Lo que voy a comunicar va a tener un interés muy limitado. Pero me veo en la obligación de decirlo. Es un episodio, uno entre tantos, de esos que separan a autor y editor. Aunque bien mirado, en este caso la rencilla es entre dos autores (uno de los cuales ejerce también de editor).
Por abreviar: desde hoy yo ya no soy autor de Punto de Vista Editores. Dejo dicho sello en el que José Luis Ibáñez Salas me ha publicado varios libros: dos en colaboración con mi amigo Alejandro Lillo. Del mismo modo quedo apeado de Anatomía de la Historia.
Por supuesto no quiero implicar a nadie en estas decisiones, esperando que esos amigos continúen sin problema. Dos razones me han llevado a tomar esta decisión.
La primera, el propio rumbo de Punto de Vista, sello digital que se planteó publicar también en papel. Esto ha quedado desechado. Sólo habrá publicación impresa si es por petición bajo demanda. Esto es, uno a uno. Considero un error descomunal dicha opción, como así se lo he hecho saber a su responsable. Infructuosamente.
La segunda razón de mi abandono es el trato cada vez más arisco y soberbio del editor, que hasta en público me reprende con sus ocurrencias cuando éstas son eso: meras ocurrencias que yo buenamente le he intentado corregir.
Sin duda, le deseo que le vaya muy bien, como a los autores que él publica. Ahora bien, lo que ya no podrá decir es eso de lo que, al parecer, estaba tan orgulloso y repetía: «yo soy el editor de Justo Serna».
Es decir, he dejado de ser un autor de Ibáñez Salas.
Saludos.