La hora de escribir. Entrevista a Justo Serna

Por Paula Martínez Escrivá

Paula: Hola, Justo, ¿me puedes decir tu fecha y lugar de nacimiento?

Nací en 1959 en la ciudad de Valencia, el mismo año en que Francisco Franco inauguraba el Valle de los Caídos y por las mismas fechas en que el Partido Comunista de España proclamaba la Huelga Nacional Pacífica. Es decir, nací en un año-clave de la historia reciente. La chiripa hizo esto. Y el resto.

Paula: ¿Tus estudios?

¿Estudios? Llevo toda la vida estudiando. Si por tal, si por estudios, se entiende la titulación…, he de decir que tengo una licenciatura: estudios superiores. Me licencié en Geografía e Historia y me doctoré en Historia Contemporánea. Tales cosas, la obtención de esas titulaciones, sucedieron en los ochenta del siglo XX. Desde entonces no he dejado de estudiar.

Paula: ¿Por qué comenzaste a escribir en prensa?

Comencé a escribir en prensa porque desde niño fui lector de prensa. Yo me acercaba a los quioscos y me dedicaba a repasar las primeras planas de los diarios o semanarios que estaban expuestos, allí, a la intemperie y colgados con pinzas.

Los dueños no me decían nada, no me impedían hacer de lector gorrón –que diría Groucho Marx–, precisamente porque yo no tocaba el género. Pero gracias a esa sencilla operación me enteraba a medias, a grandes rasgos o imprecisamente de lo que ocurría en el mundo. Por supuesto, eso me procuraba un placer muy grande y gratuito. Me dije en algún momento: un día tú también escribirás en los periódicos.

Paula: ¿Cómo llegaste a escribir en ‘El País’ o en el diario ‘Levante’?

¿Que cómo llegué a escribir en ‘El País’ y en ‘Levante- EMV’ ? Pues por invitación directa de sus responsables: de Josep Torrent en 2000 y en 2008, en el caso de El País. Pep Torrent era delegado en la Comunidad Valenciana. Y en Levante, por invitación de Juan Lagardera, que era el jefe de opinión del periódico.

Paula: ¿Por qué se acabó la colaboración con estos diarios?

En ‘Levante-EMV’ me invitaron a reducir mi colaboración, que era semanal. Todo eso ocurrió tras haber publicado un artículo duro, yo diría que durísimo, sobre el que entonces era arzobispo de Valencia. He de pensar que cuando me pusieron unas condiciones difíciles era una manera de echarme. Por supuesto no acepté ese ultimátum de Pedro Muelas, entonces director.

En el caso de ‘El País’, en el que tenía una columna periódica y un blog de actualización diaria, me fui cuando desde Miguel Yuste, la sede central, decidieron eliminar la mayor parte de los blogs. No era una decisión de Pep Torrent, sino una determinación del director nacional, Antonio Caño. ¿Ah, sí?, me dije. ¿Me quitáis el blog que vosotros mismos me invitasteis a fundar? Pues adiós. Cierro también la columna.

Por supuesto, un diario tiene derecho a abrir y cerrar sus espacios de opinión y a mejorar o prolongar o prescindir de sus colaboradores. Lo que me parece una arbitrariedad es suprimir un espacio colectivo y no dar cuenta, no justificar una decisión tan drástica.

Paula: ¿Actualmente continúas colaborando con alguna revista o diario, ya sea digital o en papel?

Actualmente colaboro en infoLibre y en Ctxt, pero de manera esporádica y sin gran entusiasmo. ¿Por discrepancias ideológicas? Algunas hay, sí. Pero sobre todo no tengo ganas de soportar largas esperas.

Creo que la prensa en papel y en Internet está perdiendo parte de la relevancia que tuvo. Sinceramente prefiero publicar cuando quiero y lo que quiero en mi blog y en mi muro de Facebook. Ambos son muy leídos y seguidos.

Paula: ¿Cómo definirías tu estilo?

Alguien dijo alguna vez que mi estilo era plúmbeo. La persona que así lo calificó no tenía muchas luces, la verdad. Si para denostar mi estilo tuvo que aprender el significado de dicha palabra (plúmbeo), me siento muy complacido.

Mi estilo es literario, si por tal se entiende una pieza de buena prosa, no sólo sintácticamente eficaz. No es rebuscado, sino refinado. Yo no escribo como hablo, pero procuro hablar como escribo. Ser preciso, evitar los solecismos, el barroquismo, el puro enrevesamiento.

Procuro que se me entienda, es decir, que la comunicación sea eficaz y factible. En periodismo detesto las florituras presuntamente literarias o líricas si la forma es el objetivo único o final. Mi estilo implica construir piezas con planteamiento, nudo y desenlace, con la percha de la actualidad, con bromas, con guasas, con información y con erudición, y con un cierre que conecte la última frase con la primera.

