Primer pedazo. «¿Habrá periódicos en papel dentro de 15 años?», pregunta David Fernández. «Sinceramente, no lo sé. De lo que estoy seguro es de que la gente seguirá necesitando información buena, creíble y relevante. Esa información podrá ser difundida en papel, a través de Internet o mediante el móvil», contesta Andrew Langhoff en El País.
Dicha respuesta es parte de una entrevista publicada el 16 de diciembre de 2009: «Los lectores deben pagar por la buena información«. Es una interviú que he leído en papel y que ahora reproduzco a partir de su versión digital, poniendo un enlace a la versión online de ese periódico. En mi móvil puedo consultar esta misma entrevista gracias a la conexión Wi-Fi de que dispongo en casa. Doy muchas explicaciones. ¿Por qué?
El título que David Fernández ha puesto a la entrevista es una frase literal, entrecomillada, de Andrew Langhoff: «Los lectores deben pagar por la buena información«. Estoy suscrito a El País en papel y, además, abono mensualmente mi recibo por la conexión doméstica a Internet: luego… pago por leer esta entrevista. Pero podría haberla leído sin desembolsar nada. En las bibliotecas, en los bares, en los cibercafés, etcétera, hay ejemplares de la prensa diaria y hay conexión electrónica. Podría acceder a las palabras de Langhoff sin pagar por ello. Pero cuando el editor de The Wall Street Journal Europe habla de pagar se refiere a otra cosa: su periódico online cobra por los contenidos, cosa que –según dice– les permite seguir invirtiendo en contenidos nuevos, en periodistas y en tecnología.
Algo de esto intentó El País hace unos años: cobrar por la hemeroteca, por la lectura de los artículos de opinión, etcétera. Los responsables del diario se toparon con una situación difícil, paradójica: si El País debía seguir siendo un periódico de referencia en Internet (como lo es en papel), entonces tenía que ser un diario leído. Si no era leído, porque estaba vedado el acceso a los contenidos más relevantes, entonces la publicidad no era rentable y, por tanto, bajaban los insertos. Como otros periódicos, tuvo que echar marcha atrás. De momento, la suscripción digital no añade gran cosa a lo que puede consultarse gratuitamente. Para pagar hay que tener la impresión de que te dan algo a cambio…
En 2005, Francisco Alía Miranda publicaba un utilísimo libro titulado Técnicas de investigación para historiadores. Al llegar al apartado de la prensa decía: «en marzo de 1979 comenzó a funcionar en Birmingham el primer periódico electrónico, el Viewtel 202, transmitido por el sistema Prestel de telextexto. Desde entonces, el soporte electrónico ha avanzado considerablemente, siendo hoy un complemento habitual en la mayor parte de su contenido a través de Internet». Fijémonos en la palabra que Alía empleaba: complemento. La versión online de los diarios de papel aún se veía en 2005 como complemento. Hoy, sin embargo, son la Red y los propios periódicos electrónicos–entre otros medios– los que amenazan a la prensa tradicional. ¿Por qué razón? En primer lugar, por el libre acceso: por la gratuidad de lo que en papel se paga. En segundo lugar, por la publicidad. ¿Es que, acaso, los mismos ingresos publicitarios han de repartirse para las mismas cabeceras en diferentes soportes?
Como reza el tópico: estamos hablando del reparto de la tarta publicitaria, de los pedazos del pastel. Ya no hay que competir sólo con medios rivales, sino con los complementos. ¿Cómo mejorar la cuenta de resultados? Leo en El País del mismo día (16 de diciembre) el titular de una noticia vecina: «Los diarios pierden el 43% de los ingresos publicitarios». Este hundimiento puede ser letal. «Puesto que los anuncios son la principal fuente de financiación de los periódicos, esta caída ha provocado un auténtico desplome en los beneficios. El año pasado [2008], los diarios ganaron 11,9 millones de euros, frente a los 232,9 millones del ejercicio anterior».
¿Qué soluciones se atisban? Reducir costes. ¿Cómo? Restringiendo el consumo de papel y adelgazando las plantillas, apunta Antonio Fernández-Galiano, presidente de la Asociación de Editores de Diarios Españoles. No obstante, la publicidad que pierden los periódicos de papel no se ha marchado necesariamente a sus complementos de la Red: «de los 124.000 millones de euros que facturó en anuncios la industria [periodística], apenas 4.100 procedían de los diarios electrónicos». ¿Dónde están los restantes pedazos? ¿Quién se ha comido mi tarta? De momento no vamos a responder. Echemos un vistazo a la historia. En cierto sentido, los problemas que ahora parecen nuevos son, en realidad, asuntos viejísimos.
Segundo pedazo. Para entender los problemas actuales de la prensa, quizá no haya mejor fórmula que la de regresar al pasado, sabiendo –eso sí– que los contextos son muy diferentes. Las ideas, las audacias son semejantes, porque la inventiva humana no es muy vasta. Émile de Girardin, por ejemplo… Su figura es un clásico de la historia del periodismo. En 1836 funda La Presse. Estamos bajo la monarquía de Luis Felipe, de la dinastía de los Orleans. Francia vive un proceso convulso. La revolución de 1830 está muy cercana y el país aún está bajo los efectos del proceso iniciado en 1789.
Émile de Girardin, a imitación de lo que sucede con The Times, concibe el nuevo diario como una empresa mercantil y no como un medio doctrinal. El periódico ha de dejar de ser un medio moralizador, grandilocuente, que alecciona: ha de ser un soporte de informaciones breves y prácticas. Hay que vender lo que ya es, lo que ya se concibe, como un producto de consumo. En sus páginas han de hacerse compatibles la rentabilidad, la calidad, la persuasión de los lectores, la información. ¿Cómo conseguir dicho objetivo?
El periódico tiene que ser un producto cuyo coste se sufrague preferentemente con la publicidad. Hay que abaratar el precio para incrementar el número de sus potenciales destinatarios, para difundirlo mejor y para incrementar los avisos. Solución: que el importe de la suscripción se reduzca a la mitad, costeando la diferencia con los insertos publicitarios, cada vez mejor concebidos. Fue un éxito, como podemos leer en todas las historias de la prensa. «El aviso [el inserto publicitario] debe ser franco, conciso y simple (…). Todo comentario, si no es perjudicial, es por lo menos superfluo; todo elogio, en lugar de atraer la confianza, provoca la incredulidad». Habrá que informar más que hacer ditirambos.
Pero Émile de Girardin será un fenómeno del periodismo no sólo por la audacia de abaratar el precio del ejemplar –no sólo por costearlo con los ingresos de los avisos–, sino por aplicar a la prensa la técnica del folletín (o foulleton) o narracción en pedazos. En la parte inferior del periódico publicará diariamente una novela por entregas como modo de mantener la fidelidad de los destinararios. Con él se inaugura la época de los folletinistas. En La Presse, en el Journal des Débats y en otros medios rivales aparecerán las obras de romancistas, como se decía en el español periodístico del Ochocientos: Honoré de Balzac, Eugène Sue, Alexandre Dumas. Algunas de sus obras serán muy conocidas: Los tres mosqueteros o El conde de Montecristo, entre otras.
De todos, el folletín que más me interesa es la novela-río titulada Los misterios de París (1842-1843). Su éxito fue extraordinario. Es ya una leyenda de la literatura y del periodismo: se leía en voz alta en las esquinas de París, en corrillos que ávidamente esperaban el nuevo episodio diario. Los misterios… tuvo numerosas imitaciones: Los misterios de Londres, Los misterios de Madrid, etcétera. La obra original se tradujo a muchos idiomas, entre ellos el español: en 1844, en Madrid y en Barcelona, en versiones de Antonio Flores y Juan Cortada. Años atrás, yo leí esta última, reeditada en los ochenta del siglo XX. La novela es monstruosamente extensa, en cinco volúmenes o grandes pedazos que recogen aquellas entregas diarias: una ficción alargada, justamente, para satisfacer al público durante meses y meses. Fue un fenómeno periodístico, bibliográfico, social: un auténtico fenómeno de la cultura popular. Tanto éxito tuvo, tan misterioso fue su impacto, que la obra merecerá la atención de Karl Marx, de Antonio Gramsci y de… Umberto Eco.
Tercer pedazo. Regresemos al punto de partida. ¿Acabarán los diarios en papel? Para aclararme o para ampliar datos, leo un libro reciente que trata exactamente de esta cuestión. Es una antología de textos norteamericanos procedentes de la prensa o de la Red. El volumen se debe a Arcadi Espada y a Ernesto Hernández Busto. ¿Su título? El fin de los periódicos. Si alguien me pidiera consejo acerca de este libro, ¿qué podría decirle? ¿Lo recomendaría? La materia que trata me interesa, por supuesto: es justamente lo que estoy abordando ahora. Pero no sé… Es un libro extraño y concebido de manera precipitada. Para empezar, sólo uno de los antólogos firma un texto, en este caso la introducción. Se trata de Arcadi Espada. De entrada, el lector no sabe exactamente cuál ha sido el papel de Ernesto Hernández Busto. No firma nada: hemos de suponer que es efectivamente coeditor.Vale decir, selecciona con Espada los artículos que se reproducen. Ni uno ni otro traducen los textos antologados: corresponden a Juan Carlos Castillón y a Verónica Puertollano. ¿Eso es lo extraño? No, por supuesto.
Lo raro empieza con las páginas iniciales. Son una suerte de antología de la antología, extractos de lo que después vamos a leer. Pretextos, lo llaman los editores. Es una especie de florilegio de citas para lectores urgentes. Ya no haría falta completar un volumen del que los responsables nos ofrecen lo más destacable. Resulta una operación rara, la verdad. Pero no acaba ahí la cosa. Nos disponemos a entrar para leer la introducción de Espada. ¿Y qué hallamos? Su prefacio no es corriente: no dice lo que toda introducción debe decir: quiénes son los autores antologados. No dice nada de ellos, en efecto. De su identidad se informa al final, en una página de Créditos que en realidad es la procedencia de los textos. Nada más. Tampoco Espada trata del fin de los periódicos. Sus páginas, escasas, son una andanada contra las posturas posmodernas y relativistas: la causa de numerosos males periodísticos, a su juicio.
Por culpa del relativismo, muchos han dejado de creer en la verdad para abandonarse a la verosimilitud. Por culpa del giro posmoderno, muchos han dejado de confiar en la realidad para entregarse a la ficción. Por culpa de este debilitamiento, la figura del mediador, del periodista, se desdibuja e incluso se impugna. Ya no haría falta contar con los periódicos, pues todos seríamos emisores y receptores de la información. Por creer esto es por lo que el fin de los periodistas podría estar cerca: ya no los tomaríamos como responsables de la selección de los hechos. Etcétera.
Me resulta extraña esta argumentación. Es evidente que Internet ha desdibujado las jerarquías del saber y del conocimiento, entre ellas las jerarquías académicas. Es evidente que hay una multiplicación exponencial de las fuentes. Pero tal vez habría que plantearse qué han hecho mal los académicos (o los periodistas, por ejemplo) para que sus funciones hayan sido objetadas. Esa cuestión no la plantea Espada. Pero sí que se la plantean los periodistas o bloggers que después aparecen. El periodismo siempre ha estado en crisis, en crisis financiera: necesidades crecientes y recursos limitados, inversiones que se multiplican y capital limitado. Ahora, la precariedad de los ingresos es grave: esa disputa de la tarta publicitaria mengua las posibilidades de los diarios. Si lo que ofrecen los periódicos también lo proporcionan otros medios, entonces los anunciantes pueden muy bien optar por otros soportes. Es lo que está ocurriendo. Para que los periódicos –en papel o su «complemento» online— retengan los avisos es preciso suministrar algo que otros medios no dan. ¿Qué puede ser? ¿Información? Tenemos saturación informativa. Nos sobran datos. Lo que pueden ofrecer es credibilidad y criterios de selección, de orientación.
