Las cacerías de Franco

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 1. Franco… «Su Excelencia El Jefe del Estado sufrió, el domingo por la tarde, un leve accidente de caza». Así rezaba el titular periodístico de una nota distribuida por la Agencia Cifra el 26 de diciembre de 1961. El accidente del que se daba cuenta había ocurrido un par de días antes, el domingo 24. Franco se había herido en una mano tras la explosión del cañón izquierdo de su escopeta. Le gustaban las cacerías, sí. Pero aquélla no había sido en ningún coto alejado, sino en los bosques de El Pardo, la residencia del Caudillo.  Detallemos. La Agencia Cifra sacaba dicha nota, brevísima, en la que mencionaba el accidente con el parte médico. El relato de los hechos se presentaba en estos términos:

El Pardo, 26.— Durante una cacería en El Pardo, en la tarde del domingo, Su Excelencia el Jefe del Estado sufrió, por accidente, ligeras heridas en la mano izquierda, de las que ha sido curado en el Hospital Central del Aire. El estado de Su Excelencia es completamente satisfactorio, según el parte facultativo, que dice: ‘‘Su Excelencia el Jefe del Estado padece fractura abierta del segundo metacarpiano y del dedo índice de la mano izquierda. Pronóstico leve. Doctor Garaizábal. Cifra.
 

francocazando22. …Franco… Leo este parte, que ahora reproduzco, en la Hemeroteca de La Vanguardia Española. Lo leo y busco la entrada correspondiente en el dietario de Francisco Franco Salgado-Araujo, titulado Mis conversaciones privadas con Franco. Este volumen apareció en 1976. Aún es, desde mi punto de vista, la mejor radiografía del poder franquista jamás publicada. Leo la nota de la Agencia Cifra y hojeo el volumen para contrastar. ¿Y qué encuentro? La operación me resulta conocida: un historiador halla un documento y ese dato bruto necesita ser corroborado o descartado; necesita insertarse en su contexto. La fuente histórica no es la mera confirmación de lo que ya se sabe, sino el principio de una pesquisa que nos obliga a rastrear. Todo documento menciona cosas y otras las oculta. Mi ejemplar del dietario de Franco Arias-Araujo está subrayado. Leído tiempo atrás, reparo especialmente en los pasajes dedicados a las cacerías. Tropiezo con la primera referencia. No es la del accidente de 1961. Es anterior. Está datada el 23 de octubre de 1954.

Hoy el Caudillo ha ido de cacería, y así lo hará mientras dure la temporada todos los sábados, domingos y lunes. Con S. E. van a las cacerías varios ministros y subsecretarios. Discrepo de estas salidas o vacaciones semanales, que bien estarían si sólo fuesen el domingo. Pero esto me parece demasiado. Los martes y miércoles audiencias, los jueves credenciales, el viernes consejo de ministros y el sábado se va. Resulta que no le queda ni un día para el estudio de problemas (hay muchos por resolver) y para el despacho con ministros y secretarios. Lo que haga tendrá que ser a costa del descanso nocturno, lo cual no es bueno para su salud. Además, las cacerías son pretexto para ir todos los amigos de los dueños que cotizan esto y además de aprovechar para hacer amistades, piden favores, exenciones de tributos, permisos de importación. A ellas acuden todos aquellos funcionarios de la fronda de la administración que convienen a los terratenientes dueño de los cotos de caza, con los cuales les conviene estar bien y demostrar su influencia en las alturas.
 
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francocazando3. …Franco. Qué clarividencia la del Teniente General. Lo dice en esa fecha y lo reitera una y otra vez: a Franco le gustaba mucho ir de cacería, hasta el punto incluso de descuidar sus altas obligaciones. Le gustaba pegar tiros: tanto que, según el Teniente General, llegaba a retrasar o demorar sus tareas ejecutivas… o el simple pensamiento. «Resulta que no le queda ni un día para el estudio de problemas (hay muchos por resolver) y para el despacho con ministros y secretarios», se lamentaba Franco Salgado-Araujo. Imagino la escena: un Generalísimo de cacería, dejando para otro momento sus enojosas labores de Gobierno, el estudio o la aplicación. Puestos a imaginar, pensemos en la palabra cacería: podemos tomarla en un sentido literal y en un sentido metafórico. Pero no hay mucho que imaginar. El Teniente General, que es primo de Franco y asistente, sabe mucho de él. Lo idolatra, sí, aunque lo describe una y otra vez con fina ironía: que es si es frío, que si sólo tiene una charla intrascendente, que si es propenso a la caza y a la pesca, que si se desinteresa del trabajo.
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«Me parece bien que lo haga los días festivos, incluso que haga semana inglesa», dice el 17 de noviembre de 1954, refiriéndose otra vez a las cacerías. Pero lo que no le parece bien es «este abuso que está ocurriendo, una semana entera y tres días de la otra». Ese exceso cinegético, dirá más adelante, «da impresión de frivolidad», cosa reprensible en un Jefe de Estado. Además, añadirá en noviembre de 1955, esas reuniones son momento para el provecho material del que algunos se benefician: o, lo que es lo mismo, esas cacerías son la mejor circunstancia para las amistades instrumentales. «De allí salen grandes favores, permisos de importación, tractores, maquinarias agrícolas, etc., etc.» Un escándalo de «frivolidad e inconsciencia en las alturas» que «cuesta una enormidad», precisa en febrero de 1956. ¿Quiénes son los beneficiarios? «Grandes terratenientes, negociantes, aristócratas que no transigen con el régimen, importadores estraperlistas, etc., etc.»: un repertorio de aprovechados que se ganan sus favores mientras él desestima el estudio o la información. «Jamás pregunta por nada; vive feliz al parecer ignorando el ambiente, la opinión pública y muchos asuntos», precisa en otro momento el primo castrense, apenado ante un Caudillo que envejece .
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«La guerra está ya muy lejos y los encumbrados por ella se ven invadidos de una espesa niebla de adulación, y por ello no se dan cuenta de que el entusiasmo que en un principio despertó hoy se va traduciendo en indiferencia y en desilusión cada vez más acentuada», había dicho en julio de 1955. «Las dictaduras, cuando son largas, tienen ese inconveniente», añade Franco Salgado-Araujo refiriéndose a la indiferencia de los adeptos. Feliz día en que eso empieza a pasar: es entonces cuando decae el entusiasmo guerrero, cuando se da la rutina del carisma. La rutina del carisma: aprendí esa expresión sociológica que ahora escribo hace muchos años, cuando no conseguía explicarme la duración mineral del Régimen, cuando observaba con estupor la larga adaptación de una dictadura con apoyos internos y externos. Los sistemas originariamente totalitarios emprenden una movilización intensa y extensa de las masas, una movilización que es bélica, que es o se pretende uniforme contra un enemigo externo o interno que no deja de amenazar. Sirve para hermanar a la fuerza: para ahormar. Pero el resultado es que, a mediados de los cincuenta, el Régimen ya experimenta una rutina amenazante, esa indiferencia. Y ello con una falta que es para preocuparse: el Caudillo aún no ha
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Pánico: ésa es la voz con que describe Paul Prestón los sentimientos de sus adeptos. Repaso la biografía que leí años atrás y veo que subrayé esa palabra. «Las exhaustivas pruebas de los armeros militares y de los fabricantes británicos demostraron que el accidente no pudo deberse a un efecto de la escopeta. Eso llevó a a que se especulara que Franco había sido víctima de un intento de asesinato», añade Preston. Pero no: tal especulación parece infundada. Según sostiene el historiador británico, fue un cartucho de su hija, más pequeño y alojado en el cañón de la escopeta, aquello que provocó la explosión cuando el Caudillo cargó nuevamente su arma para abatir un paloma. ¿Munición de la hija? ¿Hacemos metáfora del hecho? Yo no creo que valga la pena. Los historiadores no deben cargar de simbolismo los hechos desarmados.
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perdigones
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Colofón: 
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presentacion1
 
