¿Retrato de un hombre inmaduro?

En pocos días he podido leer un libro insólito. Y previsible a la vez. Me refiero a las memorias políticas de Toni Cantó, De joven fui de izquierdas pero luego maduré (2022).

¿Y quién es Toni Cantó? Como dicen los maestros de ceremonias más perezosos cuando deben glosar un libro, el autor es suficientemente conocido. No necesita presentación.

En todo caso, él es quien se expone, se exhibe o se presenta en un volumen que probablemente miles de personas estaban esperando.

Yo mismo, por ejemplo, aguardaba con mucha expectación esta novedad editorial. Han sido semanas de espera: esta obra, a la postre una Obra Mayúscula, mayúscula por los énfasis y por su bombástica prosa o pompa.

A la hora de escribir estas líneas, por fin he podido cumplir mi sueño. O vencer mi sueño, no sé.

El título lo dice todo. ¿Para qué leer más?, podría replicar un escéptico. A ese reparo, yo respondería diciendo que no hay que dejarse llevar por las apariencias.

Es casi seguro que, por hache o por be, Toni Cantó acabe por despertarnos mucho o muchísimo interés. ¿Razón? Estamos ante las memorias de un personaje decisivo de la historia española. Y él lo sabe.

Ya sería raro, ya, que a ustedes no les removiera alguien que se sabe un político de primera fila y que, además, tiene muchas tablas.

Por eso les invito a leer lo que el editor añade tras la cubierta. También sé que habrá lectores hostiles o vagos. Descuiden. Si entre el público hay alguien adversario o perezoso, ya me ocupo.

No me he saltado ni una sola de las trescientas y pico páginas que el editor dice que tiene el volumen. ¿Y cuál es el resultado?

Ya puedo adelantarlo. El resultado…, el resultado es lo peor.

Procuraré abreviar esas trescientas y pico páginas. Tampoco quiero dedicarme a la corrección ortotipográfica o a reescribir la obra.

Primero. Aclaremos ese título.

El autor de este libro nos advierte que de joven fue de izquierdas, pero que luego maduró. Cada parte de dicho enunciado puede ser falsa, errónea y desiderativa. O todo ello a la vez.

No obstante, debemos concederle a Toni Cantó al menos que en algún momento de su vida fue joven. No podemos ponerlo en duda ni rebatirlo.

¿Pero qué pruebas aporta Toni Cantó para identificarse remotamente como joven de izquierdas? Más aún, ¿qué garantías tenemos de que después haya madurado?

Pensémoslo bien.

Pudo ser inmaduro cuando se profesaba de izquierdas, según su propio diagnóstico, y puede seguir siendo inmaduro (y hasta zote) cuando se declara de centro, de centroderecha o de derechas.

Permítaseme insistir.

Ser de izquierdas cuando uno es joven es, para el autor, prueba de inmadurez. Pero si lo fue, si fue joven de izquierdas, ¿en qué se basa para aseverar que posteriormente alcanzó la madurez?

La respuesta está clara: en las páginas de este libro es donde podríamos hallar las pruebas.

¿Es así?

Dentro de los géneros literarios, este libro pertenece aparentemente a las memorias políticas.

¿Por qué digo aparentemente? Pues porque la verdadera finalidad del libro no es la memoria serena.

Es el agrio ajuste de cuentas, utilizando cada página como ariete contra sus adversarios.

Pero, sobre todo, lo que se propone Cantó es justificar todos sus pasos y desfases, todas sus inconsistencias y ocurrencias,

El objeto está claro: postularse para ahora mismo y para el futuro.

Eso significa que el autor, ya entrado en sazón, ya machucho, presenta su vida como epopeya. Y presenta su figura como depositaria de un gran capital humano o político, no sé.

¿Son ciertos los hechos que se cuentan? 

He debido contrastar con otras fuentes los datos y los silencios para llegar a una conclusión.

¿Cuál?

Es más importante lo que no dice que lo que, con facundia hinchada, confiesa.

No se puede mentir tanto, a tantos y tanto tiempo. No se puede fabular sin desmayo, página página. Eso creemos.

Pues bien, no sé si Toni Cantó lo intenta, pero lo cierto es que no puede hacerlo. Le faltan arte y tablas para esto. En efecto, para mentir hay que ser un artista.

No sabe o no quiere disimular su rencor, no sabe o no puede sublimar su resentimiento. ¿Contra quiénes? Por supuesto contra la izquierda (toda la izquierda), contra el progre, eso mismo que se supone que fue él.

Pero se muestra también rencoroso con todos aquellos, aquellas concretamente, que no han sabido valorar sus grandes cualidades: Rosa Díez e Inés Arrimadas.

A la izquierda le profesa un odio apenas reprimido y le atribuye todos los males que en los últimos años han caído sobre España o sobre la faz de la Tierra.

Ambas, Díez y Arrimadas, serían conservadoras que aúpan a mediocres frente a un Cantó, siempre audaz y brillante.

Hay mucha inquina con la que se envenena. Pero a la vez Cantó no sabe o no puede dejar de ser servil y hasta lacayuno y genuflexo ante quienes pudieron o pueden beneficiarle: Albert Rivera e Isabel Díaz Ayuso.