En la época de La Presse o del Journal des Débats, la información breve, práctica, escueta, fue muy bien recibida. Limitaba el papel doctrinal de la prensa. Además, el folletín fue un reclamo muy bien pensado. Publicar diariamente una historia a pedazos cuya intriga cambiaba según las reacciones de los destinatarios fue un gran idea. Se establece una serie, se crea una continuidad y los lectores –la audiencia, propiamente, porque dichos relatos también se escuchaban– se fuerzan a seguir adquiriendo el periódico. Por supuesto, no estoy proponiendo una vuelta a recursos del Ochocientos. Una novela como Los misterios de París da a su público una historia melodramática, un relato de identidades confusas, de crímenes espantosos, de miseria y rendención. Leamos un pasaje:
«Con mucha desconfianza nos arriesgamos a presentar algunas de las escenas de este libro. Tememos desde luego que se nos eche en cara haber buscado episodios repugnantes, y aun cuando esto se nos perdone, quédanos el recelo de que se nos juzgue ineptos para pintar fiel, vigorosa y atrevidamente costumbres tan excéntricas (…). Aliéntanos, sin embargo, la especie de curiosidad meticulosa que despiertan muchas veces los espectáculos terribles. ¿Y quién es capaz además de negar el poder de los contrastes? Mirando el arte bajo este punto de vista, conviene acaso presentar ciertos caracteres, ciertos modos de vivir, ciertas figuras cuyos colores sombríos, enérgicos y quizá duros, servirán de oposición o contraste a escena de clase muy distinta. Con tales advertencias confiamos que el lector querrá seguirnos en la excursión que emprendemos que puebla las cárceles y los presidios, y cuya sangre enrojece los cadalsos. Quizá nunca ha visitado esos lugares; mas le advertimos que si pone el pie en el último peldaño de nuestra escala social, verá como la atmósfera se va purificando al paso que la narración se aleja de su principio».
Y eso fueron el periodismo y el folletín de entonces: una excursión hacia el acontecimiento o el suceso, hacia lo novedoso o lo bizarro. Pero también una ayuda, un servicio práctico: el diario estableció lo contemporáneo, lo central, lo significativo. Durante un par de siglos, el periódico fue el principal informador de hechos: su aduanero, como se dice en metáfora ya clásica. Eran los periodistas quienes decidían qué hechos se convertían en noticia, en relato verídico de lo real. ¿Y ahora?
Cuarto pedazo. En el libro que menciono y cuya brevísima introducción escribe Espada, las respuestas que se dan –los diagnósticos, vaya– suelen coincidir. Más que preocupar la desaparición de los diarios en papel (en papel no hay links), inquieta la muerte del periodismo, el cese de su función aduanera (gatekeeper): el fin de la vigilancia, de la verificación, de la jerarquía. Todos podemos ser emisores y todos nos convertimos en terminales que reciben; todos podemos informar, crear, inventar, fabular o mentir con efectos multiplicadores. ¿De verdad es el diario en papel aquello que nos preocupa?
Desde siempre, los periódicos tomaban una parte de lo real para establecer las noticias de acuerdo con unos criterios comunes o próximos. Un lector podía atenerse al mismo menú informativo con sabores diferentes, con interpretaciones distintas. Era la agenda que los medios serios compartían (y aún comparten). Pero, ahora, la mezcla de lo noticioso, de lo espectacular, de lo raro, de lo sorprendente se está imponiendo como dieta general. No es lo excepcional, sino lo común. La confusión empieza a ser la norma, pues la intervención de los internautas puede trastornar y trastocar lo relevante, lo que los periódicos juzgan relevante.
Llegados a este punto nos hallamos en una tensión histórica, en una circunstancia nueva, no vivida hasta ahora. Los periódicos aún están en disposición de dictar la agenda, pero ese temario de asuntos importantes está cada vez más afectado por la intromisión del periodismo ciudadano, por los blogs, por los chats, por los comentarios, por las comunidades, por las redes. Estamos asistiendo a un despiece de la información. Todo es dato y todo circula por la Red: la información significativa, la reflexión, pero también el chisme o el rumor que trivializan lo grave. ¿Y eso es bueno o es malo? Pues depende, claro. Por un lado, esta democratización emisora impugna la colusión entre medios tradicionales, pero por otro también abre la puerta a lo secundario, a lo marginal, a lo banal incluso.
En realidad, que los diarios dejaran de imprimirse en papel no tendrían por qué significar un gran cambio. Podríamos seguir leyendo los mismos periódicos en un e-reader o en un móvil o, simplemente, en el ordenador. Si nuestro hábito perdura, entonces la prensa continuará siendo influyente. De lo que se trataría, pues, es de mantener la función aun cuando las balas de papel dejaran de ser necesarias. Pero hoy el periódico online sólo es una más de las fuentes que consultamos. Obtenemos datos de múltiples emisores y el caudal de información amenaza con anegarnos. Los diarios nacieron para informar, sí, pero también para criticar al poder, en unos casos, o para aliarse con los gobernantes, en otros. La colisión o la colusión, según, siempre les proporcionó enorme influencia. Si ahora numerosos informantes crean sus propias comunidades, si ahora infinitas informaciones circulan por la Red, si ahora es prácticamente imposible establecer un canon o una jerarquía, entonces los diarios llegarán a ser marginales, hasta incluso desaparecer.
¿Celebraremos este fin, este cese? No sé si necesitamos más información. Lo que precisamos es conocimiento y saber: análisis significativos de lo que ocurre y criterios de discriminación que nos permitan seleccionar lo relevante. Pero relevante, ¿para quién? ¿Para la generalidad o para mí, que pertenezco o puedo pertenecer a determinadas comunidades autosuficientes? La relevancia nos lleva, otra vez, a la jerarquía y al canon generales. No podemos abastecernos sólo con lo que nos confirma o con lo que nos interesa, sino también con aquello que nos extraña. Y el periódico tradicional nos informaba de lo que, de entrada, no nos concernía. Era como viajar. O era como esa excursión que nos anuncia el narrador en Los misterios de París, una excursión motivada por la curiosidad meticulosa que despierta lo diferente y el contraste, ese mundo despedazado de clases enfrentadas. El folletinista Eugène Sue esperaba reconciliarnos para regresar final y felizmente aliviados. De hecho, la protagonista de su romance, Flor de María, una muchacha de los bajos fondos, volvía como una dama tras ese descenso a los infiernos. Todo era luz y encaje. Ahora no hay regreso ni consolación. El mundo sigue en pedazos y todo los que nos rodea está muy oscuro. Seguimos observando sin alivio, como la Mafaldita de Quino.
Hacia el mediodía, en los grupos de binarios de usenet, es más que fácil encontrar en versión pdf las ediciones diarias completas de El País, El Mundo, La Vanguardia, Marca, Sport, Avui, Las Provincias, etc. Eso sólo por citar los diarios españoles, claro.
Así que… ¿Pagar? ¿Pagar aún más? No, gracias;-)
Sr. Planas, ¿nos puede poner un enlace a ese paraíso gratuito?
Gracias.
Luego te envío, Justo, un email explicándotelo. Va de archivos binarios y grupos de usenet… largo de explicar (pero selecto;-)
El periódico de papel se ha quedado pequeño para satisfacer la curiosidad creciente de cada vez más personas. ¿En qué periódico puedo encontrar artículos cómo éste que acabo de leer y otros que escriben muchas personas y que sólo se pueden leer en internet?
La calidad de la prensa ha bajado mucho. Sólo el sábado vale la pena el ABC con el ABC de las letras y EL PAÍS con el Babelia.
2009 y 1968
La iconografía de la porra
Lo que ojo vio en París en mayo del 68 se repite en la estampa de 2009. Los antidisturbios se conducen con dureza y los fotógrafos de prensa reproducen lo ya visto varias décadas atrás, lo que se plasmó en graffiti o en lo que ahora se recrea en fotonoticia:
Gracias, Santi, por haber leído este artículo que, como dices, sólo está en Internet. Los periódicos se han quedado pequeños, dices. Pero lo que me interesa es saber cómo nos adaptaremos nosotros, los lectores, a la nueva situación. Y cómo podrán sobrevivir estos artefactos materiales que llamamos diarios. Los libros electrónicos que permiten la lectura de periódicos digitales nos hacen retroceder a otro tiempo del diario en papel: de momento son en blanco y negro, con una escala de grises. Supongo que pronto llegará el color al periódico digital para Kindle. No es una broma…
La fotografía de Reuters del policía en Copenhague fue reproducida, por ejemplo, por dos periódicos españoles en sus respectivas portadas. Coincidieron. Era una imagen muy poderosa que recordaba choques estudiantiles de los años sesenta. En la primera plana de El País la fotografía ocupa el centro y domina visualmente la página. En El Mundo está desplazada y es de pequeño tamaño. ¿Y los pies de fotos? Los pies de El País y El Mundo finalmente fueron distintos, pero en principio habían sido prácticamente los mismos. Al menos en la edición impresa:
1. «Un policía reduce a un manifestante junto a la sede de la Cumbre del Clima de Copenhague» (El País).
2. «Un policía reduce a un manifestante» (El Mundo).
Cuando luego compré las ediciones en papel, en este caso de la Comunidad Valenciana, el pie de foto de El Mundo había cambiado:
«Un policía danés golpea, ayer, a un manifestante».
Pero lo más insólito es la noticia que acompaña a dicha fotografía. Se titula así: «Calentamiento en Copenhague» y está firmada por el enviado especial de El Mundo, Pedro Cáceres. En la edición digital impresa, el cuerpo de la noticia arranca así: «Los policías daneses no se andan con tonterías. Son directos y si les encargan limpiar una zona, lo hacen. Cientos de ellos, grandes como armarios roperos, se dedicaron ayer a despejar la puerta del Bella Center a conciencia. Por unos minutos, el centro de convenciones de la Cumbre del Clima se convirtió en un campo de batalla». En la edición en papel de dicho periódico que se distribuyó en la Comunidad Valenciana, el texto reza así: «Los policías daneses no se andan con tonterías. Son eficientes y directos y cuando se si les encarga limpiar una zona, lo hacen bien. Cientos de ellos, grandes como armarios roperos, se dedicaron ayer a despejar la puerta del Bella Center a conciencia. Por unos minutos, el centro de convenciones donde se celebra la Cumbre del Clima se convirtió en un campo de batalla».
En una edición de El Mundo, los policías «son eficientes y directos». En otra edición sólo «son directos». Em ambos casos son «grandes como armarios roperos».
¿Qué les parecen estos datos de la última oleada de la Encuesta General de Medios (EGM) referido a ediciones en papel?… En un año: un incremento del 40’8% de lectores, ganando en concreto 69.000 que colocan al diario en 238.000. Me refiero al diario “Público”. Un diario que está captando lectores de ¡¡14 años!! cuando la media general española ubica al lector de prensa diaria en papel en los 44’5 años.
Y ocurre cuando los periódicos, en general, pierden un 2’3% de lectores, o sea, pierden 377.000 lectores. De los cuales 137.000 han dejado de leer “El País”, un decremento del 6’2%. Y no es el único que se precipita. Desciende abrumadoramente “La Razón” (-19%) y baja “El Mundo” (-2’9%). Además de “Público” (+40’8%) sólo crecen “La Vanguardia” (+5’2%) y “ABC” (+3’9%).