INVITACIÓN:
 
Héroes alfabéticos
 
(Están todos ustedes invitados. Con copa de cava)
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Los personajes literarios nos ayudan a pensar en los otros. Son nuestros héroes alfabéticos: por delegación nos

50 comentarios

  1. ¿Adónde irá a parar nuestro amigo Justo? Intrigado me tiene. Intrigadísimo. Es cierto que a Franco lo que más le gustaba era matar. En eso no hacía distingos. Animales de monte, animales de río, seres humanos. Pero todo se reducía a lo mismo: matar, matar, matar. No saben cómo me alegro de haber nacido después de su muerte, tan lenta, tan agónica. Dejémoslo ahí, que seguro que otros podrán decir más que yo sobre el dictador. Cambio de tercio.

    Lo de la cacería me recuerda a esa fantástica película, «La escopeta Nacional». Cómo me he reído, cómo me río cada vez que la veo. Sobre todo con el cura, el grandísimo Agustín González. Pero también con el empresario, catalán, ¿verdad? José Sazatornil «Saza» con un acento marcadísimo. Impagable.

    Señor Kant: cómo me río. Qué bueno lo de la coplilla.
    Señor J Moreno: definitivamente me rindo a sus pies.
    Doña Marisa: genial y chisposa, como siempre.

  2. Estimado Alejandro, ya he llegado. Por supuesto, la referencia a ‘La escopeta nacional’ es muy precisa y oportuna. Pero, fíjese, que en mi post yo no hablo de ficciones, sino de lamentables realidad descritas por el asistente de Franco.

    Hablando de ficciones. Aprovecho para agradecer a Juan Planas la cariñosa referencia que hace a mi libro en su columna en El Mundo, que reproduce en su blog:.

    http://jplanas.blogspot.com/2008/11/ficciones.html

  3. Esa experiencia tan desagradable que cuenta, Justo, me ha recordado otra propia, acaecida también en mi infancia. En mi pueblo unos niños, mayores que yo, habían encontrado dos crías de gato y, arrebatándoselas a la madre y a unas niñas que estaban con ella, amenazaban con matar a los gatitos. En mi inocencia me uní a ellos pensando que era una broma, que era para hacer rabiar a las chicas. Los gatitos, que no paraban de maullar, cabían en las palmas de la mano de uno de los niños, que amenazaba, aún recuerdo su sonrisa burlona, con arrojarlos contra la pared. Yo estaba detrás de él y ni siquiera se me pasó por la cabeza que fuera capaz de hacerlo. Pero con un movimiento rápido lo hizo, arrojó con todas sus fuerzas a uno contra un muro gris y desnudo. Así, sin perder la sonrisa. Luego tiró al otro. Yo lo miraba horrorizado, sin creerme lo que había pasado. Y disimulé. Callé y disimulé, sonriendo como los demás. Sonriendo como todos los demás. Aquella misma noche me desperté llorando desconsoladamente. Cuando mi madre acudió a la cama y me preguntó qué me pasaba no era capaz de explicárselo, sólo de llorar y abrazarme a ella, llorar desesperadamente y abrazarme muy fuerte a ella.

  4. Amigo Lillo: En los años 50 en Andalucía los campesinos que vivían en el campo, estaban rodeados de algunos perros y gatos que siempre eran los que merodeaban por lo caseríos.

    Los tenían para vigilancia y avisaran la llegada de extraños y a los felinos para acabar con las pequeñas alimañas.
    ¿Y como crees tú que se las apañaban para que éstos no fueran centenares?

    Pués eliminando las crías que consideraban innecesarias.

    Y recuerdo que esta tarea era un trabajo que hacíamos los pequeños mandados por nuestros mayores, sin ningún escrúpulo.

    Como es lógico en aquel tiempo las niñas no participaban en ese ritual.

  5. Vaya, el relato real de Alejandro es duro. Pero no es la matanza del ‘gato sobrante’, propio del mundo campesino, como nos recuerda J. Moreno. En realidad, el relato de Alejandro es la historia de una crueldad, muy característica de niños varones. No sé, me recuerda –no sé por qué– las peleas a pedradas de los muchachitos. O me recuerda los 400 golpes de Truffaut. No sé. Por cierto, también recuerdo un libro del historiador Robert Darnton titulado ‘La gran matanza de gatos’: ahora, editado por PUV en valenciano. Su primer capítulo narra la historia de una masacre de felinos –en la Rue Saint Severin en el París del siglo XVIII– perpetrada por obreros de la imprenta y luego contada por ellos mismos, muertos de risa. El autor se pregunta por qué esa matanza: si tanto nos repugna hoy, dice, debe de haber algún principio moral que nos distingue. La pesquisa de Darnton es ese esfuerzo de interpretación cultural.

    Vaya.

  6. Efectivamente Justo, efectivamente. Esto nada tiene que ver con los imperativos del campo. Pero lo que dices de Darnton es muy interesante, aun aplicado a hace unos veinte años. ¿Qué nos separaba (si es que nos separaba algo) a aquellos niños y a mí? ¿O acaso fue un simple acto de crueldad indiscriminada?

  7. La extrema crueldad de la violencia innecesaria – que toda violencia lo es, no me cabe duda, pero me refiero a aquella gratuita – vincula cuanto ha aparecido hasta ahora en el “post” y las siguientes intervenciones ¿no creen uds? En ese Franco, dictador provinciano de hábitos rurales, preindustriales, infantiles, inmaduros, hay todo un compendio de violencia estúpida, de la estupidez e ignorancia que aflora en los casos que los srs Moreno y Lillo nos narran.

    Con la muerte del ex-general Franco también murió un determinado tipo de sociedad española, sumamente española, paradigmática. Por las mismas fechas desapareció de València la Banda del Mao. No, no, descuiden, no se trataba de ninguna organización marxista-leninista de orientación pekinesa, era el nombre que recibía una pandilla de gamberros de barrio que actuaban en las zonas lumpen del norte de la ciudad. ¿Su actividad?… destrozar bienes públicos y propiedades privadas; robos continuos a pequeña escala, preferiblemente con violencia; palizas a ancianos (en aquella época no había menesterosos… estaban en la cárcel por la Ley de Vagos y Maleantes) y, de nuevo, la ira contra el animal indefenso: ahorcar perros o gatos y prenderles fuego.

