Julio Iglesias…

No sé ustedes, no sé qué pensarán… Por mi parte, yo noto algo raro en esta fotografía.

En dicha imagen vemos al cantante español por el lado incorrecto, retratado por su izquierda.

Julio Iglesias siempre ha mantenido un control absoluto sobre su imagen.

Concretamente, ha impuesto y ha prescrito la parte derecha de su cara como rostro fotografiable.

Eso me llamó la atención.

Me refiero al impacto que me causó dicha imagen cuando la vi. Más aún: me sorprendió que esa fotografía incorrecta fuera la ilustración de cubierta de un libro…

Corresponde al retratista Ron Galella (Getty Images) y, si no me equivoco, es una instantánea correspondiente a una cuchipanda de fin de año. Concretamente, a 1985.

Al cantante español se le ve en plena euforia, con su legendaria dentadura blanca, una de sus prendas, a la que mirar con gafas de cristales ahumados.

Va elegantemente vestido, con muchachas a su alrededor que actúan de coco-girls.

Desde hace unos días esta imagen y el texto que se le adosa nos conmueven y sorprenden. Me refiero a Juan Calabuig y a mí.

Creo no ser indiscreto al revelar esto…

A pesar de la nocturnidad y los focos, a Julio se le vislumbra un bronceado y una sombra de barba muy latinos.

A Iglesias le costó años forjarse la leyenda de ‘latin lover’. En principio, en Estados Unidos, era un hispano morenito o un español castizo.

Gracias a su porfía y al equipo de comunicación que lo asistió durante su aventura y conquista americanas, Julio triunfó.

Yo nunca entendí ese éxito, probablemente por mi incapacidad para captar la música. Y por mi ceguera para entender la demanda de su público.

Por supuesto tengo mis gustos, pero carezco de formación musical…, cuando pude tenerla. En una reacción infantiloide, siempre culpé a los profesores de mi ignorancia.

Les echaba la culpa de mi impericia, de mi falta de destreza y de mi vagancia. Hablo del bachiller elemental y hablo de las clases que nos impartían de solfeo y de historia de la música.

Las exigencias eran ciertamente muy elementales y la didáctica era nula, handicaps que me bastaron para escudarme y excusarme… cuando ya sobrepasaba los cincuenta o sesenta años.

Y así sigo: sin saber nada de nada. Mi mala cabeza y mi falta de disciplina justifican mi culpable ignorancia.

Julio Iglesias tampoco tuvo una formación musical y, sin embargo, ahí lo tienen. No le faltaron instinto ni disciplina. El resultado ya lo saben y ahí sigue.

Se convirtió en los ochenta del siglo XX en un baladista muy amado por su público, que se contaba y aún se cuenta por millones.

Si yo he acabado escribiendo sobre Julio Iglesias se debe a la lectura de un libro…

¿A qué obra me refiero?

Pues a Hey! Julio Iglesias y la conquista de América (2022), de Hans Laguna.

Es un libro felizmente resuelto. Logra interesar a quien de entrada no tiene gran interés por Julio Iglesias, como es mi caso. Pero el autor —músico, sociólogo, etcétera— logra adentrarse con respeto en un cantante que no es su preferido.

El resultado es una incursión en la cultura americana, musical, pop y televisiva de los años ochenta con una ironía y soltura envidiables.

Tiene algún giro expresivo que no me gusta, pero se lo perdono. Hacía tiempo que no leía algo tan minucioso y entretenido.

Alcanza casi las quinientas páginas y no me he saltado ni una. Lo he disfrutado tras tres semanas leyendo o releyendo a Jorge Luis Borges o sobre Jorge Luis Borges, autor al que adoro.

Ha sido un alivio para mi tensión emocional.

Wea!

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s