos malos días para qué ocultarlo. Me resulta más fácil cuando puedo ver las caras, el tono de voz,…en fin, que entre unas cosas y otras, tanta violencia y tanta agresión me he confundido. Lo siento. Desde luego no le tengo por una persona banal y, por favor, sigamos bromeando que me lo paso bomba aunque no tengo el humor de usted, alguna «correa» tengo ¿o no?
Después de este malentendido, volvamos al post que es más interesante.
Sin duda, señora R.S.R., sí a todo. El medio es propicio a los malentendidos, las susceptibilidades son más volátiles de lo que uno siempre puede imaginar y entiendo la confusión porque yo también tengo mis días prescindibles, posiblemente, más que usted: soy un gato extremadamente humano. Por mi queda todo olvidado. Vuelvo a imaginarla con una sonrisilla algo pícara en los labios. Y regresamos al “post”, naturalmente. En cuanto se me ocurra algún cataclismo cósmico o alguna hecatombe milenaria vuelvo a asustar a la concurrencia.
No he podido leerlo todo… (todavía) pero hay en la trilogía Berlusconi-Laporta-Gran Wyoming un componente común de frivolidad, idiotez y populismo necio tan enorme que me cuesta distinguirlos;-)
Un abrazo!
Sr. Millón, le agradezco esas palabras en la presentación de ‘Braçal’. Gracias por su generosidad.
Nuevo post, en unos minutos. Les espero.
¡Yo no fui!… Les doy mi palabra que no lo hice yo. Es cierto que podía haber tomado un avión, puesto la bomba y regresado a casa, eso es innegable, pero no, no puse la bomba en Milán. Parece que los acontecimientos nos van pisando los talones, por no decir que se nos suben a la chepa. Iba yo haciendo presagios calamitosos para los próximos años – véase mi intervención de 15 de diciembre a las 10’16 – mientras, honradamente, pensaba en el año 2010 como el del inicio de “la otra vuelta de tuerca”, cuando va y los impetuosos italianos se me adelantan. Ya saben, lugar: Milán, la ciudad favorita de las “tramas negras” para atentar contra la democracia liberal. Medio: una bomba y la prensa italiana que ha multiplicado el alcance del petardo. Autoría: “un grupo anarquista”. Bueno, pues nada, eso, a pasar una buena mañana.
Brevísimo apunte para la sra. Bou. Mire, esto de la Ilustración Interrumpida, igual la deberíamos llamar, Ilustración con freno y marcha a tras. Rapidísimo y con un didactismo que les ruego me disculpen pero me gustaría dejar esto claro: la Ilustración surge en el XVIII como consolidación del movimiento racionalista aparecido con el Renacimiento. El Siglo de las Luces era el paso definitivo a un mundo diferente al medieval. Básicamente laico, científico y democrático. Pero Kant se equivocó. No se dejaba atrás la infancia para pasar a una edad adulta de la humanidad occidental. Se pasó de la infancia a la adolescencia. Y ya sabemos cómo son los adolescentes. Cuando los poderes fácticos descubrieron que por más laicos que quisieran ser (tratando de controlar a sus respectivas iglesias cristianas), por más científicos fueran (algo imprescindible para desarrollar la tecnología que plusvalidaba el capitalismo), la democracia estaban intrínsecamente unida a las dos condiciones anteriores (sólo desde la libertad se puede acabar con las creencias mágicas). Como los déspotas se dieron cuenta del error, trataron de frenar el impulso del siglo. Inútil: Revolución Americana y Francesa y fin del Antiguo Régimen.
Problema: la nueva clase dominante – la burguesa – tenía los mismos intereses que la antigua derrocada: lucrarse a través de la explotación de las personas mediante un sistema económico dado. Esto también contravenía con el principio de libertad ilustrado. ¿Entonces…? Solución: ofrecer las cuotas de libertad suficientes como para acallar a las clases subalternas y a la vez congelar la Ilustración política. FUNDAMENTAL: lea usted el “Dialogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu” de Maurice Joly. Está escrito en 1864 (¡buen año aquel!… qué cosecha… qué vinos…) pero le aseguro que le parecerá escrito este mismo año. Le destripo su final: el maquiavelismo se impuso en Occidente a la libertad que predicaba Montesquieu y que una legión de ilusos se empeñan en creer que es quien impera. Precisamente ese es el éxito de Maquiavelo, el mismo que el del príncipe de Lampedusa, el gatopardismo: hacer que todo cambie para que todo siga igual.
¡Y me callo ya! que estoy que no paro en este «post»
Uno se descuida un poquito y ya la han liado parda, ¿eh? Como veo que he llegado tarde, un par de cositas muy breves.
Primero. No puedo estar más de acuerdo con las palabras de don Juan Antonio Millón sobre el “caso Berlusconi”. Son perfectas, no puedo añadir ni quitar una coma, sólo suscribirlas y aplaudirle por ellas. Hay que combatir desde ya esa táctica de la derecha (o la ultraderecha), pues es intolerable. Es lo mismo que sucede con Tersch (que no sé cómo escribe y no tengo ganas de buscarlo). Pero también pasa algo parecido con los periodistas ‘del corazón’: persiguen y acosan a los famosos, los someten a una presión y los violentan verbalmente de tal forma que, de vez en cuando, a alguno de ellos (de los famosos, digo) se le va la pinza y se lía a mamporros con el periodista. La prensa rosa, en vez de hacer autocrítica, machaca todavía más si cabe al famosillo en cuestión y, evidentemente, lo someten a una presión y a una violencia aún más intensa. Es una cosa de locos.
Pumby: por lo que a mí respecta, su vanidad puede quedar saciada. Me provoca un día sí y otro también.