Y otros datos colaterales pero igualmente interesantes: los que se despeñan son los diarios gratuitos, han perdido 1.000.000 de lectores, un 25’2%. Y si recordamos, más de uno afirmó que la prensa gratuita era el final de la prensa adquirida. Parece que no.
Y otro aspecto, en ediciones digitales “Público” consolida 2.000.000 de usuarios únicos, siendo el único periódico en línea que crece por dos meses consecutivos. En noviembre creció un 2’83% respecto a octubre. Un dato que no alcanza ninguno otro de los otros. La fuente es de la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD).
Ya sabemos que esos datos, por oleada, son como una fotografía: toman, congelan, sólo un instante. Claro que si vinculamos las fotos, nos sale una película. Y esa película indica una dirección que a mi me hace reflexionar aunque sin llegar aun a ninguna conclusión. Por eso comparto con ustedes los datos, por si acaso alguien me pudiera ayudar en ello, en reflexionar, decía sobre si el éxito o el fracaso de un diario, o de un medio de transmisión de opinión estriba en el qué se cuenta y el cómo se cuenta, antes que en el formato (papel “adversus” virtual & pago “adversus” gratuito). ¿A ustedes qué opinan?
Sr. De Villa Rabitos, perdone pero no había visto su comentario, que invita sin duda a la reflexión. Estaba yo mismo mostrando el ejemplo de cómo una imagen de lo real es un reconocimiento de lo que ya ocurrió y cómo su significado, que en parte se consigue con el pie, cambia según queramos dar más o menos énfasis. Un policía reduce o golpea. Es eficiente y directo o es sólo directo. Pero, como decía, es grande como un armario ropero…
En efecto, se nos cruzaron los envíos (por todos los Dioses, ¿qué pasará “ahí”, en el ciberespacio, con nuestros escritos?) y, en efecto, el comparativo que hace la Hemeroteca es profundamente significativo y los cambios de pie de foto que señala más abajo inquietantes. La realidad que nos asegura el informante, es la objetiva, muta con el transcurso de los minutos al capricho del periodista.
Por cierto… veo al policía y, ya ve, me recuerda un vikingo. Con cambiarle la porra – ¡qué universal y fálico símbolo de poder bruto! – y ponerle unos cuernecillos de nada a su casco, hale, ya tenemos al bárbaro en plena faena. Claro que si ese es un culto policía danés… sglub… ¿cómo serían los policías marroquíes que recibieron a los saharauis que se aproximaron a festejar el regreso de doña Aminatu Haidar?. No sé… ahora pienso en el oficial Hamidou, aquel de “El expreso de medianoche” (1978), y bueno, qué escalofrío…
El tema del folletín plantea interesantes cuestiones de los cruces y las intermediaciones entre distintos niveles de cultura y entre distintos niveles de percepción de lo real. Allí, ocupando una parte de la hoja diaria, unido o en diálogo con lo informativo y lo discernidor, ese escueto «cuarto de página» bien merece nuestra atención, planteando historias demoradas, redefiniendo el estatus del escritor y su intervención en la formación del imaginario de la masa lectora.
Sr.Serna, me había generado la expectativa de que nos iba a hablar del folletín, del género y de la técnica, de la posición del escritor y del lector en ese género y sobre todo de lo que usted mismo señala del impacto de ese fenómeno tuvo en la cultura popular, (creo haberle dicho en alguna ocasión que sus post a veces tienen algo de esa técnica, en el sentido de que van crescendo de manera que atrapan al lector). Pero no, ha hecho un viraje y volvemos a la prensa en red o en papel. Lástima. Aunque bueno, el post aún no ha terminado quién sabe.
Sr. Pumby aunque sus análisis casi siempre son muy interesantes, me gustaría comentarle dos cosas acerca de esos datos que usted nos ofrece y que invitan a la reflexión.
1.- Me alegra que un periódico como público suba su índice de lectores y no hay duda de que la subida que indica es algo importante, pero yo me pregunto si viniendo de donde viene, es decir, que con la subida que usted apunta tenia 158.000 lectores le queda otra opción más que subir o desaparecer.
2.- Señala que los diarios gratuitos han perdido un 25,2% no sé si han perdido lectores o se ha perdido la distribución en muchos puntos, me pregunto si ha sido una decisión de los lectores porque no quieren leerlo o sencillamente no lo leen porque no les llega. Un caso concreto es el “diez minutos” que ha dejado de distribuirse fuera de valencia, (al menos en la comarca de l’horta ya no se distribuye) pero en la ciudad parece que se sigue leyendo tanto o más que antes.
El folletín no ha acabado, R. S. R.
Como dice el sr. Millón, «ese escueto “cuarto de página” bien merece nuestra atención, planteando historias demoradas».
El ‘post in progress’ es una historia demorada. Exactamente como el folletín.
Continuará, en efecto.
En efecto, sra. R.S.R. esa era la alternativa de “Público”: crecer o morir. Y si su nacimiento tiene lugar en un momento de crisis generalizada de la prensa escrita, su mérito es notable y mayor. Algo así pasó con La Sexta en TV. Cuando comenzó, hasta La 2 le superaba en espectadores. Hoy está a punto de dar alcance a La Cuatro, congelada la audiencia de ésta desde hace demasiado tiempo. La cuestión, ora en la tele ora en la prensa sobre papel, es la misma: cómo atraer consumidores de opinión y entretenimiento cuando el mercado parece indicar que al ciudadano le interesan otras cosas. ¿Le interesan otras cosas, realmente? Lo que propone la reflexión que sugiero es averiguar si de verdad la prensa sobre soporte de papel – o la televisión generalista – ya está sobrepasada por el mercado o es que los productos que hay ahora en él y se ofrecen no son atractivos para el consumidor.
Los datos que manejo no los ofrezco yo, son de EGM y OJD, yo me limito a trasladarlos. Pero veamos el asunto de la prensa gratuita… Si repasamos las opiniones de las personas que ya han intervenido en este mismo “post”, verá usted que el lector de prensa sobre papel, no sólo quiere “saber qué pasa”, lo que quiere es “analizar lo que pasa”. Creo que son casos extrapolables al conjunto del mercado de la comunicación. Y si lo que se quiere es analizar, advierta que eso conlleva una serie de requisitos que la prensa gratuita no aporta: extensión en la noticia o la opinión, seguridad en las fuentes y en el tratamiento de la noticia, firmas de referencia que sean de confianza, una cabecera de prestigio que le transmita confianza…
Así que nos encontramos ante dos tipos muy diferenciados de lectores, unos, los que ahora parece ser que menguan: personas sin más interés que entretenerse con el periódico mientras hacen un traslado, una espera o toman un apresurado café. Y otros, que son “los que se sientan para leer”, le dedican tiempo a hacerlo, maceran lo leído y lo contrastan con otras fuentes. Les preocupa lo que leen tanto como para pagar por hacerlo. A los primeros les da igual qué diario les regalan con tal de ser gratuito y si no consigue ninguno, poco echan en falta. A los segundos les importa y mucho en qué periódico se gastan su dinero y si ese día no leen “el suyo” (o los suyos), siente una especie de vacío que lo incomoda.
Con ello podemos inducir que si el lector de prensa gratuita no parece ser un tipo de consumidor exigente, un problema de distribución ni siquiera le preocupa. No es selectivo a la hora de leer. Si no le llega un diario, le llegará otro. Y si no le llega ninguno, pues tampoco le pasa nada. La misma cuestión que nos plantea, si la aplicamos a lectores “de pago”, en fin ¡imagínese que uno de ellos va al kiosco y le dicen que no ha llegado “su” periódico por un problema de distribución!… ¡¡muerde!! El problema, pues, para esos periódicos regalados es de orden empresarial, son las editoras las que se resienten con esa pérdida de “lectores no-lectores”. El problema para los otros periódicos, el de “lectores-lectores”, es de orden empresarial, claro, pero además intelectual. Perder lectores conscientes de lo que leen es empobrecer intelectualmente la sociedad… ¿es que se pasan al formato digital?… ¿es que no les gusta lo que encuentran en los diarios en los que han confiado hasta ahora?… ¿es que la sociedad se está entonteciendo?… no lo sé… y esa era una fuente de debate. Pero me parece a mí que, hoy, aquí, gusta más el folletín…
He de confesar que yo sí me he pasado a la prensa digital. Me resulta cómodo leerla en pantalla, económico y, además, puedo variar más las fuentes. Pero no he perdido del todo la compulsión de ponerme a leer un periódico -en papel- allá donde lo encuentre por casualidad.
El dato que más me ha emocionado, de los que nos ofrece Pumby, es el de esos lectores de 14 años que están apareciendo. ¡Ojalá cunda el ejemplo, y muchos más adolescentes lean la prensa! Tal vez así dejaremos de encontrarnos con tantas pandillas de descerebrados que presumen de no leer y se carcajean de aquellos otros.
Y sí, yo también, como RSR, espero que Justo nos cuente algo más sobre el interesante tema del folletín.
P.S.- ¿Qué hay de la quedada de fin de curso? ¿Podemos ir ya fijando una fecha? A mí me va bien cualquiera, pero sé que muchos de ustedes tendrán planes familiares, así que vayan sugiriendo fechas, porque sinó será imposible ponerse de acuerdo antes de fin de año. ¡He dicho!
Un gran aficionado al género folletinesco, del que tomó elementos para la construcción tanto de personajes, de ambientes como de estructuras narrativas, fue el sinpar don Pio Baroja, el querido autor de nuestro común amigo Paco Fuster. Tiene este autor un jocoso -aunque, algo más, también- poema que insertó en su obra Canciones del suburbio (1944) -de él escribió Max Aub, en México, un excelente comentario-, en el que eleva a «folletín» el estudio antropológico. Una delicia. Disfruten:
CONFUSIÓN ETNOGRÁFICA
Magia, tabús, amuletos,
bramaderas, fetichismo,
cultos de árboles y plantas,
de pedruscos y de ríos.
Carnavales y disfraces,
máscaras y totemismo,
juicios de Dios, matriarcado,
los pigmeos, los negritos,
los aruntas, los bechuanas,
los papúas, los dravídicos,
representantes de un mundo
misterioso y primitivo;
el culto de las serpientes
y los viejos cocodrilos
entre pueblos africanos,
que conservan aún sus mitos;
exogamia y endogamia,
covada, canibalismo,
antropofagia sagrada,
confusión y laberinto,
venganza contra las cosas,
contra animales, castigos,
zambras en medio del bosque,
libertad de los instintos.
Zaratustra en camisón,
jaleando el cuerpecito;
carracas y castañuelas,
tamtam, bombos y platillos,
mágicos y sacerdotes
tatuados hasta el ombligo,
agitando campanillas,
llenos de plumas y anillos,
que bailan con tanto arte
como la bella Chichito;
clubs y pinturas rupestres,
estudio de los cultivos,
de las chozas, los cacharros,
las tenazas y martillos;
todo un mundo extravagante
que se agita en el delirio
en la orilla del Níger
y las riberas del Nilo.
Este folletín del hombre,
de su vida y su destino
es lo más extraordinario,
singular y sugestivo
que puede hallarse en las hojas
de un acreditado libro,
y al lado de él es muy pobre,
muy pomposo y muy ridículo
ese mundo amanerado,
entre romano y semítico,
que nos dan los profesores
como algo definitivo
y que no es muy remoto
ni es tampoco divertido.
