Blog enlazado por El País (Comunidad Valenciana)
Pensaba bajar la persiana y anunciar las vacaciones. Pero no puedo, lo demoro. Termino de leer en la prensa digital informaciones referidas a los atentados en Noruega, ocurridos exactamente en la isla de Utoya y en Oslo. Resulta estremecedor que un demente pueda hacer tanto daño. No hace falta que esté muy bien armado. En estos casos basta con tener la intención de matar y basta con tener la habilidad suficiente.
Somos objetivos fáciles. La gente se relaciona, se trata, se ama y se detesta. Llega el verano y nos volcamos al exterior… Supongo, además, que en los países nórdicos las personas aprovechan y difrutan con celo y con codicia el buen tiempo, el sol y las temperaturas moderadas. Se reúnen y discuten, charlan y piensan en un futuro que nadie les ciega. O eso creen.
De repente, alguien dispara y tras el tiroteo mueren algo así como ochenta personas. De repente, alguien hace explotar un coche-bomba con el resultado de siete víctimas. En el momento de escribir esto hay confusión sobre la autoría y el perfil de los atentados. Sin duda hay que atribuirlos a fanáticos. Anders Behring Breivik, un hombre de 32 años al que se vincula a la extrema derecha, ha sido detenido. No quiero conjeturar nada sobre ello. Primero, porque me faltan datos; segundo, porque cualquier especulación parece aumentar el dolor infligido, el daño mortal que se ha ocasionado.
No sabía cómo titular esta entrada, que no será la última de la temporada (pues espero terminar con un post más esperanzador u optimista). Acababa de leer en Babelia el artículo-reseña de Santos Juliá sobre la Guerra Civil española y acababa de leer ciertas precisiones sobre El holocausto español, de Paul Preston, ese título tan polémico cuyo exceso y analogía me incomodan. Pensando en ello me han venido a la cabeza dos palabras. Masacre y matanza.
El diccionario de la Real Academia define muy bien qué es una masacre. Es un sustantivo que procede del francés massacre. Significa «matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida». Se ajusta especialmente a lo sucedido en la isla de Utoya y en Oslo. Pero leo la voz matanza, tan española, y casi la prefiero: «mortandad de personas ejecutada en una batalla, asalto, etc.» Más aún, matanza es también la «faena de matar los cerdos, salar el tocino, aprovechar los lomos y los despojos, hacer las morcillas, chorizos, etc.» Tiene un sentido instrumental y pobretón, no sé. Quizá Paul Preston podía haber titulado su obra así: La matanza española. Tendría una significación muy precisa, muy exacta, dolorosamente castiza.
Pienso en lo ocurrido en Noruega. Sin duda, el número y las intenciones son muy inferiores, no son comparables a la matanza española. Pero pienso también en lo que es el fanatismo. Me estremece todo esto. Empieza el verano y, como siempre, las redacciones de los periódicos quedan despobladas. Sin embargo, los horrores más sangrientos de los últimos años ocurren en período estival. ¿Recuerdan el 11 de septiembre de 2001? Ha pasado ya una década: ay, los números redondos. En fin, me callo ya.
Volveré en otro momento para anunciar el descanso del blog. Hoy no puedo…
Lunes, 25 de julio. A lo largo del fin de semana he ido leyendo artículos, reportajes, análisis sobre los atentados de Oslo. De todo lo que ha caído en mis manos (El País, El Mundo, Abc, etcétera), aquello que más me ha sorprendido es la temeridad de algunos columnistas españoles. ¿El más osado de todos ellos? Hermann Tertsch. Aquí lo tienen en una fotografía del archivo de Telemadrid.
Recuerdo que el sábado 23 de julio por la mañana decidí escribir este post, su primera parte. Al rato, cuando ya lo había completado, leí el artículo de Tertsch en Abc. Quedé estupefacto. Como tantas veces, este periodista confunde sus ensoñaciones con lo real, sus pesadillas con lo material, sus obsesiones con lo histórico. Tituló su columna El golpe a Oslo. Qué error, qué inmenso error.
Es un ejemplo de especulación indocumentada: parlotea sin pruebas, quiero decir. Tertsch da por sentado que los atentados son de inspiración islamista. Atribuye el golpe al hecho de ser Noruega «un país muy significado de la OTAN». Para rematar el argumento añade: «Tiene una colonia paquistaní considerable». Esto es, acusa insidiosamente a los paquistaníes de Noruega. Por supuesto, el atentado sólo puede deberse a que dicho país es «una nación defensora de los valores occidentales, lejos de los relativismos culturales en boga en otros lares». Terstch dixit.
