Fiestas Josefinas. Adiós

[Escrito en 2017]

Desde 2001 escribo sobre las Fallas, generalmente para deplorar su estado y su deriva. Me siento invadido, obstruido y hasta agredido.

Los ruidos ensordecedores, las múltiples detonaciones, las fritangas, las micciones y sus vapores mefíticos, el verbenismo de carpa y canción: la calle desaparece taponada por falleros y cofrades, por sacos terreros y céspedes, por paellas y certámenes y, sobre todo, por monumentos generalmente repetitivos.

Con obstinación y con fatalidad me pronuncio sobre las Fallas. Me suelo poner malo para lamentar los excesos de la antigua alcaldesa y para deprimirme con la izquierda municipal y también espesa, que se ha rendido al vandalismo y a la demagógica tolerancia.

Oficialmente, el cartel anunciador de las Fiestas Josefinas ya indica que duran del 1 al 19 de marzo. Una eternidad de días sin vivir.

Cada año caen, como llovidos del cielo, miles y miles de eurillos. Desde luego, los comercios, los ultramarinos y las churrerías hacen el agosto. Pero en marzo. La valencianía de Virgen y manto se extiende bajo la forma de ofrenda y fallero llorón.

Los destilados fluyen y los urinarios apenas contienen los orines. Loores a la Virgen y olores al Santo Patrón.

Mientras tanto, miles de valencianos procuramos escapar: huimos de la fiesta, de unas saturnales que son ya el infierno tan temido.

Quienes criticamos, dudamos o simplemente deploramos el estado rutinario e invasor de los Falleros somos objeto de rechifla o ultraje. Vete, nos dicen.

Aquí, todo vale. La ciudad asediada… Carpas gigantescas, verbenas inacabables, musiquillas kitsch, percusiones primitivas y gritos más primitivos.

Todo parece un frente de batalla, con cohetes irresponsablemente lanzados, con masclets que son misiles.

Somos muchos los que ya no aguantamos este botellón multitudinario y su estadio superior: el vandalismo. El incendio de papeleras y contenedores, de mobiliario urbano, bate el récord. Mientras tanto, la Mare de Déu, que debería velar por todos nosotros, no nos asiste: nos deja hacer, nos deja pasar.

Viva el liberalismo.

——–

Fotografía: ‘Violència en Falles’ (2016), Víctor Serna

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