    Cuando hoy la nueva sociedad española se rasga las vestiduras con los “Latin King’s”, “Ñetas” y demás agrupaciones violentas de jóvenes latinoamericanos muertos de hambre, yo no dejo de pensar en aquellos salvajes semiberizados, hijos de la ignorancia del régimen dictatorial y de la sociedad que le dio sustento. Practicaban una violencia tan extrema y gratuita, despertaban un pavor tan grande, simplemente, por su irracionalidad, que la trabazón entre la Jefatura del Estado de entonces y esa hez social me parece inextricable: eran el último escalón de una escalinata que conducía directamente desde los barrios de aluvión de las periferias de las grandes ciudades a los aposentos privados de aquel dictador ridículo. Y por ridículo, asesino, violento gratuito.

    Así que cuando hoy, precisamente en estas fechas y tras la última carambola del sr. Garzón – juez de profesión, circense de vocación –, aflora la última salvajada de aquel hombrecillo, el rapto factual de 42.000 niños, hijos de republicanos, para entregárselos a familias fascistas, uno se pregunta quién es el majadero que está por “olvidar”. O más, quién está por “retornar” a aquella idílica España de la Banda del Mao, de revientagatos, de la Andalucía misérrima de los 50 y de un dictador lelo que se pasaba media semana de fiesta y la otra media de Paco Martínez Soria recién llegado a El Pardo. Y, sin embargo, existen y cada vez son más. Dejen que la crisis siga creciendo y que el gobierno siga dudando, dando la espalda a su propio electorado de izquierdas y alimentando el fanatismo de los creadores de opinión de la derecha y verán si afloran o no. Inmaduros, violentos y estúpidos.

  8. No sé si lo que ahora escribo lo he consignado en el blog o en algún otro sitio. Tal vez me repita al contarlo ahora…

    Hacia 1972, yo residía en una población cercana a Valencia. Allí había llegado en 1970 siguiendo a mis padres, claro. No podía ser de otro modo, dada mi edad y dada la condición de mi señor padre: funcionario. Recuerdo que los muchachitos frecuentábamos un local en el que había –cómo no– una Juke Box, también llamada máquina de discos. Allí depositábamos un duro y elegíamos una canción. Cuando disponía de líquido, yo siempre ponía la misma: ‘Sorrow’, de David Bowie. Esa pieza era la preferida de una banda juvenil que reinaba en aquella población: los cachibufas.

    Los ‘Cachibufas’ tenían una sección infantil. Créanme: los jovencitos se llamaban los ‘Semicachibufas’. Exactamente así. Yo nunca pertenecí a ninguna de esas bandas, pero me inquietaba compartir con ellos el mismo gusto musical: Bowie y la misma canción. Cuando crecí acabé enterándome de que algunos de ellos fueron a parar a la cárcel. No sé qué ocurrió después. Otros muchachos se desarrollaron sin problema: viven ahora perfectamente integrados, embozados como ciudadanos. Como ustedes. Como yo.

    Qué cosas. Los Cachibufas y los Semicachibufas…

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    Repaso en Google y compruebo que sobre esto mismo escribí en el blog de Juan Planas

    http://jplanas.blogspot.com/2008/10/como-complemento-un-post-de-ngel-duarte.html

    Ay, me repito…

  9. Lo de los 42.000 niños robados es estremecedor. Sobre todo para los que éramos niños en aquella malhadada época, que ojalá pudiéramos borrar (que no olvidar) de nuestra historia.

    La mayoría de nosotros creció entre murmullos asustados, lágrimas escondidas y miedo, una sensación de miedo que formaba parte de la atmósfera de las casas en que vivíamos. Y no me refiero sólo a la mia, sino a las de los amigos a los que solía visitar. En todas se respiraba lo mismo. Y ocurrió así durante muchos, muchos años.

    Aunque, si lo pienso bien, de vez en cuando aparecía un niño en el grupo (del colegio, de los juegos en la calle) que, ya de entrada, era distinto: parecía totalmente ajeno a cualquier tipo de sufrimiento. Es decir, estaba sanote, vestía bien -o al menos, estrenaba su ropa- era alegre y sus padres, por lo general amables y cordiales, nos miraban desde una distancia condescendiente, por otra parte lógica si tenemos en cuenta que la merienda que nos daban hubiera levantado pasiones en otras mesas, y en una casa que carecía de la atmósfera del miedo de la que os hablaba.

    He estado pensando en todo aquéllo. ¿Cómo era posible que hubiera hogares felices y prósperos? En ellos no había murmullos ni miradas huidizas. Sólo satisfacción. Yo diría, como Juanjo Millás dice hoy en El País, que aquellas familias eran como el lagarto solitario entre las ranas en celo: raras, absolutamente raras.

    En las jóvenes mentes solían provocar envidia, claro está, pero siempre te quedaba en el fondo esa duda: ¿porqué? ¿a qué se debe la diferencia? Pero como te habían enseñado a no preguntar, a no indagar, colocabas la duda en el saco (entonces no había mochilas) que llevabas al hombro, para guardarlas todas juntas y esperar a mejor ocasión.

    Algunos perdieron su saco en el camino de la vida. Despreocupados. Indolentes, diría yo. Otros lo hemos conservado, en detrimento de nuestras espaldas resentidas. Y así hemos podido contar a nuestros hijos, no ya lo poco que nos contaron, o pudimos escuchar tras las puertas, sino aquello que, en el saco, se convirtió con los años en certeza, en comprensión.

  10. No se repite usted, Don Justo, que cada cosa ocurre -por algún motivo único- en su lugar y tiempo, aunque, luego, el tiempo repita sus motivos y multiplique los lugares y nos sumerja, con ellos, en su bruma densa y blanca, densa y negra, densa e ingrávida;-)

    PD.- ¿Y por qué le hablo yo de usted como si fuéramos caballeros decimonónicos?

    Abrazos.

  11. No sólo los niños, no sólo; y a ellos los justifica el no tener conciencia clara de la muerte y el estímulo, al que son más sensibles que nadie y es que, en los pueblos, se les reían a los niños esas bestialidades. A usted no se las reían, Alejandro, es evidente y predominaba el sentimiento, que nadie me convencerá jamás de que no es naturalmente bueno, salvo patologías muy concretas.

    Tienen la prueba muy próxima a ustedes (de que no sólo niños) en el Toro de Medinaceli, entre miles de ejemplos parecidos. ¿Los galgos que no valen para cazar? ¿Las peleas de perros? No es necesario que se ablande el gobierno o que crezca la crisis. La barbarie no ha desaparecido del todo.

    Para Alejandro Lillo:

    http://www.emboscados.com/foro/viewtopic.php?TopicID=531&page=0#4265

    Marisa, yo pertenecí a una de esas casas aterradas, pero, como sabe muy bien, aterradas hasta extremos incomprensibles para los que nacieron después o para los que, como tan gráficamente nos explica, estrenaban sus ropas. La mayoría de los que me rodeaban eran de esos que dice y no sólo no tenían ningún miedo, es que ahora niegan el nuestro, comparan a sus muertos con los nuestros y entonces era cuando se sentían seguros.

