Tras mis protestas públicas, tras mi justificada rabieta, Antonio Jose Huerga me ha telefoneado. Me ha pedido mil y una disculpas por su insólito silencio, por su rara descortesía: la de no devolverme llamadas o mails. Ya está todo aclarado y se ha comprometido a remitirme la liqidacion de el ‘Bestiario’ hoy mismo. Con su talonsito. Como decía Lola Flores.
Ay, si no fuera por los medios de comunicación: teléfonos, redes sociales, etcétera.
Me extrañaba que una persona como Antonio, querido en el mundo editorial y hombre sensible, obrara como un pirado o como un pirata. Las conversaciones que hasta ahora había tenido con él eran corteses. La llamada que hoy he recibido ha descartado todo rencor, resquemor y enojo de mi parte. Espero que Antonio no adopte actitudes tan poco congruentes con el mundo editorial. Podría pasar fácilmente por un maleducado si se encierra, si se sigue encerrando, en mutismos irracionales. Poniéndome por testigo, Huerga ha prometido cambiar. Quiero creer. Yo no soy avalista de nadie, pero distingo la rectitud.
Aparte de saldar lo debido, hemos prometido vernos pronto para hablar a calzón quitado de una eventual reedición ampliada y mejorada del libro. De momento, vayamos a lo concreto: háganme el favor de comprar sus respectivos ejemplares de el ‘Bestiario’, de este libro tan divertido que cuenta con prólogo de Elvira Lindo e ilustración de Antonio Barroso. Los amigos que aún no lo tengan recibirán pronto un obsequio (ya saben cuál) y mi agradecimiento… Los demás me harán la caridad de adquirirlo para su disfrute o de regalarlo a las amistades y a los parientes que se lo merezcan para su ilustración.
Bendiciones.