Lujo o confort

Lujo. En Eskup, la red social de El País, hablo de lujo y televisión. Hablo brevemente, pues los textos no pueden sobrepasar los 280 caracteres. Es la escritura del microblogging. Aludo a la emisión tevisiva que ahora está de moda, la que se está imponiendo: los programas dedicados al lujo. Hay numerosos espacios en la parrilla…, en la parrilla televisiva. El viernes 25 de julio,  aprovechando la parrilla automovilística, la Fórmula 1 que se desarrolla en Valencia, el Notícies 9 del canal autonómico  nos informaba del lujo flotante, de los restaurantes Vip, de las terrazas más ostentosas. Los locutores trataban de transmitir entusiasmo sobre el evento automovilístico, dando a entender que Valencia había sido tomada por ricachos y potentados, por gente guapa y por magnates de la Fórmula 1: todos ellos decididos a dejarse miles y miles de euros en los bares de moda, en las mesas mejor dispuestas.

En distintos puntos –en la Dársena, en algunos puntos del circuito, en cervecerías–, los periodistas sonreían con felicidad y arrobo al comprobar la clase ociosa que presuntamente se apelotonaba en locales frecuentadísimos. Insistían en que había mucho movimiento. Supongo que aumentará la presencia de visitantes. Faltaría más. Pero lo curioso, lo significativo, era la manipulación televisiva de lo existente, la construcción mediática de una noticia irreal. Examinabas las imágenes y allí no veías a nadie. Simplemente no había nadie. Es lo que tiene el lujo en pantalla: que es como la caverna de Platón…

Los programas que las televisiones dedican al lujo tienen su guasa, me digo en Eskup. O su gracia. Podemos ignorarlos, desde luego. Pero podemos verlos con envidia o con ironía o con ambas cosas a la vez. Mujeres ricas, Mujeres casadas con Hollywood, ¿Quién vive ahí?, etcétera. Esos espacios los emiten semanalmente La Sexta, Cuatro y no sé si alguna más. ¿Qué es lo que vemos? En general, mujeres superpijas o magnates tripudos que nos muestran sus lujos cotidianos, sus chaletazos y sus vidas, sus abaloriosos y sus yates carísimos. Quedé debidamente complacido cuando me enteré de que el programa preferido de Andreu Buenafuente es Mujeres ricas: yo no me pierdo a Olivia Valere, Mariana Nanis, Mar Segura y las Hermanas Collado. Tengo dificultades para solidarizarme con sus penas cotidianas, esos problemas con el bronceado o con la cena que deben organizar. Pero las miro como entomólogo, envidiando –eso sí– el confort material de que están rodeadas. Antes de morirme me gustaría vivir si no con lujos, sí al menos con todas las comodidades.

Confort. “Estamos acostumbrados a dedicar a nuestro cuerpo todas aquellas amabilidades  que somos capaces de procurarle. Pero, en realidad, eso mismo, el afecto por el propio cuerpo, es una actitud relativamente nueva en nuestra civilización”, decía Joan Fuster en 1964 en su Diccionari per a ociosos. Si les interesa, hoy pueden leerlo en la antología que de Fuster preparamos Encarna García Monerris y yo en Nuevos ensayos civiles (Espasa, 2004).

“Tradicionalmente, la virtud se entendía bajo formas inconfortables”, añadía con un neologismo bien expresivo. La vida del hombre se resumía en “la austeridad y la ascesis, la abstención y la mortificación. La vida del hombre sobre la tierra era considerada como una exigencia de sacrificio”. “Ahora”, concluye en 1964, “todo el mundo piensa de distinta manera. Quizá por eso –estoy seguro de ello— comenzamos a disponer de sillas cómodas. Y de más cosas”.

Esas otras cosas que forman nuestro entorno material y que dan confort a nuestra vida no son, efectivamente, muy antiguas: son logros de la civilización moderna. Más aún, muchas son ideaciones técnicas de la época burguesa, de aquel épico siglo XIX en que el progreso y el liberalismo se imponían en los lugares más destacados de Europa para la prosperidad y para el bienestar de quienes con mayores riquezas contaban.  De hecho, el confort es, en sí mismo, un concepto burgués que luego se generalizará conforme las clases medias se ensanchen y abarquen sectores amplios de la sociedad. Y el confort es comodidad y desahogo, una forma de hacer más llevadera la existencia corriente cuando los individuos esperan algo más que el bienestar espiritual de la vida ultraterrena.

