Hace muchos años, cuando Anaclet Pons y yo compartíamos despacho en la Facultad de Historia de Valencia, también coincidíamos en otras cosas, entre ellas nuestro aprecio incondicional por Frank Sinatra.
Nos intercambiábamos discos, examinábamos canciones, nos relatábamos anécdotas.
Gracias a Anaclet pude disfrutar L. A. Is My Lady (1984), probablemente el último gran L.P. del cantante americano.
El día en que murió Frank llenamos nuestro cartelón de corcho con recortes de sus mejores imágenes. Era algo escasamente académico, pero con este homenaje casero le rendíamos homenaje.
Yo creo que algunos colegas nuestros se escandalizaron. E incluso alguno nos lo hizo saber con mucho aspaviento. Punto y aparte.
Gracias a Rogelio López Blanco, que la reproduce en su muro de Facebook, recupero ahora una de las fotografías más bellas de Frank Sinatra, una de sus imágenes más sobresalientes.
Estamos en 1960. Tiene aún una elegancia madura. Ha vivido los mejores años grabando para Capitol Records. Su prestancia y apostura están en perfecto estado. Todo le sienta bien: desde un whisky hasta un smóking.
Está en Las Vegas, a las puertas de The Sands, es de noche, parece brevemente perdido, ensimismado o algo desorientado. Pero él es Blue Eyes.
Está en aquella población no sólo para la filmación de Ocean’s Eleven. Está porque sus muchachos y él —The Rat Pack-– desean disfrutar materialmente de la vida y del pecado. Algo queda del italoamericano que es. Algo queda de aquellos gamberros o ratas.
No sólo rueda en Las Vegas. A lo que nos cuentan, Frank se ha adueñado de la ciudad. En The Sands nace The Rat Pack: la gente que aparecía en el reparto de ‘La cuadrilla de los once’ actuará en el Sands. Fue una juerga continua. ¿Masculina? La gran Shirley MacLaine les acompaña.
Las actuaciones eran jocundas, con guasas, con chistes. Musicalmente hablando dejaban mucho que desear. Estaban ahítos de alcohol, que sacaban de un inverosímil mueble-bar.
Eso sí: manteniendo la compostura, bromeando. ¿La mediocre calidad se debía al octanaje del combustible? No. Se debía a la juerga, a la comedia. La orquesta se relajaba y el resultado era siempre simpático.
Esta juerga no se parece en nada a lo que seis años después grabaría Sinatra con Count Basie. De ese encuentro mágico nació Sinatra At The Sands With Count Basie And The Orchestra, una grabación en la que Quincy Jones dirige. Inconmensurable.
Todo lo que quieran, sí. El día en que Anaclet Pons me regaló el disco recopilatorio de The Rat Pack me sentí bien, increíblemente bien. ¿Como si estuviera en Las Vegas? No, como si estuviera At The Sands.
One For My Friend.
Estimado Maestro:
En estos abúlicos días pascueros, para los agnósticos de corazón, cualquier referencia santoral que te haga olvidar el tránsito diario siempre es buena. El día que murió Francis Albert Sinatra yo también me puse en la chaqueta un brazalete de duelo, negro, y lo paseé, llorando -de sol a sol- a moco tendido por toda Valencia. Fue un 14 de mayo. Sin críticas por parte de nadie. En el ’98. Tampoco hubo preguntas ni mradas incómodas. Tirando ese día con pena de mi retrovisor purgué mi desidia del ’86, cuando tocó Sinatra en el Bernabeu y achaqué a los -imposibles, para nuestras descarnadas economías de entonces- precios de los boletos la decisión que finalmente nos hechó pa’trás. Fue una pena porque, con o sin mostoso peluquín, la Voz era muy muy grande entonces (su hit ‘L.A. is my Lady’, que tu comentas, producido por Quincy Jones, golpeaba esos días en lo más alto de las anodinas listas ochenteras) y se perdió con fatiga en el ánimo la preciada ocasión. Desgraciadamente para siempre.
Para alumbrar sus (segundos) mejores tiempos tenemos a Gay Talese, que en 1966, por cortesía de la revista ‘Esquire’, ojito, la competencia intelectual del ‘Playboy’ pero sin tías (desnudas), nos muestra de forma descarnada el retrato canónico del nota en su ‘Sinatra está resfriado’, de lectura obligada para todos aquellos amantes de lo que, en su momento, en ciernes de la contracultura sesentera, se llegó a llamar en los USA ‘el Nuevo periodismo’, ese atrevido invento del cual, al final, solo sacó activo rendimiento un Tom Wolfe ya mayor y con pintas de dandy gastado y atildado -aun así, inolvidable su ‘Gaseosa de ácido eléctrico’, Azanca-Júcar, Madrid, 1978-. Hunter S. Thompson hablaría de Sinatra, claro, me imagino, escribió de tanto, … igual que Mailer (se) lo cocinaba a base de cocktails con Marilyn mientras -en esa época que no debió de existir- un atónito JR Sender -ese transterrado de ida y vuelta, de maleta ágil, instalado de forma muelle entre Hollywood y Babilonia, pasmado él- enmudecía (-¿¿¿ de verdad que eso pasó, JR ???-) ante las divinas curvas de MM.