El post de Justo ha coincidido con unos días en los que estoy leyendo mucho sobre el folletín y la literatura popular. Sobre el folletinismo en Baroja – que cita Juan Antonio – existen varias posturas, aunque la mayoría de críticos que lo han tratado han aceptado una evidencia. Se acepta que la relación de Baroja con el folletín es doble: a través de sus múltiples lecturas de juventud (Balzac, Dickens y los folletinistas españoles y franceses del siglo XIX) y a través de la propias obras de Baroja que reciben el influjo del folletín, apreciable tanto en la estructura sincopada de capítulos cortos, como en la propia temática y el estilo ágil y rápido (mucha acción y pocas descripciones profundas) de sus primeras novelas.
Sobre el folletinismo de Baroja, que algún crítico eminente negó como un lugar común (hay gente que no quiere aceptar que un autor del talante de Baroja tenga nada que ver con algo tan aparentemente burdo como el folletín), uno de los autores que más insitió fue Cansinos Assens, quien en unas breves pero intensas páginas que dedicó al autor llegó a decir lo siguiente:
«El mérito principal de Baroja está en haber conciliado ambas fórmulas literarias, la estática y la dinámica, y haberles abierto para festejar esta conciliación las vastas estancias de sus obras, llenas a un tiempo de las flores imaginativas y de los frutos de la verdad. Está en haber elevado el folletín a la dignidad de novela y en haber abierto a esta última los grandes mercados de los lectores incontables».
Rafael Cansinos Assens, «La nueva literatura» en «Obra Crítica», Vol I, Sevilla, Diputación de Sevilla, 1998, p. 47.
Sé que lo que voy desarrollando en el post no es lo que algunos de ustedes esperaban: una reflexión sobre el folletín. Pero comprenderán que, con ser importantísimo, el folletín es un recurso ancilar del periódico, que es lo que trato en este post.
También vale la pena el Levante del viernes con el Posdata.
Veo, Aleskander62, que está usted informadísimo de los suplementos culturales. No se olvide de Culturas, de La Vanguardia; o de El Cultural, de El Mundo.
Son suplementos muy-muy interesantes.
Pasajes. Revista de pensamiento contemporáneo, núm. 30 (otoño, 2009):
http://malestarencultura.blogspot.com/2009/12/pasajes-revista-de-pensamiento.html
Marisa, perdone mi silencio. Dice usted: «¿Qué hay de la quedada de fin de curso? ¿Podemos ir ya fijando una fecha? A mí me va bien cualquiera, pero sé que muchos de ustedes tendrán planes familiares, así que vayan sugiriendo fechas, porque si no será imposible ponerse de acuerdo antes de fin de año. ¡He dicho!»
Yo le propongo que usted sugiera fechas y que por mail o en el blog vayamos fijando una posibilidad. Ande, hágalo por mí…
También la revista Quimera, muy sesuda y Letras libres.
Lo que son las cosas. Cómo se mezclan los asuntos y, sin embargo, qué útil es hacerlo para comprobar perspectivas diferentes de un mismo asunto. Leo los siguientes “pedazos” que don Justo ha ido añadiendo y advierto que esta mañana, en Euronews, han sacado las imágenes en movimiento que el fotógrafo congeló y que pudimos ver – espantados – el 18 de diciembre en este mismo “post” comparada, además, con un célebre icono generado en el París del 68. Si alguien me leyó, yo, con mi acrisolada desmedida, aludía a que la imagen me resultaba tan violenta que el tipo de la porra me recordaba un vikingo en plena faena. Llegó la hora de rectificar. Las cámaras de TV mostraron la escena en acción. El antidisturbios levanta una y otra vez su arma, gesticula y gesticula sobre el manifestante… sin propinarle ninguna descarga de palos. Estaba amedrentándolo para que se bajara de un vehículo al que se había encaramado sin demasiado civismo que digamos. Finalmente, sí le descarga un golpe, un único golpe en un muslo, un lugar que daña, obviamente, pero no puede ser nunca fatal. De pronto, el “vikingo” estaba actuando como un fiel servidor público, con una moderación que los medios negaron. Tal vez fue el único policía que esa jornada no fue desmedidamente violento. Hasta, si quieren, tal vez ese fue el único momento en que ese antidisturbios, no lo fue. Sea como fuere, lo cierto es que la imagen del fotógrafo – que sirvió como prueba de cargo para multitud de periodistas y de medios y de lectores bienintencionados – fue totalmente descontextualizada y su “pie de foto” perfectamente amañado. Qué triste.
Si periodistas profesionales de medios reputados son capaces de suministrarnos casos como el antedicho ¿qué ocurrirá si continuamos el proceso de… democratización del periodismo o banalización de las noticias? Y creo que así llegamos al punto viejo e irresoluto de confundir la información con la opinión. ¿Si cambiamos el formato del periódico, lo externo, vamos a cambiar su fondo, la credibilidad de la noticia?…
Y la actualidad nos sigue adelantando. Decía en otra intervención anterior de este “post” que La Cuatro estaba obteniendo unos resultados paupérrimos en los paneles de audiencias dado que se había falcado en un techo de telespectadores incondicionales, sin lograr ganar más. ¿Solución?… concentración empresarial: se fusiona con Telecinco. Y, en paralelo, Antena 3 y La Sexta estudian su propia unión… Parece que cuando la supervivencia de la empresa está en juego, los valores ideológicos no pesan ni el papel con el que los envuelven para regalar. Lo que antes era “telebasura” para unos y “petulancia intelectual” para otros, ahora es un aliado estratégico; lo que antes era “la voz de Zapatero” para los de allá y “la mano tonta de Rajoy” para los de acá, ahora es otro tanto… Alguien me tendrá que explicar cómo se digiere esto. Claro que si empezamos por tener en cuenta que Rodolfo Martín Villa, es el presidente de Sogecable, igual comenzamos a entender un poquito el asunto. Ah… Martín Villa… qué recuerdos para los más maduros ¿no?… Sí, sí, es el mismo que fue conocido como “La porra de la Transición”, el antaño procurador en las Cortes franquistas, y luego ministro del Interior de la Transición, y después diputado del PP y como culmen de una brillante carrera democrática, delegado del gobierno conservador para el caso Prestige, qué impresionante curriculum el de este hombre. Otro gran liberal, supongo. Otro heredero de Ortega y Gasset, quiero entender. Aunque no lo entienda, ya digo.
Sr. De Villa Rabitos, no se me meta con Ortega y Gasset, hombre. Ya sé que a usted no le gusta nada. A mí, don José me parece un exquisito de la pluma. Ah, y no me busque barbaridades dichas por el autor de ‘La rebelión de las masas’, que le veo venir. Las dijo. Punto y aparte.
Me deja patidifuso con lo que cuenta de la fotografía que comenté en este post. Vamos, la del policía de Copenhague. ¿No me diga que las pegas que yo ponía a esa imagen y su evidente simbolismo y las dudas que manifestaba ante sus pies de foto estaban justificadas?
Qué cosas.
En cuanto a las fusiones televisivas, nada puedo decir, porque no sé más que lo que publican los medios. Como dice Umberto Eco del siglo XX: prefiero que me pregunten acerca de la Edad Media, sobre la que me he documentado; del Novecientos sólo sé lo que dicen los medios. O sea, prácticamente nada, añadía Eco.
Y los medios en la disputa televisiva… o son afines o son rivales. En ese asunto no hay amigos o enemigos: hay intereses. Y eso me recuerda el tema de mi tesis de licenciatura –la tesina, vaya– que abordé hace muchos años: el análisis histórico de un periódico cuya cabecera era ‘La Opinión’ (1860-1865). ¿Su subtítulo? ‘Diario político, literario y de intereses materiales’.
De intereses materiales: esto es, informaciones prácticas, de servicios. Esa expresión era muy característicamente decimonónica. Hoy significa otra cosa bien distinta. Ja.
Por cierto, no sé si conviene renovar el post o dejarlo algún día más: parece que acusamos el cansancio o el desinterés o mi falta de acierto.
Talueg.
Una vez más se equivoca, don Justo. No acierto yo a ver su desacierto. Al revés, me veo obligado a felicitarlo, como tantas veces debo hacer y con tanta rabia hago. El “post” creo que es muy interesante y abre toda una serie de frentes de reflexión realmente impresionantes. Desde el cuarteamiento de la prensa – y por extensión la recomposición de la información, ora escrita, ora audiovisual, ora digital – al asunto del folletín – que con apariencia decimonónica, adquiere una realidad vital en los medios actuales – nos ofrece un panorama, amplio y rico de perspectivas para el análisis y la comprensión del mundo contemporáneo. De ahí que tampoco creo que sea desinterés del respetable. ¿Cansancio? Pues miré, ahí sí que le voy a admitir que tal vez esa sea una causa, aunque no habría que despreciar la del calendario, con exámenes para unos, obligaciones laborales para otros, familiares para otros más, y algún desdichado que las reunirá todas. Así que, no, sr. Serna, no estoy de acuerdo con usted.
Pero hombre de los Dioses, las barbaridades de don José – según usted las tilda, que no yo (no quieran ustedes saber como las tildo yo) – las dejo para mejor ocasión. Sólo quise subrayar los peculiares caminos y andurriales que tiene el mundo del negocio. Martín Villa, un enconado enemigo de la democracia, el liberalismo, el socialismo y el anarquismo, un franquista redomado, un incapaz reconocido – véase su curriculum en la empresa privada si acaso se desconfía de mi opinión sobre su gestión en la Cosa Pública – dirigiendo Sogecable. Y hablar de Sogecable es hablar de PRISA ¿no?. Y hacerlo de PRISA sin hablar de “El País” sería absurdo. ¿Y cuantas veces se ha tildado a éste periódico de heredero de “El Sol”, el periódico del señor Ortega y Gasset? Pues eso.
Aunque, vaya, he de darle la razón aquí, en efecto, es como lo de las fusiones de aparentes “enemigos ideológicos”, al final, es todo cuestión de intereses, no de ideas. Tal vez por eso, era más noble esa prensa diáfanamente militante del XIX. No había lugar para la sorpresa, se sabía, por la fuente, qué sesgo se le daba a la noticia. Hoy funciona el “totum revolutum” y lo que hoy es bueno, mañana es malo, sencillamente porque cambió el Consejo de Administración – algo que se hace al margen de los lectores, claro – y las líneas editoriales se cambian como los niños cromos, obviamente, sin advertirlo a nadie, no fuera que se perdiese algún cliente. No estaría mal si viviéramos en un país con una alta perspicacia social, con una ciudadanía crítica y atenta, con una democracia participativa real. Pero no es el caso. Aun no he escuchado a ningún espectador de Sogecable decir ni mu sobre el asunto del fútbol que villanamente trató de sustraer a La Sexta (y todas las sentencias expedidas hasta el momento le dan la razón a La Sexta), ni nada que alegar sobre los “realitys” de la Cuatro que en nada desmerecen a los de Telecinco, ni sus programas “magazine” en la mejor línea de comadreo porteril… Se habla de telebasura y se soslaya La Cuatro y/o Sogecable con fina elegancia. Eso me molesta.