Su percepción de lo real es sesgada, precipitada. Describe lo que ve, pero carece de gran angular. Únicamente contempla lo que él sabe de antemano. Sólo al final reconoce que todo lo anterior puede ser cierto si se cumple la hipótesis que no ha presentado como tal: «Estas son probablemente las claves» del atentado, concluye. Al escribirlo –por cierto, con una sintaxis torturada:»Aun no asi sobre el suceso de la isla de Utoya…–, no barajó la posibilidad de que el fanatismo fuera el de un sedicente cristiano. No admitió la posibilidad de que alguien de la extrema derecha fuera el culpable de la matanza. ¿Cómo se llama a alguien que presenta así las cosas? En castizo, a eso se le llama sectarismo.
Qué cruz.
Hace exactamente un año estaba allí, en Oslo, una ciudad que me encantó. Me parece increíble que algo así pueda ocurrir en cualquier sitio, pero más aún en Oslo y en verano.
Saludos,salud
Ese mismo estremecimiento ante el fanatismo es el que sentí ayer cuando me enteré de la noticia. Fue tarde, ya se sabía mucho del desastre de los dos atentados; la cifra de víctimas iba en aumento y a mí me pilló tan tranquilo antes, tan estupefacto después, releyendo unos pasajes de ‘Ligero de equipaje’ la biografía de Antonio Machado que escribió Ian Gibson.
«La masacre y la matanza»: magnífico título para este artículo, Justo. Y también oportunísima la referencia al título del libro de Paul Preston. Parece que si no se recurre a términos como holocausto, genocidio, exterminio… no se consigue alcanzar el objetivo deseado: La conmoción del lector, del espectador. Pero ese temblor involuntario e incontrolado en el que consiste precisamente el estremecimiento humano ante una noticia como la de la masacre de Noruega; el estudio conmocionado de esa «matanza española» que tan acertadamente nombras y con esa misma significación que dices «tan precisa, tan exacta, tan dolorosamente castiza»; el triunfo, aunque sea momentáneo, del fanatismo, deberían bastarnos para calibrar el horror y dejarnos de paradojas tan inútiles como la de sorites aquella que se pregunta ¿en qué momento un montón de arena deja de serlo cuando se van quitando granos de arena? ¿En qué momento un montón de muertos en una masacre integrista dejan de ser una matanza espantosa si le vamos descontando muertos?
Tal vez sea el momento de volver a pensar en Juan de Mairena, en Don Antonio Machado ¡Ay, qué lejos me queda hoy Collioure! Un abrazo.
Sr. Ramos, yo no he estado en Oslo, pero la imagino tranquila y civilizada.
Juan, oportuna es la referencia a Machado. Qué belleza. ‘Ligero de equipaje’. He pensado algo parecido. ¿Cuántos muertos ha de haber para que califiquemos de masacre lo que ya era atrocidad?
Abrazos
En mi imaginario los paises nórdicos, eran los más civilizados de la actualidad, y supongo lo seguirán siendo, pero si la barbarie
se presenta en esos lugares… si se comprueba que son grupos de la ultraderecha, incubados en esa sociedad, (me lleva esto a pensar p.e. en la matanza de Oklahoma) : ¿ tambien ahí la capa civilizatoria es demasiado tenue? no quisiera pecar de ingenuo, ya somos grandes para eso, pero creo que no hay respuestas , solo preguntas.
En cuanto al libro de Preston, espero que llegue acá a BsAs., mientras lo he escuchado a él en un entrevista de RTVE, y leí una nota en El País, inmediatamente recordé las terribles escenas que se cuentan en Baile y sueño , narradas por el padre del protagonista. En cuanto al título que sugiere Ud. La Matanza Española, será más «castizo» , pero seguro es más estremecedor. Un saludo..
Me viene a la cabeza aquello de Apocalipsis Now, «el horror, el horror».
