Uno. David Jones nace en 1947 en una Inglaterra que ha salido victoriosa de la guerra. Pero también en una posguerra de estrecheces y expectativas. Toda la infancia de Jones es un continuo experimento, con un padre imaginativo que alienta las esperanzas del muchacho. La música, la composición, la interpretación, el teatro: todo en él suma y es congruente. En 1966 muere David Jones y nace David Bowie. La razón ha sido mil veces contada: su nombre se confundía con el de Davy Jones de The Monkees). Adoptará como apellido Bowie, el célebre cuchillo de caza que popularizó Jim Bowie. Dos. Cuando a finales de 1973 publica ‘Pin Ups’ ya es un cantante conocido, mundialmente conocido. Ha tenido un éxito indiscutible en 1969: ‘Space Oddity’ (del que ahora escribo en ‘Anatomía de la Historia’). Ha publicado ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spider from Mars’ (1972) y ‘Aladdin Sane’ (1973). Y ha producido ‘Transformers’ (1972), de Lou Reed. ‘Pin Ups’ es un álbum recopilatorio, con ‘covers’ de la segunda mitad de los sesenta. Bowie canta versiones de Them, Pink Floyd, The Yardbirds, The Who, The Kinks, entre otros. Ese LP será número uno en el Reino Unido. Se cumplen cuarenta años de su edición y se preparan actos para conmemorar el acontecimiento. No tiene interés alguno la revelación que voy a hacer, pero no me reprimo: ‘Pin Ups’ fue el primer LP que me compré. No el primer disco, pues antes me había agenciado otros ‘singles’. Pero ese álbum será mi primera gran adquisición. Trescientas y pico pesetas era su precio. Ahora, mientras escribo, lo tengo a mi lado y veo su envejecimiento: el cartón amarillea y la foto tomada por Justin de Villeneuve de Bowie y Twiggy pierde los colores originales. La reproduzco gracias a Instagram. Tres. Lo que no pierde vigor es aquel sonido, la fortaleza extraña de un individuo con pupilas de distinta coloración. ‘Pin Ups’ será decisivo para mí. Estudiando entre curas, con severos preceptores de moral, de repente descubro el ‘Gay Power’, el ‘Glam’. ¿Qué significa esto? ¿Acaso que yo era gay? No, pero me fascinaba un cantante de aspecto extraño, andrógino, que se atrevía a declararse gay o bisexual, o ambiguo: un tipo guapo cuya anatomía podía soportar todos los cambios y todos los retorcimientos; un individuo que se vestía con trajes de plástico de colores chillones, que llevaba una cabellera roja cortada al estilo alienígena. O que se uniformaba con un terno la mar de elegante. Así aparece en la fotografía de los créditos.
Tenía pocos años y Bowie cantaba una pieza que me entusiasmaba: ‘Where Have All The Good Times Gone’, cuya letra venía en el interior de la carpeta de ‘Pin Ups’. Tan joven y ya preguntándose adónde habían ido los buenos tiempos, incluso los viejos buenos tiempos. El ‘Swinging London’ triunfaba y Bowie se hacía un hueco.
Cuatro. Pero de todas las canciones incluidas en ‘Pin Ups’, la que me emocionó y aún me trastorna es ‘Sorrow’. ¿Por qué? Lo he contado antes pero lo vuelvo a relatar…
A comienzos de los setenta, yo vivía en un población cercana a Valencia. En dicho pueblo había unos jóvenes pandilleros, especializados en armar peloteras en las dos discotecas existentes. Una de las salas se llamaba Les Corones; la otra, Azor (no sé si llevaba hache intercalada para hacerla más exótica). Allí acudían los Cachibufas y los Semicachibufas –que así se llamaban– para zurrar a los rivales de otros pueblos. Los broncas locales no podían tolerar las intromisiones de los foráneos, esos que habían tenido la osadía de acudir a aquellas discotecas. Incluso con cadenas llegaron a desafiarse. Eso ocurría los fines de semana, no sé si todos o de vez en cuando. Mi memoria agranda los sucesos y me hace pensar que esas reyertas sucedían cada festivo. No sé… ¿Y qué hacían a diario o los sábados por la tarde? Acudían a unos futbolines.
Había allí una máquina de discos, una Jukebox, y por unas monedas cualquiera de nosotros podía elegir las canciones de su preferencia: salvo que estuvieran los Cachibufas, claro. En ese caso, nadie se atrevía a estorbarlos o a enojarlos. Yo permanecí en aquellos recreativos muchos sábados por la tarde o domingos por la mañana, después de la preceptiva misa: en algún sitio había que pasar los largos fines de semana de la España franquista, ¿no es cierto? Quienes merodeábamos por allí aceptábamos, por supuesto, los gustos musicales de los bravucones locales. Con su exhibición de fuerza y su leyenda, nadie se atrevía a llevarles la contraria.
¿Y cuál era la pieza que más escuchaban? No era de Nino Bravo ni de Camilo Sesto. Era una vieja canción de los sesenta, de mediados de los sesenta: ‘Sorrow’, en versión de David Bowie. Estábamos en plena época del ‘Glam’. Nunca comprendí la elegancia de los Cachibufas. ¿Cómo era posible que unos pandilleros de tres al cuarto se deleitaran con una canción tan sofisticada? El rock tuvo su parte camorrista. Y tuvo su arte: era una de las bandas sonoras de aquella España raquítica y esperanzada. ‘Sorrow’ significa dolor, tristeza. Si me pongo a tararear la canción de Bowie no siento otra cosa.
Cinco. Eso decía tiempo atrás en una columna de ‘El País’, al recordar aquel tiempo. Por supuesto, del primer Bowie hay otras piezas que me aún impresionan. Entre ellas, ‘Space Oddity’, esa canción de 1969 a la que antes aludía y sobre la que ahora escribo. Es un cuento, la historia de un astronauta que se pierde. Los más jóvenes de hoy quizá no puedan hacerse una idea cabal de la admiración que sentíamos por aquellos viajeros espaciales. Los niños de entonces pensábamos en astronautas, en cosmonautas y fantaseábamos con el espacio sideral.
En ‘Space Oddity’, el Major Tom se perdía. Se perdía en el espacio exterior pilotando un cacharro de hojalata. Desde control central le llamaban y él se alejaba irremisible, peligrosamente… En su letra están los cuentos infantiles, está el miedo, está el coraje del aventurero. Está también ‘2001’, de Kubrick, recién estrenada. Y está la conmoción de mi primera adolescencia que ahora revivo.
De todo hace cuarenta años. O más.
Enlaces:
Revista Anatomía de la Historia:
http://anatomiadelahistoria.com/
Justo Serna, «Space Oddity, la soledad cósmica»:
http://anatomiadelahistoria.com/2013/09/space-oddity-la-soledad-cosmica/


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