En cuanto a la foto, sí y no. Sí en cuanto a la idea general, antes y después de conocer la verdad de la escena. Sí, claro, en su valor simbólico, en la reflexión propiciada por la foto. No, en el caso concreto de la fotografía. Lo repetí reiteradamente. Ese policía, al menos en ese momento, no se estaba comportando de una forma brutal. Estaba cumpliendo con su obligación de una forma correcta dado su perfil laboral de antidisturbios. ¿Se imaginan ustedes la misma situación en España? El manifestante hubiera acabado con la cabeza abierta si no molido a palos. Pero ahora, imaginemos otra situación. Imaginemos que el alucinado de turno quiere tomarse la justicia por su mano y decide “escarmentar” al icono de la represión de Copenhague ¿el ministro del Interior danés?, no. ¿el gobernador civil de turno? ¿el jefe de la policía? ¿el capitán al mando de los antidisturbios?… no, no, no… cargaría contra el policía que los medios habían convertido en icono de los incidentes… precisamente, el antidisturbios que en aquel momento no fue bestial. Sin duda, los medios son celosos vigilantes de la realidad pero también inventores de la misma. Hace pocas semanas un hombre canario fue linchado por los medios al acusarlo indubitablemente de paidofilia. Luego se supo que un médico se había equivocado. ¿Alguien recuerda que algún medio ni siquiera se disculpase?… Pues eso, que tras las noticias hay personas y el periodismo, cada vez más imbuido del sentido del espectáculo, parece cada vez más, menos consciente de ello y al grito de ganar audiencias o lectores, ofrecer la primicia más prima, aunque esté incontrastada, presumir por la rapidez con que cambia la primera en su edición digital, está creando un medio de comunicación en que el contenido de la noticia es lo menor, el ser humano, lo prescindible – si no es para crear una noticia folletinesca – y la espectacularidad y el griterío es lo que descuella. Prensa amarilla, se le llamaba antes a eso.
Sr. De Villa Rabitos, le agradezco sus palabras. Algún amigo me escribe para decirme que quizá convendría cerrar por vacaciones el blog. O dejar sin publicar durante unos días, no sé. Y algún otro amigo, por teléfono, me dice que bien, que siga… Yo veo que el blog se lee (las estadísticas). Pero indudablemente ahota se comenta menos. Bueno, ya veremos.
Coincido en parte con lo que usted plantea, sr. De Villa Rabitos. Incluso en la grave acusación que lanza contra la prensa. Si no nos pasamos. Aún hay tiempo…
Uno llega un poco tarde y casi se le ha pasado el arroz. El tema del periodismo y la prensa no puede ser más actual. Como sucede con la fusión de Cuatro y Telecinco, el asunto de la prensa tiene que ver más con los intereses económicos que con otras cosas más o menos bonitas tipo ideología etc. Un breve apunte en este sentido: imagino que los periodistas recién licenciados salen hoy al mundo laboral mucho más preparados de lo que lo hacían sus colegas hace 10, 20, 30 o 40 años. Eso no quiere decir que conozcan mejor el oficio, tan sólo que sus sueldos van a ser más bajos que los de sus compañeros más veteranos. ¿A cuántos profesionales de la prensa han despedido los consejos de administración y las juntas directivas en los últimos tiempos para colocar en su lugar a jóvenes que, aunque muy preparados, carecen de la experiencia de los veteranos? Son sueldos incomparablemente más bajos, sí, pero no olvidemos que también son personas a priori más manejables, más fáciles de presionar. Convendría recordar lo que pasó con el niño y el globo en EE.UU. ¿Qué criterio se siguió en aquella ocasión a la hora de dar la noticia? Fue un asunto de audiencia y punto. Nada de corroborar las fuentes ni zarandajas por el estilo. En la tv de la competencia lo estaban dando y tenía mucha audiencia, así que nosotros también, y da igual que sea verdad o mentira. Y estamos hablando de CNN, si no me equivoco. Así que cuidado.
Volveré.
A vueltas con don José, me pongo un poco festivo. En un examen de selectividad, salían dos autores a sorteo, y el profe de filo les dejo bien claro a sus alumnos que debían elegir uno y solo uno. Esto provoco un problema serio en uno de sus alumnos. Salió una bola con Ortega y Gasset y otra con Nietzsche.
-«Pero entonces»- espetó a gritos un alumno a un paso del ataque de histeria- » de los tres ¿escogemos a uno, a dos, o qué hacemos?»
Sí, no tiene mucha gracia, pero a mí me molan estas gilipolleces. Ortega dijo algunas barbaridades -por cierto reflexionó muchísimo sobre el concepto de «barbarie», dicho sea de paso- y también tuvo momentos brillantes. En cualquier caso inspiró a generaciones enteras de pensadores y no todos fueron idiotas o reaccionarios. A veces tomaba ideas que le llegaban de Alemania, como las de Nietzsche, y las reelaboraba sin haberlas digerido del todo. De ahí surgió aquello del «raciovitalismo», que ahora suena un poco a broma. Es un poco lo de la improvisación hispánica: de una lectura precipitada e imprudente de algo que se ha elaborado fuera terminaba saliendo un mejunje que a veces era ininteligible o confuso, a veces reaccionario, y a veces francamente provechoso. Creo que fue un gran conversador y animador cultural. Cuando fundó la Revista de Occidente, España era en gran medida un desierto cultural, hacía falta alguien un poco desmedido, un lector algo bulímico y un productor de ideas algo megalómano para convulsionar toda aquella atmósfera un poco triste e indocumentada de una nación en la que todo demasiados proyectos de ilustración habían quedado a medio camino. Ortega malversó muchas corrientes de pensamiento europeas, seguramente, pero sin él y otros pocos como él acaso ni nos hubiéramos enterado de ellas. «La rebelión de las masas», «La deshumanización del arte» o «Ideas y creencias»… son obras que hay que leer. Alguien a quien me tomo muy en serio, Martin Heidegger, habló de él en estos términos después de un cruce de espadas en la Selva Negra:
«La tarde de ese mismo día nos proporcionó a mi y a todos los presentes la impresión más recia y duradera de la magna personalidad de Ortega y Gasset. Habló de un tema que ni estaba previsto ni había sido formulado y que puede, sin embargo, cifrarse en el titulo “El hombre español y la muerte”. Cierto que lo que nos dijo le era familiar desde hacia largo tiempo, pero el cómo lo dijo nos desvela cuanto más avanzado estaba que sus oyentes en un campo que ahora ha tenido que traspasar. Cuando pienso en Ortega vuelve a mis ojos su figura tal como la vi aquella tarde, hablando, callando, en sus ademanes, en su hidalguía, su soledad, su ingenuidad, su tristeza, su múltiple saber y su cautivante ironía.»
Cuando lees alguno de sus textos ves que intuía muchos de los descubrimientos intelectuales que en Heidegger, Husserl y otros autores de naciones con una tradición filosófica mucho más estructurada se sistematizaron de forma seria y rotunda. ¿No es ello un mérito?
Hablando de todo un poco, me hacen gracia estas depresiones cíclicas que le entran a Serna con su blog. Tendrá días peores y mejores, desde luego, pero usted -perdone que se lo diga con crudeza- no tiene derecho a decir que le comentan poco. Tengo comprobado que hay temas «inflamables» y otros que invitan a una lectura sosegada y la consiguiente reflexión. Si a uno le da por meterse con Aznar, con la iglesia y los santos o con los nacionalistas, entonces estalla la trifulca. Pumby u otros lanzan dos impertinencias y cuatro desafíos y la cosa se lía. Pero por experiencia sé que los debates encendidos saltan cuando alguien se mete con nuestra madre o con nuestro pueblo. Por otra parte, hay mucha gente que lee -se ha referido usted a sus envidiables estadísticas- y no «postea»… En realidad lo de comentar supone a veces para algunas personas un esfuerzo e incluso una impostura que no tienen quienes se sienten a gusto en la escritura. Por lo que a mí respecta, es raro que entre en el blog «a ver qué se cuece». Cuando lo hago, me gusta demorarme en la entrada primero y en las intervenciones después. Suelen interesarme, si no no entraría, pero necesito tiempo para ambas cosas. No me gustan los «vistazos de urgencia», ya que si, por ejemplo, tengo que odiar a Pumby, me gusta hacerlo con conocimiento de causa. Precisamente porque suele haber bastantes comentarios, a veces echo en falta algo más de tiempo. Por todo esto a veces se me sugiere que debería darle algún día más a algunas entradas, sobre todo en fechas de fiestas de guardar. No olvide que también deja usted links de escritos suyos anteriores o de anteriores posts que también requieren tiempo, y eso no es algo de lo que siempre se disponga a manos llenas.
Por otra parte tiene usted la sana costumbre de atender y contestar. Hace algún tiempo entré en el blog de Vicente Verdú, un autor que siempre me ha interesado. Dejé un post en el que cuestionaba algunos de sus planteamientos. No me contestó, pero lo malo es que descubrí que no lo haría jamás. En ese blog entraba de todo, desde atontados que sueltan exabruptos hasta gente que intentaba quedar para ligar. Al final parecía eso de Twenty que tanto gusta a mis alumnos. Así es muy facilón, claro. Simplemente el caballero no lee nada de lo que le envían, con lo que ya puede uno ponerse a escribirle el Quijote y las Meditaciones metafísicas que al tío le va a importar un carajo. Eso no es un blog, eso es servirse de la red para colocar los escritos. Qué quieren que les diga…
Pareciera que algo puede ser y no ser, si no al mismo tiempo, al menos sucesivamente; e incluso que algo es y no es a un mismo tiempo, bajo determinadas circunstancias, para uno o para varios observadores. Los momentos de felicidad se alternan con las derrotas, y a veces el mal y el bien se diluyen como azucarillos en una misma taza. Unos se afanan por bogar contra corriente, haciendo más extensa e intensa la felicidad negada; mientras otros hurgan en el cieno del fondo de los rios, cegando de barros la visibilidad; y los demás, finalmente, se dejan arrastrar por la corriente sea esta embravecida o suave, arrojándose al albur. Pero esos unos, otros y demás no siempre son los mismos, a veces se intercambian, en oleadas cambian su posición, o en algún recoveco se alternan sus posturas. Así de inconstante y voluble es la vida, aunque en ella se hallen espacios y márgenes de constancia y serenidad.
No sé si habrán leído este fin de semana el reportaje de «El País» sobre el «caso Lorca». Allí se cuenta cómo el escritor Fernando Marías inventó una ficción por la cuál García Lorca habría sobrevivido a las balas, aunque víctima de una amnesia habría sobrellevado una vida ignorada junto a unas monjas. Pues bien, esa ficción fue llevada a una serie de televisión y la cadena recibió muchas llamadas que daban por cierta esa historia. E incluso el propio Marías oyó en Granada dicha historia contada como verídica, no sabiendo el que la relataba que estaba ante el autor que la urdió.
¿Qué estamos dispuestos a oir? ¿Qué hace que algo cobre crédito o algo lo pierda? Los senderos no sólo se bifurcan; se cruzan, y en muchas ocasiones no acertamos bien a saber por cuál de ellos transitamos.
Les agradezco los ánimos. Haré caso al sr. Montesinos y al sr. De Villa Rabitos: aquí hay aún tema que tratar (el de la prensa, me refiero). Por tanto, dejaré hoy y mañana este post, que todavía da de sí (sabiendo que estamos en malas fechas y que todos tenemos muchos compromisos). Por cierto, he recibido un correo en el que un corresponsal amigo me vuelve a preguntar por el libro de Antonio Gramsci que hemos preparado Anaclet Pons y yo. Hoy mismo –ya es casualidad– me he enterado de que en enero empieza a rodar: a rodar su publicación, quiero decir.
Por otra parte, ante la cuestión que plantea el sr. Lillo y ante las preguntas del sr. Millón («¿Qué estamos dispuestos a oir? ¿Qué hace que algo cobre crédito o algo lo pierda?») no puedo dejar de pensar en la expectativa folletinesca que nos envuelve. Hay noticias folletinescas (como dice el sr. De Villa Rabitos). Y hay personajes de actualidad que parecen salidos de un folletín. Vayamos al mercado español,
¿A quién me refiero? A Belén Esteban, por supuesto.
