Yo nací (perdonadme) en 1959

image1. Me pregunto por qué leo el periódico en papel. No soy nostálgico ni me gusta anclarme en el pasado. Por eso también consulto las ediciones digitales de la prensa. ¿Con qué fin? Obviamente para actualizar mi información. Pero la lectura del papel aún resulta monumental y ritual, un momento particular del día, una celebración de la actualidad. En fin, me molesta estar apegado a algo que tuvo sentido y que ahora hacemos por rutina, el automatismo de otro tiempo.

2. Soy de otro tiempo, en efecto. Soy un resto de otra época, soy una ruina milagrosamente sobrevivida. ¿Ruina? Si por tal entendemos un trozo, algo incompleto, sí: soy una ruina. La vida joven es una fortuna que se pierde, una decadencia que nos deja en mal estado, como los restos de un edificio deteriorado o destruido. Como un periódico desfasado.

3. «Yo nací (perdonadme) / en la edad de la pérgola y el tenis», como decía en 1959 Jaime Gil de Biedma en versos mil veces repetidos. Nací, sí, en esa fecha: cuando salía de la factoría inglesa el primer Mini, un coche popular. Nací cuando el gran Partido Comunista de España decretaba la Huelga Nacional Pacífica como instrumento de lucha antifranquista.

4. Nací cuando se inauguraba el Valle de los Caídos. El maestro de ceremonias fue Francisco Franco, un dictador algo achacoso. No se metía en política, decía. El mundo vivía el enfrentamiento político, bipolar, atómico. La carrera espacial estaba comenzando tras el lanzamiento del Sputnik, una liza entre astronautas y cosmonautas. Y España estaba fuera de órbita.

5. Hoy, el Mini es un vehículo alemán de grandes dimensiones, algo chic; el Partido Comunista de España es una organización pequeña, prácticamente irrelevante, sin aura; y el dictador ya está en los cielos, tras haber ganado su carrera espacial.

6. Actualmente disponemos de AVE. De televisiones de plasma y de cristal líquido. De ordenadores y de smartphones para hablar. Contamos también con un presidente prácticamente mudo que no se mete en política. Tenemos democracia: defectuosa, sí, pero nos vamos apañando. Otros se apañan afanando, como leíamos en ‘Mortadelo y Filemón’. El caso es que vamos tirando.

Lamento este final tan poco épico. Es el final de los tiempos.

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