Vox. El discurso venal

Hay un género editorial dedicado a Vox. Es aquel que reúne volúmenes de promoción, de autobombo o de autoayuda.

Está mal que yo lo diga, pero me chifla. Admito que es una perversa inclinación.

Pero, gracias a este gusto inconfesable, me he hecho una cultura aproximada sobre la ultraderecha española.

Así he podido leer libros de sus dirigentes o de sus adherentes, libros que voluntariamente (o no) son muy reveladores.

Y hasta cómicos. Libros involuntariamente cómicos, aunque de hecho no tengan ninguna gracia.

En esas obras, los líderes de Vox dicen tener ideas, unas pocas, pero les cuesta ordenarlas. Por eso no es raro que ciertos periodistas o algunos intelectuales les ayuden a aclararse.

Y a veces lo consiguen. Cuando eso ocurre, esos hombres nos explican cosas y nos aclaran qué piensan.

Ése parece haber sido el último caso, el de Ramón Tamames. Me refiero a su Discurso de investidura.

Lo vende en las redes bajo el título Por una España de todos (2023). Lo he comprado, lo he leído, lo he comparado con el esbozo que publicó el diario.es y hoy mismo lo devuelvo. No ayudaré a hacer caja.

Pondré un ejemplo de sus contenidos. El de la Guerra Civil. Dice Tamames en la edición venal:

—“En la guerra civil, no hubo solamente un lado bueno y otro malo. En la nuestra de 1936/1939, se cometieron atrocidades en los dos bandos. Tratando de limitarlas ahora, prácticamente, a sólo uno, es faltar a la verdad. Al tiempo que es un desatino arrumbar al desván la Ley de Amnistía, conseguida con tanto esfuerzo en 1977. “

—“En la Segunda República, que ahora quieren ver Vds. como una luz angelical, prevaleció muchas veces -como acaba de demostrar otra vez el académico Alejandro Nieto, ex Presidente del CSIC, en su último libro, ‘Mitos de la República’- el caos, la desorganización y la indisciplina de una institución, atacada desde la propia izquierda, y dentro de ella señaladamente por el PSOE; con la llamada revolución de octubre de 1934,con más de mil muertos, incluida la represión subsiguiente, que rompió en definitiva la posibilidad de una República en paz”.

¿Qué ha pasado entre la primera versión y esta última? Que el discurso de Tamames se ha agravado.

Los hombres de Vox han dejado enteramente su huella. Y el señor profesor se ha visto desbordado por sus discípulos.

La descripción que Tamames hace de la República en el esbozo original es la de un régimen atacado por una revolución en 1934 y por una sublevación militar años después, encabezada por no sabemos quién.

En la versión final, la que está a la venta en Amazon, la sublevación ha desaparecido, se ha evaporado, no se menciona.

Por tanto, la República queda como un régimen imposible desde el año 34, revolución de la que sería enteramente responsable el PSOE.

Este punto de vista, por supuesto, corresponde íntegramente a la versión revisionista ultra que suscriben los cofrades de Vox, los aventajados discípulos del profesor.

Gracias a Tamames y a su discurso, la historia se amputa, se recrea, se resignifica y sirve de munición ideológica.

Pero dejemos a Tamames. Lo sustantivo de Vox es el ideario que suscribe. Debemos preguntarnos qué le queda de franquismo, de fascismo, de ultramontanismo, de conservadurismo, de neoliberalismo.

Hay que examinar el fenómeno Vox como lo que es. Como un fenómeno ordinario y extraordinario.

Exactamente, Vox como un fenómeno político que aspira a reunir a ultras de diverso signo en la casa común de la extrema derecha.

Vamos de sorpresa en sorpresa (o no) con sus ardides parlamentarios. Con sus iniciativas. Puede que no salgan por falta de escaños.

Pero su tegumento y sus membranas van filtrándose y adhiriéndose al organismo político.

Así afectan a gentes desorientadas, irritadas y a gentes que fueron liberal-conservadoras y que ahora van recubiertas por esa segunda piel.

Con ello, los de Vox están naturalizando y difundiendo costumbres o ideas premodernas. Eso sí: reelaboradas.