No creo que lleguemos a entender nada de esta barbaridad aunque tengamos más datos. El terrorismo se hace posible solo desde esa falta de razones. A veces hay muchos que jalean a los asesinos, pero para matar a muchos indefensos hace falta sólo un desalmado. Y éste lo preparó concienzudamente, tramó la situación ideal para crear un infierno. Me horroriza esta gratuidad de la masacre. Una tras otra, todas estas personas que son tiroteadas a sangre fría -dos veces, dicen los testigos, para que el criminal se asegurara que morían- se convierten en cadáveres. Cuando matas a un ser humano se lo quitas absolutamente todo, todo lo que tiene y todo lo que podría tener, todos sus sueños, sus ilusiones, sus decepciones, el amor que siente y el que otros le tienen. Todo se va para siempre… y por nada.
Ninguna fascinación por este personaje, no perdamos un segundo con sus «razones». Guardemos un respetuoso silencio ante las víctimas.
A mí también me parecía inimaginable un horror así en tierras que tenemos por tan civilizadas, tan idílicas que ni siquiera han sentido la seguridad como un problema, desde los malhadados tiempos de la segunda guerra mundial.
Pero ahí están los integrismos, que se propagan con la velocidad de las nuevas tecnologías. Los terribles fanatismos que están desarrollándose al calor de la estupidez humana, del embotamiento de las mentes faltas de ingenio.
Tiene usted razón, señor Montesinos: no perdamos un instante más en sus razones. Pero, ¿cómo podemos evitar que estas sinrazones sigan ocurriendo?
La muerte…qué sentido de fracaso, qué desnudez, que desvalidos nos sentimos ante ella. Esta misma tarde he tenido que visitar un tanatorio, allí se encontraba Rafa, un joven amigo que ha muerto dejando dos hijos absolutamente huérfanos ya que hace siete años su madre también murió del mismo mal que ahora se ha llevado a su padre. Es desolador, absolutamente desolador.
Ninguna muerte tiene sentido, los jóvenes de Oslo y las personas que con ellos han sido asesinadas, y sus familias y todos sus seres queridos que quedan completamente sumidos en el más lacerante dolor. ¿Qué sentido tiene todo esto? Yo no encuentro ninguna razón posible que logre aclararme esto. Sólo puedo representarme a alguien que es incapaz de ver en aquellos que asesina un vida humana que late, que siente dolor: «Si nos pincháis, ¿acaso no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿acaso no nos reímos? Y si nos ofendéis ¿acaso no nos vamos a vengar?”
Pese a todo, querido Juan Antonio, hay maneras más y menos dignas de morir. La muerte, sí, es un escándalo siempre, incluso la de aquellos que, como sucede con nuestros mayores, parece que han de morir porque les toca. Pero precisamente por eso, porque bastante tenemos todos con que habrá de tocarnos, me indigna especialmente que haya quien se crea con derecho a «dar muerte» a los demás. «Todos merecéis morir», qué siniestra y a la vez que ridícula frase. ¿Merecen morir los millones de somalíes que se desplazan ahora mismo hacia la frontera del país para huir de la hambruna?
Se ha dicho que los noruegos se sentían «inmunes a la amenaza terrorista». Me preocupa mucho menos esa ingenuidad que el que perderla suponga asumir que no se puede llevar uno a cientos de chicos a una isla sin llenarla de policías. Ese es el verdadero legado del terrorismo, un mundo más neurotizado por el miedo y exigido a la seguridad. Vallas y controles por todas partes. Benditos sean los que son tan ingenuos para no pensar que en cualquier desconocido hay un asesino de masas oculto. Nos sodomizarán tipos de uniforme en un aeropuerto y, por el chantaje de la seguridad, todos lo aceptaremos.
La pregunta que respecto a la prevención hace Marisa es pertinente. ¿Cómo protegernos de esa locura? En las últimas horas he oído decir que circulan por internet consignas para perpetrar este tipo de barbaridades y que la policía habría debido de intervenir antes. Es posible, pero a los locos estamos expuestos siempre por la sencilla razón de que no se le pueden poner puertas al campo. Temo que llegue el día en que pongamos un detector de metales a la entrada de los institutos y un segurata en las universidades, donde uno puede entrar siempre que quiera porque son edificios públicos y de libre acceso. La única defensa contra todo este horror es la de conjurarnos para no cambiar nuestra forma de vida y no vivir aterrorizados. NO se me ocurre otra cosa.
