Aborto criminal

Desde que vi y oí las declaraciones sobre el aborto del candidato señor don Adolfo Suárez Illana, no vivo. Estoy en un sinvivir.

Esto es de pesadilla, de película de terror. Como en aquel film remoto: Aborto criminal (1973), que vi en mi adolescencia y que tanto me marcó.

Como saben, el señor Suárez Illana hizo esas afirmaciones en Más de uno, el programa de Carlos Alsina, en Onda Cero. Todo ello ocurría, en efecto, en la mañana del jueves 28 de marzo de 2019.

En estas cosas tan peliagudas es bueno que la datación, que la cronología, sea precisa y que los datos estén corroborados.

Desde esa fecha, desde esa mañana, no dejo de darle vueltas al asunto. No dejo de darle vueltas a los contenidos, a los contenidos de lo que Suárez Illana dijo. Pero también a los desmentidos que horas después hizo.

Según nos informó por la tarde de ese mismo día, en Nueva York —contrariamente a lo que él suponía— no hay ley alguna del aborto que permita la ejecución del niño recién nacido.

Para asegurarse, para confirmar esto, el señor Suárez Illana llamó a un bufete de abogados de Manhattan. Noticia de alcance: por lo que nos reveló, los abogados neoyorquinos le confirmaron que no existía tal ley, esa que supuestamente permitía el infanticidio.

Por tanto no hay un aborto a posteriori en la ciudad de Nueva York. Esto es, en plena campaña electoral el señor Suárez habría hecho una afirmación absolutamente insostenible, además de falsa.

Hay que admitirle algo. Fue un acierto del señor Suárez Illana dirigirse a los expertos, en este caso a los abogados, para verificar la solidez de su afirmación.

Como los letrados desmintieron lo que él había afirmado horas antes, el señor Suárez Illana no tuvo reparo en reconocer su error. Un alivio.

Según dijo y ha vuelto a repetir, esas afirmaciones ya forman parte del pasado y por tanto no hay que darle más vueltas al asunto.

Yo no estaría tan seguro. Es más, creo que deberíamos exigirle más desmentidos. ¿A quién debería recurrir?

En principio, el señor Suárez Illana debería hacer una consulta al hombre de Neardental, la persona más autorizada para confirmar o desmentir la afirmación de esa mañana.

Entre las cosas que Adolfo Suárez había sostenido el día de autos estaba una supuesta práctica del Homo Neardenthalensis. Por tanto…

Cuando lo escuché, me sorprendió su conocimiento de esa especie Homo, diferente del Homo Sapiens, extinguida pero aun así muy querida: todavía permanece en el recuerdo de todos nosotros.

De hecho, yo siempre he preferido el parentesco lejano que me une al Neardental frente a los vínculos estrechos (Homo Sapiens) que tenemos con el hombre de Cromañón.

Pero volvamos a Suárez Illana, un hombre también primitivo. A su parecer o en su opinión, estos antecesores (los Neardentales) se habrían dedicado a cortar las cabezas de los recién nacidos.

Así, sin más. O al menos se habrían dedicado a cortar las testas de algunos recién nacidos, que habría sido la forma normal y primitiva de practicar el aborto. El aborto a posteriori. Aborto criminal. ¿Qué decir?

Yo cursé Historia, me licencié en dicha materia en 1981 y me doctoré años después. Eso sí, en Historia Contemporánea, cosa que me deja en una posición muy frágil cuando de la Prehistoria hablamos.

A pesar de haber estudiado al Australopithecus, al Pithecanthropus, etcétera, los conocimientos han avanzado tanto que me he quedado muy atrasado: propiamente en la Prehistoria.

Admito la fascinación que me provoca ese período, pero mis datos son ya prácticamente inservibles. Por ello, no estoy en disposición de corroborar o desmentir lo dicho por el señor Suárez Illana sobre el Homo Neadenthalensis.

Durante horas me estuve preguntando de qué forma iba a corregir o confirmar esas afirmaciones el propio candidato. Es evidente que no podía llamar a nuestros antepasados remotos para consultarles sobre sus prácticas, valores y convenciones.

Tampoco podía telefonear a un bufete de abogados de Nueva York, ya que los letrados no son infalibles: no podía hacer esa consulta para que le aclararan cuáles eran los usos y costumbres de los Neardentales.

Supuse, equivocadamente, que lo que haría el señor Suárez Illana es llamar a los historiadores expertos para preguntarles acerca de las supuestas prácticas abortivas entre esos pueblos remotísimos.

Que yo sepa no se dirigió a los historiadores, entre los que me cuento. Pero tampoco a los prehistoriadores. Los prehistoriadores, a pesar de ese rótulo, también son historiadores, historiadores completos: han acabado la carrera y, aunque se quedaron en los albores de la civilización, saben mucho.

¿Algo tendrán que decir, no? Que yo sepa, nadie ha confirmado o desmentido nada. Desde aquí solicito la opinión informada y experta de mis colegas primitivos. Para las cosas modernas, ya nosotros nos valemos.

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Post scriptum

Por supuesto, el reto que yo lanzaba mis colegas para que se pronunciaran es una broma académica. Una guasa, vaya.

Agradezco a Isabel Huete que me haya informado sobre los pronunciamientos de algunos arqueólogos y paleoantrópologos a este respecto.

https://www.lavanguardia.com/ciencia/20190328/461311942955/neandertales-aborto-suarez-illana.html?fbclid=IwAR2z_H2EIJTNH8D-FNQLBbHGUu12uL8KCixrfof4J-RpsafqgM-NMP5CmGo&utm_campaign=botones_sociales&utm_source=facebook&utm_medium=social

Quedo más tranquilo.

O no tanto…

Leo en La Vanguardia las declaraciones de Antonio Rosas, investigador del CSIC. Dice: “Contrariamente a la imagen de que los neandertales eran burdos y moralmente degradados que se lanza con este tipo de afirmaciones [como la de Suárez Illana], los datos de los estudios paleoantropológicos indican todo lo contrario. Actuaban de manera muy parecida a los Homo sapiens de su época”.

Saber que los Neardentales actuaban de manera muy parecida al Homo sapiens no sé si me tranquiliza.

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