    Esperanza Aguirre no deja de insistir en que ellos no son herederos del Franquismo, pero se rebota como la bruja que es en cuanto se le habla de la memoria esa que ellos no pueden tener porque no tenían miedo. Mientras no sea punible decir las cosas que esa señora dice; mientras no pase nada por afirmar que en ambos lados se hicieron barbaridades; que también ellos tienen muertos en cunetas o que Franco también hizo cosas buenas, no habrá herida que no cierre en falso ni barbarie que se castigue como es debido.

    En mi casa aterrada, sí se hablaba: muy bajito, con toda clase de advertencias, incomprensibles para un niño; “No cuentes esto (no cantes aquello, no hagas ese gesto…) porque papá podría ir a la cárcel” y se producía la extrañísima cosa de que tuviéramos el convencimiento de que los buenos eran los que iban a la cárcel.

    Tampoco yo he perdido el saco, amiga Marisa, compañera.

    De toda ésta historia, nuestra historia, lo más injusto, raro, incomprensible es que, los que perdimos la partida, seamos los que tenemos que pagar las cañas.

  12. Querida Ana, bienvenida. Siempre tan precisa. Y sutil. Y guerrera.

    Juan, me pregunta por qué me habla de usted como si fuéramos caballeros decimonónicos. Qué quiere que le diga. A mí, en este medio, el tuteo me parece cosa falangista, camaradas que se tratan virilmente. Me pongo a pensar y a evocar y me sale, claro, el franquismo que exhumo en el post. Prefiero ser decimonónico a franquista.

  13. En este medio y en cualquiera, queridísimo Justo (gracias por su bienvenida y por sus palabras siempre cariñosas. Ya vine a felicitarle por el triunfo cellístico de su niña, pero no debió verme); el tuteo indiscriminado es falangista, y diré más: es de curas y monjas, que siempre tutean y de Borbones. No, caballeros decimonónicos no, simplemente caballeros, gentes educadas y sensibles que sólo poseímos la educación y el sentido del respeto que nos dieron nuestros padres.

    Pavlova me encarga que les abrace de su parte; está con una de sus crisis cirróticas :-)

  14. Pues ya veo que, en la vida callejera y doméstica, somos todos una camada de falangistas, una curia, un corrillo borbónico. Vaya por dios, quién lo diría;-)

  15. J. Serna y el «exceso cinegético» de Franco. No está mal pero lo que dice es chascarrillo. El caso daba para más. Alguien puede hacer una interpretación psicoanalítica? Serna se calla.

  16. ¡Doña Ana! cuanto tiempo… su verbo sigue tan acerado y acertado como siempre. Sí, suscribo cuanto nos dice sobre la pervivencia, aún, en nuestra sociedad actual de vicios violentos contra los seres vivos. Yo sólo señalaba la diferencia tremenda entre nuestro hoy y aquel ayer. Pero sí, si aquel ayer fue coherente en su brutalidad, desde los Semicachibufas hasta Su Excelencia, nuestro hoy presenta unas incongruencias brutales en ese ámbito.

    Don Juan, una vez más le he de agradecer sus viajes por You Toube. Las tres partes del mini documental sobre el funcionamiento de nuestro sistema económico son espléndidas, claras y contundentes. Deberían pasarlas en los programas de formación de más de un partido que se tilda de progresista. Puede que tengan mucho de planteamiento para párvulos – lo que es de agradecer tras tanta palabrería vacua y ampulosa de los “expertos” – pero, lo temible, es que nuestros dirigentes políticos, o no alcanzan ese nivel y no atajan lo que se denuncia o si lo alcanza, callan y no lo corrigen, demostrando cuán impresentables son (y el que los votó, por votarlos, en vez de botarlos, también). Y, por otra parte, que nuestros dominantes económicos, que de sobra lo saben, esos sí, vaya, actúan con total impunidad y pasividad ciudadana.

    En fin, don Pedro, ¿ud cree realmente que una aproximación especulativa – por no decir charlatanesca –a la costumbre cinegética de aquel ex-general nos iba a ayudar en algo para comprender las obsesiones y angustias del enano? Sepa que uno de los colectivos más amantes de la caza, el boxeo y los toros es el médico. Precisamente el grupo humano en quienes confiamos nuestra salud y que, Hipócrates nos asista, ha consagrado su vida a la nuestra, resulta ser uno de los más sangrientos y violentos en sus gustos. ¿Habría que vincular a ese sr. muy, muy bajito, q.e.p.d. con nuestros sanadores? No, mire, si ud. quiere buscarle razones de subdesarrollo mental de aquel dictador, deberá navegar por otras aguas, por ejemplo, la de su altura ridícula, la de su endeblez física, la de su voz aflautada, la de sus noviazgos fracasados, la de ser hijo incapaz, hermano fracasado y marido impotente, la del frustrado y desesperado por destacar en algo, aunque sea en ser el más sanguinario, porque hasta el general Millán Astray (al que el otro día citaba) lo superó en arrojo y “baraka”. El tipo, Paquito, como le llamaban sus compañeros de promoción en la Escuela Militar, en fin, no ganaba ni al parchís. La caza contemporánea es un acto salvaje y cobarde por si mismo, no por que la practicara ese sr. Centrémonos en sus crímenes concretos y dejemos el psicoanáisis para charlas especulativas.

  17. Interesantísimo diálogo el que mantienen «ustedes-vosotros», como tercian en Andalucía entre lo decimonónico y lo familiar, no necesariamente falangista. Sólo un reproche a mi buen Kant de quien me sonroja que él también llame circense al juez Garzón. Medite usted caballero Recatalá y repase hemerotecas, y no me refiero sólo a quien encarceló a Pinochet y puso en marcha los procesos a los generales golpistas de Argentina, sino a quien desenmascaró al Felipe de los GAL, a quien va a conseguir al menos que exista (su auto es una joya documental) constancia de la barbarie asesina de postgierra, que asombró al propio Conde Ciano en su informe a Mussolini como recuerda hoy Fanny Rubio oportunamente en El País.
    Si hablamos de la «pasión mediática» de Garzón estamos haciendo un favor… por ejemplo, a la goebelesa Aguirre a quien tan acertadamente describen más arriba nuestras compañeras, a la AVT, a Pío Moa y a toda la ralea neofascista que ladra día y noche ansiosa por volver a hincar el diente. Eso: centrémonos en los crímenes concretos y dejemos el psicoanálisis a Garzón para la prensa enredadora y embustera.

  18. Doña Ana, téngame usted a raya a la señora Pavlova con el tema de la bebida, porque luego se nos enreda en el tutú.

    Ya la ví por aquí, como bien dice, felicitando a don Justo por el concierto de su hija. Quería haberla saludado en ese momento, pero no recuerdo porqué no lo hice. Ya sabe que me encanta intercambiar párrafos con usted (y con Pavlova, claro), precisamente porque lo que podría parecer lejanía en el tratamiento, es amabilidad abrumadora en ustedes. No por mucho tutear es una más amiga que nadie…¡digo yo!

  19. Por cierto, don Miguel, lo del «ustedes vosotros» siempre me hizo mucha gracia. Pero aunque sea un tópico, hay que decir que nadie como los andaluces en cuestión de gracia y oportunidad en el empleo de las palabras.

    Yo tuve un padrastro con el que no podía parar de reír, porque cualquier cosa que dijera sonaba como un chiste. Lo que es llorar, a su lado, sólo podía ser de risa. Y no porque no hubiera dramas en su vida, pero la forma en que los contaba los acababa convirtiendo en sainetes.