POr lo demás, me refería sencillamente a esa extraña fascinación que experimentan algunas personas por este tipo de personajes, a los que muchos parece que imaginan como una especie de Aníbal el Canibal. Por increíble que parezca, hay clubs de fans que escriben diariamente a la cárcel a personajes horrorosos. Hay infinidad de series de TV que explotan ese extraño morbo. Yo no lo experimento. Me parece mucho más interesante la historia de esos jóvenes de la isla que relatan la hora y media de terror absoluto en que vivieron, me siento más cercano a ellos. Creo que tienen razón en este sentido las víctimas del terrorismo, solemos olvidarlas.
Recuerdo una película, La soledad, donde se relata todo lo que ocurre en la vida de una mujer que resulta herida y traumatizada por la explosión de un autobús en el que va de pasajera. Creo que es a ellos a quienes debemos escuchar.
Pero no se olvide, David, de hablar con ellos individualmente. Ni se le ocurra hablar con un «representante» ni con una colectividad de víctimas. Porque, incluso eso, la desgracia sufrida por estas personas, inocentes siempre porque ninguna merecía la muerte o las heridas, es aprovechado por otro tipo de «terroristas» para arrimar el ascua a su sardina.
No es que nos olvidemos de las víctimas. Pero hay que recordarlas con el corazón y con la mente, no colgárselas del pecho como una medalla.
Es triste, muy triste, tener que vivir con la angustia de encontrarse en cualquier parte con uno de estos desalmados. Querríamos olvidarlos, desearíamos que no se hubieran convertido en un signo de los tiempos que nos ha tocado vivir.
La masacre de Oslo y las reflexiones en torno al desconcierto que produce que, además esa brutalidad se haya producido en uno de los escenarios “más civilizados”, me hace recordar de nuevo un texto de absoluta vigencia, y que constituye uno de los estudios en los que más implacablemente se fustiga las ilusiones cerca de las sociedades “civilizadas”, abordando con firme serenidad el tema de la violencia y la desdicha humana, se trata de “ El malestar de la cultura”
Tuve la oportunidad de viajar a Noruega hace diez años, y quede absolutamente impresionada por el civismo y la manera de vivir de aquellas gentes, me pareció que aquello era “otro mundo”. Sin embargo, hace ya tiempo que se viene alertando del grado de violencia de estas sociedades, del aumento de los permisos de armas, del crecimiento del odio ultra… en definitiva de la existencia de una violencia soterrada que de pronto emerge con una brutalidad sin límites. Los fanatismos son absolutamente irracionales, pero me pregunto de dónde se alimenta en los países nórdicos este pensamiento ultra ¿proviene de cómo han integrado y ordenado su inmigración?
A mí una de las cosas que más me espeluznan es la forma en la que estas personas han sido asesinadas, el colmo del horror es darse de cara con lo siniestro. Todas las muertes son escandalosas pero hay algunas que no dejan explicación posible.
Simplemente… escalofriante. La facilidad con la que se puede matar apabulla.
un abrazo y feliz verano a todos
El fanatismo es la clave que toda la prensa ha subrayado, pero lo chocante ha sido la temeridad de ciertos columnistas, capaces de conjeturar a partir del prejuicio, de la sospecha, de la rutina o del sectarismo. Más tarde pondré ejemplos.
Les llama a ustedes la atención que la masacre/matanza se haya producido en un país nórdico,donde la sangre esta helada en sus venas,dicen.Ese es el busilis.Que los ciudadanos del Sur,a los que nos hierve la sangre en las venas (tan española, la frase),producidomos guerras civiles con millones de muertos.Los ciudadnos nórdicos son muertos en campos de concentración,cientificamente,metódicamente.Al fin y a la postre,a los muertos les da igual
Lunes, 25 de julio. A lo largo del fin de semana he ido leyendo artículos, reportajes, análisis sobre los atentados de Oslo. De todo lo que ha caído en mis manos (El País, El Mundo, Abc, etcétera), aquello que más me ha sorprendido es la temeridad de algunos columnistas españoles. ¿El más osado de todos ellos? Hermann
Tertsch. Aquí lo tienen en una fotografía del archivo de Telemadrid.
Recuerdo que el sábado 23 de julio por la mañana decidí escribir este post, su primera parte. Al rato, cuando ya lo había completado, leí el artículo de Tertsch en Abc. Quedé estupefacto. Como tantas veces, este periodista confunde sus ensoñaciones con lo real, sus pesadillas con lo material, sus obsesiones con lo histórico. Tituló su columna El golpe a Oslo. Qué error, qué inmenso error.
