Caudillo Sánchez. Psicopatología del rencor

Rosa Díez es autora de un libro que ha titulado Caudillo Sánchez (2023). Está dedicado al actual presidente del Gobierno de España y, por supuesto, le es hostil.

La enemistad que Díez profesa a su antiguo partido es digna de mejor causa. La vida se le gasta odiando, arremetiendo a destiempo y con saña.

Da pena, qué quieren. La autora habla con tanto desprecio del tal Sánchez (así lo llama), que el desdén se le vuelve autoodio, una furia que la consume.

Debo admitir que me ha costado horrores leerlo. ¿Acaso por tenerle simpatía a Pedro Sánchez? No, no es eso. Estoy acostumbrado a degustar toda clase de venenos.

Es tan disparatada la andanada que le lanza, que los tiros se quedan en simple fogueo. No hace blanco.

No tiene tino ni tacto. Díez dispara y dispara, mientras el tal Sánchez, una fiera tan escurridiza, se le escapa.

El volumen casi se me atraganta por su mala índole. Se me atraganta por la sintaxis agria y agraviada de que se vale, por el tóxico que desprende, por la injuria de su prosa siempre ofensiva.

Sorprende tanto rencor y tanta inquina. Durante páginas y páginas, la autora permanece encerrada con un solo juguete al que interpela y repudia.

Al tal Sánchez atribuye todos los males de España y al tal Sánchez insulta con impotente ensañamiento. Vuelca sobre él una antipatía de difícil reparación.

Y yo me pregunto qué maltrato le ha infligido el mundo, qué expectativas tenía sobre su porvenir, para que la autora se exprese con inútil ferocidad.

Me pregunto qué le ha hecho la vida para que se pronuncie con esas frases mal hiladas, reiterativas e iracundas, con una ojeriza que no tiene cura.

Voy a decirlo de modo antiguo: la autora demuestra estar aquejada a la vez de nerviosidad, de una agitación sin freno, y de neurastenia, una impotencia que la deja exhausta.

Pero la autora no ve en qué estado se encuentra. No es ella quien se detecta el mal o la grave dolencia. Al contrario. Es ella quien ejerce de psicóloga dominical, de psiquiatra aficionada.

Ya no servirían la politología, la historia y otras disciplinas afines para estudiar la trayectoria de Pedro Sánchez.

Servirían la psicología, la psicopatología y la psiquiatría para diagnosticar un caso de caudillaje equiparable a los grandes tiranos del siglo XX. Tras un rostro amable se escondería la naturaleza del monstruo, que ella revela o nos devela.

Para ello, con dos tardes y dos lecturas académicas, se atreve a diagnosticar al tal Sánchez.

Lo de ese señor ya no tendría remedio, porque no sería una dolencia, sino su naturaleza. Con terapeutas no se curaría de su psicopatía, narcisismo y maquiavelismo.

Por eso decide aplicarle un cuadro psicológico aprendido en un par de libros sobre dicha materia. Por eso cree tener avales para analizar su objeto clínico a distancia. Por eso dice ser capaz de diagnosticarlo.

Repito: el tal Sánchez sería psicópata, narcisista y maquiavélico. Puedo reproducir pasajes del volumen, pero de momento me da grima y pereza.

Reproduzco, eso sí, dos fotografías del libro, que proceden del Twitter de la propia autora.

En una vemos tres ejemplares de su volumen con esa ilustración de cubierta que ya analizaba en otro post: una recreación de Lenin.

En la otra, la autora reproduce una de las páginas de su obra, pero con una particularidad: toda ella, toda la página, está subrayada.

Ni en su propio texto sabe discernir lo importante de lo accesorio, pues todo le parece destacable.

Cuando esto ocurre, Sra. Díez, tiene usted una percepción patológica de difícil cura: se está subrayando encima, enterita. No hay tapón, no hay freno: la prosa sintética no basta.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s