… Porque, … ¿quién se le resistiría a esa hembra, que hombre justo le aguantaría el envite, puesta brava y en su salsa, en su sazón? … Y no es mitomanía.
Seguramente ni el mismísimo casto José. Ya no te digo de un señor como Miller
Tomemos un ejemplo al azar: Niágara (Henry Hathaway, 1953).
“(Kiss, kiss me)
(hold, hold me)
(kiss me, hold me, kiss me, hold me…)
Kiss, kiss me
Say you miss, miss me”.
Y luego el marido va y parte el disco. Jo, … todo un single de 45’’.
¿Tuvo Sinatra algún affair con la Monroe? … Seguramente. Dalo por cierto.
Ella era todo amor. Solo hay que verla en ‘Eva al Desnudo’.
Se fue como un suspiro. A la edad apropiada para una mujer. 36 años. En su mejor momento. La flor abierta. La leyenda y el mito. Ya sabes, … vive rápido, etc … Y por si no te lo crees mira a la Bardot y dime cómo te llamas. FN aparte.
Una auténtica pena lo de la Monroe. Un descuido. Un momento en la historia. Sin culpables, … aparentemente. Un ojo público inmerso en el paleotiempo informativo, donde las noticias no eran esas. Solo le lloró Joe DiMaggio.
En cambio el Dr. Gonzo, ya de mayor, eligió por su propia mano un pedazo de tiro de Magnum entre las cejas. Voluntario, … ojo. Que las cosas hay que decirlas para que nadie se lleve a engaño. Como lo de Belmonte. A día de hoy, Wolfe sigue escribiendo y BLA,BLA,BLÁ.
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Bien, hablábamos de Sinatra.
Mmmhnnnn, .. Las Vegas, …Nevada.
Antes de ser territorio lisérgico de H.S. Thompson fue la patria chica del Rat Pack. Hay una buena obra sobre la pandilla en castellano: ‘Rat Pack. Viviendo a su manera’, de Javier Márquez, Almuzara, Córdoba, 2006. Y un par de grabaciones descafeinadas, alguna en el Sands, donde cada cual (del trío famoso, únicamente) interpreta fidedignamente su papel, con carrito de bebidas portátil incluido, que tanta gracia hace y deshace, según cuentas, para pasmo de los nuevos puritanos de ahora. El ‘Pack’ entero fuma, bebe y se falta con el personal del teatro como si fuera la última noche de sus vidas (cada noche de actuación, se supone), celebrando todo y más allá de la llegada del Apocalipsis. Dino ejerce de pertinente alcohólico consumado y Sammy de Tío Tom tuerto, rompiendo niveles sónicos en la grabación del film con un chorro de voz que ya quisieran los demás; a un lado, reservándose para el final, antes del -breve- pandemonium con el que acaba el trío a pachas el show, un Sinatra de vuelta y media de todo de lo que está allí pasando, pasado de de todo y hecho para ganarse la pasta (y pasárselo bien), lidera con maestría el gag final del ‘Pack’.
Imprescindible ver las grabaciones para -siquiera- captar un ápice de lo que aquello debió de ser. No te digo en Las Vegas.
Sinatra, … ¡¡¡ Ah, … SINATRA !!! … Desde Tommy Dorsey a la Capitol hay un camino muy largo preñado de standars: Night & Day, Blue Moon, The Way You Look Tonight, The Continental, Days of Wine & Roses y tantas y tantas más; con cualquiera de ellas te puedes hacer un slowly con tu humano favorito, incluso con una marciana de colores, si se presta. Seguro que en esos paquetes que han dejado espuriamente en la Luna los yanquis hay discos del viejo Frank. Con dos cojones le llegó el tipo a tirar los tejos al mismísimo Elvis en una interpretación imborrable: los dos de smoking, solo de cintura para arriba -para que el de Tupelo no tuviera ventajas-, DOS-Cero para el de Hoboken, ya que a Elvis, paleto del sur, no le iban las prendas prietas. Jugaba, además, en su propio terreno: ‘The Frank Sinatra Show’ emisión nacional a todo el país por la ABC TV el día 12 de mayo de 1960. El Rey ha vuelto de la mili y se presenta supuestamente manso. Sin embargo, el tupé imposible que exhibe Presley daba en las apuestas el DOS a UNO al partido antes de empezar. Las garras del Coronel Parker parece que aprietan pero no ahogan.