Comienza uno a leer el libro y distingue enseguida la impostura, la recreación artificial y artificiosa de su figura y de los desmentidos posteriores.

Nos describe presuntamente su momento ideal de progre. Es un retrato robot nada creíble, dado que todas las piezas encajan y el resultado es una figura arquetípica sin singularidad o temporalidad alguna.

Si él fue así, de izquierdas sin fisuras, era ciertamente un inmaduro. Pero no es creíble. Leídas esas páginas, uno se da cuenta de los anacronismos, de los desajustes temporales.

Lo mezcla todo y, por ejemplo, al Cojo Manteca lo hace contemporáneo de los Grises, cuando en realidad fue coetáneo de los Maderos.

Pero eso sería un error disculpable.

El libro está plagado de lapsus bien reveladores que demuestran el descuido y las prisas, la falta de rigor.

Pongo en apéndice aparte ese presunto autorretrato de Toni Canto cuando fue de izquierdas. No falta nada de nada. Bueno, quizá sí, faltan la militancia y el Guernica.

Pero tales cosas no pudieron darse porque el autorretrato nos presenta a un individuo irreal, un papel o un fantasma que jamás existió o que él, al menos, difícilmente pudo encarnar.

En el libro arremete contra lo políticamente correcto, cosa por la que cree ser muy corajudo. Y arremete contra el feminismo, el animalismo y la degradación moral de Occidente.

Europa y España padecerían una patología con diversas manifestaciones. Serían debilidades que, en el caso nacional, aún son más graves.

¿Por qué? Pues por los efectos directos o secundarios de la acción o la inacción de la banda de Sánchez.

Voy a ir acabando y, como coda o apéndice documental, añadiré algunos pasajes impagables o increíbles de este volumen. Son momentos en donde el autor afecta desnuda autenticidad.

Ya lo saben… Es una obra rabiosa, de mucho patetismo, de nulo lirismo, rápidamente redactada y con alardes verbales en los que se alternan lo cursi y lo agrio.

En este volumen, el autor mira hacia atrás con ira… y, por lo que se ve, con un incurable autoodio.

¿Dónde colocar este libro? ¿En qué anaquel de la biblioteca o librería? ¿En el estante de las memorias, en el de las ficciones inverosímiles, en el de las distopías, en el de los prospectos de autoayuda?

Léanlo con humor, con un fondo sonoro de risas enlatadas.

———

Apéndice documental

Florilegio

Autorretrato del artista progre

“Yo de joven fui de izquierdas. Nadie es perfecto. Sucedió de pronto, nunca había sentido interés por la política. Estaba a mis cosas: la pandilla, los bichos, mi bici… Y algo pasó. No sé si fueron las hormonas o qué, pero, de un día para otro, además de estirar, empecé a tomármelo todo muy a pecho. Se me agravó la voz y el carácter. Me salieron granos, pelos e ideología. Ahora lo pienso y me da la risa. Pero así fue. En mi habitación pegué un póster del Che Guevara. Y en el radiocasete ponía a Lluís Llach y cantaba los coros de L’estaca por lo bajini para que mis hermanos no se descojonaran de mí. Sentía una profunda emoción. Y también me emocionaba mucho sentir esa profunda emoción. Una gozada. Grababa cintas de cantautores que eran un auténtico coñazo. Escuchaba Radio 3. Miraba mal a los curas y a las monjas. Y llamaba «compañeras» a chicas a las que en realidad solo quería besar. Un pañuelo palestino adornaba mi cuello. Culpaba a Israel de todos los males. Hablaba de la sanidad cubana y del arte ruso sin conocerlos y señalaba a Occidente con el dedito, porque el muro y el bloqueo patatín y patatán. Corrí delante de los malvados grises, cerca del Cojo Manteca, sin tener ni puta idea de por qué protestaba. La Ser y El País eran mi biblia y todo el que leyera El Mundo o el ABC merecía mi altiva desaprobación. Pacifista convencido, disculpaba cierto tipo de violencia: algo habrían hecho. Me hice objetor solo por no hacer la mili. El capitalismo era el infierno y Estados Unidos, el demonio; pero yo quería un walkman, el Levis de etiqueta roja, bebía litros de Coca-Cola, devoraba hamburguesas, películas, pop americano y soñaba con visitar algún día Nueva York. Me condecoré a mí mismo con una chapita antinuclear. Iba a los cines en versión original y no osaba levantarme hasta ver el último de los puñeteros títulos de crédito. Escribía en el periódico del cole, fui delegado de clase y me apunté a Greenpeace. Crecí en una familia de clase media, pero me las daba de obrero. Y años más tarde llegué a pertenecer a esa élite cultureta y giliprogre que cree cambiar el mundo con su arte mientras se pasa manifiestos que culpan a la derecha española de todos los males; el mismo grupo de artistas cobardes que silba y mira hacia otro lado cada vez que la izquierda o los nacionalistas roban, limitan las libertades o empobrecen al país. Todo eso fue antes de ver cómo esos progresistas se aliaban con los etarras, con los recogenueces del PNV o con los catalanes del tres per cent. Antes de que me impidieran estudiar o trabajar en español. Algo hizo clic…”

