La impostura es fingimiento o engaño con apariencia de verdad. Irene Zoe Alameda admite haber creado un pseudónimo con el que firmar textos, obras, que entregaba a la Fundación Ideas bajo contrato. Como consecuencia de su juego literario (que tiene relación con una novela en curso), su ex marido ha sido destituido: a Carlos Mulas se le atribuía el fingimiento. Alameda reconoce que no: que su ex esposo Mulas no tenía nada que ver.
«En 2009, separada sentimental y físicamente de Carlos Mulas y a sabiendas de que la Fundación Ideas buscaba colaboradores para la sección Global Observer que publicaran artículos multidisciplinares y originales tanto en inglés como en español, tomé la decisión de ponerme en contacto con la Fundación que él dirigía y de hacerme pasar por Amy Martin para ofrecer mis servicios como autora. El nombre de Amy Martin lo elegí por coincidir con el de una conocida de mis años de estudios en Nueva York…»
Una novela es una novela. Y un ensayo es un ensayo. En una novela, el autor puede aparentar escribir un ensayo; y en un ensayo, el autor puede escribir narrativamente, como si fuera en efecto un novelista. Todo es correcto siempre que sepamos de qué va la cosa; siempre que el lector sepa que lo que lee es una novela que finge ser un ensayo o un ensayo escrito como una obra de ficción. Si los supuestos están claros, si el juego literario está avisado, si no se hace pasar lo que no es, entonces no hay impostura dolosa.
Ahora bien, si yo utilizo un pseudónimo para escarnecer, para vilipendiar, entonces soy un cobarde.Hace años, nueve nada menos, lo dije en un artículo que titulé «¿Hay alguien ahí?»
Por otra parte, si yo empleo un alias para hacer como que existe alguien y de ello se siguen consecuencias para otros, entonces soy un caradura. Si además, digo ser progresista y de ello hago causa, entonces estafo, confundo a quienes están dispuestos a creerme. Hay muchacredulidad en este lado… Enric Marco fue un caso ejemplar de esta conducta, según me recuerda Rogelio López Blanco. De ello escribí en 2005.
No doy crédito. Todo esto me parece irresponsable. Y el comunicado de Irene Zoe Alameda, lejos de salvar a su ex marido, lo deja como un pardillo. ¿Y los dirigentes de la Fundación? Cobrar tres mil euros por un artículo –como así parece que cobró Amy Martin– es fastuoso. ¿No tiene vergüenza Amy? Creo que Martin debería devolver hasta el último euro y creo que en la Fundación deberían dimitir en cadena, en escala, en cascada. Por pardillos, por palurdos, por catetos. ¿A quién se le paga tres mil euros por un texto? No sé si, además, aquí hay delito…
Finalmente, ¿qué es eso que dice Alameda de su ex marido? Admite estar «separada sentimental y físicamente de Carlos Mulas». Trato de pensar en esa expresión bifronte y no me cabe. Cuando estás separado sentimentalmente, no hay cuerpo, ni roce, ni caricia. Aunque te toquen, no hay nada. Esa precisión (sentimental y físicamente) me parece un pleonasmo: algo muy reprensible en una escritora. Así, me pregunto: ¿cuando hacía de Amy Martin era un ente físico o puramente sentimental? Es más: ¿tuvo estómago para cobrar tres mil euros por artículo sin sentir un cierto malestar físico? O sentimental.
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