La empiezo y ya veo que esa novela me arrebata. Crea para mí un mundo poblado por plebeyos avispados, gentes de dudosa o mala índole.
Esa novela la viviré en toda su extensión panorámica, con personajes imprevisibles cuyas almas conoceré lenta, morosamente.
La fotografía de la cubierta, según leo en la página de créditos, es una adaptación autorizada de una fotografía del gran, del inconmensurable Francesc Català-Roca.
Un hombre sopla con pericia y de un filtro que no vemos salen pompas de jabón. Pompas evanescentes.

Ignoro si vive alguien así entre las páginas de Ignacio Martínez de Pisón.
No sé si en la demografía copiosa de la historia hay un tipo encandilando a su público, quizá infantil, con esa habilidad.
Está en la calle. Las pompas salen como por ensalmo. Pero igual que salen explotarán o se desvanecerán.
Siempre hay algo de engaño y de crueldad en ese ingenio: lo efímero de la vida, lo breve de su ilusión.