El artista anteriormente llamado Camilo Sesto

Hace tiempo, en 2016, en uno de esos días gandules que de cuando en cuando me consiento, me vi haciendo zapping. Y fui a parar al programa de María Teresa Campos, que por entonces se emitía.

Por si lo ignoran, les informaré de que dicha emisión es o era básicamente una práctica semanal de nostalgia, la rehabilitación ruinosa y ruidosa de un pasado ya desaparecido, ajeno a lo real.

En la pantalla, viejas glorias reaparecen, algunas para tener sus últimos quince minutos de gloria; y otras para que se les dé la oportunidad que nunca tuvieron; la de actuar en televisión en horario de máxima audiencia.

Y todo ello encabezado por figuras clásicas del periodismo cordial: María Teresa y su amado Bigote Arrocet, su aún prometedora hija Terelu, de la que esperamos momentos de gloria venidera.

Hasta ese instante, yo tenía anclajes, un sitio fijo en el que aguardar pacientemente la muerte: el salón-comedor de mi vivienda. Ya no. Anda todo muy trastornado. Un chasquido del televisor me sacó del ensimismamiento

Fue entonces cuando lo vi, sí. Vi aquello que recordaba a remotamente a Camilo Sesto. Vi su rostro, vi la rigidez facial, vi la inexpresividad de su mirada, vi el parecido con Bárbara Rey, con Carmen Lomana, etcétera.

El botóx hermana a estas grandes estrellas de la farándula: el tóxico hace que se solapen sus rostros y hace se hinchen sus carrillos.

Y todo ello…, para hacernos creer que no pasa el tiempo (ese tiempo tan feliz que milagrosamente se conserva), y todo ello para decirnos que la vida les ha respetado.

Fue en ese momento, en un instante de descuido y abandono, cuando lo volví a ver. Ningún humano me rodeaba y, por tanto, nadie podía confirmar la epifanía, el descubrimiento; nadie podía agarrarme por la polla, nadie podía pellizcarme o aplicarme unos primeros auxilios.

Sólo Teo bostezaba mientras contemplaba la pequeña pantalla. Sentí una gravedad profunda, metafísica, ante las grandes preguntas que se formula el ser humano en soledad.

Bajé el volumen hasta silenciar la voz. El efecto fue aún mayor y hasta terrorífico: tenía la impresión de estar contemplando una figura toscamente acabada de un museo de cera. El miedo aumentó.

Desde pequeñito he padecido terror y sudores fríos ante la sola mención del Museo londinense, la sede londinense, de Madame Tussaud.

Lo he visitado de adulto (a pesar del precio disuasorio de sus entradas, a pesar de su demente precio), pero el espanto continúa.

Las figuras son replicantes con vida que simplemente disimulan. O fantasmas, según dicta la tradición gótica fijada por la Productora Hammer.

Puedo fantasear con lo que sucede: desentumecen sus músculos cuando los últimos parroquianos abandonamos las salas. Se reparan sus rostros, se quitan el polvo o la nube de caspa.

Entonces, la pregunta que yo me planteo es: ¿de qué museo de los horrores ha salido la réplica de Camilo Sesto que yo estoy viendo?¿Del museo de Madrid, en donde compartiría techo con Leonorin, la hija de los reyes?

Hay un día en la vida de un varón adulto en que se queda sorprendido y disgustado: se pasa toda la existencia alejándose del progenitor, de su rostro antipático o previsible, para descubrir que la cuarentena le ha devuelto su cara. Es la que se refleja en el espejo del baño.

¿Qué rostro se refleja en el espejo del artista anteriormente llamado Camilo Sesto? ¿Carmen Lomana? Pero Carmen Lomana es una réplica de un modelo arruinado por el bótox..

¿Entonces dónde está el vocalista de ‘Melina’? ¿Quizá escondido bajo una capa de sedimentos, de desechos, de restos de mamut y de piel muerta?

En 2016 se cumplían los primeros setenta años de su vida, y María Teresa y Terelu lo festejaban. ¿Hay algo que celebrar?

Recuerdo cuando yo era adolescente. Un día, sólo un día, supe con claridad a quién deseaba parecerme.

Yo quería ser como Camilo: guapo, sensible, con ese pelazo, con ese lirismo cursilón que tanto enamoraba a mis brevísimas novias.

Ya sé, pues, cuál es el porvenir que me espera de aquí a unos años: acudir como público al programa de las Campos, justo el día en que regrese el artista anteriormente llamado Camilo Sesto.

Un comentario

  1. Botox no , fue cortisona ¿como una persona con tantas dolencias va a pensar en estirarse el rostro ? es ahora y aún no lo habéis entendido , Camilo Sesto estaba desfigurado al final de su vida , cuando tomaba cortisona para aliviar el fuerte dolor que le causaba su dolencia en el pie del que fue varias veces operado , pero es más fácil decir se puso botox 🙄 en fin ya que cada uno piense lo que quiera a él no le importo en vida , menos ahora

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