Gracias a la información que nos pasaron Marisa Begué y Mario Pérez supimos de la existencia de Years and Years (2019), una serie de Russell T. Davies, emitida por la BBC. En casa la hemos visto con placer y con no poca desazón.

La emite en España HBO y es una producción que, con una sola temporada de seis capítulos, consigue interesarnos e incomodarnos…, ya digo.
‘Years and Years’ es cuento largo para adultos maleados. Con héroes y con villanos, con alguna malvada (alguna Cruella), con donantes y auxiliares, con traidores. Y con un Reino y un mundo que tienen sus gobernantes crueles, absolutamente despiadados.

Las buenas historias comienzan ‘in medias res’, con la vida a mitad o ya vencida, con unos lastres que iremos descubriendo. Eso sucede en ‘Years and Years’.
Más aún: si se trata de personajes complejos y contradictorios, entonces el público necesita horas de metraje para captar su hondura o su superficialidad.
A ‘Years and Years’ no le veo ardides o artificios innecesarios. Tampoco piruetas de última hora. Vamos, que como cuento largo no tiene un desarrollo tramposo, cosa que es vicio lamentable y hasta frecuente entre ‘showrunners’ (entre autores-guionistas actuales).
Necesitamos horas para familiarizarnos con individuos a los que veremos crecer y hasta morir y de cuya moral poco podemos adelantar. Eso sucede en ‘Years and Years’.
Es más: las historias maduras dejan siempre cabos sueltos. ¿Acaso por pereza o falta de destreza? No.
En ‘Years and Years’ quedan algunos cabos sueltos, un futuro esperanzador o aterrador, depende; y quedan individuos cuyo porvenir es incierto. ¿Por qué razón?
Pues porque su creador, Russell T. Davies, así lo quiere y así los quiere. Tal vez, una segunda temporada podría complicar aún más ese devenir, cosa que no he querido saber…
Pero, haya o no haya continuación, las situaciones tienen aquí significados parcialmente ambiguos y sus consecuencias son ambivalentes. Eso sucede en ‘Years and Years’.
Estamos ante una distopía, ante un cuento largo —insisto—. Somos muy mayorcitos para soluciones infantiles, historias en las que todo casa. Aquí no sabemos si casa…
En ‘Years and Years’ hay una “princesa” a rescatar y hay un “tesoro” a preservar o restituir. Y hay algún villano —villana— que tiene su merecido.
¿Lo tiene de verdad? En los cuentos populares, todo se aclara y los malvados son finalmente reducidos. ¿Sucede eso en ‘Years and Years’?
El mundo es el reino, el Reino Unido, tierra de individuos prósperos y hasta riquísimos (aunque de entrada no sepamos si también es un país de marginaciones lacerantes).
Todo transcurre sin más: la vida bonancible de una tierra de promisión. Eso sucede en ‘Years and Years’.
La serie nos muestra el futuro, el futuro más o menos inmediato, el próximo lustro, los próximos lustros, los años venideros. Vemos cómo se tuercen las cosas…
Y vemos aparecer, crecer y madurar a una familia de Manchester, los Lyons, una familia extensa que no reside bajo el mismo techo, pero sí bajo una misma nube, la Nube.

Son británicos, sí, británicos que tras el Brexit viven beneficiándose de un orden confortable en una sociedad del primer mundo (que también incluye Londres y otras partes del planeta).
En esa circunstancia, la política inglesa es aburrida, tediosa: el parlamentarismo tiene siglos de rodaje y el Ejecutivo se vale de experiencias, de aritméticas, de automatismos y, cuando es preciso, de argucias, falacias y arbitrios.
Las eventualidades cotidianas, las de la gente corriente, son igualmente previsibles. Hay recuerdos cercanos de crisis financieras, pero las cosas parecen ir correctamente, como un mecanismo bien engrasado.
Hay, sí, amenazas. Por una parte, el mundo exterior, el de las relaciones internacionales, sigue convulso. Por otra, el mundo interior, el de la naturaleza y el planeta, padece severos trastornos que se agravan.
Una familia corriente pero diversa y compleja —esa familia de Manchester— con una abuelita eterna se opondrá a una Cruella que engaña y comete vilezas y hará frente a algunos de los desmanes que hoy ya nos aterrorizan.
¿Cuáles? La xenofobia, el racismo, la demagogia, la mentira, el cambio climático, la amenaza nuclear, etcétera. Por cortesía no digo qué hace esa familia y no digo lo que sucede.

Sólo afirmo que vale la pena dejarse entretener y mecer por este cuento de ciencia-ficción, de fantasía, de realidad ‘aumentada’.
¿Nos deja aliviados? Este cuento largo nos deja cavilando.