Paula: ¿Piensas que tu estilo puede resultar demasiado directo o quizás un poco agresivo para el lector?

¿Mi estilo demasiado directo o quizá un poco agresivo para el lector? Francamente creo que no. Jamás me lo había planteado. ¿Agresivo, directo? Me encantan los matices y las digresiones. Digo bien: las digresiones.

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Paula: ¿Por qué haces tus artículos tan extensos?

¿Artículos extensos? Lo extenso o lo breve son términos relativos. Si un artículo no dice nada de interés y está concebido y escrito para mero lucimiento del autor, entonces se me antoja larguísimo y soporífero. Pero una colaboración de muchos caracteres con espacios que me informe o me detalle cosas que ignoraba o que ignoraba saber, es una bendición. Cuando publicaba habitualmente en prensa mis artículos no eran largos o cortos: me atenía a los caracteres con espacios que el director o jefe de opinión me imponía.

Paula: ¿Te preparas previamente antes de empezar a escribir un artículo? ¿Cómo es tu rutina antes de empezar a redactar?

Me preparo, sí, pero raramente poco antes de escribir. Como leo mucho, bastante o demasiado sobre las cosas que me interesan vivamente, la verdad es que los datos básicos ya los tengo. Llevo cincuenta y tantos años preparándome para escribir una columna de 2.828 caracteres con espacios.

Y mi rutina varía si es por encargo o si es por voluntad propia. Normalmente escribo de lo que me apetece. Es decir, de lo que me gusta o me irrita, de lo que me entusiasma o de lo que me enfurece. Entre otros, tengo un libro que se titula ‘Bestiario español’.

Está formado por las semblanzas, luego revisadas, que fui publicando en prensa o en Internet. Semblanzas de personajes relevantes, admirables o detestables.

De ellos, de la mayoría, leí los libros que habían publicado o habían encargado que les escribieran: desde Mario Conde hasta Belén Esteban, desde Julián Muñoz hasta Esperanza Aguirre. Elvira Lindo me firmó un prólogo muy generoso que tituló ‘El hombre que lo leía todo’.

Todo no lo leo, pero admito que devoro libros de mucha enjundia y también volúmenes que pertenecen a la cultura basura. De todo se aprende. Eso sí, si tienes criterio de discriminación. Para la cubierta de dicha obra, el artista Antonio Barroso me cedió una fotografía suya realmente espléndida. Es una recreación contemporánea de ‘El grito’, de Edvard Munch.

Paula: ¿Te gusta colaborar con algún otro experto a la hora de escribir un artículo? Cuando haces esto, ¿cómo os preparáis ambos para escribir?

Con los únicos que colaboro para escribir son los colegas con los que me entiendo y con los que comparto amistad, visión y cierto estilo, principalmente Anaclet Pons y Alejandro Lillo. También Juan Calabuig y Félix Vidal. Próximamente, Marisa Begué y José Antonio Vidal Castaño.

Paula: ¿Consideras que tus artículos están posicionados políticamente hablando?

Posicionados es un palabro feísimo, permíteme decirlo. Mis artículos revelan una posición, un punto de vista, una cultura propia y un desconcierto. Suelo escribir cuando las cosas me desconciertan, en efecto. Para bien o para mal. Normalmente siempre es para bien, porque escribir es ordenar lo que piensas.

Cuando tienes ideas o una idea y no la expresas, sueles creer que tu análisis o tu diagnóstico es muy certero y hasta sublime. Cuando materializas esa idea, cuando escribes el artículo, ya no hay expectativas grandilocuentes u omnipotentes. A eso es a lo que llegas, que es siempre un texto que está por debajo de lo que desearías. No es perfeccionismo. Es realismo, que viene muy bien para bajar los humos.

Paula: ¿En qué te inspiras a la hora de escribir?

Me inspiro en lo que me rodea física o virtualmente, en todo aquello que me incomoda o me alegra, en las cosas que me procuran placer y alegría o en los asuntos que me avergüenzan. O al menos en los asuntos que sería una vergüenza no tratar, no abordar.

2 comentarios

  1. Bella entrevista Paula. No me imagino los nervios traicioneros para elaborar una pregunta a un gran escritor y filosofo: Justo Serna. Qué dicho sea de paso, este hombre; siempre nos «mueve el tapete» (así se dice en México, cuando nos desvelan realidades) revelaciones y misterio de sus periplos intelectuales, siempre con sólidos argumentos.

    Reciban ambos saludos fraternos.
    P.D. Gracias por abrir las puertas siempre fecundas, que inspiran a la libertad.

  2. Rogelio Eduardo, le agradezco sus comentarios tan generosos y exagerados.

    Yo no soy «un gran escritor y filósofo».

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