¿Lo peor está por llegar?

getLlegamos a un año, 2013, que no figuraba en nuestras pesadillas más ilusorias. Antes y después, la cultura de masas nos ha mostrado o descrito fechas de fantasía, futuros de vértigo, de desolaciones. Todo devastado, sin promesa de redención. Hagamos un breve recuento a modo de ejemplo. Son años bien conocidos, incluso predecibles y tópicos, pero son sobre todo la datación exacta de angustias, de mis angustias. Ustedes pueden añadir las que quieran. Yo me limito a tres que me son especialmente pavorosas.

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La novela de George Orwell, titulada así (1984) la he leído varias veces… en la colección RTV, en aquel fondo que nos sacaba de la incultura franquista. La disfruté o la padecí siendo adolescente. Y luego la vi adaptada al cine por Michael Radford. El film no era gran cosa, pero aún recuerdo su fotografía tenebrosa y a John Hurt.

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Leí también en la colección RTV la novelita que Arthur C. Clarke compuso a partir de un relato suyo (El centinela), una historia que era la recreación de lo que Stanley Kubrick llevó finalmente a la pantalla.

get2019 era el año de los replicantes, de la hibridación, de la mezcla, de los desechos industriales, de la obsolescencia mecánica. De las ruinas gigantescas del progreso. ¿Por qué nos morimos? ¿Acaso el Gran Programador no pudo prolongar nuestra vida exigua? Androides y humanos malviven en una noche de megalópolis y humedades, de neones e inmundicias… Los Ángeles, 2019: la película de Ridley Scott me impresionó, claro, con esa estética de cochambre y factoría.

Yo era muy joven, tan sólo veintitrés años, cuando la vi. Me dejó mucha huella. Por eso leí después la novela de Philip K. Dick de la que procede: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Qué previsibles son mis miedos literarios en este 2013…

8 comentarios

  1. Deckard carga con su arma. Se le ve sucio y con restos de sangre seca. Se le notan magulladuras, la ceja partida, una sombra de barba y un aire cansado, muy sombrío. ¿Qué espera del futuro? Los ojos prácticamente no se le distinguen. Es un cazador que se sabe abatido.

  2. ¿Y esto qué tiene que ver con la realidad? ¿Qué tiene que ver con la actualidad? Exhumo tres relatos, tres historias, tres películas que no tienen que ver con 2013. Pura literatura, dirá alguno. Ejercicios de estilo, una erudición banal para no llegar a nada. No. Esto no son trivialidades. Esto a lo que aludo es angustia de hoy, nuestro más vivo presente. Rick Deckard, Dave y Winston Smith son de los nuestros…

  3. Para hacer el recuento de mi «datación de angustias», quisiera mencionar:
    1984. Creo que sigue vivo y seguirá el doble-lenguaje, la fractura en la vida social y política, por el uso perverso de la lengua.

    2001. Luego de «matar» a HAL, en la absoluta soledad cósmica (pocas veces creo la percibí en una película, tal vez tambien en la lucha final de Ripley en Alien-1, ella luchando ya sola, contra lo desconocido biológico) ¿viene la soledad de la agonía del hombre decrépito ?

    Blade runner. Las palabras finales del androide, luego de nombrar sus visiones y recuerdos :» todos esos momentos se perderán en el tiempo… es tiempo de morir» ( momentos y recuerdos, que siempre contamos cuando alguien tiene la deferencia de escucharnos, digo yo, quizás como ahora estamos haciendo acá) Un saludo

  4. Me pregunto si no hay algo neurótico en esto de soñar permanentemente con nuestra propia catástrofe, que es para lo que por lo visto pagamos a Hollywood. Siempre se nos han contado cosas pavorosas en el cine, pero el desastre global, eso parece cosa del modelo que se inició en los setenta con «Terremoto» -¿la recuerdan?-. Desde entonces nos ha pasado de todo en las películas, y a los neoyorkinos ni les cuento. Es como si poniendo en la pantalla nuestros temores estos se desactivaran, como si al estar prevenidos contra ellos ya fuera imposible que nos sobrevinieran, y eso incluye desde los marcianos, las placas tectónicas y los monstruos marinos hasta los meteoritos y el cambio climático, sin olvidarnos de los sanguinarios dioses mayas que nos tenían reservado el juicio final para la semana pasada. No ocurrió, pero la productora se forró a cuenta del peligro, y eso que la peli era bien cutre. Fíjense, hasta vi el trailer de una en que los ángeles bajaban para exterminarnos, al parecer porque Dios -sospecho que con buen criterio- había decidido adelantar el día del Juicio, supongo que porque con nosotros cualquiera se impacienta.

