De cómo se gesta un demagogo
En medio de representaciones escénicas que a muchos deslumbran, en medio de un teatrillo político con candidatos marrulleros y cándidas voces que gritan, nada mejor que leer.
Nada mejor que leer, instruirse y estudiar cómo se gesta un aspirante. No nos obnubilemos por actores que representan papeles de justicieros. No nos dejemos amodorrorar por gobernantes rancios. Es tan fácil dejarse seducir por lo sabido o por lo nuevo o supuestamente nuevo, por lo antisistema o que se presume antisistema.
Argemino Barro acaba de publicar en La Huerta Grande un libro de mucha enjundia y de una lucidez envidiable: El candidato y la furia. Es un breve volumen de excelente factura.
De frase exacta y con imágenes bien expresivas, Barro se luce como un cronista de finura. En su libro hay historia, hay sociología y hay periodismo de altura. Todo ello en apenas ciento y pico páginas.
Estudia la retórica de Donald J. Trump y de paso detalla las oratorias y gestualidades de los demagogos, de los narcisistas patológicos. Estudia las fórmulas dramáticas y, sobre todo, la agresividad de que se sirven ciertos candidatos expectantes y por supuesto vehementes. O sobreexcitados.
Estudia a ciertos políticos que interpretan al pueblo, que dicen interpretar al pueblo, que dicen encarnar a la gente humilde frente a las élites corruptas, frente a la plutocracia. Los demagogos, los mangantes y también los magnates antisistema triunfan bajo determinadas circunstancias.
¿Cuándo? ¿Bajo qué circunstancias? Cuando hay ambición, verbalismo, heridas sociales y experiencia de crisis, cuando los partidos «viejos» se cuartean.
Pero también cuando tantos ciudadanos viven como insoportables los resultados electorales, la democracia parlamentaria de mayorías, sus inercias y sus escasas sorpresas.
No se dejen impresionar fácilmente por la retórica incendiaria, por el verbo gritón, por el discurso sobado, por depredadores, por salvadores de pacotilla. Donald J. Trump encarnó y aún encarna todo esto a la vez. No estamos inmunes.
El libro de Argemino Barro es una fascinante historia: la del candidato que supo aprovechar el descontento, que supo agredir diciendo verdades como puños. Supuestamente.
¡Se puede aprender tanto leyendo! No se engañen: apaguen el plasma o el tubo catódico. El espectáculo televisivo roba horas al entendimiento, a la intelección.
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