El libro del que somos autores Juan Calabuig y yo mismo es un desatascador. ¿Eso qué significa? Que cumple una función de limpieza, que hace fluir lo que estaba detenido u obturado.
A veces se nos atraganta una tarea o un noble propósito y nada: que no hay manera, que seguimos sin encontrar solución o salida. Imagino que cualquiera de nosotros ha vivido esa experiencia.
Un día estás aturdido, te sientes espeso o poco lúcido. Crees que lo que lees o escribes no te satisface. Más aún, crees que casi nada de lo que haces vale la pena. Y sí, allí en el alma, se te instala la pena negra, una nube de presagios y fatalidad.
Justo en ese momento alguien te recomienda o te regala o te presta La lengua es fascista. Precisamente en ese momento, cuando empiezas a leer las historias de ese libro comienzas a sonreír y, sí, todo también comienza a fluir.
Notas un repentino bienestar y juzgas saludable la lectura de La lengua es fascista. Las vicisitudes que se cuentan son patéticas, cómicas o incluso trágicas, pero siempre narradas con jovialidad, con cortesía hacia el lector. ¿A qué se debe este prodigio?
Miguel Catalán, profesor de filosofía y fino ensayista, de mucho postín, me lo cuenta privadamente. Acepta que yo reproduzca sus palabras tan generosas. Y probablemente acierta con su diagnóstico o calificación: La lengua es fascista es un desatascador. Esto dice:
«Acuso recibo, querido Justo, de vuestro inclasificable libro escrito a cuatro manos La lengua es fascista.
«He empezado a leerlo y lo encuentro muy divertido y desinhibido, a ratos hilarante.
«Lo he recomendado a un amigo que está empezando una novela y se encuentra en esa fase en que parece imposible que prospere.
«Creo que es un excelente desatascador de novelas ajenas.
«Un abrazo y a seguir así».
Vamos a seguir así. Aunque sólo sea por cumplir la cariñosa recomendación de Miguel Catalán.
A desalambrar. A desatascar.
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Fotografía de Cubierta: Asfixia (2011), de Antonio Barroso
¡Tiempo sin visitarle! ¡No puede ser! Y usted no para de publicar, pues me alegro mucho. Reciba un abrazo, esperando no volverme a perder.