O Belén, como la llaman ahora. Tiene todos los ingrendientes del personaje folletinesco. El otro día lo estuvimos hablando unos amigos y yo (unos amigos que frecuentan este blog). Esteban se presenta y se la presenta como la princesa del pueblo; se presenta y se la presenta como una madre coraje dispuesta a luchar por su andreíta («yo por mi hija, ma-to»). Parece salida de los bajos fondos (con ese laísmo que no se corrige, con esa gesticulación basta, con esos lujos…) y ha ascendido a cima más alta: a la cota más elevada a la que hoy se puede aspirar, la celebridad televisiva. Por otra parte, ha ascendido, sí, pero a la vez el éxito se presenta como un reconocimiento de su nobleza originaria: su bondad de corazón, frente a la villanía de su rival. Finalmente, tras su operación de cirugía estética, hemos redescubierto la belleza que su rostro ocultaba: ¿un nuevo caso de Blancanieves?
Digo todo esto y recuerdo una lectura que, en tiempos, me fue decisiva para el folletín: ‘El superhombre de masas’, de Umberto Eco.
Un saludo D. Justo, que hago extensivo a todos los que leen y/o aportan en este blog.
¿Dentro de 15 años habrá períódicos en papel?. Tal vez la pregunta sería: ¿habrá papel para imprimir los periódicos?. Porque como todos ustedes saben, el papel procede,fundamentalmente, de la madera de los vegetales,sobre todo de los árboles. Si se ha deforestado en cuatro meses 6.000 km2 de superficie en la Amazonia (el pulmón del planeta), significa que este año habrá menos superficie vegetal en esa zona que el año pasado.
Puede que no haga falta o no se pueda deforestar más (como no se pueden matar rinocerontes) y se tengan que plantar árboles para producir papel. Aunque se planten árboles con el único destino de convertirlo en pasta de papel, el coste de esa pasta será elevado o se producirá a costa del empobrecimiento de los silvicultores,siendo cada vez será más cara la compra de esa pasta y ,es probable, que no haya empresa periodística que pueda sostenerse económicamente.La solución alternativa ya se la pueden imaginar: la prensa online.El problema es que se necesitarán más soportes informáticos para poder acceder a las noticias,opiniones,ofertas de todo tipo.Esos soportes tienen su precio y, además, las empresas periodísticas tendrán que cobrar por ofrecer esas noticias.
Ya ven que todo tiene su ventaja y su inconveniente, así que la pregunta es dificil de contestar.Lo que si que parece seguro es que,mientras haya lectores y necesidad de informarse,habrá periódicos. Y libros,de tapas duras, blandas o de soporte informático.Habría que preguntar a los escribas egipcios que pensaron, cuando vieron que los papiros en las que escribían sus crónicas, se estaban acabando.
Un saludo cordial a todas y todos.
Cada vez veo menos revistas Quimera. Hoy la he visto en La Casa del Libro. La revista Letras Libres está en el kiosko de la plaza del Ayuntamiento. En fin …
No se lo va a creer don Justo pero el perfil que ha trazado mi infinitamente aborrecido sr. Montesinos es el que más se ajusta a lo que me hubiera gustado decir de don José sin que los demonios (felinos) se me llevasen. Lo dejo pues en eso y dejemos ya a Ortega que me entra un mal.
¡Por todos los Dioses, qué tema añade usted a este “post” sr. Serna!… La Esteban… Por si fuéramos pocos… El folletín hecho carne que habita entre nosotros… Si esto sigue desmidiéndose, por el camino que vamos, dentro de poco presenciaremos la licenciatura y aun doctorado de los primeros belenestebanistas, probos estudiantes de belenestabania… Ay, sólo la idea ya me marea. Pueden imaginarme ahora, erizado y rasgándome a mi mismo, a falta de vestidura que trocear… ¡Como me desespera esa señora con nariz de cocainómana! Por Príapo bendito, si la operación que le han hecho a la “princesa del lumpen” ha sido una intervención de urgencia para que el tabique nasal – o lo que de él quedase – no se le desmoronase (más)… A ver… ¡que alguien me explique el éxito de la polichinela! Y si es muy complicado, por “cariá”, probemos con las partes para ver si capto el todo: que alguien me ilumine sobre una frase, un pensamiento, de la susodicha cual pueda ser: “Andreíta, cómete el pollo, coño”… O de esta otra inmortal “¡Arriba la Esteban!” dicho de si por ella misma. Les recomiendo una ojeada a la entrada “Belén Esteban” en la Frikipedia… inolvidable… yo hasta ahí entendí, más, ya no.
Y en otro orden de cosas… las cuestiones de don Alejandro (el precio de un periodista), de don Juan Antonio (“¿qué estamos dispuestos a oír?”) y de don Arnau (pero ¿habrá papel para los periódicos?), la verdad, me han dejado – ahora sí – el corazón en un puño. Como me conozco y me arrebato y me pierdo, me callo pero… qué temas… hay que darle muchas vueltas al asunto. La prensa se hace pedazos y, sin embargo, cada uno de ellos, hasta los más nimios parecen estar generando “per se” nuevos retos, incluso nuevos ámbitos, no todos para bien, desde luego, pero tampoco todos para mal. Es cuestión de estar atento…
PS para don David. Ya que le gustan estas chorraditas, le cuento otra. Allá por los años ochenta del pasado siglo hubo en Valencia un cantante mundialmente desconocido que se llamó “Pepet y Maricarmen”. Dicho caballero era compañero de clase de un servidor de usted. Obviamente, era un respetabilísimo carota de ingenio nada desdeñable y excelente temple cuando se necesitó (aunque este segundo aspecto, como diría Ende, ya es otra historia). Cuando su fama creció y se extendió, lo menos, hasta el Camí de Trànsits, un periodista de la Ciudad y Reino, al que le debió haber tocado el título en alguna rifa benéfica, se le ocurrió preguntar al ruiseñor de nuestra aula: “¿Y ese nombre…?” (¿Qué pasaría por la mente de aquel joven gacetillero para ocurrírsele hacer semejante pregunta…?) Y el aludido, con su acostumbrado aplomo, le respondió: “Si existió Ortega y Gasset, si existió Blasco y Báñez (“sic”), ¿por qué no Pepet y Maricarmen?…” Hubiera pagado por ver la cara del plumilla. Lo mejor es que esta entrevista se publicó, “mutans mutandis”, en los términos que le narro… Cómo no traer a Unamuno aplicándolo al caso valenciano: “Qué país, qué paisaje, qué paisanaje…”
No es mala ocurrencia la de Belén Blancanieves, aunque dudo que esta se dedicara a hacer «almondigas, que al parecer era muy fina y los asuntos domésticos se los resolvían los enanitos. Por cierto, escuché una teoría curiosa al respecto. Blancanieves pudo ser un personaje real, una joven amante de Felipe II que huyó al enterarse de que la Reina planeaba matarla. Se escondió en un bosque al cuidado de un grupo de «pequeños hombres», es decir, niños que trabajaban en minas donde para ciertas cosas se requerían personas de poco tamaño y peso. En fin.
Belén es «princesa del pueblo», pero una princesa mutante. Su vulgaridad irredenta no es casual. Sería absurdo llamarla por ejemplo la «Jackie Kennedy española». ¿Por qué? Porque Jackie era un ejemplo, en cierto modo, un ejemplo de mujer triunfadora, con clase y esa aureola un poco trágica que hacía más misteriosas a las mujeres en los tiempos en que su destino era todavía ser «esposas perfectas» y agigantarse a la sombra de un gran hombre. De eso quedan residuos apenas significativos y ya caducos como la Preysler.
Belén es otra cosa. Es un poco la parodia, el negativo de aquella «mujer perfecta», con la aureola trágica -y muy hispánica- de esposa repudiada por torero. Belén fue sustituida como «Reina de Ambiciones» -nombre de la mansión de la familia jesulina- por otra mujer que es tan odiosa que ha decidido no hacerles el juego a los paparazzi, qué mala. La razón por la que el marujismo nacional ha encumbrado a Belén no es que sea un ejemplo a imitar, algo deseable. Todos sabemos que tiene ojos saltones, que es histérica, que su voz es desagradable, que es vulgar y zafia… Pero es un personaje televisivo en estado puro, y «funciona» como mercancía mediática, la quiere la cámara. ¿Por qué? Porque es nuestra, lo da todo, se da con mayor obscenidad con la que se nos da una actriz porno, abierta de piernas en primer plano ante la cámara. Belén es como aquel personaje de «El show de Truman», estimable film, cuya vida era enteramente del público veinticuatro horas al día. Belén nos da todo lo que le pidamos, llora en antena, grita, insulta. Hubo un tiempo en que necesitábamos espejos en los que mirarnos. Belén no es un espejo, es un espectáculo para entretenernos. Como somos tan cobardes que ya no queremos saber nada de nuestros vecinos, hemos optado por satisfacer nuestra condición de cotillas con Belén, por más que su vida sea todavía más mierda que la de nuestros vecinos. «A ver qué hace hoy nuestra mascota, si levanta la patita, si ladra, si se mea en el parquet…»
Un buen negocio, sí, y aún no he leído aquí ningún comentario sobre el Ondas al amigo de Tele Cinco. Tremendo lo del Grupo Prisa.
Sí que mola la historia de Pepet, sí, mañana la cuento en el seminario, no le quepa duda.
Bueno, don David, muchas gracias por su amable opinión sobre Belén Esteban, cachivache de los medios (algo que engarza perfectamente con una de las mil facetas de este “post”), inconcebible objeto de burla (lo siento, pero no consigo reírme de nadie por el hecho de ser como es), y, a lo visto, no demasiado desencaminada “Princesa del lumpen”, como yo mismo la bauticé. Y lo recalco y me empecino en no sacarla de esa condición. Recalco y me empecino en lo del lumpen porque no quiero admitir – tal vez contraviniendo mi manía por los datos objetivos – que el pueblo español – si tal figura existiese – tuviera ese calado, ese perfil zafio, grosero. Desde luego, explicaría muchas cosas, eso sí. Explicaría guerras fraticidas e intransigencias bárbaras; la incapacidad para la negociación y el pacto, los exilios, asesinatos y desastres nacionales, si me permiten parafrasear a Galdós. Deberé admitirle, eso sí, que aunque me duela, sí puede ser ese el revés obscuro del que nos hablaba el Maestro Yoda. Recordemos una de sus no tan herméticas sentencias: “Miedo, Ira, Agresividad… El lado obscuro ellos son. Si algún día rigen tu vida, para siempre tu destino dominarán”; el lado obscuro de los españoles. Sí, don David, ahora entiendo mejor lo de ese títere humano, esa mercancía mediática, como usted, creo que muy acertadamente, la definió.
Por cierto, recaigo ahora que en su última intervención no destiló inquina en contra mía, ni yo contra usted en esta… mmm… ni siquiera le refregué por la cara que estoy “exacontento” futbolísticamente hablando… MMM… Esto debe ser influencia de la proximidad de la Natividad del Sol Invicto, o puede que por el Día de Strenia, o de Janus Bifrons, que también están al caer. Incluso, un poquito más allá en el calendario, por la Fiesta de las Luces. Tal vez hasta por las alegres Saturnales que impregnan estos días… no lo sé… En cualquier caso, menos mal que estos buenos sentimientos provienen de los Dioses Inmortales, del paganismo más auténtico, de lo más arraigado en los espíritus libres y ateos, que para eso somos poliateístas, no de las bobadas gazmoñas de los cristianos.