A esta experiencia histórica la llamamos civilización (incluso civilización burguesa-occidental), y es un modo de superar nuestra propia naturaleza o limitaciones, esas las restricciones con las que debemos enfrentar la vida corriente. Como advirtiera Sigmund Freud, nuestros utensilios y muebles, desde la simple escoba hasta el más sofisticado electrodoméstico, son prótesis culturales que nos prolongan y que desempeñan funciones antes completamente reservadas a la mano humana. Son modos de alejarnos de lo natural, formas de socializarnos, pues: aparejos, adminículos, avances que nos dan comodidad y esmero. Son también herramientas materiales que activan la industria y el ingenio: ciertas manufacturas podrán aplicarse para fabricar esos utensilios. Pero son también formas de distinción: quien cuenta con ciertas propiedades o recursos materiales que le procuran bienestar visible se eleva por encima de lo ordinario haciéndose admirar o envidiar.

3. Me voy a toda pastilla. Lamento ser tan poco patriota. Resulta que la Fórmula 1 está este fin de semana en Valencia. Ya saben: ruido ensordecedor, pero sobre todo lujos y ostentaciones de potentados y probables pijos. Por comodidad, por confort material, que diría Joan Fuster, me voy. Regresaré cuando hayan desmontado el circo de la Fórmula 1. “El hombre occidental, tan rico en inventiva para ciertas cosas –mitología, metafísica, literatura, arte, guerra, opresión, etc.–, ha mostrado a lo largo de los siglos una singular falta de imaginación para todo aquello que hacía referencia a su confort más inmediato”, decía Fuster en otra página. Pues eso. No hace falta echarle mucha imaginación para disponer de cierto confort: me voy.

23 comentarios

  1. Parece que todo el mundo ha puesto pies en polvorosa, porque nadie ha dicho ni «mu». Espero que a su regreso nos cuenten donde han estado, porque así me podré alegrar por y con ustedes.

    Mi única actividad de hoy será asistir a la fiesta del Orgullo Gay. Es una tradición (la única que sigo) que no puedo abandonar.

    Y mañana no saldré de casa, para no encontrarme con «ricos y famosos». Por supuesto, con la tele apagada, porque entre el fútbol y la fórmula 1, no creo que haya nada digno de ver.

  2. Ayer caminé bastante por el centro de Valencia. Tuve la sensación de que, más que de ricos, la ciudad de Rita se había llenado de gilipollas. Hay ricos que tienen cierta habilidad para parecer que lo son realmente. El típico menda con bronceado muy profesionalizado, pelo largo cuidadamente descuidado y modales distinguidos y falsamente informales, su esposa rubia y
    «perfecta»… Hay otros cuya fortuna se nota que es reciente y sobrevenida, de ahí que crean que vistiendo enteramente de blanco y con gorra de capitán de barco se les va a quitar la pinta de paletos que se les percibe a leguas. Les han dicho en qué tiendas exclusivas tienen que entrar y a qué restaurantes van los potentados… y ellos cumplen disciplinadamente el programa. Me gustan especialmente los tontos del culo que van por el centro con la gorrita y la camiseta del estrit sircuit valensia y ¡alguno lleva incluso colgada la acreditación del circuito para que se la veamos!

    Se me pasa por la cabeza que hay un complot mundial de los verdaderos ricos para que no les envidiemos. Ponen a una serie de gilipollas de atrezzo, los envían a las ciudades que tienen alcaldes suficientemente estrambóticos como para hacer un circuito urbano de bólidos y los lanzan por las calles, de manera que uno se convence de que yendo pobre casi que le va mejor. Del complot forman parte también esos programas a los que Justo se refiere. Con ellos a uno se le quitan los ensueños de lujo. Parecen personas atrapadas en su laberinto, viviendo una vida de halagos y superficialidad donde no te puedes fiar ni de tu sombra. Me imagino a los maridos chafando cuellos y yendo de aquí para allá para obtener un negocio más lucrativo. Y esas señoras de morros siliconados y tetas de plástico…

    Creo que todo esto es una mierda, así de sencillo. La sociedad ha creado siempre a sus ricos, ya lo sabemos. Pero ¿no se han fijado que ahora mismo en España ha crecido la cantidad de millonarios? Los años más prósperos de la especulación lo han posibilitado. La consecuencia no es que otros que lo eran se hayan arruinado, sino que se han precarizado las condiciones del estado del bienestar, con lo que todo va peor para la mayoría. Esta cultura del capital incontrolado y que se evade del control institucional multiplica los contrastes y convierten a sus beneficiarios en agentes de la corrosión de los mecanismos de compensación de los estados sociales y de derecho, toda un cáncer para la democracia. Alguien de ATTAC me dijo una vez que el problema del mundo, más que la pobreza, era la riqueza. No porque nos moleste más o menos que a algún paleto con depósitos le dé por cenar dos veces o comprarse un yate, sino porque la concentración de capitales sin control siquiera fiscal, fabrica miseria, ya que la condición de la actividad especulativa es el encarecimiento de las mercancías y la precarización del trabajo.A veces se me ocurre pensar en lo que puede haber en los paraísos fiscales, por ejemplo.

