Adiós a El País

ElPaisHe abandonado El País: mi blog (y los de tantos otros desaparecerán pronto) y también mi columna habitual (que he decidido suspenderla). El delegado de El País en la Comunidad Valenciana ha tenido conmigo un comportamiento elegante, siempre elegante. He mantenido una conversación con el responsable de los blogs de El País. Me ha llamado para pedirme que retire el título de mi último post. ‘Antonio Caño. Esto es un blog‘. Me lo ha pedido no porque los contenidos resulten ofensivos, sino porque le parece descortés para el director de un periódico que me ha dado acogida durante años.Yo, por supuesto, he hablado de la amabilidad con la que siempre se me ha tratado y le he insistido en que me parece una descortesía que no se explique públicamente por qué se retiran la mayor parte de los blogs. Esta persona me pedía amablemente que retitulara ese último post, que quitara el nombre propio del director de El País. No es censura, me ha dicho. Un periódico tiene derecho a publicar lo que considere pertinente. Yo le he respondido que así es, que me parece obvio.

Lo que yo le he propuesto es que retire mi blog entero (no desaparecerá de la hemeroteca de El País), pero que no sea accesible desde el enlace de la página de la Comunidad Valenciana. La solución que ha adoptado no es exactamente la pactada. Ha hecho desaparecer mi último post (‘Antonio Caño. Esto es un blog‘), ha bloqueado mi acceso a typepad (el servidor de blogs de El País) y ha mantenido el penúltimo post en la página de Comunidad Valenciana (‘Adiós).

No piensen ni por un instante que voy a ir de quejoso o rencoroso, diciendo que me han censurado. Sólo por el agradecimiento que debo a Josep Torrent, he de comportarme. Es decir, no diré ni alentaré teorías conspiratorias, teorías de que me han expulsado, censurado, tirado. La eliminación corresponde a casi 200 bloggers. No hay inquina persona alguna.

Yo, sin embargo, no puedo frenar lo que algunos puedan llegar a decir: algunos, efectivamente, le tienen tanta manía a ‘El País’ que aprovecharán cualquier episodio, por pequeño que sea, para arremeter. Sin duda, saben que no me encontrarán entre quienes mienten.

Pero seguiré exigiendo una explicación pública, que aún no se ha dado, una explicación de por qué eliminan tantos blogs, tanta materia gris allí depositada. Alientan la formación de blogs, que son instrumentos de creación, de pensamiento, de reflexión. ¿Para luego qué? ¿Para eliminar de un plumazo la sobrecarga?

Un comentario

  1. Querido Maestro:

    No te preocupes por ello. Desde hace mucho tiempo -casi ni me acuerdo- nuestro querido periódico -lo leo desde los diecisiete- ha perdido mucha tensión, hasta el punto de acomodarse en los más mullidos sofás del poder, tal y como hoy esta dulcemente establecido.

    Antes, salvo algunas publicaciones puntuales regionales (perdónenme aquellos que se sientan ofendidos) era la única comunicación semifiable de la que podías disponer. Bueno, eso, y la radio. Pero estamos hablando del paleotiempo. De antes de la tercera Revolución Humana (véase el Neolítico y la Francesa, como previos antecedentes). Como bien sabes, por que lo debes de haber sufrido en tus clases, me la trufa el móvil y sus adláteres funcionales, ni se como va y, a mayor abundamiento, lo he perdido en los últimos siete meses como un par o tres de veces sin que mi animus se haya resentido de ello un escaso pelo de mi delicioso cogote.