Es un ejemplo de especulación indocumentada: parlotea sin pruebas, quiero decir. Tertsch da por sentado que los atentados son de inspiración islamista. Atribuye el golpe al hecho de ser Noruega «un país muy significado de la OTAN». Para rematar el argumento añade: «Tiene una colonia paquistaní considerable». Esto es, acusa insidiosamente a los paquistaníes de Noruega. Por supuesto, el atentado sólo puede deberse a que dicho país es «una nación defensora de los valores occidentales, lejos de los relativismos culturales en boga en otros lares». Terstch dixit.
Su percepción de lo real es sesgada, precipitada. Describe lo que ve, pero carece de gran angular. Únicamente contempla lo que él sabe de antemano. Sólo al final reconoce que todo lo anterior puede ser cierto si se cumple la hipótesis que no ha presentado como tal: «Estas son probablemente las claves» del atentado, concluye. Al escribirlo –por cierto, con una sintaxis torturada:»Aun no asi sobre el suceso de la isla de Utoya…–, no barajó la posibilidad de que el fanatismo fuera el de un sedicente cristiano. No admitió la posibilidad de que alguien de la extrema derecha fuera el culpable de la matanza. ¿Cómo se llama a alguien que presenta así las cosas? En castizo, a eso se le llama sectarismo.
Qué cruz.
Pues sí, nos llama la atención… , y parecía que nos iban a solucionar el papelón con un 41% de ciudadanos extranjeros en Oslo y más iraquíes que Estados Unidos y Canadá juntos. Malo es no dejar debatir la inmigración; así es como nacen los ultras.
(Los nórdicos nunca han tenido campos de concentración, Sr. Arnau)
Cierta prensa conservadora española parece ciertamente imbécil.
«Sintaxis torturada». Tomo nota de la frase, bella frase sin duda. Pero fíjese en que él, su persona digo, está mucho más torturada que su sintaxis. Pena me da, pobrecito.
Que los nórdicos no tuvieran campos de concentración no impidió que murieran en los de los nazis alemanes, Dña Lidia
Suecos no, porque los nazis nunca la ocuparon. Judíos residentes en Noruega, 700; pero las SS tenían una división llamada «Viking», lo cual demuestra la admiración de Hitler por los nórdicos.
Groenlandia era un protectorado de los Estado Unidos; tampoco. En Dinamarca, lo alemanes también deportaron a judíos. Pero el término «los nórdicos» es demasiado amplio e incorrecto, sobre todo en términos raciales. Finlandia luchaba contra los rusos junto a los alemanes aunque siguieron siendo una democracia y los judíos finlandeses estaban protegidos.
El artículo de Tertsch es francamente malo, no sólo imperfecto desde la sintaxis, sino también desde la semántica, limitándose a ese deleznable maniqueísmo tan ramplón.
Desde luego que todos, desde las autoridades de Oslo hasta los más variados rotativos y otros medios de distintos países, habían barajado como primera posibilidad que la autoría de la matanza estuviera del lado del fanatismo islamista. Aquí en España, por ejemplo, así fue. El País así lo reflejó en su editorial y, sobre todo, en el artículo de Fernando Reinares (hemos de decir, en honor a la verdad, que ambos exponían esta posibilidad como presumible y no descartaban otras, aun cuando a ella dedicaban un amplio espacio).
El artículo de Reinares es extraordinario, como todos los suyos, y venía a expresar claramente la complejidad del yihadismo en Noruega, ablandando esa visión «paradisíaca», tópica, del país nórdico. El autor expone, después de tratar los casos de los tres detenidos, de orígen árabe y asiático, por tentativa de atentado, con conexiones con Al Qaeda y la amnenaza lanzada por Ayman al Zawahiri contra Noruega, lo siguiente: «Pero la amenaza terrorista contra Noruega no solo tiene que ver con lo que ocurre en alejadas zonas de conflicto. También con los procesos de la radicalización yihadista que se observan en algunos segmentos de las comunidades musulmanas del país.»