    ¡Ah! Tengo que decirle que estoy de acuerdo (y mucho) con usted en lo concerniente al juez Garzón. Yo creo que nuestro amigo Kant, a veces, se empecina en atacar a todos aquellos que (siempre según él) se tildan de progresistas. Debería sacarnos de dudas y decirnos claramente quienes son y quienes no son progresistas, para que la gente de cortas luces sepamos a qué atenernos en esa cuestión.

  20. Gracias por la bienvenida :-) pero no he dejado nunca de leerlos a diario, lo que ocurre es que no tenía nada que decir, unas veces por falta de tiempo, otras por estar en excesivo desacuerdo con algunos de ustedes, lo cual suele llevar sólo a la discusión más áspera, cosa que trato de evitar por todos los medios. Otras por alicaimiento otoñal. Alguna cosa he dicho, lo que pasa es que no me miran ¡¡Snifff!!

    Totalmente de acuerdo con el Señor Veyrat en cuanto a lo del juez Garzón y he de confesar que, pese al entusiasmo que me produce casi todo lo que hace (que quede claro que he escrito «casi»), me resultaba profundamente antipático y escribo en pasado porque le presencié un gesto divertido y simpático que me hizo reconciliarme con el Garzón persona. Asistí hace unos años, en el Círculo de Bellas Artes, a la presentación de Nueva Izquierda, donde quedé absolutamente subyugada por el talento y a mesura de José María Ridao. Al terminar el acto, en el vestíbulo, Garzón charlaba con unos amigos junto a mí, que estaba con los míos. Una señora, que debía ser sorda porque hablaba con tono de hacerlo muy bajito, pero a gritos, le decía a la amiga con que iba: «Mira a Garzón, tan socialista y lleva un traje carísimo: es un divo». Garzón la oyó, como la oímos todos y, muy sonriente y dirigiéndose a la señora, se abrió la chaqueta y le enseñó la etiqueta de dentro donde podía leerse «Zara», mientras le decía, con un parpadeo coqueto: «Lo que pasa es cuando se tiene esta percha, cualquier cosa parece alta costura». Es algo que jamás pensé que podría hacer o decir Baltasar Garzón y que me hizo rectificar el concepto que tenía de él. Seguramente les parecerá una tontería.

    Pavlova se recupera a base de anís con mosto, que dice que es muy digestivo y le agradece su atención, Marisa.

  21. Le recomiendo a Pavlova, mejor que el anís con mosto, brebaje incalificable hasta para una rusa, el Pedro Ximénez «Venerable»; es caro pero levanta a un muerto. También la London Gin nº1, de color azul agua marina y compuesta por diecisiete hierbas silvestres, aparte del enebro. Destilada en alambique. Sola o con poco hielo. que así, de primeras, me produce como… no sé, no me atrevo. Animo Ana Serrano, no haga caso del otoño ni las tesis de Durkheim.

  22. Serna. Dirá algo sobre la colección de poesia de «El Pais»? O sobre lo que dice el Whasington Post sobre Obama-Zapatero? Espero

  23. Gatos asesinados en masa porque sobraban o por pura crueldad -impactante relato, Alejandro-, bandas callejeras de malhechores,el rumor de viejas conversaciones en voz baja para que «no nos escucharan los vecinos»… Tengo la impresión de que la figura a la que se dedica el post de estos días no nos suscita más que asociaciones negativas. Yo, por seguir recordando el manual cotidiano de supervivencia en una dictadura, recuerdo la frase frecuente de mi abuela a mi abuelo «tú no te signifiques, ¿eh?», interprétenla porque tiene su miga. También recuerdo la bronca que le pegó mi tia a mi tío, cuando ya en plena Transición -aún sin más costumbre que la del miedo y la obediencia- optó por presentarse en las listas de su pueblo por la UCD, y le dijo gritando que «tú haz lo que quieras, pero piensa que eso luego lo pagarán tus hijos, y tus hijos son míos» Interpreten porque la cosa tiene todavía más miga.

    Es una obviedad decir aquí que el régimen me parece una catástrofe para España, que su estilo de retorno cutre y sin estilo al Medioevo no fue sino la recuperación paleta de aquello de Santiago y cierra España, que sobre la conciencia de quienes continúan rumiando con nostalgia la memoria del dictador -y hay más de los que jóvenes como Lillo pueden imaginar- pesa un ejercicio criminal horroroso y sistemático… Hubo un tiempo en que se asesinaba a disidentes o se apalizaba y acojonaba a gente más o menos «poco esclarecida» en su adhesión con la misma frialdad y las mismas risas con las que se exterminaba a los gatos en la narración de Lillo o en la de Darnton.

    Dicho todo lo cual, creo que sería bueno forzar todavía un poco más la memoria. Entre los pedazos de esa microhistoria que entre todos intentamos recoger en este blog, debemos dirigirnos más que nunca a esa aventura cotidiana falsamente gris en que se debatían por ejemplo mis padres o mis abuelos. Si el Régimen fue «autoritario» y no «totalitario», como a veces se discute, creo que fue simplemente por falta de talento de sus mandarines, los cuales no eran capaces de confinar almas y cuerpos hasta el punto de inundar con un ideario serio la vida pública y la privada. De haberlo hecho, y para eso hubieran necesitado falangistas y no tecnócratas, acaso no hubiera durado tanto Franco. Eso explica por qué la cotidianeidad que nos relatan algunos mayores no sospechosos de lealtad franquista -como mi padre- no es tan terrorífica, tan orwelliana, tan al gusto de Franco en cada pequeño detalle vital como a veces se piensa. El mundo de la vida, esa lógica tan indescifrable en que se trama la vida comunitaria se abre camino siempre, con sus ilegalismos, sus gestos rituales intraducibles para el policía de turno, sus momentos de lujuria y hedonismo, están pese a todos siempre presentes. Creo que debemos aprender algo también de todo ello, creo que hemos de saber admirar esa capacidad de nuestros mayores para respirar y vivir incluso en las circunstancias más adversas, incluso cuando no fueron capaces de atreverse a levantar la voz y denunciar los abusos de la autoridad salvo en los estadios de fútbol o en la privacidad del lecho conyugal.

    «Con Franco éramos más jóvenes», eso decía una pintada hacia el 78 o 79 en la valla de mi cole. No lo entendí entonces. Hablando con mi padre, llego a la conclusión de que eso, el hacerse mayores sin delicadeza, era lo que ni el propio Franco podía quitarles a sus súbditos. El régimen envejecía, el dictador se relajaba y aburría y extendía sus horas de asueto cinegético, mi primo le traía revistas guarras de Inglaterra a su padre, la gente se hacía mayor y esbozaba una sonrisa cuando los curas y las beatas ponían el grito en el cielo por la impiedad de la juventud o el guardia civil de turno te amenazaba con el calabozo por morrearte en el tontódromo con tu novia.