Necesitamos un examen de las tradiciones reaccionarias que llegan a Vox.

Pero, aparte, necesitaríamos un equipo interdisciplinario de periodistas, historiadores, politólogos, sociólogos y psiquiatras.

La utilería de que se vale dicho partido es un repertorio de concepciones a cada cual más extremosa. Y es un potaje de imposible digestión.

Si no oponemos resistencia, si lo ingerimos o si otros se apuntan al convite, nos envenenaremos irremediablemente.

Segunda parte.

Para evitar la indigestión o el envenenamiento, para depurarnos, podríamos leer mientras tanto libros de enjundia que ayuden a entender de qué hablamos cuando hablamos de Vox.

Por ejemplo, el último de Xavier Rius Sant. Rius es autor de un volumen titulado Vox. El retorno de los ultras de los ultras que nunca se fueron (2022).

Analiza la trayectoria de Vox desde su fundación hasta sus éxitos y fracasos actuales.

Pero rastrea también los distintos grupúsculos ultras que entre el tardofranquismo y los años noventa y después se disputaron la hegemonía de la extrema derecha en España.

Por supuesto, se trata de un viaje al pasado en donde aparecen monstruos de una galería insólita.

Tras un examen exhaustivo de esas ofertas políticas y sus reiterados fracasos electorales, y tras el examen de lo que Vox ha significado hasta ahora mismo, llega para el autor el momento de las preguntas.

O, mejor dicho, llega el momento de plantearse cuál es la naturaleza política de Vox.

Para ello, el autor lanza una batería de cuestiones que me gustaría reproducir aquí.

Aunque Xavier Rius no las enumera, yo voy a presentar de ese modo las preguntas para facilitar la reflexión.

  1. “¿Es Vox un partido ultranacionalista y de aquellas víctimas de ETA que creen que el Estado se ha rendido, convencidas de que el Estado autonómico es un caballo de Troya para destruir la nación y que los partidos nacionalistas o independentistas vascos, catalanes y gallegos son la continuación de ETA?
  2. “¿Es una ultraderecha como la de Marine le Pen, que ve como un peligro la inmigración, sobre todo la islámica, y rechaza pérdidas de soberanía derivadas de la integración europea?
  3. “¿Es un partido en el que hay beatos y beatas que creen que toda la sociedad debe seguir sus patrones de moralidad, y asume los planteamientos de Hazte Oír, El Yunque, el Opus Dei o los «kikos»?
  4. “Es también un partido populista que consigue el voto de autónomos, transportistas o agricultores ahogados por la subida de impuestos, de padres que se sienten discriminados al no obtener la custodia compartida, de hombres que no se han sentido tratados con igualdad en un doloroso divorcio, y de ciudadanos de la España vaciada que, pese a no compartir su ideario ultra y conservador, sienten que Vox sí los defiende?
  5. “Es una fuerza heredera del fascismo y el falangismo de los años treinta del siglo pasado, que cree que Franco fue un estadista que salvó a España de ella misma, y que ahora desea imponer un sistema político presidencialista, recortando las libertades civiles y políticas?
  6. “¿Es la salida del armario de los franquistas y de aquellos más jóvenes con ideas franquistas que se refugiaron o votaban al PP?
  7. “¿Es la nueva casa común de aquellos ultras hartos de las peleas cainitas de la ultraderecha franquista, neonazi, falangista o xenófoba que iba de fracaso en fracaso?
  8. “Es el negocio de Santiago Abascal y su entorno, como han denunciado algunos de los antiguos dirigentes que se sumaron a un partido que prometía la regeneración y dar la voz a los afiliados para que eligieran a sus cargos orgánicos y candidatos electorales, pero que se ha convertido en una organización piramidal, sin democracia interna, que humilla a quienes cuestionan el funcionamiento o han dejado de ser útiles?
  9. “¿Es un peligro para la democracia pluripartidista y la separación de poderes, que si llega al poder podría seguir la senda del húngaro Viktor Orbán o de Donald Trump?

Respuesta de Xavier Rius Sant: “Evidentemente, es una mezcla de todo ello.”

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