Bien, finalmente, parece que las dos matanzas, han sido actos llevados a cabo por un solo individuo, emponzoñado de verborrea xenófoba, imaginería belicista y fanatismo nazi. ¿Nos ha de extrañar? Creo que sí y aún no salen de su asombro los propios noruegos, aunque siempre la facilidad con la que se desliza y amplía el discurso nacionalista y xenófobo, y la creación de grupos y redes ultraderechistas, nos debe poner sobreaviso y ser temerosos de sus acciones. En este sentido, planea sobre la memoría la terrible desgracia del asesinato de Olof Palme en 1986.
«Si no eres como yo, no eres», esa base amoral y mortal dirige a gente como Breivik, como un sable amenazante dispuesto a sesgar en cualquier momento, cualquier lugar y a quienquiera.
Recordaba José Juan Toharía, hoy en El País, el libro Palabras como puños. Qué certero. Recordaba en su presentación uno de los colaboradores, Manuel Álvarez Tardío, que en la base de aquella situación analizada en libro se asentaba esa terrible convicción que lleva a muchos a considerar al adversario como enemigo a batir, a eliminar. Y de esa idea simbólica a su expresión en hechos luctuosos no hay más que una delgada línea, que en cualuier momento, en cualquier lugar y quinquiera puede atravesar….»los puños sin palabras».
A Doña Lidia
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El Campo de Concentración de Bardufoss es otro de los tantos y lamentables vestigios de la Segunda guerra Mundial que, como todos saben, tuvo muchísima incidencia en Noruega, aunque este en particular también fue utilizado durante la época de la gran represión.
Este campo fue erguido en la localidad noruega de Bardufoss durante la ocupación nazi ene l país escandinavo sucedida durante la Segunda Guerra Mundial, para funcionar entonces como un anexo al importante campo de concentración de Grini.
Su inauguración se produjo en Marzo de 1944 para intentar lidiar un poco con el desborde de los demás campos del país, los cuales se encontraban totalmente colmados de almas que eran constantemente torturadas y, como todos saben, en muchos casos asesinadas por simples caprichos de los soldados.
Lo siento,pero había campos de concentración en los paises escandinavos,que tambien son denominados nórdicos.
Hola, Justo. El único libro que he leído de Tertsch fue ‘La venganza de la Historia’, fue allá por el año 1993, y aunque alguno de sus análisis sobre la situación de los Balcanes tenía un cierto interés, ya se podía percibir claramente ese tufillo sectario que le apuntas en tu artículo. Artículo que me parece benevolente y generoso para con este personaje que ha ido de mal en peor en su deriva ideológica y su actitud profesional: «Su percepción de lo real es segada, precipitada. Describe lo que ve, pero carece de gran angular…» dices y yo Insisto en tu benevolencia, a este hombre le falta un gran angular para ser un buen periodista, pero también le falta un zoom para ver más allá de sus narices (grandes por cierto y yo no peco precisamente de antisemitismo, o sea que no van por ahí los tiros) e incluso de un 50 fijo para apreciar la realidad tal y como es y no como se empeña en que tiene que ser. Y lo digo, porque otro libro de este señor, no, pero sus artículos si que los miro de vez en cuando, más que nada por ver por donde van los desvaríos de una parte nada desdeñable de la «intelligentsia» europea. Por cierto, tu educada reseña te engrandece pero es que, tal y como señalan algunos comentarios que preceden a éste, hasta comentas como redactado con «torturada sintaxis» lo que no pasa de ser un mal artículo y mal escrito. Un abrazo y sigue así. Juan.
Juan, no me puedo extender ahors, pero quería agradecer palabras tan generosas. Un abrazo.
No, no sé qué decir sobre esto. Estuve en Noruega y me pareció un maravilloso país, fascinante, al igual que Suecia, donde cambia el paisaje hacia un entorno más boscoso.
Por otro lado tengo que decir que he leído 1Q84 y me parece una excelente historia.
Estoy ahora con 2666 de Bolaño y es muy divertida.
Saludos y me gustaría de verdad que echarais un vistazo a Imágenes falsas, el libro de poemas que escribí.
Un abrazo.
Noruega está dando una lección a toda esa quinta columna del sectarismo y del reaccionarismo más horroroso. Incluyo en ese grupo al sr. Tersch, al que no leo desde que dejó El País. En aquel tiempo escribí una carta al Director porque no comprendía que hacía un personaje así en mi periódico preferido. Creo que me hicieron caso.
Saludos cordiales y felicidades por su blog.