Así que, como no tengo ganas de que nadie se me adelante – soy así de egolátrico, ya saben – e instalados en el día de la salud (o del sorteo de la lotería), pistoletazo oficial en la salida del maratón festivo del cambio de años, me voy a permitir felicitarles a todos ustedes, incluso a mis más acérrimos enemigos (mi altura de alma es prodigiosa, hasta ejemplar… casi tanto como mi natural modestia) las fiestas como debe ser:
FELIX DIES NATALIS SOLIS INVICTI!
Con el Lado Oscuro hemos de vérnoslas. Por eso mismo insisto, ¿a qué juega el Ondas premiando al ínclito cotilla mayor del reino?
Si su alegría es por los éxitos blaugrana, debo decirle que el Barça tiene la proverbial virtud de aburrirme cuando gana. Demasiada perfección, es como una de esas mujeres demasiado bellas que no tienen morbo. En realidad, los catalanes se ponen más graciosos cuando pierden, como cuando van mal en la liga y en TV3 empiezan a hacer sesudos debates para ver «que ocurrís a casa nostra?». Lo del Madrid sí tiene morbo, el Madrid me irrita siempre, cuando gana y cuando pierde. Con el Madrid se alimenta en mi zona oscura un extraño deseo de que todo le salga mal, con el Barça solo cuando juega con el Valencia, y además no es nada personal. Vamos, que no siga por ahí que no va a fastidiarme. Felix también para usted y los contertulios.
Les transmito también mi felicitación, aunque la haré oficial en un post dedicado a ello.
Conozco la historia de ‘Pepet y Maricarmen’, el cantante que era también compañero mío de carrera. Quiero decir: yo nunca me dediqué a cantar, pero quien sí lo hacía (‘Pepet y Maricarmen’) estudiaba historia con nosotros, eh, sr. De Villa Rabitos. Creo recordar, además, que su figura, enarbolando una señera cuatribarrada, fue portada en ‘Valencia Semanal’, una simpática revista del pleistoceno medio. Como compañeros, admitirá sr. De Villa Rabitos, sentimos un enorme orgullo. No me refiero a ser portada. Me refiero a lo de triunfar en el mundo canoro. ¿O no triunfó?
La que sí triunfa es Belén Esteban y, con ella, todo lo que tenga que ver con Jesulín de Ubrique. En torno al torero se ha creado un mundo friki y virtual que da vértigo. Estos días, en ‘El Intermedio’, están emitiendo un vídeo manipulado de don Humberto Janeiro en el que se le ve llorando y moqueando como respuesta a las preguntas más absurdas: por ejemplo, la de si pensaba dedicarse al cine pornográfico. Su contestación compungida es que sí. Le faltan palabras pero responde con el llanto. La verdad es que me río y me avergüenzo de mis risas. ¿A alguno de ustedes les gustaría ser objeto de ese ultraje cómico, y eso durante semanas y semanas? Subirá el caché del padre de Jesulín y con él todo el circo de Ambiciones. Parece una pesadilla ideada por Tod Browning o por… Ed Wood.
Ya les decía que Belén Esteban es un personaje folletinesco, de hechura semejante a la de otras muchachas del género.
Marx y Engels dedicaron un análisis muy fino a Fleur de Marie, la joven protagonista de ‘Los misteriosa de París’. Quería decirles algo de lo que Umberto Eco señalaba en ‘El sumperhombre de masas’, pero no, me reservo. En cambio, les reproduciré parte de lo que dicen Marx y Engels en ‘La sagrada familia’.
«Encontramos a Marie, como mujer de la vida, en medio de delincuentes», escriben Marx y Engels. «Pero aunque sumida en ese envilecimiento, conserva una humana nobleza del alma, una naturalidad humana y una belleza humana que se imponen al ambiente que la rodea, la elevan al rango de flor poética de ese círculo de facinerosos y le gana el nombre de Fleur de Marie».
¿Una muchacha delicada? No, es algo más. «Fleur de Marie da de inmediato pruebas de valor, energía, buen humor, flexibilidad; de cualidades que sólo se pueden explicar por el despliegue de su condición humana en medio de la situación deshumanizada en que se halla», añaden Marx y Engels.
Por la época en que Belén Esteban frecuentaba ‘Ambiciones’, aquella hacienda debió de ser un lugar deshumanizado, en el sentido marxista del término. En la imagen pública que de ella se ha cultivado, su gesta es la epopeya de una mujer que supo auparse, que supo salir, que supo elevarse por encima del envilecimiento reinante.
¿Creen que todo esto es una broma?
Bueno, don David, aprovecho su análisis de la Esteban para sugerirle y animarle a que siga por ese camino. No sabe lo que me gustaría leerle algo más extenso sobre el asunto de la prensa rosa. Creo que está usted capacitadísimo para hacer un análisis contundente y acertado del fenómeno. Que no sepa, no exite en el mercado un estudio sobre el tema. Usted lo podría hacer magníficamente.
Con la Esteban me pierdo. A mí me da vergüenza ajena y un poco de repulsión, para que vamos a engañarnos. Lo que está claro es que los métodos de la prensa rosa se van adueñando o van fagocitando su forma de actuar, dar las noticias y/o contrastar la información al resto de la prensa y el periodismo. Como dice don David, véase el Ondas.
Con Pumby coincido bastante (en esta ocasión y sin que sirva de precedente). Brindo con usted por el sol invicto y por la madre que los parió, es decir, Gea o Cibeles (ya que nos ponemos madridistas).
Hombre don Justo, por lo que cuenta la Marie de los misterios de París parece que sale algo purificada en su salida de los bajos fondos. Parece algo así como una subida de los infiernos. Belén Esteban purificada, purificada… parece más bien haberse contaminado tras su contacto con los de Ubrique, porque al principio de los tiempos parecía bastante modosita. A ver si va a haber un virus…
Qué mal les para a estos contertulios hablar de Belén Esteban. Seis millones de telespectadores vieron a “Blanca nieves” salir del cirujano ¿qué les parece? y se preguntaba el otro día el Sr Pumby si la sociedad se está entonteciendo, no sé cómo le queda alguna duda de qué es lo que realmente le importa al personal. No quiero ni pensar cuando empecemos a ver los efectos de la fusión. Con este tema me es inevitable recordad el tango de Malevaje (cambalache)
“Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador…
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo de esa señora qué quieren qué les diga, sin entrar en el producto mediático, a mí me da auténtica pena, qué manera de vivir, total todo para que la quieran un poco. Hasta donde es capaz de llegar uno, en este caso una mujer, metiéndose silicona hasta en las venas ,¿dónde está su autoestima? En fin, como verán soy bastante sensible a esos temas, será una cuestión de solidaridad con el género. Cierto que provoca de todo, pero coincidan conmigo en que es una desgracia
¿Que nos para mal hablar de Belén Esteban? ¿Es que acaso somos una peña de contertulios sofisticados? ¿O es que éste es un blog superferolítico?
Pensamos en «Belén» como un fenómeno, como un signo mediático: es un significante de significado vacío que se rellena con rasgos propios de la tradición folletinesca para uso y consumo de los espectadores.
Esto es lo que hay.
ja Ja ja.Las dos cosas, las dos cosas.Puede añadir divertidos.
Sofisticados, superferolíticos y divertidos. Un honor.
«¿Me entiendes?»
«Yo creo que la vida, y nosotros con ella, se parece mucho a esas páginas de los periódicos donde viene de todo, donde los honores se codean con las necrológicas. Fulano murió en la paz de Dios tras una larga enfermedad, Mengano recibió el Premio Donaire por la sal de sus dichos, en tanto que Perengano fue visto en tal sala de fiestas en compañía de tal modelo o de tal miss. Son noticias sociales, de difícil clasificación, y con todo ello hacen un surtido y resulta una página abigarrada y amena de leer. ¿No es ahí donde vienen también los crucigramas y otros pasatiempos, las onomásticas, la lotería y la información metereológica?
«Sí, ahí está la vida y su alocada trama de criaturas, recogida en sus más trágicos y frívolos contornos. Un grotesco tremedal de instantes. En fin, de estas cosas podría contarle muchas, y quizá se las cuente más tarde…»
Luis Landero, Retrato de un hombre inmaduro (2009).
La sociedad no se está entonteciendo, como afirma, más arriba, R.S.R. Tampoco lo contrario, ciertamente. En realidad, es que siempre fue así;)
Bonita descripción la de Marx y Engels alrededor de Fleur de Marie… Quizá sería también posible describirla como un ser depravado y culpable hasta la médula (y la cosa no cambiaría un ápice). Ay, esos dos viejos moralistas:-)
Ando un pelín liada y me ha costado lo mío ponerme al día en la lectura, son ustedes muy prolíficos, caramba.
La verdad es que lo he pasado muy bien leyéndoles y estoy de acuerdo con la mayoría de opiniones vertidas. Incluso con las del señor Planas, que son tan breves que a menudo resultan crípticas. Pero sí, tiene usted toda la razón, la gente siempre ha (hemos) sido tonta de capirote, desde el pleistoceno hasta la era Belén Esteban. Lo que pasa es que, ahora, vemos más fácilmente la tontería de los demás (la propia siempre la hemos tenido ante el espejo) porque nadie se corta un duro de expresarse libremente. Cosa que estaría muy bien, si esa libertad no resultara algunas veces ofensiva.
Los medios de comunicación, hablados y escritos, nos son tan necesarios como -a veces- cargantes. Todo es cuestión de saber reírse, como bien hace don Justo, hasta con aquello que nos causa vergüenza, propia o ajena.
Don Justo, supongo que a estas alturas del post ya habrá comprobado que no hay motivo para su desencanto.
La crisis de los medios de comunicación, la falta de credibilidad de los periodistas, el futuro de la prensa,…son temas de plena actualidad. La relación de estas cuestiones con el folletín parece más que probada. No hay más que seguir la información diaria para ver la evolución, casi siguiendo un modelo folletinesco, de algunos de los temas que se han tocado en este post.
Posiblemente el hecho de mayor impacto en la opinión pública, al menos en la más cultivada, sea el anuncio de fusiones de cadenas de televisión. Algunas, como la de Cuatro con Tele 5, podrían incluso hasta calificarse de contra natura. Claro que eso sería si no tenemos en cuenta que los intereses económicos son los que al final determinan cómo y quiénes se fusionan. Parece que la ideología siempre es relegada a un papel subalterno en una economía de mercado.
En ese contexto de “buen rollito” ante un futuro de fusiones, es donde creo que tiene explicación el premio Ondas (lo otorga la cadena SER / El País / Prisa / Sogecable / Cuatro / CNN+) a Jorge Javier Vázquez (Tele 5). Por muy en las antípodas que esté de Iñaki Gabilondo, JJVázquez, ex presentador de “Aquí hay tomate” y ahora de “Sálvame”, tenía muchos puntos para ese galardón.
Su blog don Justo tiene y mantiene un nivel muy digno. Como bien dice algún contertulio, creo que el señor Montesinos, no todo el mundo que lee el blog deja constancia por escrito de su paso y, de paso, de su opinión. Pero eso no quiere decir que no lean con interés lo que aquí se escribe.
Como a ustedes, a mi también me preocupa el tema de la crisis de la prensa y por extensión del resto de medios. Soy periodista -por suerte (¿) me prejubilaron antes de que llegaran las «vacas flacas»- y conozco el miedo que hay entre los profesionales al futuro.
Miedo a perder el puesto de trabajo. Lo primero que han hecho las empresas al ver que se reducía su participación en la tarta publicitaria ha sido menguar sus plantillas, no sólo han despedido a periodistas. Los cierres y los expedientes de regulación de empleo son habituales en los medios de comunicación.