    Queremos ser nietos de Durruti y del protagonista de «Soldados de Salamina», pero, cuidado, somos hijos de gente que, a su manera, sin «significarse», luchó metro a metro por construir una vida digna y sacar adelante a sus hijos sin que hubieran de sufrir las humillaciones de cartillas de racionamiento e inmigración a las fábricas de Alemania porlas que pasaron ellos. Por cierto, a mi madre se la ve muy nerviosa en la foto de bodas. «No era por la boda en sí», me dijo, «es que apenas unas horas después nos íbamos tu padre y yo para Alemania». Se fueron como tantos otros con una mano delante y otra detrás, pasaron un frío de cojones y aguantaron cosas que me recuerdan mucho a las que ahora les hacemos pasar a nuestros ecuatorianos y demás.

    El franquismo tuvo también su microhistoria, y esa no la escribió él, tampoco sus declarados enemigos. Eso fue cosa de la gente.

    El tema Garzón debe suscitar análisis muy cuidadosos,creo, si digo lo que realmente pienso, que me parece la figura más excepcional que han dado los treinta años de democracia española, adelantamos muy poco. Creo que requiere otro debate específico, si me aceptan la sugerencia.

  24. Hace tiempo que no leo comentarios tan interesantes como los que han colgado D. Justo y todos ustedes.Ninguno tiene desperdicio.
    Quiero decirle a D. Kant que el colectivo médico no es más aficionado a los toros, al boxeo o a la caza que cualquier otro colectivo humano.Incluso me atrevería a decirle que esas aficiones se dan más entre los campesinos y entre los aristócratas.He procurado ilegalizar el boxeo, porque produce una destrucción física del cerebro.También le puedo decir que no soy cazador y conozco muy pocos cazadores en mi entorno profesional.¿Taurinos?Hay muchos más,sobre todo entre los de más de 50 años.Me produce un rechazo total y absoluto a eso que llaman «Fiesta Nacional», para más inri.
    Voy a dicer la «boutade» del día. Franco no organizó su régimen.Le mantuvieron en el Pardo los que querían reconquistar el poder secular a bombazos y a tiros.Franco no repartía canonjías en las cacerías.Solo las pasaba de mano.Hoy de este a aquel,mañana de aquel al otro.Necesitaban un espadón, que además no quisiera meterse en política.Esa la hacían ellos,como siempre a lo largo de la Historia.Lo necesitaron para cargarse a Mola, a Sanjurjo, a José Antonio, que si que querían hacer política y que querían apartar a todos los que habían mandado siempre, para mandar ellos. Mola, el fascismo militar.Sanjurjo,el Ejercito. José Antonio, el fascismo a la española,.¿Se imaginan a Mola en la Jefatura del Estado?.¡Ese si que mandaba y si que estaba al pie del cañón y no de cacería!.Franco era un indolente,más próximo al sargento chusquero que al heroico general.Me gustaría que alguien estudiara,que comía, de verdad, el General. Estoy convencido que su dieta estaba muy alejada del ascetismo.
    ¿Garzón?. Es un lebrel.Solo levanta piezas,pero no caza ninguna.
    ¿Aplastar gatos?.Me contaban que en el cauce del río, hay una manada de gatos ¿se dice así:manada?. a los que unos amigos biológos han estudiado su comportamiento.Han visto que todas son gatas, menos uno,el macho.No se explicaban porque solo había un macho,cuando de vez en cuando,se producía un alumbramiento de varios gatitos,entre los que,obviamente, habría algún macho.Observaron que cuando había un alumbramiento, el gato macho, cogía a los gatitos machos con la boca y se subía a un árbol,desde donde dejaba caer a los recien nacidos.Todos morían espachurrados.
    No les cuento los silencios de mi padre.No había cuchicheos.Solo silencio.
    En cuanto al tuteo,por algo me resulta tan molesto.Es una expresión actual del fascismo que está introducido en nuestra sociedad,sobre todo en nuestra juventud, sin que nos hayamos percatado ni nosotros,los viejos, ni nuestros jovenes.

  25. Sus entradas, sus últimas entradas, David y Arnáu en especial me llevan a una reflexión acaso algo insensata: creo, percibo que estamos cambiando si no de estilo, sí de manera de expresarnos, que ha ocurrido en este país, desde la reaparición en tromba y sin careta de los fascistas en todos los medios y foros tanto políticos como mediáticos, con su lenguaje bronco, embustero y sin ambages, la recuperación de la lengua abierta y sin tapujos ni pelos recrecidos. No hablamos «lalangue» ni lengua de trapo o palo. La sinceridad que rezuman sus comentarios hace tiempo que no la leía sino en algunos periódicos nítidamente partidarios. Enhorabuena. La Santa Transición está siendo descanonizada. ¿Sería posible que el miedo de los «cuarenta años» hubiese legado hasta hace unos pocos meses? Y sí, nos despachurraron, al menos a muchos de nuestros padres, como a gatitos, simplemente porque sobraban. Yo nací en el 38, poco antes de que Franco y sus bandoleros entrasen en Valencia, pienso que podría haber sido uno de esos gatitos, si no aplastados contra un muro, al menos vendido o «confiado» a algún padre regenerador de rojos… como estos días vienen revelando los diarios. Pensaban algunos que eso sólo había sucedido en Argentina…

  26. ¿Obama y la poesía?

    Perdonen mi silencio, pero he estado fuera. Paso a leerles. Antes les pongo por escrito una reflexión que me ha provocado la lectura de una Tercera de ‘Abc’ firmada por Eugenio Trías. La he leído en papel pero pongo el enlace por si les interesa.

    http://www.abc.es/20081123/opinion-tercera/donde-arrecia-peligro-20081123.html

    Resulta ambivalente la sensación que me provoca. Por un lado, Trías se abandona a lo sublime-racional de Obama: a esa clarividencia y a esa oratoria por tantos celebrada. Sería un hombre capaz de captar lo que esta época demanda. Le parece que Obama es epítome de nuestro tiempo. Trías vuelca tanto en él (como otros que celebran a Obama como poeta), que da miedo una expectativa tan desmesuradamente poética. «También las personas son actores responsables, capaces de modificar el relato histórico», dice. Y añade: «Barack H. Obama ha sabido descifrar el código genético de nuestro tiempo, su piedra de Rosetta. Nadie hasta él había conseguido hacerlo con una maestría tan deslumbrante». Sin duda, ha sido hechizado por el embrujo de Obama. Hasta tal punto es así que cree llegado el fin del simulacro, dice citando a Baudrillard (saludos, David). En nuestra era no se daría el fin de la pasión política (como predicaba Josep Ramoneda, su antiguo compañero del Col·legi de Filosofia), sino su regreso: «La política, cual Ave Fénix, renace de sus cenizas. No vivirá Baudrillard para darse cuenta de que la reducción de todo a simulacro ha terminado. O para constatar la falacia de toda precipitada ontología de lo virtual». Creo que es aventurado ese dictamen. Cita unos versos de Hölderlin, que yo también creo haber citado numerosas veces. Trías los reproduce en esta versión:

    «donde hay peligro / crece lo salvador»

    Esa versión me inquieta. Prefiero la que siempre he leído:

    «Pero donde está el peligro, / allí nace lo que salva»

    Curioso.

