Consuelo Císcar
Carte de visite (1860) atribuida a Gaspard-Félix Tournachon, Nadar.
Monstruos, S. L.
#monstruosdecadadia
Doña Consuelo Císcar, hermana de don Cipriano Císcar y esposa de don Rafael Blasco, siempre ha sido una mujer enérgica. Le costó perder la vergüenza pero, una vez que se decidió, su vida y su obra (ella misma) cambiaron radicalmente.
La vergüenza es reparo, timidez por circunstancias nada reprobables. Es contención. Pero la vergüenza también es malestar por las cosas mal hechas.
Doña Consuelo perdió la vergüenza. Los Císcar son una familia eterna, arraigada: crecieron con el franquismo y con el antifranquismo se crecieron. Son duraderos, tienen dinero y patrimonio, aunque son feos: Dios no les otorgó el don de la belleza.
Sin duda, unas cabelleras difíciles de rizos imposibles no facilitaban la reparación estética. Por ello, ambos decidieron cardarse aún más. Destacar como cabezas egipcias o romanas. Si no eran artísticas, por lo menos parecían antigüedades de gran valor.
Doña Consuelo ha regido el tema cultural en la cosa autonómica. Ha hecho un buen negocio, aunque al decir de muchos un mal trabajo. No sé. Yo no digo nada. No sea que me mande a su marido.
Con ella, con la señora Císcar, el Partido Popular de la Comunidad Valenciana se ha dado aires de modernidad audaz y de paso colocaba a la señora esposa de don Rafael Blasco, multiconseller y gestor de desechos.
En esta fotografía, de una antigüedad centenaria, la retratada posa mostrando la lozanía de su cutis, su buen gusto y una pieza del museo del que fue Gobernanta.