Francisco Fuster era y aún sigue siendo un joven historiador valenciano de muchos merecimientos y reconocimientos. Sigue siendo joven…
Ha madurado en la academia y fuera de la academia. Es un dignísimo profesor titular de Historia Contemporánea en la Universitat de València.

Su labor y sus logros impresionan.
Francisco Fuster ha conseguido hacerse un patrimonio y un nombre. Y ello al margen de quienes lo apadrinaron. Estuve entre quienes lo ayudaron. Y creo que no nos equivocamos.
En el mundo intelectual, lo suyo es un prodigio. En el caso de Fuster son ya legendarias sus habilidades editoriales, con artimañas de depredador (passez-moi le mot): son muchas sus capacidades y mañas negociadoras.
¿Para qué cosa?
Para sacar adelante sus propuestas y proyectos. Ciertos editores, hasta los más exquisitos, lo temen. Tales son sus empeños.
Y así, con treinta y tantos, fue pronto un profesor reconocido…, de ventajosa producción. Y, para los editores, un temible mediador. Parece haberse instruido leyendo El arte de la negociación, de Donald J. Trump.
Es raro, es infrecuente, que de Fuster no tengamos un libro suyo o más por cuatrimestre (que es como medimos el año los docentes).
Pestañeas y te pierdes uno de sus libros, una de sus novedades. Por lo común, esas obras son ediciones de volúmenes sencillos, publicados sin grandes o pesadas erudiciones.
Son volúmenes que contienen la quintaesencia de un ideario sobresaliente, el de literatos y cronistas españoles del siglo XX.
Hay que ser muy avispado y tener mucho olfato para que a uno no se le escapen prosistas clásicos de fuste, prosistas olvidados o casi olvidados que todavía tienen mucho que decirnos.
Por lo común, Fuster nos franquea el paso: nos hace evidente lo que de entrada no es obvio. En efecto, nos invita a leer grandes autores.
¿Cómo?  Normalmente, en  selecciones y antologías hechas con nervio, con apremios y urgencia: para los lectores de hoy, aquejados de nerviosidad y prisas.
Fuster realiza una benemérita labor al proporcionar, simplificar y librar obras antológicas o sintéticas para gente con escaso tiempo.
Pero el 25 de octubre de 2022 pudimos presentar otra cosa. Me refiero a la biografía que ha dedicado a Julio Camba y que ha sido merecedora del Premio Antonio Domínguez Ortiz, que entrega la Fundación Lara.

Martí Domínguez y yo mismo lo acompañamos en la mesa. La presentación tuvo lugar en el Salón de Grados, Enric Valor, de la Facultad de Periodismo, etcétera, de nuestra universidad.

Me prometí dar cuenta en mi blog o en mi muro de Facebook sobre este acto, sobre dicho libro.
Mi acotación sirve para recomendar vivamente su lectura. La vida novelesca y el humorismo de Camba la merecen (y mucho más por mi parte).
Siento una sana envidia de un joven historiador, como es el caso de Fuster, a la hora de lanzarse a escribir una biografía solvente sobre este gran perista español. De Julio Camba y de su exégeta o biógrafo ya les hablé aquí nueve años atrás.
Ahora vuelvo con mucha alegría.
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Fotografía: Encarna García
Fotografía de Julio Camba: EFE
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