  27. Sí, lo que salva es casi siempre manejado por un «salvador», precisamente a lo que se refiere Trías nombrando a Obama: un chamán. No sé lo que es peor. Conozco a Eugenio Trías mesiánico desde los 18 años, cuando era miembro numerario del Opus Dei, luego fue maoísta, ahor ha vuelto a «creer» de un modo peligroso. Pdero sigue siendo amigo mío y es uno de los profesores de estética que ha aupado a mi hija Adriana como escultora. Su artículo es muy propio de la Tercera de ABC, aunque habrá cabreado al 90 por ciento de sus lectores…

  28. Dicho de otra manera con mi respeto a mi maestro Hölderlin: Allá donde está el peligro, hay que ponerse a cubierto…

  29. Vaya, vaya, vaya… usé con mucho tiento el concepto “circense” a la hora de tildar al sr. Garzón. Ninguno de uds. ignora que en «circo» se encuentra un sinónimo de “espectáculo”. Me tendrán uds. que demostrar que ese sr. no ejerce su oficio con espectacularidad pues considero que mi adjetivo responde exactamente, reitero, exactamente, a su actitud tal como los hechos me avalan. Creo que la visión más precisa que se puede hacer es la de don Arnau, es un lebrel. Me ratifico en ello y aún apostillo: un lebrel de circo.

    Un juez, me lo concederán, es un juez, no una parte interesada. El sr. Garzón – y será lo único que apuntaré de él – no lo ha entendido nunca aunque el hincha futbolístico más lerdo lo comprenda. Y a la gran primera plana de cada una de sus hazañas judiciales han sucedido, al paso de los meses, pequeñas noticias perdidas en “sucesos” en los que se informaba que aquella fabulosa cúpula de no se qué organización terrorista había salido a la calle por haber sido detenidos sin pruebas fehacientes, y aquel otro complejo mafioso veraneaba plácidamente en la playa dado que fue incapaz de inculparlo de nada tangible, y podríamos seguir repasando esa carrera de titulares de prensa, grandilocuencias iniciales y naderías finales.

    Si preocupante puede ser que la Justicia – que por definición debe basarse en la serenidad, la equidad y el temple en la aplicación de las leyes – quede al albur de excentricidades como la citada, no deja de sorprenderme su defensa casi coral en este «blog». Si me lo permiten, por su orden de intervención:

    Precisamente, don Miguel, las hemerotecas son las que me dan la razón, no me la quitan.

    Doña Marisa, no. Yo no me empecino en atacar a los que se titulan “progresistas”, me limito a señalar a los embaucadores. Si una vez señalados estos quieren seguir al flautista, como ud comprenderá, a mí me la trae al pairo, yo vivo de los flautistas. Sólo ruego una cosa: luego no se lamenten.

    Amén de que, como todos vamos siendo mayorcitos, se rogaría que a la hora de ver el mundo le diéramos algún matiz. Esto del mundo en blanco y negro (progresistas / no progresistas) podemos dejarlo para los adolescentes; la vida madura, creo, pasa por los colores – como aquella magnífica colección de cromos “Vida y color” – a ver si con un poco de esfuerzo logramos liberarnos de esos planteamientos tan elementales y empezamos a hacer uso de la crítica más allá de la teoría.

    Ah, sra. Serrano, un gran lugar para encontrarse con el sr. Garzón, ¿sabe?, por razones que no vienen al caso he compartido con él mantel (espléndido), hotel (de tantas estrellas que parecía una constelación) y plaza de toros (en lugar preferente) en ágapes y jaranas generosamente pagadas por el Partido Popular con el dinero de los valencianos (por cierto, compartiendo con el sr. Vargas Llosa – otro que tal baila – las mismas prebendas), así que le cambio su “foto” de socialdemócrata izquierdista por la mía de panzista conservador.

    Sí, coincido con don David: si se quiere hablar del sr. Garzón o mejor, de la instrumentalización de un oficio funcionarial público en beneficio personal y, por ende, privado, se requeriría de otra aproximación al tema.

    Verá, don Arnau, mi afirmación sobre la relación de la praxis de la medicina con el gusto, en tiempo de ocio, por actividades crueles y sangrientas deviene de una parte de mi extensa familia, en este caso, la dedicada a la medicina. Afortunadamente para mí, son miembros de su colectivo laboral que coinciden en su visión de las cosas aunque, no por ello, son menos conscientes de la tremenda contradicción – no imputable ni a campesinos ni a aristócratas – de proclamarse adalides contra el dolor y la muerte y ser impulsores y practicantes de tan salvajes pasatiempos. Su valor individual – como el de mis tíos médicos y cirujanos (en este caso, cardiólogos) – es indudable pero no es, ni muchos, extensible al colectivo en el que se mueven, precisamente el que debía dar ejemplo de vida no violenta.

    Por lo demás, sí, sr. Veyrat, coincido plenamente con sus reflexiones e inquietudes del 23 de noviembre a las 8 hs. 59 min.

  30. Señor Kant, yo me limité a señalar que usted usa -no digo que abusa- el calificativo de progresistas con mucha asiduidad, casi siempre para flagelar a los que usted imputa como tales.

    No seré yo quien utilice el blanco y negro para delimitar cuestión alguna, porque sé, por propia experiencia, que además de los colores (tantos y tan variados en la naturaleza) existe también una gama infinita de grises.

    Y tampoco me quejaré de que me considere usted una adolescente, a mi edad. Un poco, sí,me molesta lo de inmadura. No por nada, pero creo que no tiene usted suficientes certezas sobre mí para endilgarme tal adjetivo, que si bien usted lo utiliza de modo general, yo me doy por aludida porque lo incluye en una respuesta que va dirigida a mí.

    Por otra parte, ya hace mucho que expliqué que, si me gusta este foro, es precisamente por su elevado tono académico, del que no puedo sino extraer grandes enseñanzas. Y, a fé mía, que las encuentro a diario, afortunadamente.

  31. Muchas gracias, doña Ana, por ese estupendo relato. A algunos corazones no les hablanda nada, ni la inocencia de una niña, ni el amor de una madre. Es muy tierno y sobrecogedor a un tiempo. Enhorabuena.

  32. Siguiendo el consejo de Justo leo de urgencia el artículo de Trías y me pasmo. De no ser porque llevo décadas tomandome en serio a este filósofo, pensaría que se ha vuelto definitivamente loco. No sé a qué viene tanta grandilocuencia, que termina sonándome a mal estilo… Increíble que esta especie de panfleto propio de un speaker de mercado londinense -«alegraos, dios os ama»- sea propio del mismo autor de «Tratado de la pasión». ¿Qué le vamos a hacer? Todos estamos expuestos a que la imprudencia sobrevenida con la decrepitud, cuando uno ya no tiene amigos que le instan a la prudencia, le haga saltar a la palestra para iluminarnos a todos con sentencias lapidarias. Qué pena.