    Se me ocurre una cosa. En «El día de mañana», que no es de las mas malas del género, donde el desastre es climático y debido a que se deshielan bruscamente los polos, extendiéndose una ola de frío devastadora, resulta que solo mueres si estás en el hemisferio norte, que es la zona sobre la que se desata la glaciación. Viendo el mapa de la catástrofe, resulta que España queda a salvo y no se hiela. De igual manera que los yanquis -qué fina ironía- se salvan en la peli bajando a México y a otras tierras cálidas de países a los que tradicionalmente han maltratado, los europeos del norte podrían venirse aquí para evitar que el culo se les congelara. En cierto modo ya lo están haciendo, nos están comprando casas a mogollón para instalarse aquí, y con eso y con el turismo creen nuestros ministros que vamos a salvarnos.

    Se anuncia el peor año para nuestro país en décadas. Si esto fuera una de catástrofes, nos meteríamos en casa haciendo acopio de latas de alubias y esperaríamos a que la invasión zombi pasara. Según Montoro, será hacia el segundo semestre, momento en que podremos salir de nuestro escondrijo. Él tampoco se cree la predicción que ha hecho, pero es muy pillo y sabe que por entonces vendrá bastante turismo y bastante gente saldrá momentáneamente del paro, de manera que podrá vender la burra del «yo tuve razón» durante unos mesecitos.

    ¿Conclusión? La catástrofe es catástrofe, ciertamente, pero no tiene hechuras cinematográficas, al menos no al estilo Hollywood. Se cuece a fuego lento y nos va a ir matando poco a poco. Creo, en relación a los relatos de los que habla el post que el futuro se parece más a lo de Blade runner que a lo de 1984. Recuerdo algún texto de Gianni Vattimo en que incluso se hablaba del «orwellismo» como un marco de comprensión equivocado, pues el horizonte no nos aboca a una sociedad científica y ordenada, aunque sea para tiranizarnos, sino de una confusión rayana en la esquizofrenia donde todos los referentes que permiten identificarnos unos a otros han estallado, eso es Blade runner. Como usted dijo alguna vez, «el futuro ya no es lo que era».

    Y sí, el año tiene muy mala pinta, desde luego. Feliz año, por cierto.

  5. ‘El día de mañana’ no es de las peores, no. Pero tiene un elemento lamentable: un padre atraviesa los Estados Unidos en busca de su hijo. Y eso, a pesar de la glaciación. Yo no haría eso por mi hijo, pero no por ser un descastado, sino por imposibilidad material.

    A propósito de los septentrionales que vienen al Sur (pongámoslo en mayúscula, no te jode…): ayer, paseando con mi señora esposa por Valencia, padecimos un breve ataque de xenofobia. Escuchamos hablar alemán (el centro de Valencia estaba lleno de guiris) y de repente nos entró mal cuerpo… Recordé la anécdota que cuenta Juan Benet en ‘Otoño en Madrid hacia 1950’.

    Les reproduzco según la edición de la Comunidad de Madrid-Visor (1987, 2001):

    «…Durante el período de instrucción [militar], me explicaron en la teórica lo que es la patria (…). «Os lo voy a explicar de una vez para siempre. ¿A que cuando veis a un francés os da rabia? ¿Sí? Pues eso es la Patria´´…»

    Me tuve que reponer.

  6. No he leído el texto de Benet, pero me está obligando usted a que lo haga urgentemente. A mí no me dan rabia los franceses, ni siquiera los alemanes, pero fíjese, recientemente vi a dos guiris en la Plaza de la Reina. Estaban bebiendo cerveza, con los pies sobre la silla y con cara de suficiencia. Me pregunto qué habría pasado si en vez de tan rubios y monos hubieran sido dos «moros» o «sudacas»; en estos casos la gente se pone mucho más nerviosa y le entra el patriotismo del que habla Benet.

    En las películas de catástrofes muere siempre todo el mundo, pero el protagonista casualmente suele encontrar a su mujer y a sus hijos, que están milagrosamente vivos. No me diga que el final no tiene su carga de ironía, los yanquis desplazándose hacia México en busca de calor y a punto de pedir el asilo que ellos han regateado durante décadas a los inmigrantes llegados de tierras cálidas.

    Respecto a la preferencia que formula en mi blog de Apocalypse now respecto a El padrino -aparte de advertirle que puede ofender a nuestro común amigo Alejandro Lillo- no me sé decirle… Son fabulosas ambas, quizá lo que me pasa es que nunca he visto la del Vietnam en una pantalla grande, que sería lo recomendable. Por cierto, la visión que ofrece Coppola de aquella guerra sí es propia de un relato de catástrofes, y casi del género de terror. Siempre recuerdo esa imagen al inicio con la voz de Jim Morrison: «This is the end…»

  7. Resulta paradójico. Imaginamos el futuro y al hacerlo lo convertimos en una especie de recuerdo o de proyección del pasado… y cuando llega, entonces sí, claro, lo recordamos!!!

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