Uno. Lamento no conocer bien la historia reciente de Benidorm, la de su Ayuntamiento, la de sus crisis municipales. Lamento no saber exactamente qué es lo que ha roto al Partido Popular de esa localidad alicantina. Gema Amor, que ha sido presidenta del PP benidormí, ha abandonado las filas de su formación para fundar con otros
conmilitones un nuevo partido o una nueva lista electoral, no sé. Se hacen llamar Centro Democrático Liberal.
Amor acusa a Francisco Camps de imponer «la ley del silencio» y de llevar a cabo «prácticas mafiosas con el fin de atropellar a quienes dentro del partido habíamos sido democráticamente elegidos». Al leer lo anterior me ha dado un respingo. ¿Por qué razón?
Ayer mismo seguí viendo la tercera temporada de Los Soprano y sé de lo que habla Amor. No digo que sea cierto; digo que imagino qué son la ley del silencio y las prácticas mafiosas, algo en lo que Tony Soprano es experto. James Gandolfini encarna maravillosamente ese papel. Con razón le han dado tantos premios.
Insistamos en Los Soprano, en la ficción, de una perfección formal y narrativa sobresaliente. Tony Soprano tiene varias tapaderas legales en Nueva Jersey, su municipìo. Uno de sus trabajos reconocidos es la gestión de desechos: alguien tiene que hacer el trabajo sucio en dicha ciudad. Pero eso no es lo más señalado. Lo más llamativo es la familia: o, mejor dicho, las familias, las relaciones, las redes, la jerarquía, el poder, el enriquecimiento, el intercambio, la redistribución, la influencia, el respeto…
No quiero, no puedo imaginarme a Francisco Camps como émulo de Tony Soprano. No son comparables la enorme presencia de James Gandolfini y el cuerpo filiforme de Francisco Camps. Visten trajes de buen paño, pero Soprano se los paga con el dinero sucio que ingresa por sus actividades delictivas. Tampoco es comparable el malestar moral. Tony acude al psiquiatra: en concreto, a la doctora Melfi. Que yo sepa, Camps no ha manifestado momentos de duda, de desmayo o de autocrítica: no tiene tanta tensión ni crímenes horrendos que expiar. Soprano es un mafioso del que apreciamos su lado humano. En cambio, yo no veo a Camps dedicándose a los desechos. Aunque, eso sí, la hernia de la que ha sido operado lo tenga… deshecho. Le deseo una pronta recuperación. Como deseo que Gema Amor rectifique: que se reintegre a su antigua formación, que pida perdón por sus pecados o sus declaraciones y que Benidorm vuelva a ser la plaza de la que salió el nuevo Partido Popular.
Dos. Advertido por unos amigos cuando todavía no había leído la prensa, reparo en la fotografía que reproduce El País en su edición del 20 de abril de 2011. Es una fotonoticia con el siguiente pie:
Camps sigue la actualidad desde casa

El cuerpo entero de la noticia añade:
«El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, empezó ayer a retomar el pulso político, desde su domicilio, tras ser operado la semana pasada de una hernia discal. Pese a estar todavía de baja, Camps despachó con Rita Barberá y firmó varios documentos oficiales«.
¿Qué puede decirse de esa instantánea y de los textos que acompañan? Que retratan un mundo interior… Y, sobre todo, ¿quién es el autor de la fotografía? ¿Un retratista acompaña a Rita Barberá cuando acude a rendir visita a Francisco Camps? ¿El president despacha? ¿Recibe de pie a la alcaldesa de Valencia? Parece una descortesía o una situación algo forzada o incómoda. No vemos la escribanía desde la que el president firma esos documentos de los que informa la noticia. No sabemos si por un lado firma y luego despacha. Ignoramos si esos papeles se los llevó Rita Barberá o la presencia de la alcaldesa en la foto nada tiene que ver con esos documentos.
Vemos a Francisco Camps vestido informalmente. Va arremangado, con un par de dobles: algo preceptivo entre la gente bien cuando no lleva corbata. Los faldones de la camisa están fuera del pantalón. Tiene el rostro algo ceñudo. Habla con energía, valiéndose incluso de su mano derecha: como transmitiendo órdenes o digresiones de mandamás. Se dirige a Rita Barberá, que parece escuchar con cierto arrobo. ¿Estamos en una sala angosta? ¿Quizá el gabinete personal del president? Divisamos una librería de color miel o cerezo con volúmenes bien ordenados. De los lomos, los únicos títulos que puedo leer con claridad pertenecen a dos libros de arte: Historia del arte de España y De El Greco a Picasso. Luego hay otras obras de las que intuimos sus respectivos títulos y colecciones: Aguilar, Espasa, etcétera.
Detrás de Camps se ve parte de un cuadro que hay en dicha pared. Sin duda es un plano de época, una pieza añosa o una reproducción de algún mapa antiguo. Me inclino a pensar que es una pieza histórica y no una mera copia porque está enmarcada con pretensiones: con dorados que resaltan el valor de lo que contienen. En el cristal de dicho cuadro se reflejan los volúmenes de los estantes adjuntos. No diviso ningún libro de bolsillo. Casi todas son obras de gran formato o ediciones de aspecto noble. Reina un gran silencio.
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