    Hablando de Ramoneda -desconocía que hubiera sido compañero de pupitre- le recuerdo un texto que se asocia a lo que Serna comenta. «La política está en otra parte», de hace un par de años en El País. No decía exactamente lo mismo que Baudrillard, quien declara que la política en nuestras sociedades contemporáneas no vive ni tampoco ha muerto, sino que es una especie de zombie maquillado que hace proliferar sus signos por todas partes por que ya no es un verdadero agente activo y capaz de producir sentido, tal y como sí lograba en otros momentos de la historia. La posición de Ramoneda se le acerca, pero es menos «filosófica» y nihilista. La idea es que la maquinaria de poder, la agencia capaz de difundir instrucciones realmente operativas, se ha trasladado desde los centros de los Estados-Nación hacia los multinacionales del capitalismo globalizado, culminando en la era de Internet y la hipermovilidad del capital el proceso de desestructuración de las instituciones públicas que se ha inscrito desde siempre en el programa liberal. Si esto es así, la euforia en torno al nuevo Kennedy no es sino el efecto de sugestión de habernos comprado un coche nuevo. La máquina sigue sin funcionar, pero los signos que produce, los ruidos que emite su motor son ciertamente ostentosos y atractivos. Necesitábamos algo así para creernos que los gobiernos todavía deciden y, los americanos, para aferrarse a la idea -lo contrario les resulta insoportable- que América todavía domina el mundo. Seguir en la ilusión justifica poner a un negro en la Casa Blanca.

    Existe el poder, claro que sí, por eso han muerto miles y miles en Iraq y por eso los especuladores han hecho que -criminalmente- suba el precio de los alimentos entre los desgraciados del mundo… pero el centro de distribución de órdenes se ha desplazado. Lo perverso es que a los políticos se les paga para que, atrayendo una y otra vez el interés mediático sobre sus peleas, sus declaraciones explosivas, sus infidelidades sexuales o sus purgas de partido, vendan el caramelo de que dicho desplazamiento no se ha producido, de que aún nos representan, de que aún vale de algo nuestro voto… la ilusión de que los ciudadanos, tal y como promete la democracia fundacional en la Asamblea Nacional francesa o en la Constitución americana, es que el pueblo es el único poder instituyente.

    No sé cuánto tiene de verdad este planteamiento, probablemente tenga mucho de escepticismo anémico, esa «costra de escepticismo nihilista» a que se refiere Trías en su artículo. Pero sinceramente, prefiero ser inteligentemente desconfiado que despertarme por la mañana con el alma conmocionada por la llegada de un nuevo Mesías, sobretodo por la cara de gilipollas que se le pone a los que así se regocijan.

    Fue un gran filósofo, pero no superó todo aquello de la Muerte de Dios sobre la que se pasó la vida escribiendo. Volvamos a sus viejos libros, cuando aún merecía la pena leerle.

  33. […] entrecomilladas o sin entrecomillar. ¿Cuál es el el primer sitio que aparece? Pues este blog. En concreto, un post mío dedicado a dicho asunto y fechado el 20 de noviembre de 2008. Todos los años, por esas fechas, le dedico al Caudillo unas palabritas, una reflexión, un […]

  34. Muy Sr. mío.

    Estoy haciendo un estudio de la mano izquierda de franco. En concreto del accidente que la dañó. Quería preguntarle si existe algún documento al respecto, e imágenes de su mano en las que aperezcan las secuelas de dicho accidente.
    Muchas gracias. Le envío un cordial saludo.

    Alfonso Romero.

  35. Sr. Romero, mi conocimiento de la materia no alcanza. Carezco de otros datos, y bien que lo lamento. Ignoro si hay pruebas documentales. Supongo que sí: debe de haber algún parte médico, radiografías e incluso fotografías. Otra cosa es que sean de acceso público.

    Un saludo

  36. otro asesino de animales como el rey? Hasta los pobres son mas humildes que estos abnormales.

  37. hola kant, estaria muy interesado que me contaras cosas de la banda del mao pues ando queriendo escribir algo de aquella epoca
    te dejo un correo peronmv@hotmail.com
    gracias

  38. hola kant, puse mal el correo,diculpa .estaria muy interesado que me contaras cosas de la banda del mao pues ando queriendo escribir algo de aquella epoca
    te dejo un correo pedronmv@hotmail.com
    gracias

  39. Yo también recuerdo la primera vez que de niño me permitieron coger la escopetilla de plomos que se guardaba en lo alto de un armario de la casa del pueblo de mis abuelos. Era un modelo V de Cometa, que a cada año iba acumulando más roña por los meses que pasaba abandonada durante el invierno. Para cuando le puse las manos encima, en mi casa hacía tiempo que mi madre había erradicado la costumbre de mi padre de matar pajarillos con ella para la cena. Algo de los insecticidas del campo dijo. Ya entonces yo sabía que en el fondo le molestaba que disfrutáramos «cazando». Así que la primera vez que le acerté a un gorrión, que cayó aleteando con frenesí por un lateral del tejado y aterrizó a un metro de donde mi madre tomaba el sol en bikini (era lo único a lo que se dedicaba allí) yo puse cara de afligido y dije haber errado el tiro, que no tenía intenciones letales, sino que iba dirigido a impactar cerca para ahuyentar a los pájaros que estropeaban el tejado haciendo sus nidos entre las tejas. A la falsedad, con falsedad respondí. Ni a mi madre le preocupaban los insecticidas, ni a mí me afligía haber matado a un pájaro. Desde entonces siempre he sentido que aquellas gentes tan amariconadas como para sentirse mal por la muerte de un pájaro son mis naturales enemigos. La falta de testosterona que hay que tener, aún siendo un niño, para llorar por la muerte de un gato es algo que escapa a mi entendimiento. Y no lo digo figuradamente, sino en un sentido totalmente literal. Ni a mi hermano ni a mí nos inquietó jamás que los pájaros que cazanos, o los peces que pescamos, murieran por causa nuestra. Y en cambio mi hermana, que una tarde de pesca que se nos dio especialmente bien nos acompañó, al final de la misma y después de divertirse como una más arrastrando por el sedal los peces a la orilla, contempló el brillante espectáculo de brillos escamosos que componía el conjunto de nuestras capturas. Hizo recuento del número de ellas, y solemnemente nos dijo que habíamos extinguido aquel número de vidas, y que aquello la hacía ahora sentirse horriblemente mal. Creo que nunca volvió a pescar nada. La sensibilidad pastosa y llorona hacia los animales, hasta el punto de encontrar hirientes la naturaleza de la caza o la pesca, son propias de seres afeminados sin lugar a dudas. Por desgracia nuestra civilización se ha visto infectada por ideas antinaturales, que han trastocado la lógica que debe guiar el desarrollo de una moral que sirva al propósito de fortalecer el alma de un pueblo, y se ha abonado la profusión de sentimentalismos infantiles e histéricos, hasta el punto de que todo tipo de teorías y movimientos absurdos proliferan como la mala yerba. Un día los progres no tendréis lágrimas suficientes para llorar por lo que hoy le estáis haciendo a Europa, por corromper su espíritu hasta la médula, y entregarla indefensa a sus enemigos. Pero entonces ya será tarde, y los cuerdos seremos arrastrados al abismo y a nuestra extinción con todos los locos.

  40. […] Avui, dia 13 de novembre de 2020 podreu veure a La2 a les 22:15 aquesta pel·lícula de Luis García Berlanga. Forma part de la trilogia de la família Leguineche juntament amb Patrimonio Nacional (1981) i Nacional III (1982). Per fer-la, es va basar en les caceres del dictador Francisco Franco. […]

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