Hay un pequeño escrito de Natalia Ginzburg que se titula Mi psicoanálisis. Como casi todos lo suyos es un prodigio de exquisitez: observación práctica y finura, atención e ironía.
La escritora mira, observa con detalle y contrasta lo que sabe o cree saber de sí misma. ¿Para qué cosa? Para averiguar su fondo, el fondo oscuro del alma, que decía Robert Musil. Y para sopesar a los demás con realismo y compasión. Para no volcar demasiadas expectativas, para no andar agrediendo.
El diálogo y no sólo la terapia ayudan a lograr ese estado. Si hablas con tus peores fantasmas, si sabes quiénes son, conseguirás enfrentarlos, hacerlos bien visibles. Eso ya lo sostuvo Sigmund Freud. Sin duda, el relato breve del psicoanálisis de Natalia Ginzburg nos podría ilustrar sobre lo que es la salud, la entereza, el coraje, el humor.
No hay manera de quererte a ti mismo si no…
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