Ambos, como colofón al show, interpretan por indicación de Sinatra al unísono un meddley en el que cada uno se atreve a tatarear el tema estrella -de entonces- del otro contrincante: ‘Love my Tender’ y ‘Witchcraft’ (de la serie Embrujada), respectivamente. Con un ritmo, digamos, algo acelerado para la cadera de Frank, el griterío del público, mayormente femenino, empata el match. Vamos DOS a DOS y nadie se atreve a pronosticar lo que va a pasar. Son dos décadas de historia de la música popular frente a frente en un país sin corona donde la máxima autoridad musical es, siempre, era, supuestamente, al menos para la mayor parte de la comunidad de Harlem (110/155, uptown, NY. USA) Mr. President: Lester Young, Prezz para los amigos: el Presidente; el más alto cargo de una nación que nació sin reyes, finado el pobre un año antes. El cargo de la máxima autoridad (¡¡¡/!!!) musical de la próxima década estaba pues vacante. Casi empezaban los sesenta y nadie sabía lo que iba a pasar, a donde iba a ir ese país descarriado en el que un refulgente JFK pelaba la margarita sin hojas que le enfrentaría en noviembre -cual caballero medieval que acude a un torneo de justas, en un cambio de época- al desmaquillado Nixon, sudado candidato en busca de la nada, privado el pobre Dicky, en su tosca faz, de los medios, de las i deas y del favor del público en la justa propuesta, vislumbrando, quizás, Jack, … un final feliz, … un futuro Camelot, ajeno de Lanzarotes enamorados ni Ginebras recluidas en conventos.
Francis Albert Sinatra gozaba por aquellos tiempos -en ese advenir de los primerísimos sesenta de donde es la foto- de una segunda vida, botín del que disfrutaba gracias a las eternas fuentes de El Dorado de las que había bebido tras el triunfo conseguido en ‘De Aquí A la Eternidad’ (Fred Zinnemann, 1954), cuando todos le habían dado por muerto tras la llegada de los nuevos bárbaros: ese rocanrol y esa música popular avanzada, que decía Charlie Parker. Ava Gadner, el animal más bello del mundo, sus ojazos sus cuernos y sus rechazos -matrimonio mediante- trastornaron tanto a Sinatra que llegó a proponerle himeneo incluso a la viuda de Bogart, la divina Lauren Bacall, la gatita más mimosa y platino del ‘Rat Pack’, cuando aquel se estaba echando aun su último pitillo. Iba pues, por entonces, Frank muy suelto. Y más en su propia casa. Ya no te digo cuando la parranda se corría en Madrid. Que era su tercera residencia oficial.
Bien, …
Comienza el duelo entre Sinatra y Elvis y, suavemente, la música acompaña los hombros de ambos candidatos al trono vacante mientras ellos empiezan a moverse, con cierto ritmo, al compás de ésta, … Sinatra, de primeras, ejecuta con oficio su parte pero, entonces, … como un disparo, la mano tonta -floja pero engallada- de Elvis y sus maneras chulescas de moverse, encarada la postura del rocker frente al demodé feeling que había exhibido Frank en su tramo del meddley – el crooner había interpretado el hit de Presley como de chanza ante su oponente- desata el furor atávico de las féminas cuando el pollo acomete bravo y chulapo, en su rol de pretendiente, la embrujada melodía de su colega. Sinatra se empequeñece ante el ‘Tender’ hasta parecerse a un simple currante del más oscuro rincón del callejón del fondo de la esquina de la fábrica del Tin Pal Alley; mientras, su oponente se asemeja, justo a su ladito, al príncipe de Persia renacido, en todo su brillante esplendor. Elvis fuera de su terreno pero a todo motor, y ambos, currándoselo además con el mismo tono de canción: una base igual-dos letras; como si te pones a cantar ‘Twist & Shout’ y’ La Bamba’.
DOS a TRES claro y el resto del partido lo dejamos al albur del lector y a su curiosidad de buscarlo en la red. Si le apetece. Espero sin esperanza ni ánimo las votaciones finales: ya estamos en tiempo electoral y la peña debería de animarse. De toda una trayectoria, digo. SINATRA VS: ELVIS. Sin goleadas, … ¿eeeeeh? …Que los dos son dos monstruos muy grandes. Muy blancos, ambos, además, y con muchas y peladas agallas.
Bien, todo esto venía a que, ahora, otro gran monstruo, el sacrosanto Dylan, ha grabado un disco con covers del citado Sinatra, ‘Shadows in the Night’ (2015). No son los temas más conocidos del viejo ‘Ol’ Blue Eyes’, ni siquiera prodigó en demasía el ‘Autumn Leaves’, quizás el más conocido de todos, tema que tantas lágrimas me ha hecho y me hará derramar. ‘Fool to Want You’ es Chet siempre y … bueno, … ¿Qué hay de Sinatra y de Bob Dylan, entonces? …
Saludos,
Aleardo
P.S. Un abrazo al Agente Secreto, por compartir pasiones.
Todo genial, pero ¿ALGUIEN SABE SI EXISTE FILMACIÓN DEL DISCO SINATRA AT THE SANDS? o Algún fragmento del concierto?