    Creo que si ciudades como Valencia hacen tanto por atraer a toda esta sarta de mamarrachos que estamos viendo por las calles no es, como se nos quiere atraer, porque vayamos a convertirnos en la «california del Mediterráneo», atrayendo a los bisnes men y todas esas cosas. Creo que es más bien porque así, como buenos paletos, se incrementa nuestra autoestima. ¡Mira, todos los ricachones por aquí, qué importantes somos! Ninguno de estos zánganos vienen aquí a hacer negocios. En todo caso va a haber algunos que hagan pasta a cuenta de los gastos institucionales, eso seguro, pero, sobre todo, será bueno para que por estos andurriales sigamos confiando en los mismos gobernantes que nos traen a los pijos de los coches y los yates. Cómo mola, tía.

  3. Vaya, de regreso a Valencia, veo que me he perdido gentes de lujo cosmopolita que circulaban por las calles de Valencia. Ricachones, las llama David P. Montesinos con sorna. El señor Man las llama directamente «gente con pelas» y añade: «repletita». Permítame una pregunta inocente. Repletita, ¿a qué se refiere? ¿A la ‘butxaca’ o a la ciudad?

  4. Desde luego, David, qué razón tienes. Lo triste es que esta es la imagen que proyectamos, la ciudad de las artes y las ciencias y mucha fiesta pija (fórmula 1, la Copa America, etc.) todo superficialidad y fachada que nada tiene que ver con la vida del ciudadano de a pie, que mira entre horrorizado y estupefacto este tipo de acontecimientos. ¿Qué hemos hecho nosotros para merecer esto?
    Mientras tanto olvido los conocimientos de informática aplicada a la educación porque, entre otras carencias, solo hay dos aula en todo el instituto para aplicarlos.
    En fin, me voy a dormir que mañana, bueno hoy, es mi cumpleaños y tengo reunión de departamento y debo coger fuerzas para estos dos magnos acontecimientos de mi vida.

  5. Yo estuve por Valencia el sábado por la noche, dando una vuelta por el Carmen con un par de amigos. Efectivamente, parecían haber más «guiris» de lo normal; de los Erasmus que ya hay normalmente, vaya.

    No sé si tuvo algo que ver (¿?) o fue una pura casualidad, pero caminando por el Carmen y dejándonos guiar por la música de dos disco-móviles, fuimos a dar con un par de berbenas veraniegas: una parecía ser una fiesta privada (alguna falla o algo así seria…); la otra era la Fiesta del orgullo Gay y estaba bastante más poblada. La verdad es que solo aguantamos en cada una de ellas lo que nuestra curiosidad exigia y rápidamente nos fuimos a un pub de la calle San Vicente Mártir al que solemos acudir y en el que, por cierto, también había alguna que otra Erasmus, cosa que celebramos todos.

    De la Fórmula 1 no quiero comentar nada ni darle más publicidad. Ya contribuí con mi cuota de 139 euros (+ 30 o 40 más que me vendrán pronto, supongo) hace un mes y pico, cuando los amables polícias municipales me pusieron una multa y el no menos amable servicio de la grúa municipal se me llevo el coche. Primero me cabreé, pero lugo pensé que no: que estaba contribuyendo a pagar la Fórmula 1 y la Copa América, que dan mucha riqueza y prosperidad a nuestra Comunitat. Así ya lo vi de otra forma.

    Me sumo a la felicitación cumpleañera a Inés y a Justo. Que pasen un feliz día.

  6. Sr. Serna, felicidades. Y también para usted, Inés.

    El horóscopo del diario gratuito «Qué» dice hoy para los Cáncer:

    «Procura hacer más cosas durante el día y por la noche podrás dormir mejor»

    Uf, no sé yo, no sé yo…

    Y ya que hablamos de lujo y del diario «Qué» (y de cuánto mola Valencia), no se pierdan esta instantánea:

    Haz clic para acceder a 280610val.pdf

    Efectivamente: cualquier sitio es bueno para ver los pilotos en el circuito de Valencia.

  7. Señor Justo, acabo de enterarme de su cumpleaños. Lo celebro y le deseo muchas felicidades. Junto a los parabienes le dejo un viejo poema de Álvaro de Campos. En él hay saudade, pero también una fuerza extraña de vida. Subrayo este verso: «Raiva de não ter trazido o passado roubado na algibeira!». No lo traduzco no sólo porque supongo que o bien lo pueden leer en portugués, o bien no les costará mucho trabajo utilizar algún diccionario; sino, sobretodo, por seguir la recomendación que hace bien poco realizaba el profesor Ángel López en un artículo memorable publicado en El País: las lenguas de Iberia deberían ser conocidas y utilizadas, y no sólo por los políticos.

    ANIVERSÁRIO
    No tempo em que festejavam o dia dos meus anos,
    Eu era feliz e ninguém estava morto.
    Na casa antiga, até eu fazer anos era uma tradição de há séculos,
    E a alegria de todos, e a minha, estava certa com uma religião qualquer.

