El enojo de Francisco Camps.
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(De nuestra redacción)
«No me vas a grabar más, ladrón, plumilla». Eso es lo que ayer pudo oírse en un embarcación de lujo fondeada en el Puerto de Valencia.
Lucía el sol del mediodía y una suave brisa, tan común en nuestras costas, refrescaba el bienestar de los naturales. Esa paz de la playa levantina se vio, sin embargo, alterada. Alguien estaba gritando con mucha determinación. Daba grandes voces. No hacía más que repetir: «No me vas a grabar más, ladrón, plumilla».
Al parecer, la víspera de su declaración ante el juez, Francisco Camps pasaba unas horas de relax en un conocido paquebote, creyendo estar a resguardo de los cotilleos.
No es infrecuente que en el muelle atraquen. Allí pueden verse naves de gran eslora. Embarcaciones atracadas, en efecto, en las que propietarios e invitados disfrutan lejos de la ciudad.
El expresidente, muy desmejorado y visiblemente alterado, hizo ayer esas manifestaciones («No me vas a grabar más, ladrón, plumilla») al ser sorprendido en el velero de unos amigos. Se asomó a cubierta.
Abordado por un periodista que chillaba desde un pequeño bote, el expresidente le espetó: «Hoy no me sigues, te pongas como te pongas, rompo cámaras, micros…»
A su lado, una dama desconocida para el gran público, pero de mucho garbo, le apuntaba al ex mandatario algo muy coherente: «Dientes, dientes, que es lo que les jode».
Verdaderamente, el enojo de don Francisco Camps era bien ostensible. Tenía el rostro desencajado, con ojeras oscurísimas, con orejas puntiagudas y, en fin, con el rostro mal rasurado. Las manos parecían garras o algo peor, como muestra esta instantánea tomada por el reportero. Estaba haciendo un gesto salaz.
Mientras tanto, el expresidente no dejaba de decir: «el carrete. Dame el carrete». Se refería, como es obvio, al negativo. Felizmente, el improvisado retratista pudo regresar a la redacción, a nuestra redacción, dejando el carrete fotográfico. Eso sí, con una sola instantánea.
No es excelente el resultado de la toma, calidad Fujifilm, pues tiene algo de grano y sin duda la película estaba un pelín deteriorada, pero el testimonio del enojo presidencial bien vale su reproducción. Aunque en el retrato ya se le ve más calmado, lo cierto es que el expresidente hacía ademanes de mucha lujuria.
La redacción de ‘El Faro del Turia’ no ha podido precisar más pormenores. Ni el significado de esos gestos ni el paradero del retratista. Desde que entregó el carrete en las oficinas, el reportero anda igualmente desaparecido.
No es para tomárselo a guasa, apreciados lectores, pero los periodistas, sus colegas, todos nosotros, estamos buscándolo. Temen, tememos, lo peor: que regresara al paquebote. Según fuentes que desean permanecer en el anonimato, la embarcación tuvo que partir al instante sin atender al práctico ni a las autoridades portuarias.
Si es así, no sabemos en este momento en qué lugar se halla el corresponsal que temerariamente volvió al lugar de los hechos. ¿Acaso subió a la embarcación? ¿Se hizo con el gobierno de la nave? ¿Fue salvajemente reducido por los guardaespaldas?
Continuará…
Una exclusiva de nuestro periódico, El Faro del Turia.