La mordedura de un perro en una piedra

Uno se siente ligero, muy liviano, cuando no guarda rencor, cuando no hace depender su estado de ánimo de las torpezas o desconsideraciones de los otros, cuando puede expresarse con fuerza y ligereza.

logo_p_infoLibreTe sientes bien porque sabes que la vida dura poco, una exhalación: no vale la pena malgastarla con desazones y odios. Esta mañana mismo he visto a un colega que me tiene tirria desde hace diez años. Doce, para ser exactos. Cada vez que me encuentro con él, trata de encubrir su malestar. ¿Para qué? No vale la pena. Entonces, la existencia sí que es una mierda.

El rencor es una pesadez. Es un estado nocivo, purgante, puramente tóxico. Acumulas veneno. ¿Para qué acumular veneno? Es preferible ejercitar el pensamiento, no el resentimiento. Yo me siento muy bien cuando ayudo, cuando me ayudan, cuando leo lo que quiero, cuando escribo lo que se me antoja, cuando expreso lo que siento. Eso no significa que sea un tipo atolondrado, poco fiable. Soy, faltaría más, un señor aceptablemente simpático con autoestima. Lo que pasa es que por timidez me escondo.

«No deis nunca libre curso al resentimiento, sino decíos: ‘Esto sería añadir una segunda tontería a la primera’…» Eso sugería Nietzsche. «El remordimiento es como la mordedura de un perro en una piedra: una tontería»‘ apostillaba en ‘Humano, demasiado humano’.

He recibido muchos correos de apoyo al marcharme de El País. ¿Cuántos son muchos correos? Bueno, para lo que llega habitualmente, doce mails es una cantidad respetable. He recibido algunas comunicaciones, pocas, incitándome a denunciar la deriva de El País, la desconsideración de sus responsables.

el-pasiNo es todo lo mismo. Alguien puede ser descortés porque le faltan modales y, sin embargo, ser un buen profesional. Tengo la impresión de que en El País de cuando en cuando se pierden los buenos modales: y no me refiero a quien se puso en contacto conmigo para anunciarme el cierre de casi 200 blogs. A esta persona le cayó el pequeño marrón de hablarme con educación. Una descortesía es una falta de consideración. Es no tener en cuenta a los otros.

¿Qué haré a partir de ahora? Tampoco es tan grave. Tengo la fortuna de ser funcionario: concretamente catedrático. Haré lo que he hecho siempre. Yo seguiré leyendo El País, tan liberal, y literatura basura. Regresaré a los clásicos y a los libros de circunstancias. Eso sí: en ‘El País, leeré sólo las firmas que me son más queridas, que no me aburren mortalmente. Y seguiré leyendo infoLibre, a pesar de que son tan progres. Y, por supuesto, seguiré leyendo El Mundo o ABC. Para La Razón no me alcanza.

Quienes me conocen saben que nunca me encontrarán perdiendo el tiempo alimentando el rencor. Lo que no quita para que lamente el estado de la prensa. Pronto, en breve plazo, dejaré de comprar periódicos en papel. Esto es el fin de una época: si un tipo rezagado como yo, si un individuo de otro siglo, anuncia eso, es que el fin del mundo está cerca: el mundo que hemos conocido. Por supuesto, yo pago y pagaré por contenidos digitales.

Aún creo en la propiedad intelectual.

3 comentarios

  1. Querido maestro:

    No sé, … de lo de El País ya hemos hablado, pero eso de que se acaba el mundo lo veo un poco chungo, por tu parte. Yo nací en el ’61 y creo que dejaré de comprar periódicos en papel el día que dejen de hacerlos, … o cuando sea muy muy onerosa la tarea de conseguirlos.

    Es más, no hay que descartar, a la vuelta de unos años, una retro moda que impulse la resurrección de los antiguos formatos, tal y como hoy le está pasando -lógicamente- al vinilo, que es sin duda el mejor soporte para escuchar música.

    El mundo virtual es meramente eso: virtual. A mi los discos me gustan tocarlos, cogerlos y ponerlos en el pick-up; hablar con las personas; las armas dispararlas de verdad, con olor a cordita y su retroceso y tal, conducir mi moto y no en la Playstation y a las mujeres meterles mano, que dice la canción, dando por supuesto que esto último NO es un comentario machista. ¡Ah! y pagar por ello, en la medida que todas las distracciones citadas «ut supra» -entre muchas y muchas más, como bucear o viajar o charlar con los amigos escuchando su voz- están al alcance consentido de todos los participantes.

    Además tengo el problema que el texto en la pantalla del PC no me es el mismo que cuando lo leo impreso, aunque lo haya yo escrito. Debo imprimirlo para hacerme con él, en todos los sentidos. Me imagino que será pura deformación profesional. Huyo del libro digital porque amo abandonarlos en los hoteles cuando viajo y, eso, claro, con los libros virtuales no es posible … ¿O sí?

    …Te imaginas entrando, por ejemplo, en un hostal de la Plaka de Atenas, o en una cabaña de Ko Phangan, o de Chichiriviche, y dejando un súper archivo de libros digitales en en ordenador de la apergaminada señora que lo regenta … Igual sí, pero el acto carece de presencia física, y el tacto es uno de los sentidos que, al ritmo que vamos, perderá antes el ser humano (excepto el del pulgar del dedo de escritura -digital-).

    En fin, cada uno se divierte con lo que quiere.

    Aun así lo de El Mundo me asombra, porque es puritito aceite de ricino: intragable.

    Prefiero a Céline, o a Aleister Crowley o al Guerrero del Antifaz.

    Saludos,

    Aleardo

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