    No tempo em que festejavam o dia dos meus anos,
    Eu tinha a grande saúde de não perceber coisa nenhuma,
    De ser inteligente para entre a família,
    E de não ter as esperanças que os outros tinham por mim.
    Quando vim a ter esperanças, já não sabia ter esperanças.
    Quando vim a olhar para a vida, perdera o sentido da vida.

    Sim, o que fui de suposto a mim-mesmo,
    O que fui de coração e parentesco.
    O que fui de serões de meia-província,
    O que fui de amarem-me e eu ser menino,
    O que fui — ai, meu Deus!, o que só hoje sei que fui…
    A que distância!…
    (Nem o acho…)
    O tempo em que festejavam o dia dos meus anos!

    O que eu sou hoje é como a umidade no corredor do fim da casa,
    Pondo grelado nas paredes…
    O que eu sou hoje (e a casa dos que me amaram treme através das minhas lágrimas),
    O que eu sou hoje é terem vendido a casa,
    É terem morrido todos,
    É estar eu sobrevivente a mim-mesmo como um fósforo frio…

    No tempo em que festejavam o dia dos meus anos…
    Que meu amor, como uma pessoa, esse tempo!
    Desejo físico da alma de se encontrar ali outra vez,
    Por uma viagem metafísica e carnal,
    Com uma dualidade de eu para mim…
    Comer o passado como pão de fome, sem tempo de manteiga nos dentes!

    Vejo tudo outra vez com uma nitidez que me cega para o que há aqui…
    A mesa posta com mais lugares, com melhores desenhos na loiça,
    com mais copos,
    O aparador com muitas coisas — doces, frutas o resto na sombra debaixo do alçado—,
    As tias velhas, os primos diferentes, e tudo era por minha causa, No tempo em que festejavam o dia dos meus anos…

    Pára, meu coração!
    Não penses! Deixa o pensar na cabeça!
    Ó meu Deus, meu Deus, meu Deus!
    Hoje já não faço anos.
    Duro.
    Somam-se-me dias.
    Serei velho quando o for.
    Mais nada.
    Raiva de não ter trazido o passado roubado na algibeira!…

    O tempo em que festejavam o dia dos meus anos!…

  8. ¡Felicidades a los cumpleañeros! Es bonito seguir celebrando un año más… y no asustarse porque queda un año menos. Les deseo un buen dia hoy, y también los sucesivos.

    Por cierto, hermoso poema, señor Millón. No es que sepa portugués, pero no resulta difícil entenderlo. Y la ternura se puede comprender en cualquier idioma.

    En cuanto al lujo -y la mal llamada gente «guapa»- están tan lejos de mí como la Antártida del Polo Norte. Por eso odio aquello en lo que la señá Rita y sus secuaces están convirtiendo esta ciudad y, de paso, a los ciudadanos que se sienten satisfechos con ello. ¡Ay, Valencia, quién te ha visto y quién te ve!

  9. En tiempos de crisis, el lujo da de comer, visualmente hablando.

    Joan Fuster cabreó con lo del «postís impertinent», pero era un gran intelectual, sí señor. Le debemos un recuerdo. Nosaltres els valencians.

  10. Perdón, no pasé ayer por aquí (ya le contaré, Justo, los días que llevo; parezco usted) ¡¡Mil felicidades para los dos!! Los apunto en mi agenda para siempre.
    ¿Han hecho la quedada? Este año pensaba ir. Le debo un regalo a la niña del blog y quería dárselo personalmente a los felices padres y conocerlos a todos.

  11. «Inma Chacón suele decir que mi poesía la estremece; a ti te duele; bueno, creo que lo importante de la poesía, que es metafísica y música, es despertar emociones. Miguel Veyrat».

    Será «le estremece»

  12. ‘Quedada’

    Querida Ana, muchas gracias por sus felicitaciones. Estamos concretando para la ‘quedada’ (lo ha adivinado) pero por razones de intendencia y de atención no puedo hacer públicos el lugar ni el día y la hora. Sólo puedo decir que es un sábado de julio en un lugar casi paradisíaco con vistas al mar y con cena fría, de picoteo. Por supuesto le escribo por mail, que es como estamos quedando, porque me haría ilusión que viniera. Usted sabe, Ana, que no es una invitación de cortesía o puramente retórica. Por correo electrónico le preciso. Si algún otro amigo de este blog, quiere acudir no tiene más que mandarme un mail para concretar esos datos privadamente. Ustedes comprenderán mi reserva.

    Un saludo, JS.

  13. Felicidades Justo. Perdón por el retraso. Gracias a todos por vuestros buenos deseos.
    Lo de la quedada me parece una idea estupenda yo también me apunto.

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