Nuestros antepasados. El pasado familiar del historiador

1. En agosto de 2023, Gutmaro Gómez Bravo publicó en ‘Babelia’ un artículo titulado “La posguerra infinita”, un repaso, para todos los públicos, de la historia y las memorias españolas de ese periodo.

Citaba una parte de la bibliografía accesible. Mencionaba también la inspección privada (finalmente pública) que los propios historiadores pueden hacer en el seno de sus respectivas familias. Yo me sentí interpelado, entre otras cosas, porque ya había comenzado a realizar esa tarea que de alguna manera proponía Gutmaro. Llevaba meses escribiendo…

¿Referentes de esta investigación? Pues, al menos para mí, Ivan Jablonka o Geraldine Schwarz, cuyas indagaciones familiares son, entre otras, ejemplos de una tendencia en boga que está lejos de agotarse.

De todos los libros relevantes que se han publicado en los últimos veinte años sobre estos asuntos destaco dos: His­to­ria de los abue­los que no tuve (Anagrama, 2022) y Los amnésicos. Historia de una familia europea (Tusquets, 2019).

Son obras inspiradoras.

Entre otras cosas, en su artículo de ‘Babelia’, Gutmaro trataba de cómo las familias españolas callaron, contaron, mintieron y, en definitiva, transmitieron recuerdos fieles o infieles a los hijos y a los nietos. En la larga posguerra o ya tras la muerte de Franco.

Por esas fechas, en 2023, Gutmaro llevaba a cabo un rastreo particular. Es decir, ya estaba culminando su propia investigación. No se trataba de una novela, por mucho que en las familias haya tendencia a fabular.

Tras leer el artículo, que me pareció de mucha lucidez, de mucha hondura, le escribí.

En mi correo alababa esa pieza periodística, revelándole que, modestamente, yo también estaba embarcado en un proyecto parecido. No era idéntico. Era semejante.

Con fecha de 12 de agosto le dije lo que abajo reproduzco.

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2. Hola, Gunde (…). Quería felicitarte por el artículo que hoy publicas en ‘Babelia’. Resume en parte el giro de tus propias investigaciones.

No tengo avales para decírtelo, pero me atrevo. Creo que aciertas completamente al subrayar el cambio que la historiografía está experimentando en relación con la posguerra, en relación con los silencios y las exhumaciones.

Cuando digo exhumaciones no me refiero sólo a las cunetas y a las fosas. Me refiero a cómo reaparece el relato silencioso o silenciado y me refiero a cómo puede investigarse la experiencia o la vivencia de quienes padecieron el hambre, el miedo y la represión.

En este sentido, tu trabajo es pionero en España.

En una escala pequeña, yo estoy intentando realizar algo parecido. Quiero decir: estoy exhumando recuerdos que son propios, no con fines exactamente autobiográficos.

Mi meta es que esos recuerdos familiares que hasta mí llegan, los de una familia típica del franquismo sociológico, sean la base documental de los relatos intergeneracionales.

Por mi parte, esos recuerdos que me forman deben ser objetivados, comparados, examinados, intentando que de ellos aparezca un relato personal, cultural, de microhistoria, pero también de historia general.

Comprenderás por qué tu artículo (…) me sirve mucho para anclar mi propia introspección, aquella en la que me tomo como objeto de experiencias y vivencias del tardofranquismo y aquella en la que me tomo como receptor de las historias de posguerra de mis mayores.

(…) No hago nada que no hayan hecho antes otros historiadores, pero mi modesto ensayo histórico trata de seguir una de las directrices que tú señalas o una de las sendas que hay en la historiografía actual.

Repito mis felicitaciones y mi agradecimiento. Sin tú saberlo, el artículo me ha iluminado y me ha afirmado en que lo que hago no es una mera ocurrencia.

Recibe un abrazo,
Justo
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3. Gunde me respondió con amabilidad. Me indicó que estábamos transitando el mismo camino. Es decir, el de recuperar esas memorias familiares que han llegado hasta nosotros para someterlas al examen del historiador, narrando a la vez dicha experiencia.

Desde 2023, yo llevo escrito lo mío, pero aún no veo el final.

Por su parte, Gunde presenta estos días los resultados en un libro prometedor, envidiable. Empecé a leerlo nada más salir y puedo decir, por lo que llevo hasta ahora, que es una obra admirable. Voy por la mitad…

Los descendientes atrapa a partir de hechos nimios y particulares, a partir de su conversión en estudio de caso y de enigma, a partir de lo colectivo y general, a partir de su prosa limpia, sin jergas. Asistimos a la infinita posguerra a través de una grieta en el tiempo.

No se pierdan este libro, también inspirador. Hay descubrimientos asombrosos, mentiras desveladas, dolor, miedo, expectativa y mejora personal.

Ojalá yo pueda terminar un original que vagamente se aproxime a esta obra tan notable. Tengo título y ya alcanzo las doscientas páginas. Sólo me faltan la calidad y la determinación de mi colega.

Una respuesta a “Nuestros antepasados. El pasado familiar del historiador”

  1. Excelente tema y tus comentarios….voy por obra de Gutmaro…gracias..

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