Un buen amigo llevaba desde hace años la administración del diario gratuito Metro. Cuando los ingresos publicitarios bajaron más allá de lo que los propietarios de la empresa matriz domiciliada en Suecia consideraron rentable, no dudaron en cerrar el negocio. No les importó nada más que el nivel de sus beneficios. Los negocios empresariales no son organizaciones de caridad, ni se comportan como tales.
Miedo a las nuevas tecnologías de la información. Aún no se sabe muy bien cómo hacerlas rentables. Al menos, cómo hacer rentable el periodismo en Internet. Ni siquiera las grandes empresas de comunicación han sabido cómo hacerlo. No hay más que asomarse al debate que hay en la actualidad sobre la necesidad de pagar la información. El periodismo cuesta dinero, como toda creación. Para que los creadores o los periodistas puedan vivir de su trabajo es necesario que alguien les pague por él. Vivimos en tiempos de cambios en los que vale el tópico de que el pasado ya no sirve y el futuro aún no está maduro.
Miedo a la degradación de la profesión. Hoy se considera periodista todo el mundo. ¿Para qué cursar una carrera?, ¿para qué dedicar años al estudio?, ¿para qué cultivar criterios antes de emitir una opinión?,… Hoy opina todo el mundo. Muchos “famosos” cobran más por su opinión que muchos periodistas, incluso más que especialistas en la materia. El deterioro del periodismo empezó con las tertulias de famosos, en las que se hablaba de lo divino y de lo humano. “Los periodistas son aburridos”, decían los responsables de las cadenas de televisión obsesionados por conseguir altos índices de audiencia.
En un país como el nuestro en el que no se ha cultivado demasiado el debate, ¿es responsable la televisión del bajo nivel de exigencia de su audiencia? ¿Y la escuela, no tiene ninguna responsabilidad?
En ese panorama “desolador”, la democratización del acceso a la información que supone Internet ha devaluado aún más el papel del periodista como mediador y del periodismo como vehículo. Sin embargo, hoy más que nunca hacen falta instrumentos periodísticos para poder ver los árboles en medio del bosque. Algunos periodistas se cuestionan su papel social, pero la mayoría están preocupados por cómo ganarse la vida de forma honrada y honrosa en estos tiempos de crisis.
¿Y Belén Esteban? Aquí se han dicho cosas muy sustanciosas. La Belén y sus cirugías plásticas obtuvieron record de audiencia en la última edición de “Sálvame de Luxe”. No sé qué diría Marx si levantara la cabeza.
Pido disculpas por la extensión de mis reflexiones. Pienso que vienen días de holganza y supongo que no se hará tan cansina la lectura de mi comentario.
Siguiendo la estela del minino, les deseo buenas fiestas. Saturnales o lo que sean.
Sobre la falta de credibilidad de los periodistas: aquí pueden verlos ustedes en plena faena, intentando sobrevivir a tanto meteco opinador y advenedizo: http://www.p-es.org/
Dosmildiez abrazos a todos los escribidores y lletraferits de buena voluntad. Salud.
Lo olvidaba: FELIX DIES NATALIS SOLIS INVICTI!
Por supuesto…
Alfons, me ha gustado su frase de «el pasado ya no sirve y el futuro aún no está maduro». Pero el verdadero problema está en el presente: pertinazmente inmaduro y desilusionante.
No sé si debo alegrarme de que ya esté retirado. Lo que necesitamos son periodistas con su altura moral y su sabiduría. Yo conocí algunos, en otro tiempo, que aunque no habían estudiado la carrera (al menos no la de periodismo, quizá otras) tenían una gran dignidad y un sentido periodístico envidiable. Pero ahora… ¡qué le voy a decir, que usted no sepa!
Don Miguel, dichosos los ojos que le leen, aunque no puedan verle. Yo también deseo, a todos cuantos aquí entramos -tanto a leer como a escribir- que el año que se avecina se porte mucho mejor con ellos que el que nos deja. Y sí, como el gato y el poeta, les digo aquello de: ¡FELIX DIES NATALIS SOLIS INVICTI!
Lo acabo de leer en el metro. «Trato de poner en práctica lo que Barthes llamaba el «olfato semiológico», esa capacidad que todos deberíamos tener de captar un sentido allí donde deberíamos estar tentados de ver solo hechos, de identificar unos mensajes allí donde sería más cómodo reconocer solo cosas». Umberto Eco, claro, en La estrategia de la ilusión.
Creo que sí hay cierta cuestión de género en la vergüenza que siente nuestra amiga RSR. Y no me parece mal, porque escucho términos similares en algunas de mis allegadas. Baudrillard escribió cosas interesantísimas sobre el fenómeno Lady Di, sobre Michael Jackson o Madonna, a los que llamó «mutantes del sexo». Eco creo todo un camino para el pensamiento a partir de «banalidades» como Superman. Los escolásticos partían de Aristóteles y San Agustín para juzgar a los héroes de su tiempo, los santos… Nosotros vivimos en una comunidad politeísta cuyos diosecillos -futiles, caducos, caprichosos y casi siempre ridículos- son los Beckam, el Rey, Laporta, Belén… Habitamos una «famosfera», asumámoslo sin que eso suponga necesariamente que nos revolquemos en el fango -«todos bien manoseaos»- por más que el tango que nos trae R. me parece oportuno.
Hola, Don Alejandro, es cosa de pensarlo, sí.
Resulta muy interesante lo que nos cuenta Alfons. Hace un par de años vino de «prácticas» un chico al instituto. En realidad no era un «chico», hacía buen caldo, no cumplía ya los cuarenta. Nos dijo que era periodista profesional y nos contó sus correrías, aventuras de corresponsal y reportero en los lugares mas inflamables del mundo… Llegué a sentirme un poco humillado, vaya vida aburrida que llevo, pensé. En un momento de lucidez se me ocurrió preguntarle:
-«Pero tío, con todo lo que nos cuentas de tu vida, ¿qué demonios vienes a hacer aquí a este instituto de mala muerte a hacer prácticas. Acabate el café y vete ahora mismo a la redacción del diario, hombre»
-«Ah, pero ¿qué te hace pensar que tengo una buena vida? Me pagan una mierda, me envían de aquí para allá como un idiota, tengo una vida superarrastrada, las novias me dejan. Yo lo que quiero, como cualquiera, es una vida digna»
Me hizo pensar, la verdad.
Un abrazo bien gatuno para don Miguel Veyrat, ilustrado caballero y excelente periodista, según mi hermano Manel. “Et felix dies Natalis Solis Invicti!”.
Por retomar con la línea que volvía a abrir las intervenciones de los señores Álvarez y Veyrat, una curiosidad y una aclaración. La curiosidad: vamos a ver, hablando de la fusión bendecida por el demofranquista (¿oxímoron o sinergia?) Martín Villa… ¿alguien ha recaído en que en que Telecinco es del grupo Mediaset y éste es de nuestro viejo amigo y campechano anciano, Silvio Berlusconi. Vale, si lo saben me callo y acá lo dejo, como mera curiosidad… pero luego no me protesten ¿eh?.
La aclaración. ¿Le tengo yo una especial “manía” a los periodistas o es más bien un cierto clima social el que pone en cuarentena esa profesión?… ¿Cómo aclararlo?… Pues como lo haría Tito Livio o Thomas Trenor, con la divisa “Facta, non verba”. ¡Hechos! Y la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) los aporta con el estudio realizado por Pedro Farias (Universidad de Málaga) titulado “ “Informa anual de la profesión periodística”. El año pasado el 52’5% de los ciudadanos españoles tenía una opinión regular, mala o muy mala de los periodistas, en 2009 la cifra es del 59’6 (regular el 48’9; mala el 8’3 y muy mala el 2’4). Los motivos de menosprecio han ido apareciendo a lo largo de diversas intervenciones de otros tantos contertulios. Cito los cuatro factores más destacados (los que sobrepasan el 25% de los encuestados): “vulneración de la intimidad de las personas”.- pura intoxicación del periodismo rosa, 48’9%; “información manipulada”.- la quintaesencia de la profesión, su objetividad, destruida, 29’3%; “información partidista”.- perfectamente sumable a la anterior, 28’6%; y el “sensacionalismo”.- materia pura del amarillismo, 23’1%. ¿Y con esos cuatro mimbres no se hace la prensa amarilla?
El informe – que recomiendo encarecidamente a los estudiantes de periodismo – está repleto de más datos de, prácticamente, todos los datos profesionales, asuntos que también han salido aquí pero que allí se contrastan con datos estadísticos significativos. Cuando Fernando González Urbaneja, el presidente de la APM, presentó el trabajo dijo que en el trabajo de Farias “no es fácil encontrar un dato positivo”. ¿Tremendismo?, bueno, léanlo y me dicen, o, mejor, no me digan, reflexiónenlo y manténgase avizores porque en ello les va su futuro personal – si son estudiantes – y nos va la calidad cívica a todos.
PS para la señora R.S.R. … ejem… verá usted, si me permite, le indicaría un somero error técnico en una de sus intervenciones. Me apresuro a indicar que ello, sin duda, ha sido producto de su juventud, y ya sabemos que en ella todo es disculpable (menos la estupidez, y no es caso, claro). El tango “Cambalache” – que tantas veces he recomendado en este mismo “blog” – es de un excelente poeta argentino por nombre Enrique Santos Discépolo y creo que una de sus virtudes, la de ese tango – pues acumula varias – es, precisamente, la fecha de su redacción. No recuerdo si es de 1933 o del 35 pero, en cualquier caso, antes de nuestra Guerra Civil. Sin embargo, traza perfectamente el devenir del mundo en ese siglo – “siglo XX, cambalache, problemático y febril” – y aun, la vía que seguimos ya instalados en el XXI. Le ruego que no me tome a mal esta indicación que me vi forzado a hacer por mi pasión por el tango. Suyo afectísimo: yo.
El cuarto párrafo de mi anterior intervención está pésimamente escrito. Me lacero ante ustedes porque no hay derecho a redactar tan mal. ¿Tengo alguna disculpa?… No. ¿Alguna explicación?… Puede. Estaba tan preocupado en no ofender a la señora R.S.R. con mi apostilla sobre su cita de “Cambalache” que me turbé, no me concentré en lo que escribía y así me salió. Lo siento. ¡Qué borrón en mi curriculum en este “blog”!
Felicidades a todos. Y un saludo muy especial a Miguel Veyrat.
Si me dejan, mañana cambio el post.
Agradezco esa felicitación proporcional. Y la agradezco más porque no ha habido en este año 2009 ningún motivo que mueva a felicitarme.Me he hecho más viejo;estoy más sordo y veo menos;no salgo en los periódicos,obviamente porque no me han retocado la cara. Por si faltaba algo,tampoco me ha tocado ningún premio en la lotería u otros juegos de azar y menos en este sorteo de hoy.Por eso, agradezco más tener una cuota de felicidad,compartida con todos ustedes.Como hace tiempo que abandone el latín, les felicito en español:¡Felices fiestas!
Yo también le felicito en español. Arnau, felices…
[…] un absoluto disparate. El trabajo se paga, el esfuerzo se abona, la obra se recompensa. Como decía Émile de Girardin, alguien debe costear la publicación de un periódico: desde las colaboraciones hasta la […]
[…] del folletín decimonónico, asunto por cierto que tratamos aquí hace justamente un año. La prensa en pedazos titulé aquel post. Eso quiere decir que el periódico ha de fijar el interés de un destinatario […]
Reblogueó esto en Los archivos de Justo Sernay comentado:
La prensa en pedazos. Escrito hace cinco años. No está vigente. la realidad sobrepasa las predicciones-