En tiempo de crisis, quien protesta y tiene trabajo parece egoísta, insolidario o aprovechado. Si además uno es funcionario, entonces resulta un caradura o poco menos. Pues no es así…
Días atrás tomé un taxi. El trayecto era corto, pero yo andaba con mucha prisa. Justamente por eso no tenía más remedio: había que abonar los cuatro euros de bajada de bandera y hacer chitón. Todo ese desembolso por… una carrera cortísima.
El taxista, que ya venía agraviado, aprovechó esos breves instantes para describirme el estado del mundo, para juzgar el currículum de los demás y para, en fin, arremeter contra los trabajadores del Metro de Valencia. «Con los sueldazos que tienen y aún se quejan», decía.
En los cuatro euros no estaba incluida mi paciencia. Le dije: no sé si esos empleados cobran grandes salarios, pero de lo que estoy seguro es de que aún tienen garantías y salvaguarda, ¿no? Hay personas que confunden lo material con lo jurídico, los derechos con los privilegios, el rencor con la fatalidad. Por favor…
Catorce de noviembre: hago huelga. No por narices (ni por tocar las narices). Voy a la huelga porque me están haciendo pagar lo que yo no he gastado, porque me están cargando lo que algunos han despilfarrado, porque me están endosando las deudas millonarias que ciertos dirigentes públicos han contraído, porque me están reduciendo el sueldo, porque están ahogando cualquier expectativa. Es todo un programa de recortes, sí: una carta de ajuste. ¿He de pedir perdón por sumarme a la protesta? Yo puedo adherirme porque soy funcionario; pero sé que hay amigos que no podrán…
Va por ellos.
Me emociona, don Justo. Gracias.
Opino como vd. Si pensamos en el 25% de población que no puede hacer huegla porque no tiene trabajo al que faltar, en las personas cuyos escasos salarios les impiden sufrir la pérdida de un día, los que están con la espada de Damocles sobre la cabeza y tienen miedo… Me parece que sólo quedamos los funcionarios: por muy denostados que estemos, haremos la huelga por todos los que no la pueden hacer.
Gracias. Haremos huelga por nuestros intereses y por los de quienes no puedan hacerla.
Algunos que no somos funcionarios, también hacemos huelga, Otros no, es cierto, y no porque no puedan pasar sin un día de salario, es sencillamente, porque no creen en ella. Muchos siguen pensando que un día así no sirve de nada. La principal excusa que he escuchado ha sido en contra de los sindicatos. No en contra del gobierno.
Alegan que los sindicatos no están haciendo bien su labor, que ellos se han aprovechado de la última reforma de la ley laboral para ejecutar ERE dentro de su organización. Comisiones Obreras, UGT. Incluso el PSOE.
Partiendo de esta base, dicen que si estos, supuestos defensores de nuestros derechos, han aprovechado este cambio para hacer lo que ahora denostan ¿por qué han de hacer huelga ellos?
Algo contradictorio parece.
Pero no, contra el gobierno, parece ser que aún no hemos llegado al limite, que el limón todavía se puede exprimir un poco más.
Totalmente de acuerdo con el comentario de Elena Casero: muchiiísima gente que no es funcionaria hace huelga a pesar de “los inconvenientes”; otra, no la hace por la desafección, por la desilusión, por los ERES de los que tanto CCOO, UGT o PSOE han hecho uso, y que para nada considero excusa: hay mucho enfado y desánimo. Otras personas directamente no pueden manifestarse, aunque moralmente apoyen la huelga.
Esta mañana me contaba un funcionario que no hacía huelga porque no pensaba darle más dinero al gobierno. Uf. Resulta todo tan dispar… Cómo han conseguido dividir a la población. Con esta desunión no se puede hacer fuerza. Qué desastre. No sé, hoy no tengo un buen día.
http://politica.elpais.com/politica/2012/11/14/actualidad/1352886114_787181.html
http://antoniomuñozmolina.es/2012/11/cartel-pegado-en-la-puerta/