    En cuanto a lo que vamos, en un Periódico, las firmas son la clave de cualquier diario, sea cual sea el turno para ellas establecido, de ahí la pujanza del ABC durante tantos y tantos años. Yo mismo estuve suscrito a él -como si fuera una amante bandida, oculta, de esas de las de siempre, de piso o meublé- cuando publicaba (a principios/mediados de los ’80) a El Buitre Buitaker y muchos de sus colaboradores eran amiguetes míos, próximos de la movida madrileña. También estaba suscrito a La Turia, ese monumento patrio donde tu firma solía aparecer -fugazmente- de vez en cuando. Pero entonces, casi de repente, surgieron los nuevos tiempos. La égida de autores ortodoxos se dispersó (a El Mundo, La Razón, La Vanguardia, la nueva prensa económica, etc …) al mismo tiempo que, paradójicamente, la derecha postfranquista pseudoreformista hacía una piña entera, políticamente hablando. De ahí que fuera difícil abandonar a esa mustia amante que iba, sin poner nada a cambio, haciéndose mayor según pasaban los años. Sin conservar apenas un ápice de su belleza; mostrando escaso interés o implicación en nuestra pequeña historia amorosa. Pero, … realmente … ¿que ibas a hacer? … ¿ Dejarla? … ¿Por quien? …

    Yo he pasado auténtico mono de no leer El País en mis épocas migratorias. Busca y encuentra. Si tienes suerte. Aunque fuera de dos o tres días atrás. Espero que a todos os haya pasado lo mismo. De hecho, es el único puto periódico que puedes encontrar en oscuros aeropuertos internacionales perdidos o en esos quioscos rarosy exóticos en los que hay mucha prensa extranjera llena de polvo, escondido tu primoroso diario amontonado en sitios preñados de cosas raras y chucherías propias de los niños del lugar. Todas ellas extremadamente dulces, por supuesto.

    Y decías, … bueno, siempre estaban Pradera y Eduardo Haro, por cuyo alegato final, (sin perjuicio de sus hipnóticas críticas teatrales), cerrando el diario, empezaba siempre, según consejo de uno de mis más y amados maestros.

    Antes, tuve una época en la que me daba por empezar por Deportes. Me fascinaba Segurola, amante, por lo demás, del buen rocanrol de todos los tiempos. Pero Segurola juró que nunca mas iba a escribir de futbol y, al poco, se fue a la Marca, a recoger sabrosos monises. Umbral murió o se fue con el enemigo. Tampoco me importó mucho. Como tantos otros. Aunque flojease la vaina. Pero me hacía chirriar ese forzado cambio de nave, pienso no tanto que por dinero sino por ocultos resentimientos contra la cabecera. Mi último dolor fue Enric González, ahora en la competencia amarilla. Ya no se que pensar. Empecé, tiempo antes, a dolerme de la pérdida de calidad literaria del diario con la muerte de Joaquín Vidal, toda una ausencia mundial en el arte de hacer bonita la vida, incluso a los que no les gustaran los toros.
    Murió Haro y el triste que lo suplanta, ya, por aburrimiento, ni lo leo. No me extraña su tristeza; su princesa lo cambió por Viggo Mortensen. Y eso no entra en nuestra liga, maestro. Quedan Manrique y Jacinto Antón. Y Cué. Pero nada es lo mismo. Además, te obligan a pagar un plus ciertos días por unos suplementos que no valen una puta mierda. Esos días, ya, ni lo compro. Prefiero leerlo en un bar, by de face, al arrimo de una buena cervecita, con tapa de boquerones, … echarle un vistazo … eso que me ahorro. Y eso que mi ratio de lectura (de los cuatro o cinco periódicos que leo al día) por ejemplar va de veinte a treinta y cinco minutos, como mínimo. A fin de cuentas, me sale barato el aperitivo.

    Y a nivel local ……………. BUUUUUUUUUUUUUUUFFFFFFFFFFFFF … J.J., Paula y res mes. Del hijo de Bono, ni te cuento, por eso que lo de la endogamia está -según me cuentan- un poco -ahora- en el purgatorio.

    Bien, no es por (BLA,BLA,BLA, que dicen en -PULP FICTION-) … darte lustre … tu reseña me gustaba. Iconoclasta, breve y concreta. Estilo bien definido. Escrita de una manera MUY personal. Fácil de leer y picante, según tu día. Sin casarte con nadie.

    Siento el divorcio, pese a que no debió de haber boda, al menos en el sentido tradicionalmente entendido, pero siempre nos quedará el río … al menos a los que somos de Valencia capital.

    Saludos,

    Aleardo Sforza.

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