Papá progre

“…Papá también vivió de forma muy intensa todo lo que tuviera que ver con la política. Recuerdo verle alguna marca que enseñaba orgulloso de algún porrazo que se había llevado en las manifestaciones en las que se pedía la democracia. Lo hacía sin queja alguna, orgulloso de portar esa marca de guerra. Lo contrario de esas exhibiciones victimistas que vemos ahora…”

La creación de contenidos

“…Un político es un creador de contenidos. Es el principal parecido que encuentro entre esta ocupación y mi profesión artística. He pasado mucho tiempo dirigiendo, creando escenas, proyectos culturales, escribiendo y también imaginando propuestas políticas, posicionamientos de mi partido, estrategias electorales, artículos, vídeos, he conspirado…”

Toni Cantó como creador de contenidos

“…El primer contenido lo produje muy pronto. Apenas tenía diez años. Lo dejé escrito en un diario que llevaba de forma muy irregular en la agenda de una compañía farmacéutica que le habían regalado a mi padre. «Franco ha muerto. Tenemos vacaciones»…”

La izquierda y la derecha según los progres

“…Tenía esa agradable sensación que te da el estar en posesión de la verdad y creía a pies juntillas en aquella diferencia entre la izquierda y la derecha (…). La izquierda era la luz, el futuro, la sonrisa y todo lo bueno. La derecha era la oscuridad, el pasado y el miedo. Yo estaba en el bando de los buenos…”

El 23-F. Reflexiones

“…Antes de volver a Valencia hubo un hecho que me marcó bastante: el golpe del 23F (…) Estuvimos sentados frente a la tele toda la noche hasta que salió el rey (…). El rey paró el golpe. A partir de aquella noche, se convertiría en una figura familiar. Quién me iba a decir a mí que, años más tarde, tendría el privilegio de conocerlo…”

La autoridad del maestro

“…Hoy en día transmitimos a nuestros hijos que deben confiar por completo en sus sentimientos y que el mundo es un lugar seguro, simple, donde hay buenos y malos. Confiamos más en ellos que en sus profesores. Y vamos retirando poco a poco toda la autoridad que tenía esa figura sobre nosotros…”

¿Un gilipollas engreído?

“…Yo tuve mucha suerte. Mi familia me dio una educación decente y una vida en libertad. Llegué a Madrid siendo un gilipollas engreído—lo sé, sigo siéndolo a menudo, pero ahora al menos soy más consciente de ello—y recuerdo muchas cosas de esos años que me hacen sonrojar…”

¿Todos los actores son de izquierdas?

“…Recuerdo que eran unos años muy agitados políticamente. Gobernaba Felipe González y estaba siendo sometido a un asedio continuo por el periódico El Mundo de Pedro J. a causa de la corrupción. Era la época de las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla. Todo riqueza y alegría. Pronto vendría el desastre, la resaca económica. Aquel fue mi periodo más progre. Al fin podía ejecutar el código que me habían programado en casa. A todos los actores se nos suponía de izquierdas. Como el valor en la mili…”

Rita Barberá

“…Años después, sentí mucho cómo acabó la vida de la alcaldesa más famosa de Valencia. Acosada en su propia casa por la izquierda y por los nacionalistas y ninguneada por muchos de su propio partido. Qué cruel es la política. Es muy difícil hacerse a la idea de lo dura que es. En teatro, en cine o en televisión vales lo que vale tu último estreno, es cierto. Pero en política puedes pasar de ser una estrella y que todos se quieran hacer una foto contigo a que huyan de ti como la peste en cuestión de horas. A ella le ocurrió. A mí también en alguna ocasión, pero a un nivel mucho menor. Rita era una estrella y, sin embargo, murió sola en la habitación de un hotel cercano al Congreso de los Diputados donde, horas antes, algunos compañeros habían renegado de ella…”

José Luis Rodríguez Zapatero

“…Un presidente terrible que se sacó de la manga la memoria histórica para volver a enfrentarnos a todos…”

El humor y la izquierda

“…La falta de sentido del humor en la izquierda y el nacionalismo es habitual. En su gran mayoría no están acostumbrados a que se les dé caña y andan siempre como investidos de una seriedad muy solemne, pero, en general, son unos mediocres intentando tapar sus inseguridades…”

La pandemia y el peor Gobierno del mundo

“…Mientras tanto, salta una pandemia mundial. Ni más ni menos. Entonces fuimos testigos de las consecuencias de estar gobernados por un grupo de inútiles. En Moncloa y en el Palau de la Generalitat (…). Es cierto que aquello era una novedad y que en ningún sitio del mundo sabían cómo conducirse, pero también lo es que nuestro país lideraría durante meses las listas de contagios, muertes y desastre económico. No me cansaré de decirlo. Estábamos gobernados por el peor grupo posible en el peor momento de nuestra historia reciente…”

Etcétera, etcétera.

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